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EL POETA - por AmadeoR.
EL POETA
La desesperación de mis padres había sido total y definitiva cuando escucharon, sin aceptarlo, lo dicho por el médico de guardia del hospital donde me habían ingresado tras un accidente.
—Lo lamento —dijo el doctor en voz baja, sentida—. El nene perdió la vista… Hicimos todo lo posible a nuestro alcance. Las otras heridas son mínimas y el resto de los sentidos y funciones vitales, se mantienen perfectas. Lo siento —repitió y los abrazó para ayudarlos con sus llantos oscuros e incontenibles.
Por meses, en silencio total y enojado con el mundo, repasaba lo vivido día a día en aquellos mis primeros diez años llenos de brillos, alegrías y ruidos. No deseaba olvidar pues amaba los colores, las luces y los reflejos. Amaba todo lo que había perdido. Sufriente, imaginaba nuevas sombras, otros soles, distintas flores multicolores, también soñaba con sonrisas y miradas dulces. Con el tacto descubría formas, suavidades y temperaturas. Resignado y en silencio, acumulaba dolores y oscuridades. Padecía el no ver a pesar de tanto amor y cuidados ofrecidos por mis padres, hora por hora.
Un día desperté valiente. Pude sonreír y les pedí aprender el idioma en código Braille. Me costó esfuerzos pero fueron gratificantes pues no demoré demasiado en dominar el punzón y la tablilla. Lo primero que escribí y me llenó de emoción al leerlo, fue mi nombre: Hyogo. A partir de ese día en tinieblas profundas y ciego total, supe que quería escribir poesías y poemas sobre mi futuro, y comencé a crear imágenes fantásticas, palabras significativas. Creaba ilusiones, vislumbraba fantasmas coloridos. Intenté ser feliz y descubrí que aún tenía que luchar para serlo.
Comencé a dibujar mis pensamientos con letras mayúsculas, a buscar las sombras de los aromas, a sumar una ausencia sobre otra ausencia. Trataba de acorralar al silencio, de escribir sin inercias y dominar el efecto de una dimensión. Las palabras nacían como gotas de luz. Encontré suspiros subterráneos en los laberintos de mi corazón. Logré hallar la belleza fugitiva de un instante entre melodías y treguas de libertad. Redacté textos sobre las cicatrices que dejan las miradas imposibles. Llegué a pensar en colores, entre murmullos de advertencias y con los brazos abiertos en alas.
Logré sentirme dentro de una cueva envejecida en algún lugar del mundo, tal vez distante, bien lejano. Intentaba nuevas batallas aunque el tiempo herido se crispara. Llegué a sentir que el viento hacía sombra sobre mis ojos apagados. Fui amigo de la desolada percepción de las palabras nacidas gracias al punzón. Supe que todo pasaba a tener un único nombre: poesía, que significa levar un ancla.
Tuve recaídas desesperantes y pérdidas inalcanzables. No podía enhebrar sílabas, se esfumaban las letras, los puntos y las comas. Surgían con fuerza de manantial revelaciones indeseadas, también insomnios que simulaban estar ensangrentados. Descubrí entretejidos de perdones y lamentos. Muchos grises brotaron entre mis esperanzas y lo hacían con ecos de hastíos. Supe estar arrinconado por los recuerdos hasta llegar a creerme un exilado de la realidad. Escalaba los declives del cielo tras haber perdido tanta claridad, tanta nada. Notaba el deshielo de la belleza, pero no supe gozar en la víspera del asombro. Un día, proferí un grito inmaculado, feroz y pude volver a escribir, a imaginar ser poeta. Dejé de suponer brillos melancólicos en mis ojos inútiles y logré una mueca con forma de sonrisa pacífica.
Tras años de peleas, de versos malogrados, de diseñar creaciones literarias, de arrojar punzones gastados, noté el inicio de un desmoronamiento en mi memoria de aquella infancia visual, clara y apresuré los pasos para crear nuevas estrofas antes de llegar a una soledad sin retorno, antes de toparme con las lunas sepia de los muertos. Necesitaba engendrar un nuevo infierno poético y evitar que las palabras perdieran su musicalidad y así conseguir que perduraran.
Finalmente lo logré. Volví a vivir cómo si mis ojos explicaran el entorno, pues veía a través de mis odas y baladas. Así vencí a la ceguera y emergí saludable por ser poeta y nuevamente me sentí hijo, lejos de aquella negrura a los diez años.
Comentarios (12):
IreneR
16/02/2018 a las 22:19
Buenas, Amadeo.
Un tema complicado el de perder un sentido, sobretodo el de la vista, pues es el que el ser humano más utiliza y necesita.
Me han gustado los altibajos que va dando el narrador a lo largo del relato. Es muy real.
No soy una experta con la ortografía y la gramática, pero hay algunos fallos. Y quizás en algunos momentos el texto se vuelven un poco difícil de leer. Es un poco recargado y hay una gran cantidad de adjetivos.
¡Un saludo!
Gon Mirdon
18/02/2018 a las 12:37
Me parece muy bueno el concepto. Manejas bien la abstracción de momentos y sentimientos del no vidente, pero como dijo Irene, se nota un abuso de este recurso, te sugeriría más moderación.
Roberta
18/02/2018 a las 20:16
Hola, Amadeo. ¡Qué tema tan difícil!
Y qué lucha tan dura la de poder sobreponerse. Creo que los cambios de ánimo son muy reales, así debe suceder…no lo sé, pero pienso que hay demasiados adjetivos para un dolor que se me ocurre más duro, más crudo. Es como si el dolor se diluyera en tantas palabras. Es sólo mi humilde opinión.
Saludos.
Laura
19/02/2018 a las 11:04
Hola Amadeo.
Me ha resultado un relato muy interesante. Tal vez algo recargado en adjetivos, pero cargado de poesía.
Felicitaciones.
María Kersimon
19/02/2018 a las 17:57
Hola Amadeo,
Ante todo, gracias por tu visita y amable comentario a mi relato. Leí el tuyo con agrado y admiración. En mi opinión es poesía en prosa. No hay ni una sola frase que no tenga imágenes poéticas. Muestras una enorme sensibilidad al empatizar y luego mucha delicadeza la hora de expresar. No he podido parar de leer, si bien en ocasiones he releído ciertas expresiones para saborearlas mejor. Tienes un enorme vocabulario y una rara fluidez en la escritura. Enhorabuena.
Amadeo
19/02/2018 a las 19:23
Gracias a todos los comentaristas, tanto en las felicitaciones como en las observaciones críticas. Las tendré en cuenta en la revisión final y (tal vez) en los próximos cuentos, para modificar mi estilo recargado.
Nuevamente gracias.
Espero más observaciones críticas de lectores
Amadeo – Argentina
Verónica
20/02/2018 a las 11:40
Hola Amadeo. Me emocionó tu relato, lleno de reflexiones y que deja pensando. Saludos
Calensûl
20/02/2018 a las 11:47
Buenas Amadeo:
Lo que más me ha gustado de tu texto es sin duda la prosa. Transmite los sentimientos de forma muy intensa y creíble.
También creo que tratas de transmitir mucho en muy poco espacio, aunque no sé cómo podrías arreglarlo.
¡Saludos!
Alberto C.
21/02/2018 a las 15:39
Hola Amadeo:
Con mucho gusto -y porfín- te devuelvo la visita:
En primer lugar quería felicitarte por tu texto. Es, sin duda, bueno y original. Con tu permiso y desde mi opinión te comento un par de cositas: el texto tiene un redacción muy cuidada -cosa que es de agradecer-, pero hay ciertas cosas que parecen estar metidas con calzador. Ya te lo han comentado por ahí arriba. Casi parece un resumen de una gran novela poética a un relato corto. Es complejo corregir esto, porque cuando uno quiere transmitir muchas cosas, el espacio es una barrera. ¿Consejo? Delimita, y escoge aquello que sea realmente esencial. Sin parafernalias. Cabe mencionar que la poesía está muy lograda, y se hace agradable de leer. Nada más que añadir más allá de lo que ya se ha comentado. Muchas gracias por compartir tu texto y permitirme aprender de él. Ha sido todo un placer leerlo y comentarlo.
Un saludo,
Alberto C., 35.
el chaval
25/02/2018 a las 17:17
Hola Juanstoisa. Terrible sensación que ya imprimes en la primera lectura de tu texto.
Empleas palabras muy sensibles que todavía más ahonda en lo que significa, una prosa poética muy de agradecer.
Parece ser que hay que pasar por momentos muy difíciles y penosos hasta que se pueda lograr la paz de espíritu.
Hay algunas comas que bien puestas dan mucho más impulso a tu relato yb poder dar el significado que pretendes.
Te felicito, un gran tema y dificil de llevarlo a pluma.
No seguiremos leyendo, después de la pausa anunciada-
Escorpión
27/02/2018 a las 18:22
Mi saludo. agradable texto con un hilo conductor que convence. Quedar ciego y llegar a una completa recuperación desde esta incapacidad es algo grandioso. Solo sugiero poner más años al nene, tal vez unos 16. Te felicito. Revisa el asunto de los adjetivos según los comentarios de los compañeros.
Amadeo
27/02/2018 a las 18:56
Agradezco a todos sus aportes.
Serán tenidos en cuenta para los próximos textos
Saludos cordiales a mis críticos
Amadeo