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El poeta - por CarrieR.
El anciano espera como otros días, impaciente, escuchando la monótona canción de las cigarras. Se ríe al ver los perros corretear en la calle. Observa a los vecinos desaparecer entre las sombras matinales, yendo temprano al trabajo sin tiempo que perder. La ilusión aumenta al escuchar las campanas de San Millán, y empiezan a “tartamudear” sus manos. Vendría enseguida la niña, bajando la callejuela con ojos risueños e historias que contar.
Es su abuelo, don Santiago, pero el Alzheimer ha ido afanando su dignidad. Paulatinamente, empezó a verse como un niño de ocho años. Estallaría si Clara le llamara "abuelo". Para él, era su amiga de toda la vida y su cómplice en travesuras, sobre todo aquellas que implicaban el café.
—¿Cuántas cucharillas vas a poner? —pregunta don Santiago. Habían llegado Clara y su madre.
—Cuatro, Santi; y traeré la jarrita de leche fría —contesta la niña.
—¡Muy bien! ¡Haremos unos ricos cortados! Pero no se lo digas a esas viejas en la cocina, ¿vale? ¡Que no te vean!
—¡Vale!
—¡A darlo todo, pues!
Clara y su madre van entre semana a quedarse en casa de los abuelos; luego acuden los tíos los fines de semana a compartir las tareas. Su madre ayuda a la abuela y Clara ha asumido ser partícipe del mundo que ha creado la memoria y la imaginación infantil de su abuelo. El devenir sanitario de don Santiago exige cada vez más creatividad y más constancia de ánimo; pero entre el brío de la niña y la estima, respeto y amor de sus padres, el abuelo puede contar con los mimos que anhelan los peques y el afecto y aprecio que añoran los ancianos.
Pasan los días don Santiago y Clara riéndose de sus travesuras; pero al llegar cada atardecer, su madre protege tanto a su hija como a su padre por lo combativo que se pone. Ha ido perdiendo la memoria, mas la fuerza no. No se libró del síndrome del ocaso don Santiago. La confusión le invade cada noche, dejándolo agotado y angustiado, y la madre de Clara, a la hora de acostarse, llora en silencio. Su padre sólo reconoce a la niña, pero no sabe que es su nieta. Cree que es la niña del pueblo que jugaba con él y le acompañaba al río a lanzar hojas de un lado del puente para después correr por la orilla hasta el próximo puente. La niña con la que compartía cortados.
Clara no conoce el lado colérico de su abuelo porque su padre, al volver del trabajo, le lleva al parque, a la biblioteca o a hacer algún recado. Cuando vuelven, ya está dormido.
Últimamente, Clara ha estado entreteniéndose leyendo las viejas cartas de su abuela mientras su abuelo duerme y los mayores charlan; y con ellas, la niña va conociendo a sus abuelos. Se divierte mucho porque cuentan de una época lejana cuando no existían secadoras de ropa, móviles, ni ordenadores. Hasta le hace gracia la caligrafía. Después de unos minutos, Clara se aproxima a la mesa donde se encuentran los mayores.
—Abuela, ¿quién es "el poeta"? —pregunta con una de las cartas en la mano.
—Tu abuelo, cari. Él es "el poeta".
—¿Pero no era “profe” y entrenador de fútbol? Además, no habla como poeta.
—¿Y cómo hablan los poetas, hija? —pregunta su padre.
—¡Riman!
Todos se ríen. Clara frunce la nariz y vuelve a la habitación. Los mayores siguen charlando.
Don Santiago, cuando no estaba enseñando a los niños cómo chutar una pelota o a los chicos cómo calcular derivadas, escribía la letra de las canciones para un grupo de música muy celebrado en su época. Hasta Clara y sus amigos saben de memoria muchas de ellas, pero lo que la niña desconocía es que la protagonista de muchas de las canciones de amor es su abuela. Un día, hace siglos, el hermano de su abuelo bromeó con que “el poeta” estaba escribiendo otra carta de amor, y se ganó el apodo.
Un rato después, escuchan a Clara gritar:
—¡Sí es el abuelo! ¡Es verdad!
—¿Pero de qué estás hablando?
—"El poeta". Mirad, os lo leo: «¿Seguís confabulando tú y el poeta robando unas tazas de café con las cuatro cucharillas de azúcar y la jarrita con leche fría? ¡Eso no es un cortado sino un “azucarado”! ¿También te sigue regalando caramelos de limón?» ¿No veis? ¡Esto quiere decir que cree que soy su novia!
—Pues sí. Efectivamente sí…
—¡Es genial!
—¿Por qué?
—¡Porque pronto empezará a regalarme caramelos de limón!
Comentarios (12):
IreneR
16/02/2018 a las 17:46
Buenas, Carrie.
Un relato muy bonito y bien llevado. Me ha gustado mucho.
Has sabido plasmar la inocencia de Clara y mostrar la dificultad que conlleva cuidar a una persona con una enfermedad neurodegenerativa, que en este caso es Alzheimer.
Con el final, con el descubrimiento de Clara y su ilusión me ganaste.
Enhorabuena.
¡Un saludo!
Lucy J.S
16/02/2018 a las 23:11
Carrie, me encantó la historia. Muy entretenida, dinámica y con un final sorprendente. El abuelo y clara me parecieron personajes muy bien desarrollados a tal punto de conmoverme. Sigue así, saludos!!!
Alma Rural
17/02/2018 a las 18:50
Hola Carrie:
Pese a la tristeza que tiene de trasfondo tu historia no he podido evitar sonreír al leerlo. Todo él es ternura, inocencia…
El relato está estructurado a la perfección. Mezclas en su justa medida los párrafos explicativos que hacen avanzar la historia con los diálogos que le dan frescura. Perfilas los personajes de tal manera que parece que puedo ver a Don Santiago y a Clara.
Una historia preciosa, Carrie. Yo también querría un caramelo de limón de esos que tiene Don Santiago…
Un saludo.
marazul
17/02/2018 a las 21:10
Hola Carrie:
Estoy muy de acuerdo con el comentario de Alma Rural.
Realmente encantador tu relato y escrito de una forma muy correcta. Has sabido encajar perfectamente y con naturalidad el título con el tema y el reto.
me ha encantado leerte
Un saludo
Blanca García Álvarez
18/02/2018 a las 13:49
Hola, Carrie.
Preciosa historia familiar. Describes muy bien la situación por la que atraviesa cada personaje: la enfermedad y sufrimiento del abuelo, la impotencia y la tristeza de la madre y la inocencia de Clara. Pero también vemos de trasfondo la protección que toda la familia brinda a la niña, evitando que vea a su abuelo en tristes circunstancias; ella ve solo el lado positivo de don Santiago y eso ayuda a mantener esa relación tan tierna y alegre, beneficiosa para ambos. Sin duda, él, se lo agradecería mucho.
El final nos sorprende y nos deja con una sonrisa.
Enhorabuena, siempre es un gusto leer tus historias.
un saludo.
Noemi
18/02/2018 a las 19:03
Hola Carrie: Una historia conmovedora y muy bien logrado el contraste entre la decadencia del anciano y la evolución de la nieta que sin perder su inocencia cambia a lo largo del relato. Pienso que el mostrar el lado oscuro de la enfermedad es un verdadero logro y también lo es el modo en que logras proteger a la niña de sus efectos.Has tejido una buena trama y un acertado final. Por momentos la lectura se hace un poco densa y quizás convendría recortar un poco el exceso de detalles que no favorecen el ritmo de la narración, En fin tu verás.Espero volver a leerte pronto. ¡Felicidades!
Amilcar Barça
21/02/2018 a las 13:46
Muy bien, tierno y entretenido. Me ha gustado. salu2
Yoli L
21/02/2018 a las 21:42
Hola Carrie
Una dulzura tu relato a pesar de lo triste que conlleva el proceso de la enfermedad del abuelo.
Por cierto, me hiciste buscar el “Síndrome del ocaso”, he visto las manifestaciones pero no sabía que tiene ese nombre.
Entre los mejorables, te comentó que para un relato corto, tienes varias palabras que se repiten, algunas muy seguidas, por lo que podrías cambiarlas por sinónimos o lo que corresponda.
Te indico:
6 veces Don Santiago
11 veces abuelo
12 veces Clara
5 madre
3 pregunta (es verbo dicendi hay otros por el que puedes cambiar)
“el poeta”: muy cercanas
Gracias por permitirme aprender con tu historia.
¡Saludos!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
cesar henen
23/02/2018 a las 00:42
Hola Carrie.
Un muy bello relato lleno de inocencia y dulzura con ese toque de melancolía, me ha gustado bastante.
Un saludo.
Lucho
23/02/2018 a las 04:14
EL PRIMER PÁRRAFO ES SIMPLE, SENCILLO Y MUY BONITO. SE NARRA ESA COTIDIANIDAD DE MANERA FLUIDA Y TIENE FUERZA.
FRASES BONITAS: La ilusión aumenta al escuchar las campanas de San Millán, y empiezan a “tartamudear” sus manos
EL ESCRITO ES MUY BONITO, LO SIMPLE LE DA ESE REALCE. ES COHERENTE Y BIEN MANEJADO. CREO QUE LO COMENTADO POR UNO DE LOS COMPAÑEROS SOBRE LA REPATICIÓN DE PALABRAS HAY QUE MIRARLO. PERO NO PIERDE FUERZA Y EL INGRESO DEL POETA EN ESCENA ES INESPERADO.
mas la fuerza no PROPONGO MÁS NO LA FUERZA. ADEMÁS NO LE QUEDAN ESOS DOS NO SEGUIDOS
agotado y angustiado ADO ADO SUENA CACOFÓNICO dejándolo agotado y angustiado, y la madre de Clara, a la hora de acostarse, llora en silencio. Su padre sólo reconoce a la niña, pero no sabe que es su nieta. Cree que es la niña del pueblo que jugaba con él y le acompañaba al río a lanzar hojas de un lado del puente para después correr por la orilla hasta el próximo puente. La niña con la que compartía cortados. EN ESTE PÁRRAFO VARIAS PALABRAS TERMINADAS EN ADO Clara no conoce el lado……………… le lleva al parque, a la biblioteca o a hacer algún recado. …… Últimamente, Clara ha estado
SALUDOS
TE INVITO A LEER MI ESCRITO No73
Charola
26/02/2018 a las 06:04
Hola, Carrie
Qué relato tan tierno, a pesar de la tristeza que pasa la familia por la enfermedad del abuelo. Me gustó. Felicitaciones.
Ya te dijeron algunos mejorables, pero estos creo que no:
-Me parece que puedes obviar las comillas de “tartamudear” las manos.
-Este párrafo puede estar en presente: Cree que es la niña del pueblo que juega con él y le acompaña al río a lanzar hojas de un lado del puente para después correr por la orilla hasta el próximo puente. La niña con la que comparte cortados.
-“la” lleva al parque.
-En este párrafo me parece que chicos y niños se pueden unir que al final es lo mismo:
Don Santiago, cuando no estaba enseñando a los niños cómo chutar una pelota o a calcular derivadas, escribía la letra de las canciones para un grupo de música muy celebrado en su época.
– Hasta le “hacía” gracia la caligrafía. (estabas hablando en pasado). La acción que sigue si puede ir en presente tal como lo has puesto: Después de unos minutos…
-Cuando pones “el poeta” no tendría que estar entre comillas, pero si es un apelativo o mote tendría que ser: el Poeta.
Gracias por tu comentario en mi relato. Nos seguimos leyendo.
Un beso.
ANGEL CLIMENT
27/02/2018 a las 10:21
Hola Carrie, Bonito relato, con dulzura inocente, me gustó, pero como dice Yoli L, deberias de usar algunos sinonimos para no repetir tanto algunas palabras. Me encaqntó,
Saludos