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La duda - por JavierR.

La duda

A comienzos del siglo XX, Estados Unidos, era el lugar elegido por muchos europeos pobres para buscar una solución a la pobreza crónica, al hambre. Y Nueva York era el puerto de entrada, el destino de miles de inmigrantes.
Thomas había sido marinero desde que tenía memoria. Su padre y su abuelo también lo habían sido. Desde niño trabajaba en los barcos. No sabía hacer otra cosa.
A sus veinticinco años de edad, ya conocía muchos lugares. Algunos en su país, Inglaterra, y otros en el continente. Los dos últimos años, prácticamente los había pasado en alta mar. Nunca había tenido posibilidad de cruzar el Atlántico. Su padre y su abuelo, sí lo habían hecho, y de niño, escuchaba historias de sus viajes al otro lado del mar.
Le habían dicho que América era la tierra donde los sueños se podían convertir en realidad. Esa idea lo mantenía esperanzado y a ella se aferraba. La idea de un futuro mejor en América.
Apenas bajaba de un viaje, ya estaba pensando en el próximo. Por otro lado, una vez embarcado, añoraba a su familia y a su ciudad natal, Southampton.
Luego de tener su segundo hijo con su esposa Agnes, el dinero comenzó a escasear. Su trabajo como marinero no siempre era suficiente. Intentaba alistarse en cada viaje que podía. Sin embargo, no entendía cómo, con todo lo que trabajaba, no alcanzaba el dinero. Él no gastaba mucho. Una copa en el pub de vez en cuando. Ese era su único lujo.
Desde hacía un tiempo, había notado que, Agnes actuaba diferente. Sonreía, salía más a menudo, se arreglaba más. Al principio, creyó que era debido a su nuevo hijo. Pero con el tiempo, observó que esa no era la única razón. En el pasado, siempre que él volvía de algún viaje, ella lo escuchaba con atención, y sus ojos brillaban. Ahora ya no era igual. Ella se mostraba indiferente con él.
La había seguido un par de veces, pero no había notado nada raro en su comportamiento. Ella iba a los lugares habituales, al mercado, a entregar su trabajo como lavandera. Lo de siempre.
Un día, la vio conversando con un señor muy elegante. Thomas no sabía quién era, ni cuál era su vínculo con Agnes. Ella habitualmente entregaba su trabajo a mujeres del servicio de casas importantes, pero nunca a los dueños. Y menos a un hombre. Estaba destruido. Se sentía mareado. Pensaba lo peor. Sin embargo, no tenía pruebas de nada. Pensó en preguntarle a su mujer, pero seguramente, ésta le echaría en cara su falta de confianza. Ella siempre se había ocupado de la casa y los niños. Nunca le había dado razones para dudar de ella.
Habló con un par de amigos al respecto y Liam, su mejor amigo terminó diciéndole: ―lo mejor es que te embarques, lo pienses tranquilo, y lo resuelvas al volver. A ti te hace mal estar en tierra mucho tiempo. Lo tuyo es el mar―.
Al cabo de unos días, Liam le comentó que un nuevo barco estaba por zarpar con rumbo a Nueva York. Era un barco nuevo, magnífico según le habían dicho, y lo mejor, habría trabajo para muchos. Él se lamentaba no poder ir en ese viaje, pero le había conseguido a su amigo Thomas un puesto como marinero. Sabía que precisaba ese trabajo. Thomas quedó entusiasmado ante la noticia. Eso podría resolver sus problemas económicos inmediatos, y de paso, cruzaría el Atlántico.
Al comentárselo a Agnes, ella lo miró seria: ¬–Si te vas ahora, me tendrás que dejar más dinero– Él la miró dubitativo. No entendía el porqué de ese dinero extra. Sospechaba que algo no estaba bien. Además, se había fijado en que ella ahora usaba un colgante nuevo. Parecía caro.
Irse en ese buque, era una buena opción económica. Quedarse, seguramente lo dejaría más tranquilo. ¿Pero por cuánto tiempo? ¿Y América?
Un día lluvioso miraba desde el muelle, como zarpaba ese barco imponente, el más grande que había visto. El marinero no subió al barco. Se quedó en el puerto, mirándolo como si fuera el arca que lleva a la tierra prometida.
Mientras el enorme barco se perdía en el horizonte, él meditaba sobre cómo había desaprovechado la oportunidad de cruzar el océano. No estaba seguro de haber hecho lo correcto. A lo lejos, aún se veían las majestuosas letras del nombre del barco: Titanic.

Comentarios (7):

Orestes Artiles

19/01/2018 a las 23:08

Buenas Javier;

me gusta tu relato por la sencillez y la naturalidad; ingredientes imprescindibles para ayudar a la comprensión y conectar con los personajes.

A mi juicio, sólo debes poner un poco de cuidado con el uso de las comas, nada más. Sigue así.

Espero poder ayudarte y tú a mi con tu comentario (57) Gracias
Un saludo.

Yoli L

20/01/2018 a las 01:20

Hola Javier

Muy ameno tu relato. Me queda inconcluso lo que hace Agnes, si es por averiguarlo que el marinero, su esposo, no subió al barco.

Algunos mejorables:

Repites palabras muy cerca, ejemplo:
-Su padre y su abuelo

El guión en:
―”lo mejor es que te embarques, lo pienses tranquilo, y lo resuelvas al volver. A ti te hace mal estar en tierra mucho tiempo. Lo tuyo es el mar―”.(este último guión quitarlo)

– “(¬ se te coló)–Si te vas ahora, me tendrás que dejar más dinero– Él la miró dubitativo.” Punto en dinero y se otro guión va pegado a Él

-Otra recomendación es que dejes una línea en blanco al cambiar de escenario o tiempo, así el lector pause la lectura. Cuando está en bloque, puede causar confusión en la lectura.

– No veo faltas de ortografía.

Encuentro otras cosillas, pero lo dejo al análisis de algún compañero que pase por acá.

Sigue participando del taller. Visita otros relatos, es la mejor forma de aprender.

Por si me quieres visitarme, estoy en el #31 El espía https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-50/9169

¡Nos leemos!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

MT Andrade

20/01/2018 a las 16:14

Hola Javier
Bien organizada la narración, su inicio y desarrollo, aunque haya observaciones ya realizadas en la gramática. El final es interesante, pero como es diferente del motivo por el que no viaja, abreviaría o quitaría cosas que no aportan, por ejemplo el pedido de más dinero por parte de la mujer. Tal vez describiría más el buque, aprovechando que es una imagen muy conocida, antes de mencionar el nombre.
Buen relato, se lee rápido y es muy claro.
Saludos

María Kersimon

21/01/2018 a las 17:33

Hola Javier,
Gracias por tu visita y amable comentario. He leído tu relato con interés hasta el final y encuentro que está bien escrito. Quizás tenga pasajes un poco redundantes, por ejemplo en la descripción del interés de todo el linaje por el mar y los barcos. Sentí como dos arranques de trama diferentes. En un momento dado pensé que ibas a decantarte por una infidelidad, que esbozas pero no terminas de concretar (nos quedamos sin saber) y la otra trama posible, que el marinero elija marchar a América (pero ya sabemos que el marinero no embarca). A mi me queda un poco confuso el final, aunque parece que se queda porque teme perder a su mujer y de este modo evita morir en la zozobra del Titanic.
Pienso que los primeros párrafos se podrían sintetizar y conformar uno solo, de introducción y luego si empiezas a mostrar que pasa algo con la mujer, se un poco más concreto. ¿Coquetea?¿Es infiel? ¿Tiene otro hombre?
Bueno, son opiniones, nada más. Toma lo que quieras y deja lo demás. Encantada de leerte.
Saludos.

NadiTti

22/01/2018 a las 21:22

Hola Javier, desde Argentina en mi segundo comentario tratare de darte mi opinion y que sea acertada. El relato fluye con naturalidad y eso se agradece. Sin abusar de palabras lograste describir muy bien el perfil del marinero y le pusiste un ingrediente muy atractivo que es el dato histórico de la inmigración.
Con respecto a la critica; algunos puntos por mejorar en cuanto a la gramática tendrías que hacer algunas revisiones para definir mejor los diálogos o por ejemplo cuando dices -“Nunca había tenido posibilidad de cruzar el Atlántico” añadiría un “Aunque”.
También quitaría un poco de protagonismo a la descripción de la huida de los españoles a América para ser mas especifico en contar que es lo que sucede con la mujer y mas aun cuando el decide no embarcar. Allí me confundí y no se por que pero no entendí que el marinero era el, tuve que releer.
Por último me agrada que se especifique que se habla de América del Norte y no generalizar con América porque aquí en Argentina, hemisferio Sur también somos Americanos.
Gracias por escribir y dejarme aportar mi critica con respeto y admiración.
¡Nos leemos!

Javier

23/01/2018 a las 14:03

Hola. Agradezco a todos los comentarios y los tendré en cuenta.
María, intenté sugerir algunas cosas, ya que el tope en la cantidad de palabras, a veces complica. Quizás no quedó como hubiese querido. A seguir intentando. Gracias!

NadiTti, soy uruguayo, así que entiendo perfectamente a lo que te referís cuando se habla de “América”. Por eso lo aclaré. Un gusto conocer a alguien del país hermano. Saludos!

Charles Babel

23/01/2018 a las 15:49

Hola, Javier:

Me ha gustado mucho la historia, la manera en la que sin darme cuenta has hecho que sienta que conozco a los personajes y me has hecho partícipe de su historia, de sus decisiones. Y ese final tan inesperado, tan sorprendente, le ha puesto el broche final a este magnífico relato.

Enhorabuena desde el 66!

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