Literautas - Tu escuela de escritura

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NAUFRAGIO - por Azul

Después de una cena al calor de una hoguera, la niña se fue a acostar. Su padre, como todas las noches, se sentó junto a su lecho.
-¿Me vas a contar una historia papito?
Había en su mirada más ternura que en otras noches y su débil voz, quebradita, como apagándose, lo conmovió de manera especial.
-Si hijita… ¿Qué te parece la del marinero Teodoro?
-Sí, esa me gusta mucho.
-Hmmm… ¿Recuerdas cuando nuestro marinero y el capitán Jack naufragaron tras una devastadora tormenta y apenas sobrevivieron los dos, montados sobre toneles de vino; ah, y aquellos tiburones que se los querían almorzar mientras pataleaban como endemoniados para llegar a las costas de una diminuta isla? ¿Recuerdas que tras varios días los rescató un barco pirata a cambio de servir en la tripulación; y del asalto que acometieron contra un bergantín español cargado de oro del Perú; y cómo, tras la victoria, los piratas se emborracharon hasta perder el sentido y que fueron sometidos por nuestros héroes; y entregados, luego, a las autoridades; por los que recibieron, en recompensa, una décima parte del botín y el barco pirata? ¿Lo recuerdas, verdad, cariño? Pues, déjame contarte lo que pasó con ellos al final de sus aventuras.
Tras varios años el marinero y el capitán pisaron el muelle de su querida tierra. Éste le dijo al marinero: “Ya que tanto morís por ver a tus seres queridos, como yo por hacer descifrar con un viejo amigo este trozo de cuero que a mi entendimiento es el mapa de un tesoro, nos veremos mañana en este mismo lugar y a esta misma hora para partir por más aventuras”. Dicho esto ambos amigos se despidieron.
Teodoro, de camino a casa, despertó el interés de los transeúntes que al reconocerlo, esparcieron la noticia por todo el pueblo. Tal es así, que cuando nuestro marinero llegó a casa, su familia lo estaba esperando en la entrada. La primera que corrió a su encuentro, cruzando la calle, fue una hermosa mujer, su esposa amada, la Susana.
-Se llama Susana, como mi mamita.
-Sí, mi angelito… Luego corrió una preciosa niña como de tu edad que saltó a los brazos del marinero. Después de los abrazos y los besos, llegó su hermano Pablo junto a su anciana madre.
No había nada que increpar. Nadie pensó en los tantísimos años de ausencia, ni la marinería que tomó por oficio y amor a la aventura y al mar. Solo cabía en ellos la inmensa dicha de verlo de nuevo, a salvo de los miedos que por años los aquejaron. Había tanta felicidad que les rebalsaba por los ojos. Había vuelto, al fin, el hijo querido, el marido, el padr…
-¿lloras, papito?
-Claro que no, hijita…. Mucho tiempo después, la gente de aquel país contaba, en las tabernas y en los muelles, la historia de cuando el marinero no subió al barco del capitán Jack, prefiriendo quedarse en casa con la familia en vez de vivir fabulosas aventuras en el mar. También se decía que nuestro capitán pasó aquel día bebiendo en el muelle y al perderse el sol, en el horizonte, zarpó solo, gritando mil maldiciones a su infiel marinero.
-Gracias pa-pi-to.
-Dulces sueños princesa…
Unos labios cuarteados por el sol depositaron un áspero beso en la frente de la niña. Una dolorosa angustia lo privó al contemplar aquel cuerpecito famélico reposando sobre unas hojas de palma. Se levantó y caminó hacia la playa.
Nunca se iba a perdonar cuando, después del terrible naufragio, abandonó a su mujer por salvar a la niña. Ni de exponer a su hija a un inhóspito desierto insular. Aunque al inicio creyó ser afortunado por ser, para él, únicos sobrevivientes. Después de tantos años de vanas esperanzas pudo ver la realidad.
Cuando el rumor de la marea se hizo más fuerte y el agua mojaba sus pies, se tumbó de rodillas con la cabeza gacha y, apretando la arena que tomó entre sus manos, volvió la vista al mar y al sendero de luz que dejaba la luna. Ya sin esperanzas de ser rescatado quiso gritar, pero se contuvo, por no despertar a su pequeña hija. “¡tres años!”, se dijo; con la amargura de su ánimo y la fuerza con que mordía el aire, fue un milagro que esas palabras hayan podido salir de su boca. Las lágrimas enjuagaron sus mejillas polvorientas y finalmente hundió la cabeza en la arena mojada con un llanto que solo el mar pudo escuchar.

Comentarios (9):

Galia

18/01/2018 a las 15:15

Azul: muy tierno y original tu relato, me conmovió.
Saludos.
Galia

María Jesús

19/01/2018 a las 12:34

Hola Azul: Muy bonito cuento, el tuyo, muy emotivo y bien contado. No me imaginaba que los protagonistas eran unos náufragos en una isla desierta. Un placer leerte.
Saludos.

Judith

19/01/2018 a las 20:23

Azul,

Qué hermoso cuento! Lleno de sentimientos encontrados, ternura, angustia, amor, frustración. Todos esos sentimientos consigues transmitirlos exquisitamente. Y el final, muy bueno! Por momentos, en la segunda lectura luego de ya conocer el final pensé en la película “La vida es bella”.

Espero seguir leyéndote. Si quieres leer el mío es el 27.

Saludos.

Daniel Escobar Celis

21/01/2018 a las 04:16

Vaya ese final si fue algo inesperado. Un relato lleno de sentimientos. Buen relato.

Espero seguir viendo relatos tuyos. Cuando puedas pasas por el mio que es el 94.

Laura

21/01/2018 a las 16:02

Hola Azul.
Me encantó la historia que relata a la niña sobre las aventuras y el poético final, maravillosas palabras con que lo cerraste.
Creía que quedaba en tierra con toda la familia.

Hasta la próxima propuesta.

kikin87

22/01/2018 a las 09:44

Hola Azul.

Me ha gustado mucho tu propuesta, sobre todo el clima que creas al empezar el relato, que se intuye tímidamente al principio, y que se revela al final con la cruda realidad del protagonista.

Aunque no comprendo la siguiente frase “Aunque al inicio creyó ser afortunado por ser, para él, únicos sobrevivientes”. Como es una percepción del personaje no se si se ajusta a la realidad.

Buen trabajo kikin87.

Calensul

23/01/2018 a las 20:51

Me ha encantado, el sentimiento que va descubriéndose poco a poco es impactante.

Azul

23/01/2018 a las 22:22

Gracias a todos por su visita. Es para mi un placer participar del taller y un honor leer sus comentarios. Estoy de acuerdo con Kikin, la frase adecuada debió ser “Aunque, al inicio, creyó ser afortunado por haber sido los únicos sobrevivientes, después de tantos años de vanas esperanzas pudo ver la realidad.” O algo así. No soy muy bueno con los signos de puntuación.

Saludos.

LUIS

27/01/2018 a las 13:58

Hola, Azul. Soy Luis(130). Bonito y tierno relato. Felicidades, un abrazo.

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