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Su primera función - por AnaR.
Web: http://nomurioahogada.blogspot.com.es
No sabía por qué no podía parar de reír, si ni siquiera entendía lo que decían sus compañeros. Por un momento, recordó la mueca tan grotesca que adoptaba su rostro cuando reía a carcajadas, pero esta vez le dio igual.
– Vamos, tómate una más,- insistía su contramaestre.
– Estoy ya mareado…
– Venga, que lo vamos a pasar muy bien. Verás qué risa.
Y el muchacho animado por su superior, se bebió de un trago otra jarra de cerveza que tuvo que agarrar con las dos manos. Buena parte del líquido se le escapó por las comisuras, empapándole la ropa.
– ¡Chico! No desperdicies así la cerveza.- Le gritó su superior.
– Lo siento, es que no puedo beber tan rápido, jefe.
– Claro, con esa boca de rape que tienes…
Todos se rieron, incluso él mismo. Las risas fueron acompañadas con golpes en las mesas, sonoros eructos, y en su caso, con una extraña sensación como de abandono del propio cuerpo, que de repente sintió muy pesado y torpe.
Cuando despertó no supo dónde estaba, hasta que su mirada se topó con los números fluorescentes del despertador. No pudo recordar mucho, le venía a la cabeza su propia imagen riendo y bebiendo. Recordó estar con gente muy rara, una especie de escenario, y aplausos; nada parecía tener sentido. Se apretó la cabeza con las manos, para tratar de calmar el dolor, y ahuyentar los recuerdos inconexos que aparecían en su memoria como fogonazos. Dudó unos minutos entre volver bajo las mantas y maldecirse o bajar a desayunar. Volvió a mirar el despertador, no le quedaba mucho tiempo.
– Buenos días. Desayuno y me voy, que zarpamos en una hora.
– ¿En qué barco?- Preguntó su padre, sin levantar la mirada de la taza de café.
– Cómo que…, pues en El Tritón.
– Salió ayer a las seis y media de la mañana.
Ninguno de los tres dijo nada más aquel día en que el marinero no subió al barco, eso fue lo peor para él, el silencio y las miradas esquivas de sus padres. Tenía claro que no volvería a fiarse del contramaestre nunca más, salvo cuando le diera órdenes a bordo. Ese hombre no hizo más que confundirle y marearle, tanto o más que el alcohol.
A mediodía se sintió con fuerzas para ir a dar una vuelta, le vendría bien tomar el aire fresco, y encarar el día como mejor podía hacerlo, caminando. Dejándose llevar entre las callejuelas del barrio portuario, reconociendo voces y olores que le eran familiares y cotidianos.
Fue todo el camino mirando al suelo, como solía andar. Alzando la vista lo justo para poder esquivar a los viandantes, pero como siempre no pudo evitar tropezarse con alguno. A la altura de sus ojos vio unos palos, levantó la mirada y se quedó boquiabierto, porque sobre los maderos había un hombre que iba pegando carteles en las fachadas.
– Buen día, muchacho ¿estás bien? Pásate cuando quieras y hablamos.
– ¿Me conoce?
– Claro que si,- dijo, haciendo una reverencia. – Ayer estuviste genial.- El zancudo siguió su camino calle abajo.
El chico se esforzó por recordar, pero no consiguió poner orden. Se quedó mirando uno de los carteles donde podían verse distintos personajes fotografiados y catalogados según sus habilidades y virtudes innatas. Había un hombre que también tenía la cara deformada, y se hacía llamar “Eliot, el hombre elefante”. Junto a él una chica muy delgada con el cuerpo vuelto del revés y plegada sobre si misma por la cintura. Varios payasos haciendo muecas, un mago con un extraño artilugio, y una señora mofletuda que presumía de tener los pechos más grandes del mundo; en letras doradas se anunciaba el segundo día de función. El muchacho respiró hondo y sonrío, en su cabeza pudo escuchar los fervientes aplausos del día anterior.
Comentarios (8):
J. Guillén Devís
18/01/2018 a las 18:19
Entiendo que la borrachera fue tan fuerte que no recuerda que se emborrachó con la compañia del espectáculo y descubre su nuevo talento. Me ha gustado pero lo he leido varias veces y no me formo una idea clara, pero me ha gustado mucho tu relato.
Saludos!!
Piquillín
19/01/2018 a las 16:33
Hola Ana: Yo tampoco alcanzo a entender la historia en profundidad. Creo que el chico trabaja en un circo, o eventualmente subió al escenario y descubrió un nuevo talento (como dice Guillén arriba); pero no entiendo porque no lo recuerda y porque los padres tenían mirada esquivas y silencio.
Tampoco encuentro el personaje que miente, supongo que ahí debe estar la clave. Estimo que está muy bien escrito, es llevadero, pero no está clara la historia. Gracias. Soy tu vecina de arriba. Piquillín
Simón Martín
22/01/2018 a las 02:20
Hola Ana: en verdad que también me perdí al final. Creo que falta un enlace, un gancho que una las dos ideas, con eso tendrías una buena historia. Qué difícil, pero que lindo es escribir, ¿verdad? ¡Sigue adelante!
Javier López
22/01/2018 a las 12:06
Hola, Ana.
Los compañeros sugieren algo que a mi también me ha pasado. Me faltan datos. Entiendo que los padres se enfadan, pero el motivo no está claro. ¿Porque ha perdido su trabajo? ¿Porque le vieron hacer el ridículo? El personaje que miente es el contramaestre supongo, pero si bebía con él, ¿cómo llegó a la “feria de las monstruosidades”?
En definitiva, la laguna mental del muchacho nos deja en ascuas.
Y en la parte técnica, en este trozo, tres cositas:
“– Cómo que…, pues en El Tritón.
– Salió ayer a las seis y media de la mañana.
Ninguno de los tres dijo nada más aquel día en que el marinero no subió al barco, eso fue lo peor para él, el silencio y las miradas esquivas de sus padres.”
¿Cómo que? porque inicia la pregunta.
Queda extraño que metas la frase en tercera persona cuando es narrador en primera.
Y antes de “el silencio” pondría punto y coma.
Espero ayudarte, un saludo.
Ismael Tomas Perez
25/01/2018 a las 15:27
Hola Ana:
Gracias por pasarte por mi relato. Los compañeros te han comentado ya lo mismo que yo pienso. No veo relación del circo con el barco. Quizas en vez de un circo hubiera buscado otra temática. Es mi modesta opinión. No obstante esta muy bien redactado y me ha gustado.
Un abrazo
Charola
27/01/2018 a las 20:24
Hola, Ana.
Una borrachera que lo hizo parar a un circo e hizo su primera gran función sin él saberlo. Y así perdió el barco, por ello los padres están molestos. Él no recuerda mucho, es común, por la borrachera. Así lo entendí.
Está bien escrito, aunque falta claridad. Algunos fallos en la ortografía y en los diálogos. Hoy no me detendré porque quise gozar de la lectura. Y lo hice. Gracias. Felicitaciones.
Nos leemos en la próxima escena. Un abrazo.
Ana
31/01/2018 a las 22:12
Gracias a todos por vuestras opiniones, me habéis ayudado a ver de otra forma el relato, y entiendo que faltan nexos para entenderlo.
El chico se emborracha guiado por su contramaestre (el personaje que miente), tal es la borrachera que no recuerda lo ocurrido. Cuando despierta el barco ya ha zarpado, y sus padres se molestan por eso.
He querido dar a entender que el chico tiene la cara deformada, por eso su superior le llama “boca rape”,y cuando describo a los personajes del cartel del circo…”Había un hombre que también tenía la cara deformada…”; no lo he hecho bien.
Cuando observa el cartel del circo, recuerda que acabó con todos ellos, en el primer día de función. Y parece ser que lo que hizo gustó al público, porque le aplaudieron y eso le hizo sentirse bien.
Espero hacerlo mejor a la próxima. Muchas gracias.
Laura
01/02/2018 a las 23:59
Hola Ana.
Entiendo perfectamente lo del padre enojado por haber perdido el barco y más por una borrachera. Lamentablemente es joven y la compañía tal vez no era la mejor, pero son ambientes.
No entendía lo de la boca rape, pensaba que era pequeña, por lo que se le salía la cerveza, pero es algo nimio.
El resto lo entendí. No considero que necesites de muchos nexos. Tan sólo el asunto de la boca (para mí).
En cuanto a lo formal creo que has usado los guiones de diálogo correctos ( No los alcanzo a distinguir en realidad)Creo que has usado los pequeños. Revisa la entrada de Literautas al respecto si lo necesitas. Y usa el copiar y pegar si es preciso.
Aquí necesitas un pequeño ajuste: — ¡Chico!, no desperdicies así la cerveza —le gritó su superior.
Hasta la propuesta de febrero.