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MENTIRITIS ALTERNATOSA - por AmadeoR.
La esposa de Hyogo se retiró muy preocupada del consultorio de un eminente psiquiatra. El matrimonio había participado de una prolongada y exhaustiva consulta médica, sobre la enfermedad que lo afectaba a él: una dolencia con mínimos síntomas y muy escondidos. Luego de las conversaciones, de las revisiones y análisis de los es-tudios biológicos e imágenes presentados, el doctor pidió que Hyogo se retirara y espe-rase en la sala, así él conversaría bien claro, a solas, con ella:
—Señora, su esposo padece una muy extraña y poco frecuente enfermedad lla-mada Mentiritis Alternatosa. Este trastorno hace que quien lo sufra, alterne mentiras con verdades. Esos embustes son dichos sin maldad, sin intenciones de engaño, ellos no son concientes que falsean la realidad y serán pronunciadas entre frases verdade-ras. Esa alternancia no será perfecta, puede variar por ejemplo: una mentira entre tres verdades o cuatro mentiras luego de una o dos certezas. A la fecha de hoy, no se dis-pone de medicación ni tratamiento para amortiguar los síntomas o erradicarlos. Recién se está en la etapa de experimentación, la que demorará años.
—Gracias –dijo ella, desilusionada, con la cabeza baja.
Afuera, en la sala de espera, Hyogo leía una revista. Su rostro plácido, mostraba inocencia total. Cuando se retiraron, luego de los saludos correspondientes ella le ex-plicaba con palabras sencillas, lo aseverado, hacía minutos, por el médico. Él simulaba comprenderlo todo o tal vez fuera falta de interés real ya que se sentía bien, conforme, y con ganas de trabajar en el taller, en el fondo de su casa.
La vida del matrimonio, concretado hacía unos cinco años y sin hijos aún, conti-nuaba en la rutina ya establecida: él con Mentiritis y ella confundida, buscando una so-lución para anular esas mentiras que eran involuntarias, sin intención de daño, pero mentiras al fin.
Un domingo Hyogo estaba en el living: miraba televisión y su esposa al entrar, le preguntó:
—¿Qué estas mirando? ¿La novela?
—Sí, la que se llama El marinero no subió al barco.
—¡Mil veces te dije que es El marinero subió al barco! ¿Estamos de acuerdo?
—Sí. Estamos de acuerdo. Es lo que dije El marinero subió al barco.
Sin agregar palabras, la esposa se cuestionó «¿De acuerdo en qué? Lo único que sé es que estoy más que abrumada, agotada. No sé que hacer, a donde llevarlo para que se trate y vuelva a ser un hombre normal, amoroso» –razonaba entre frustra-ciones desbordantes
Por las sincronías de la vida, el lunes leyó un destacado en el diario, sobre un consultorio de un doctor especializado en Mentiritis Alternatosa. Sin dudar un minuto, pidió turno. Irían el jueves.
En la placa de la puerta se podía leer: Psicoloquiatría Vegetariana. Ingresaron y fueron atendidos por un médico bien mayor de edad y simpático, quien escuchó atento la historia clínica de Hyogo y controló los informes presentados. Luego revisó en detalle al enfermo y tras varias preguntas personales, lo diagnosticó:
—Mentiritis Alternatosa Gravis y les aclaro que no hay remedios sintéticos ni na-turales, solo empíricos, los se deberían tomar previo a una mentira, nunca a posteriori pues los efectos serían contraproducentes. Le indico a usted, señora, como saber si su esposo miente involuntariamente: basta con mirarlo atenta a los ojos, entonces descu-brirá un brillo especial, una luminosidad diferente cuando no dice verdades. Además, notará que el pestañeo será inestable, llamativo…
—Perdón doctor –interrumpió la esposa–. Hyogo habla hasta cuando está dor-mido y como usted lo está viendo, usa anteojos oscuros por su altísima sensibilidad a la luz. ¡Es imposible detectarle las mentiras!
—La Mentiritis Alternatosa Gravis es así, señora: incurable.
Abandonaron el consultorio, ella desesperanzada con la tristeza acumulada y él, tranquilo, imperturbable, sin hablar.
Meses después, en un anochecer caluroso, Hyogo avisó a su esposa:
—Voy a comprar cigarrillos… Ya vuelvo.
Ella muda, asintió con la cabeza y notó al instante nacer en su corazón una cier-ta intranquilidad que la obligó a meditar y preguntase: «Voy a comprar cigarrillos», ¿Se-rá verdad?, «Ya vuelvo», ¿Será mentira?, ¿Volverá?, ¿Volverá?, repitió y se sorprendió al descubrir dos nuevos y malignos pensamientos internos: «¿Y si no vuelve?», «¿Me-jor?», y sintió que con sus respuestas mudas, se mentía a si misma y muy nerviosa dudó: «¿Será contagiosa la Mentiritis?… ¡Y nadie me avisó! »
Comentarios (9):
María Jesús
17/01/2018 a las 21:24
Hola Amadeo: Tu relato es muy original, está cargado de imaginación. Te has inventado una rara enfermedad que de existir, le vendría muy bien a mucha gente, jeje. Lo único destacable son los guiones que separan muchas palabras, y que supongo te han salido sin querer. por lo demás, y como no soy experta en diseccionar relatos, te diré que el texto me ha gustado bastante. un saludo.
Pulp
20/01/2018 a las 16:05
Hola Amadeo,
En cuanto a la forma, a parte de los guiones que te ha comentado Maria Jesus, que entorpecen bastante la lectura, tienes varias comas que son innecesarias y ralentizan también el texto.
Tambien hacia la segunda mitad del texto, en el párrafo que dice: “…les aclaro que no hay remedios sintéticos ni naturales, solo empíricos, los se deberían tomar previo a una mentira…” ahí falta alguna palabra, se te habrá pasado.
En cuanto al fondo no tengo pega alguna, es muy original. El nombre de la enfermedad al principio me pareció demasiado infantil, pero consigues que cualquier lector entienda de qué trata la enfermedad, y al ser un relato corto es una buena elección. Entremezclas presente, pasado y futuro de manera eficaz y necesaria para la historia. En cuanto a la historia, debo felicitarte, además has sabido meter la frase que nos proponían como te ha venido mejor, jeje…
Un saludo
Mina Ohara
20/01/2018 a las 19:57
Hola Amadeo,
primero, felicitarte por la original historia. Has sabido usar la frase obligatoria para adaptarla completamente a la historia pero sin usar el tema marino en el relato.
Me sumo a lo que han dicho anteriormente de los guiones y las comas. Un buen ejercicio para mirar de solucionar eso es intentar leer el texto en voz alta una vez está todo escrito, para darse cuenta de cuando las comas producen pausas innecesarias.
Otro comentario, y eso ya puede ser mas personal, pero al escribir diálogos no hace falta ser muy retórico. En el momento en el que el medico dice “una mentira entre tres verdades o cuatro mentiras luego de una o dos certezas”, la palabra “certezas” suena como forzada, porque al hablar la gente piensa menos en las repeticiones de las palabras.
Un saludo
Estel Vórima
22/01/2018 a las 14:51
Hola como ya te han comentado los aspectos formales te feclicito por este relato de mentiras y verdades. En uno de los comentarios te dicen que inventaste la enfermedad, bueno existe aunque se llame de otra manera pero hay personas así, no obstante le buscaste un nombre original. Y en el último párrafo algo que podemos padecer todos el autoengaño.
El faro
22/01/2018 a las 22:53
Hola Amadeo
Me gustó mucho el vuelco que le has dado a la frase.
Con un humor especial.
Mezcla de sufrimiento con risas.
Hay varias capas en la historia.
Mentiritis alternativa.
Mitomania.
Muy ingenioso
Nos leemos
Estoy en el 9.
R. L. Expósito
26/01/2018 a las 21:28
Saludos Amadeo.
Siempre lo diré: tómate mis comentarios como sugerencias poco fiables de un aprendiz ignorante.
Primera lectura: bien, la narración me resultó comprensible y fácil de seguir. La historia es buena y su conclusión, excelente: a menudo es tarea complicada encontrar un giro final que encaje con naturalidad en el relato, y tú lo has conseguido.
Puede que haya algunas cosillas mejorables, pero en este caso no me impidieron que la primera lectura fuese fácil.
Punto débil: coincido con los comentarios sobre guiones y comas, también sobre los diálogos… sobre todo los de los doctores, que quizás pidan alguna acotación tipo 《—Señora, su esposo padece una muy extraña y poco frecuente enfermedad llamada Mentiritis Alternatosa. —Señaló uno de sus informes—. Este trastorno hace…》. Hay varios posts sobre diálogos en esta misma web, a mí me están siendo de mucha ayuda.
Punto fuerte: el giro final, el toque surrealista, la brillante manera de introducir la frase obligatoria…
Enhorabuena por el texto, Amadeo. Espero leerte el mes que viene. Un saludo.
R. L. Expósito
26/01/2018 a las 21:28
Saludos Amadeo.
Siempre lo diré: tómate mis comentarios como sugerencias poco fiables de un aprendiz ignorante.
Primera lectura: bien, la narración me resultó comprensible y fácil de seguir. La historia es buena y su conclusión, excelente: a menudo es tarea complicada encontrar un giro final que encaje con naturalidad en el relato, y tú lo has conseguido.
Puede que haya algunas cosillas mejorables, pero en este caso no me impidieron que la primera lectura fuese fácil.
Punto débil: coincido con los comentarios sobre guiones y comas, también sobre los diálogos… sobre todo los de los doctores, que quizás pidan alguna acotación tipo 《—Señora, su esposo padece una muy extraña y poco frecuente enfermedad llamada Mentiritis Alternatosa. —Señaló uno de sus informes—. Este trastorno hace…》. Hay varios posts sobre diálogos en esta misma web, a mí me están siendo de mucha ayuda.
Punto fuerte: el giro final, el toque surrealista, la brillante manera de introducir la frase obligatoria…
Enhorabuena por el texto, Amadeo. Espero leerte el mes que viene. Un saludo.
amadeo
28/01/2018 a las 15:05
Agradezco a todos sus comentarios. Los tengo en cuenta pra los proximos
Saludos y gracias
Amadeo
Laura
28/01/2018 a las 21:54
Hola Amadeo.
Nada que señalar a tu relato. Interesante forma de utilizar la frase obligatoria. Más interesante aún me resulta la situación de la mujer que hacia el final tiene un matiz que hasta ese momento no había aparecido.
¿Cómo continúa la historia? ¿Vuelve? ¿Con los cigarrillos o luego de un largo período? ¿Y su esposa?
Hasta la próxima propuesta.