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Renunciar para amar - por Cristian Ovalle

Web: http://mercadeolisto.wordpress.com

Era mil novecientos setenta y ocho, el reloj de Ricardo marcaba las tres; el barco zarpaba esa misma noche a las nueve en punto, así que se apresuró a empacar sus maletas para estar a tiempo en la sala de máquinas del Aqualantic. Se había ganado su puesto como segundo oficial por su responsabilidad, entrega y genuino compromiso. Todos en la tripulación le admiraban.

Natalia ayudó a Ricardo a preparar su maleta y le invitó a pasar a la mesa para que degustara la cazuela de mariscos que tanto le fascinaba, y sin perder tiempo se sentó a deleitarse con su platillo favorito. Mientras almorzaban recordaba, con Natalia, su luna de miel; había sido espectacular, justo ese día cumplían cinco años de casados y Natalia prefería que el barco hubiese zarpado al día siguiente para repetir esa noche, ahora con más confianza, sus momentos más eróticos de su noche de bodas.

Comenzó a tocar sus manos suavemente mientras le veía deleitarse con su platillo, le confesó, una vez más, que anhelaba pasar más tiempo con él, que sabía lo que demandaba ser marinero; pero ella prefería que buscase otra profesión. Ya le era más fácil contar las semanas completas que habían pasado juntos en casa, nunca imaginó que se volvería tan dependiente de sus caricias, sus besos y su compañía. Aunque intentó evitarlo, una lágrima rodó por su mejilla y esto conmovió a Ricardo como nunca antes; al punto que detuvo su almuerzo para consolarla, no soportaba verla sufrir.

Mientras le abrazaba pensó continuar su carrera como escritor, sabía que dejar Aqualantic no sería una decisión fácil; pero quería abrazar a su mujer cada noche y contemplar su rostro al amanecer, eso no tenía precio. Pensó rápidamente en que podía terminar su libro sobre piratas en pocas semanas y si lo publicaban sería la señal para renunciar a la vida en altamar.

Se apresuró a terminar su almuerzo y antes de levantarse de su sitio le prometió a Natalia que no volvería a pasar un aniversario de bodas con lágrimas en su rostro. Le abrazó, le besó, tomó su equipaje y se marchó. Su taxi le llevó ágilmente hasta el puerto, sin embargo tuvo tiempo suficiente para darse cuenta que debía tomar una decisión, y debía hacerlo pronto. Amaba a Natalia y haría lo que fuera por hacerla feliz. De pronto su mente se aclaró, se llenó de valor y tomó la decisión, en silencio, en el asiento trasero de aquel taxi; allí se dio cuenta que no podía engañarse a sí mismo.

Vio el Aqualantic a través de la ventanilla del taxi, vaciló un momento y sin bajarse le indicó al chofer tomar el mismo camino de regreso, le pidió hacer una parada en la floristería y llevó un arreglo de orquideas, las favoritas de Natalia. Estaba convencido de hacer lo correcto.

El marinero no subió al barco y decidió ir por el camino del amor; decidió negarse a sí mismo para ser feliz junto a su mujer. Así es el amor genuino, a veces decide negarse a grandes placeres particulares porque desea el bienestar conjunto.

Comentarios (11):

leugimol

18/01/2018 a las 00:03

Fantástico. No me lo había planteado con moraleja.

Cristian Ovalle

18/01/2018 a las 04:00

Leugimol, gracias por tu comentario. Pues me había planteado un final más dramático; uno en que Ricardo regresaba y encontraba a Natalia con otro, pero me pareció una telenovela y mejor lo llevé por el lado de los sacrificios que se hacen para amar.

Gracias por leerme.

Manuel Jover

18/01/2018 a las 10:22

Gracias por tus comentarios!
Bonito relato el tuyo (también habla de decisiones, como el mio!). Me gusta mucho el final, comparto lo de renunciar para amar.
Lo unico que te sugeriría es que evitaras algunas repeticiones innecesarias, he observado que tiendes a ello:
– El nombre de Natalia aparece demasiadas veces. Por ejemplo, podrías cambiar «recordaba con Natalia su luna de miel» por «recordaban su luna de miel», porque está claro que están juntos, o «las favoritas de Natalia» por «sus flores favoritas».
-También repites varias veces el nombre del barco, podrías sustituirlo por «embarcación» o bien por el tipo de barco que es (pesquero, carguero, mercante, etc.).
-Sugiero buscar verbos alternativos para no redundar («Natalia prefería» aparece 2 veces en poco tiempo, la segunda podría ser «desearía», por ejemplo, o una expresión alternativa que hablara de «su deseo» para no repetir el tiempo verbal).
-Ya has contado que el prota se deleita con su platillo una vez, la segunda es innecesaria.
Pues eso, vigila esa tendencia, tu estupendo relato ganaría en precisión, son detalles nimios pero que chirrían un poquito.
Por lo demás, enhorabuena!

Cristian Ovalle

18/01/2018 a las 15:05

Manuel, muchas gracias por tus observaciones. La verdad es algo que vengo padeciendo hace tiempo y veré si Iria tiene algo por acá que me ayude. Valoro que hayas tomado el tiempo de analizar mi relato.

¡Nos seguimos leyendo!

María Vólquez

18/01/2018 a las 20:08

¡Excelente! Me encantó.

Raquel

18/01/2018 a las 21:45

Puedo decir que tiene un buen inicio, porque me dejó a la espectativa de seguir leyendo

Darth Quino

19/01/2018 a las 14:27

Me ha gustado tu relato, una bonita historia de amor. También opino que el final que has elegido es mucho mejor que la alternativa que comentas un poco más arriba. En resumen, una interesante historia sobre el amor, la renuncia y la elección de prioridades.

Comentarte también que, si he interpretado bien una oración, creo que se han colado un par de leísmos. En “Le abrazó, le besó, tomó su equipaje y se marchó.” interpreto que es él quién abraza y besa a Natalia. Si es así, Natalia es complemento directo y la oración quedaría “La abrazó, la besó…”

Una vez más, enhorabuena por el relato.

Yoli L

19/01/2018 a las 23:04

Hola Cristian

Gracias por tu visita a mi relato #31

Me ha gustado tu historia de amor.

En mejorables te aporto:

– Coincido con Manuel que tienes palabras repetidas, en un texto corto, se pueden cambiar por sinónimos.

– Además, de varias palabras en un mismo párrafo con terminaciones que dan rimas accidentales, por ejemplo terminadas en “aba”

En la siguiente frase repites y tienes además terminaciones “ia” muy juntas:”…debía tomar una decisión, y debía hacerlo pronto. Amaba a Natalia y haría…”

Nos seguimos leyendo.
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

Carmen Ramacciotti

22/01/2018 a las 13:18

Cristian, me ha gustado la historia de amor. El valor de la elección.
Coincido con la importancia de utilizar sinónimos para evitar repeticiones.
Felicitaciones y gracias por tus comentarios en mi texto.
Nos leemos en la próxima.

Cristian Ovalle

22/01/2018 a las 13:58

María, Raquel, gracias por sus comentarios.

Darth, a veces me confundo con esto y caigo en el leísmo. Gracias por tu análisis; me muestras que en realidad te dedicaste a leerme. Más tarde pasaré a leer el tuyo.

Yoli, muchas gracias por tus aportes; esta es la esencia de Literautas. Nos leemos en el próximo relato.

Carmen, me alegra que te haya gustado mi historia. Prometo escribir más del amor. Tomaré en cuenta el asunto de los sinónimos.

¡Un abrazo a todos!

Laura

26/01/2018 a las 11:16

Hola Cristian.
Me encantó la historia. Lo único es que le eliminaría la moraleja. No me van,sencillamente, pero puede ser algo mío. Concuerdo por completo con ella, pero me resisto a las moralejas en sí, es así.
Coincido plenamente con los detalles que te han señalado. Para ello te aconsejo que una vez escrito (por supuesto, dentro de los límites del tiempo y cantidad de palabras),leas tu relato una y otra vez con otra mirada. Encontrarás las repeticiones y verás qué haces: puedes eliminarlas (en muchos casos no aportan) o buscar expresiones sinónimas.
Hasta la próxima propuesta.

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