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Marinero de los ojos azules - por tavi oyarceR.
I
El marinero Velkan sentía el viento salobre del mar entumecer sus huesos. De cara al cielo, sobre un banco de arena, sus ojos azules percibían la luz como una bruma movediza. Intentaba comunicarse pero su voz era ininteligible.
─¡Desvaría! ─dijo uno de los hombres que lo rodeaba.
─¡Está drogado! ─aventuró el otro.
Los hombres lo habían cubierto con sus mantas y no tenían claro cómo proceder. Uno de ellos inclinó el cuerpo y puso el oído cerca de sus labios.
─Nada ─dijo moviendo la cabeza.
Al marinero le faltaba el aire. Quiso levantarse, fue imposible. Una voz le congeló la sangre:
─Llama a la policía este hombre se muere.
II
Esa mañana Velkan había permanecido en el muelle, esperando: Dayana llegaría en cualquier momento. La huida planeada en absoluto secreto llegaba a su fin.
─Mi casa es una guarnición militar; nada se solicita de buenas maneras, todo se ordena ─confesó ella una noche─. Más que una mujer soy una esclava.
Desde entonces: escapar de incógnitos, con pasaportes falsos, desdibujando el color del cabello, el rostro: fue inevitable.
Los lanchones se adentraban mar adentro llenos de turistas; y un poco más allá, el barco que los llevaría lejos de la isla, oscilaba impelido por el vaivén de las olas
Los pasajeros comenzaron a subir al Kinápoli. En algunos minutos el barco levaría anclas. Subir a cubierta o quedarse en tierra era la disyuntiva, pero a dónde ir sin ella. Siguió esperando. Cuando la sirena anunció la partida el marinero no subió al barco, se quedó de pie: enardecido, rumiando las mentiras de Dayana, sin tener noticias suyas.
Vio a los pasajeros despedirse desde la cubierta. Lento, como si le pesara remontar las marejadas; el barco se alejó y pronto no fue más que un punto en el Pacífico.
Velkan recordó la mirada depresiva de Dayana; sus besos en la clandestina oscuridad de la noche. Recordó Rumanía, la tierra de sus padres donde nadie le esperaba. Ahora, solo, con el remordimiento arañándole la piel, se sentía perdido. Caminó hacia la playa al otro lado del muelle y se recostó de cara al cielo: Los ojos enrojecidos, la cabeza llena de dudas.
III
Un individuo interrumpió a los hombres que rodeaban al marinero. Era alto, peinado al rape, recio.
─¿Qué sucede?
─El tipo delira ─se apresuró a decir unos de los hombres.
─¿Llamaron a la policía?
─La policía y la ambulancia están sobre aviso ─respondió el otro.
Velkan yacía sobre la arena: convulso, la piel amarillenta, los puños crispados. Sentía arder la garganta, el estómago.
Vio una boca hinchada, unos ojos tumefactos. Volvió a delirar.
─El Comandante te agredió de nuevo, ¡eh! Lo mereces, perra mentirosa.
Nadie se inmutó.
─Soy médico ─dijo el recién llegado mientras se arrodillaba junto al hombre.
─Ciento treinta pulsaciones por minuto ─comentó presionando la muñeca de Velkan.
Después examinó sus ojos.
─Dilatación desproporcionada de las pupilas ─sentenció.
Los hombres lo miraron con desprecio, no entendían su palabrería. Recogieron sus mantas, dieron una última mirada al marinero y se alejaron en silencios, nada tenían que hacer allí.
En esos momentos llegó la ambulancia. Bajaron los camilleros. Uno de ellos lo examinó con el fonendoscopio; luego, lo conectó a un cilindro de oxígeno. Lo subieron al vehículo y en una carrera contra el tiempo enfilaron por la autopista hacia el hospital.
Era pasado el mediodía, una nube translúcida mitigaba la luz del sol. Algunos rayos hicieron reflectar una pequeña caja de color rojizo. El médico tuvo un presentimiento. Levantó la tapa de la cajita: aún quedaban papelillos abiertos sin consumir, no tuvo dudas: «alucinógenos, pensó, una dosis suficiente para derribar un elefante».
El médico guardó la caja en los bolsillos. Dio un vistazo en rededor como si buscara otra evidencia, pero solo vio bolsas plásticas y restos de comida fétida sobre la arena.
Cuando alcanzó la berma salvó las gradas de adoquines, subió al asiento trasero del automóvil; y paciente, preparó un pitillo y aspiró complacido. Divagó unos segundos sobre los acontecimientos del día, las simples coincidencias, el destino inefable. Observó por última vez el Pacífico: lo encandiló la luz de la media tarde. Recordó la mirada azul del hombre y sonrió.
─¿A dónde vamos?, señor ─La voz del chofer lo sacó de sus cavilaciones.
─Al hospital ─ordenó─. Rápido
─Un paso más y todo habrá concluido ─dijo a media voz palpando la “Baretta 96”.
Los neumáticos del “Mercedes” rechinaron. La ruta estaba despejada.
Comentarios (11):
Lucy J.S
18/01/2018 a las 00:54
tavi, me ha gustado tu historia, tiene un buen desarrollo de los hechos y un conflicto claro. Pero debes revisar tu gramática porque faltan comas y puntos en diversas partes que hicieron que varias veces pierda el hilo del relato. Te animo a seguir escribiendo, saludos!!
Fernando Caporaletti
18/01/2018 a las 02:22
Hola Tavi, un buen relato, me gusta sobre todo la estructura de dividir cada parte. Está bien estructurado, la historia lleva de la mano a ser leída. El final es muy bueno, muy visual.
Me gustó mucho tu relato.
Felicitaciones y éxitos!
ortzaize
18/01/2018 a las 13:20
hola atenta con tu historia, un poco comprometida,
el final como dice fernando es lo mejor. saludos
Charles Babel
19/01/2018 a las 09:27
Hola, Tavi:
Para ser sinceros no he comprendido el relato o no he acabado de meterme en la historia como ne hubiese gustado. Quizá he echado de menos que extendieras un poco más las razones de su huida con la chica.
Por otro lado, como apuntan por arriba, hay algún error gramatical y ortográfico, pero sin importancia.
Seguiré leyéndote.
Un saludo desde el 66.
Juana Medina
19/01/2018 a las 17:01
Hola Tavi,
Excelente relato con un muy buen desarrollo dramático. Por agregar algo a las sugerencias hechas por los compañeros, quizás el pelo cortado al rape del médico, no sea suficiente para identificarlo y alguno pueda confundirse. Digo “quizás”, porque también me parece muy valioso el engaño que has urdido.
Gran historia, Tavi, enhorabuena.
Y muchas gracias por pasar por mi relato y comentar.
Un abrazo
Yoli L
19/01/2018 a las 23:14
Hola Tavi
Buen punto estructurar la historia en partes a modo de capítulos.
Voy a leerte de nuevo más tarde, pues en alguna parte me perdí que no compendo el final.
Bien usados los guiones.
¡Nos leemos!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Don Kendall
22/01/2018 a las 10:01
Hola Tavi,
Me desconcierta:
1 – La frase
—El Comandante te agredió de nuevo, ¡eh! Lo mereces, perra mentirosa (¿es el intoxicado el que la dice?
2 – El ¿camillero con el fonendo? y después “conectando” el hombre al cilindro del oxígeno (no parece muy verosímil).
3 – ¿Baretta?. ¿Será la «Beretta»? Supongo que será una pista más para el carácter militar del portador del arma, propia de las fuerzas armadas de muchos países. Aunque el desconcierto es porque el ejército de Rumanía utiliza la pistola Jericho 941 y las tropas especiales la Glock 17 (“pistola de plástico”).¿Es el “médico” un militar rumano?
4 – El narrador omnisciente se retrae en algunas ocasiones y en otras da informaciones EMDO excesivas, por ejemplo la referencia a la berma, más bien parece una exhibición de «sapiencicia» de ese narrador.
En resumen , una anécdota que puede dar de sí, pero que se ahoga por excesivo acompañamiento de recovecos y meandros donde no se muestra lo que se quiere mostrar, exigiendo un esfuerzo especial al lector.
EMDO, tal vez mereciese la pena aclarar el punto de vista que el autor quiere dar, y a partir de ahí elegir un narrador o bien testigo íntegro o con omnisciencia limitada. El plantearlo en tercera persona parece interesante, podría mantenerse así. Pero sobre todo escapar un poco de la tentación de marear al lector, a base de darle indicios y pistas ocultas que solo sabe el autor o autora.
Todo lo anterior, queda dicho como ya se indicó EnMiDespreciableOpinión, EMDO. Por lo demás te agradezco tu atención por presentar el trabajo y permitir que se pueda aprender y comentar a propósito de él.
Paola
22/01/2018 a las 17:53
Hola Tavi!
Has visitado mi relato y acá estoy, devolviendo tu amable visita!
La historia me parece interesante. He visto algunas cosas que atribuyo a despistes que ocurren cuando uno escribe y se confunde una “a” con una “e” o pone una “s” demás… Nada que no se cure con releer luego de copiarlo para enviarlo… a mi me pasa… 😉
Por otro lado, me gusta eso de que dividas el texto para poder explicar un poco, en el párrafo “II” el porqué de esa situación.
Entiendo que el médico es militar por eso el “peinado al rape y recio”.
Creo que es un día mas en la vida de un médico que se enfrenta a esas situaciones, está acostumbrado pero tampoco le son indiferentes…
Bueno, seguimos leyéndonos, te parece?
Un saludo!!!
Laura
24/01/2018 a las 15:52
Hola Tavi.
Ignorante total al respecto de armas y nombres técnicos de aparatos médicos, no es mi tema.
Con respecto a lo formal, reiteras, y de modo innecesario a mi criterio, la palabra marinero, en especial al principio.
Me gustó la separación con números, permiten ir y venir con la historia.
Hasta la próxima propuesta.
Menta
25/01/2018 a las 21:19
Hola tavi oyarce: He leído varias veces tu relato porque quería entenderlo y hacer un minucioso análisis de él, pero no he entendido nada de la trama. Estoy disgustada pero yo no sé qué le pasaba al marinero Velkan, si estaba drogado o si disimulaba. Tampoco sé porque Dayana no acudió a la cita. ¿O acudió y se hizo pasar por médico?
Me encantaría que nos contaras lo que le ocurre a los personajes a los compañeros que no hemos sabido entenderlos.
Creo que nadie se puede peinar al rape, porque cortarse el pelo al rape implica cortárselo al 0 y no dejarse ningún pelo.
Dices: “dieron una última mirada al marinero y se alejaron en SILENCIOS, (debe ser SILENCIO).
Por hoy nada más, un saludo y hasta pronto, Menta
José Torma
30/01/2018 a las 03:06
Gracias por tu visita Tavi, muy contento de que lo hagas regularmente.
Tu relato es el caso clásico de “¿qué me perdí?” Ese final no lo entiendo del todo bien, pero eso ya no debe ser tu culpa sino mía.
A mí me ha gustado la forma en capítulos (la uso también). Los nombres de los personajes cuentan historias por sí mismos y tú los has bautizado muy bien.
De la forma ya te han comentado, no iré por ahí. Me quedo con un buen principio que no supe terminar.
Te felicito por tu constancia en Literautas.
Un abrazo.