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El poeta - por OcitoreR.
Web: http://plumalanza.blogspot.com
Sus berridos agrietaron los muros de la casa e hicieron caer la cal del recubrimiento en forma de copos grises. La partera les dijo a sus padres que se sentía como si estuviera viendo llorar a todos los niños que había jalado por la cabeza para llegar a este lado de la existencia. El perro aullaba fuera de la casa espantando a la luna llena, los ratones se habían acurrucado temblando de pavor, los gatos, sobre todo los portadores del infortunio miraban verdes con las orejas encogidas. Los pájaros ya se encontraban en aires vacíos de turbulentos gimoteos y se habían llevado consigo a todos los vecinos.
El señor Schultz y su esposa habían esperado a su hijo con una careta de ilusión de padres primerizos, pero se les había caído de pena el rostro y ahora no sabían cómo actuar. Los bramidos del pequeño desaparecieron al tercer día y se llevaron toda su acuosidad. Su madre actuó rápido cotejando con su memoria las experiencias y las viejas historias familiares. El médico le dijo que se guiara por la intuición porque él no conocía casos como ese y lamentaba que la ciencia resultara inadecuada para ayudarle. La señora Schultz se sentía abandonada en un bosque en el que palpaba los cólicos de su hijo y los metía en su vientre para comprender su dolor, lo mismo hacía con la viruela, el sarampión y las fiebres provocadas por el desgarramiento de las encías.
El nene parecía un mártir valeroso sometido al castigo de la vida. Era inexplicable que no mostrara ningún signo de dolor. Frederick se puso de pie y caminó precoz. Fue a la escuela con determinación. El tiempo lo estiraba, le amoldaba el cuerpo para que resistiera las agresiones de los demás niños y le procuraba el aprecio y condescendencia de los profesores. Sus compañeros no lo querían y lo fustigaban con todo tipo de látigos injuriosos. Él no podía llorar porque el depósito lagrimal se le había vaciado desde el principio y ya no lo podía repostar con unas nuevas. Aunado a esa pérdida tenía la capital penitencia de la intromisión que alarmaba a sus compañeros y ocasionaba que arremetieran contra él como mongólicas hordas. Un día comenzaron a salírsele algunas frases raras. Sus expresiones eran como afiladas espadas que blandía con destreza. Lanzaba con excelente puntería saetas y la sagita de su arco era atemorizadora como visionaria de la muerte por idolatría. Quienes quedaban expuestos a sus ataques con hachazos y sablazos, soltaban el llanto del que el mismo Frederic carecía. Sus coetáneos no le entendían nada, por eso eran inmunes gracias a su analfabetismo sentimental, pero los adultos se aguaban perdiendo su entereza falsa, sobre todo las mujeres padecían su lenguaje que las obligaba a mojar los escotes de sus blusas con la brisa dolorosa de las cascadas de lamentación provenientes de sus ojos. La fina métrica con la que las diseccionaba era como veneno para sus corazones. En la adolescencia se convirtió en un terrible matarife. No perdonaba a nadie y hacía picadillo a quien se cruzaba por su camino. Era una especie de Gengis Khan o Tamerlán dejando montañas de almas cadavéricas amontonadas en forma de pirámide.
Nadie lo vio nunca como hombre, pues él mismo se fue alejando con pasos que lo llevaron al desierto, al abandono y a una ermita. La naturaleza interpretó de forma equivocada sus cánticos y estimulada por su musicalidad afligió a la gente con frondosos árboles, insoportables flores de hermoso colorido, intolerantes frutas de pulpa suave, jugosas y de gran tersura. Divinos paisajes atormentaron la vista de quienes huían despavoridos de sus grandes confesiones. Destruyeron su monumento de carne para erigirle uno de impresionantes leyendas, en las que aparecía como un portento de la tierna crueldad amorosa. Se le imaginaba de pie con la mano alzada hacia el corazón de quien lo mirara, armado de su equipo de guerra. Para prevenir a la gente de su peligro se daban clases especiales en las escuelas y universidades y quiso una famosa academia excomulgarlo del reino del hombre común invistiéndolo con una toga de desprecio y un medallón de oro. Su nombre fue borrado de la lista de la gente común, se grabó en una placa de cobre y se metió en el baúl de lo excepcional.
Comentarios (12):
Alberto C.
16/02/2018 a las 15:55
Hola Ocitore:
En primer lugar, quería felicitarte por el texto que has escrito, pues denota riqueza léxica y harto dominio del lenguaje. Con tu permiso y desde mi humilde opinión te comento algunas cosillas:
Considero que la riqueza léxica es su punto más fuerte y donde destaca tu texto. En cambio, el argumento, no me ha parecido tan bueno. Otro punto a destacar sería el primer párrafo: la primera frase es una buena primera frase -valga la redundancia-, pero el párrafo en sí carece de un detonante, o cebo, que atrape al lector a seguir leyendo, ¿me explico? Realmente uno llega a introducirse en tus líneas por el tercer párrafo.
Y ya terminando, el final es lo que más me ha gustado, porque mientras leía tu texto pensaba “a ver cómo sale Ocitore de esto en 750 palabras”. Me ha sorprendido, y me parece un digno final. ¡Muchas felicidades por tu gran texto!
Gracias por permitirme comentar y aprender de él.
Un abrazo,
Alberto C., tu vecino de arriba.
Galia
18/02/2018 a las 00:57
Ocitore: has realizado un excelente retrato de un genio, me encantó.
Saludos
Galia
cualquiera
18/02/2018 a las 04:39
Hola Ocitore, me ha gustado mucho tu relato. Un retrato estrepitoso, de prosa atropellada pero de gran caudal discursivo. El único pero que le encuentro son algunas frases demasiado largas en las que casi falta la respiración, pero de alguna forma, son aspectos perdonables ya que el tono general te conduce hacia esa vorágine, de imágenes, de significados, de frases que voltean como látigos y a veces se pierden como borrachas, dando forma a una historia que cagalba entra la poesía, el torrente y lo demencial.
Gran construcción la de este personaje oscuro y excepcional, hay pasajes de concepción ambigua, pero que encajan muy bien en una voz que parece concebida por una fiebre locuaz. Me encantó la última parte. Enhorabuena, estupendo.
Lapdog
18/02/2018 a las 10:13
Gracias por los comentarios, traté de crear un personaje romántico y talentoso como Baudelaire, Pushkin u oro, pero empleé un lenguje más apropiado para el personaje del perfume de Suskind, ese Jean Baptiste que asesinó, en realidad a las mujeres, en el caso de mi personaje hace lo mismo, sin embargo sus crímenes no son violentos, a pesar del lenguaje, ese juego me fascinó y creo que dio resultado. Un abrazo y muchas gracias de nuevo. Un abrazo.
P.D. Como es probable que ya no escribamos retos mensualmente les confieso que he publicado también como Lapdog mi hermano Jekyll, diría Enrique Vilamatas. Bueno, los invito también a mi blog en el que continuamente reñimos mi amigo lapdog y yo, su servidor, Ocitore. Hasta siempre comandante…
Osvaldo Vela
20/02/2018 a las 14:21
Hola Ocitore, que lenguaje tan torcido en sus letras pero tan encantador en su resultado.
Las cualidades del precoz Frederick eran causa de tragedias incontables y sus defectos creaban belleza sin igual.
Con palabras dignas de la mejor escritura exprimes del lector sensaciones excelsas. Estas van desde el reconocimiento sublime hasta el mas enconado pavor.
Te Felicito por un muy buen texto que cubre una vida entera.
Estoy en ell 143.
Lapdog
20/02/2018 a las 15:34
Gracias, Osvaldo, por desgracia ya no tendremos está diversión a mediados del mes por cuestiones ya mencionadas en el blog. Espero que nos encontremos en algún sitio de escritura, taller, foro o blog. Gracias por tu comentario y suerte.
Charola
20/02/2018 a las 22:04
Hola, Ocitore o Lapdog.
Felicitaciones por tu relato. Lo he seguido así tal cual atropellado, rápido combinando léxico fuerte y duro, hasta cruel. Llegué al final casi sin fuerza. Buen final.
Saludos.
María Jesús
21/02/2018 a las 11:35
Hola Ocitore: Leyendo tu texto me ha venido a la cabeza el protagonista del perfume, Jean Baptiste, ser condenado a vivir una existencia cruel. Tu lenguaje, hay que reconocerlo, es muy rico, aunque a mí el texto en sí me ha parecido demasiado grandilocuente para mi gusto, pero es tu estilo y lo respeto. He echado en falta algún verso, de esos que el protagonista componía y hacían tanto daño. Me pasaré por tu blog a ver más cosas tuyas.
Saludos.
Lapdog
21/02/2018 a las 16:19
Gracias, Mariajo, te agradezco mucho el comentario y te invito a leer a Joseph Brodsky, que en ruso leía sus poemas como si estuviera dando una misa ortodoxa en viejo ruso eslavo o staroslavianski yazik. También podría ser el maestro de las rimas ruso Pushkin o el gran Pasternak o Fet o Gumiliev. Un abrazo y suerte. Nos vemos en los blogs.
Jean Ives Thibauth
06/03/2018 a las 13:20
Hola Ocitore:
¡Menudo derroche de desparpajo!
Tu texto se acerca mucho a lo que llaman prosa poética. A mí, personalmente se me da fatal ese tipo de textos. Por eso sé apreciar a quien lo consigue.
Me imagino que el niño de tu relato alguna vez existió, por eso dotarlo de ese nombre tan especial (en mi ciudad hasta le obsequiaron con una avenida). La curiosidad me pica así que lo miraré en el Sr. Google.
El problema que yo le veo, desde mi personalísima opinión, es que la historia en sí se diluye entre tanta palabra. Queda un poco relegada y eclipsada. Tanto, que hasta me ha costado seguir el hilo.
Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Lapdog
06/03/2018 a las 18:29
Hola, Jean, gracias por tu comentario. El personaje es ficticio, pero su apellido podria ser Nietszche. Bueno el trabajo constante en la escritura te lleva a hacer experimentos. A veces salen cosas muy buenas, sin embargo se corre el riesgo de crear cosas monstruosas. Un abrazo y mucha suerte.
José Torma
28/03/2018 a las 23:38
Estimado Ocitore/Lapdog.
Poco puedo agregar a lo que te comentan, ya que sería repetitivo. A mí me ha incomodado desde el inicio, la imagen del niño que se queda sin lágrimas nomas nacer, es brutal.
Tú en esto tienes tablas y manejas el lenguaje y las formas de una manera que habla de tu caminar en la escritura. Podrás entender o no, pero no te quedas indiferente, que es precisamente lo que buscamos al escribir.
Te agradezco tu visita y espero el día que retomemos el taller, yo estoy en sabático, mis musas y yo decidimos darnos tiempo.
Un abrazo.