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Todo es fácil a simple vista - por Leonor Cuevas MartínR.

Web: http://www.leonorcuevasmartin.blogspot.com

La furgoneta con puertas abiertas del centro comercial a la que seguía, entró en la gasolina sin encender el intermitente y yo continué hasta el próximo cruce. En ella me traían un armario carísimo para mi nueva casa.
Volví el coche y regresé a la gasolinera.
Cuando llegué, pude observar con nerviosismo e impotencia cómo el dependiente de la gasolinera se cayó y tiró la manguera, de tal forma que la gasolina brotaba hacia arriba como si fuera un manantial rebelde y rociaba mi armario y su cuerpo, así como el pobre transportista salía corriendo para no verse afectado.
El dueño de la gasolinera, que estaba a unos metros, corrió a por un rollo de papel mientras que el transportista permanecía inmóvil a tres metros de distancia, esperando comprobar que no hubiera sido una caída grave, salvo para la mercancía.
De repente se me ocurrió la idea de arrancarle los envoltorios de plástico, pero cuando los fui a quitar me di cuenta de que parecían demasiado fuertes para que el olor a gasolina le traspasase mucho. Optamos mejor por echarle jabón y limpiarlo a presión con una manguera de agua. Había que aprovechar los recursos de los que disponíamos y quedaban cincuenta kilómetros para llegar a mi destino. Hacía un calor de desierto y como se calentara la gasolina con el plástico, no iba a poder dormir jamás con aquel olor y el armario iba a tener que acabar en la basura. Tenía que evitar ese desperdicio.
Cuando íbamos a fregarlo con la manguera, observé con desconcierto cómo el envoltorio se había roto en la parte de abajo. Salí corriendo y le pedí una manta gruesa al dueño de la gasolinera y me afané apresuradamente en quitarle los envoltorios y, con la ayuda de varias personas, entramos el armario en la tienda para poder comprobar si le había afectado.
Tras diez minutos alejados de los plásticos empapados pudimos comprobar que el olor no se había pegado a la madera. Respiré tranquilo y entre varios envolvimos con sumo cuidado el mueble que pretendía que fuera mi compañero de habitación por mucho tiempo.
Fregamos la furgoneta y la dejamos secar, mientras que el propietario de la gasolinera cogió un coche con remolque y se ofreció a acercarme el armario a mi casa para compensar el desperfecto causado.
Accedí y dejé allí al transportista esperando a que se ventilara su coche.
Nunca hubiera pensado que pararse a echar gasolina me hubiera podido causar tantos problemas.

Comentarios (11):

Jesus Lopez Conesa

18/11/2017 a las 21:20

Intersante. La mayoria se centra en hacer una historia bastant curiosa, sin embargo la tuya se basa en la misma idea de parar a echar gasolina. La verdad es que me ha soprendido.

Un saludo, si te apatece pasate por mi relato https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-48/8677

Leonor Cuevas Martín

18/11/2017 a las 21:52

Gracias por tu comentario, nos hemos leído al mismo tiempo por lo que se ve, pues acabo de comentarte.

Un saludo

LAURA

19/11/2017 a las 19:24

Muchas gracias por comentarme, Leonor.
Curioso relato. Como bien dice Jesús, al final lo más sencillo es lo más eficaz.
Como apunte decirte que repites mucho las palabras “gasolinera” y “gasolina”. Eso entorpece un poco la lectura.
Buen final

Leonor Cuevas Martín

19/11/2017 a las 20:52

Gracias, Laura, por comentarme. Es cierto que he repetido mucho esas palabras y se produce un efecto cacofónico y pesado. Lo tendré en cuenta y le daré una vuelta.

Un saludo

Roster

21/11/2017 a las 08:42

Hola Leonor
Una anécdota del día a día puede tener trascendencia para quién la vive, si señor. Lo que cuentas tiene ese valor de reflejar lo que sucede a nuestro alrededor y resaltar sentimientos que pasan desapercibidos.
En cuanto a la técnica solo decirte que quizás con párrafos más señalados la lectura llegaría mejor al lector, así hay que leerlo dos veces para captar los matices.
Hasta la próxima, saludos

Laura

21/11/2017 a las 10:40

Hola Leonor.
Soy Laura del 53.
Tu relato señala un hecho pero tal vez podrías haber ahondado un poco más en los personajes.
Hay demasiadas precisiones que creo innecesarias en un texto literario, a menos que la exactitud con la medida del espacio (los 3 metros) y del tiempo (los 10 minutos) hayan sido demasiado importantes (una cuenta para atrás, una distancia que se modifica con grandes efectos).
En fin. En texto está bien escrito, pero al menos para mí no alcanza a transmitir más que lo que sucedió trasladando un armario, una sucesión de hechos.
Por si te preguntas, no tengo la menor idea de cómo lo hubiese hecho yo. Es un inconveniente que afortunadamente no trajo mayores complicaciones a pesar del peligro del combustible derramado.
Has creado textos mejores, en mi opinión.
Hasta la próxima propuesta.

Alejandro Huerta Sánchez

21/11/2017 a las 17:21

Hola, Leonor, te escribe el vecino del piso 137.
La historia no me convenció del todo, me parece algo plana, sobre todo cuando el relato se centra en un conflicto tan trivial como un armario que ha sido bañado por un chorro de gasolina y luego el desarrollo no hace de la premisa un acontecimiento memorable y sustentador. Pero no sé, debe ser cuestión de gustos.
Saludos, nos leemos!!!

Leonor Cuevas Martín

21/11/2017 a las 18:33

Gracias a todos por vuestros comentarios. Tenéis razón en que no ha sido uno de mis mejores textos. No he sido capaz de transmitir la inquietud y el desconcierto que provocaría ver que el armario que anhelas lo veas como parece que acaba impregnado de gasolina como resultado de un inocente tropiezo sin importancia.

María Jesús

26/11/2017 a las 16:54

Hola Leonor: Curioso relato en el que a medida que lees piensa que va a ocurrir una catástrofe, pero cuando acabas te das cuenta de que la catástrofe sucedió en el primer párrafo. Es un relato simple pero bien elaborado. Parece que todos estamos esperando giros inesperados cuando leemos un relato, cuando en realidad no hace falta nada de eso para que dicho texto resulte ameno. Una lectura sencilla y agradable, sin sobresaltos y con final feliz.
Saludos.

Leonor Cuevas Martín

27/11/2017 a las 10:26

Gracias, María Jesús, por pasar por mi relato y dejar tus comentarios. Estamos muy acostumbrados a que todo tenga mucha acción y a no ver lo simple, pero de vez en cuando es bueno pensar que no todo es tan malo como en principio parece. Solo es cuestión de frenar y pararse a valorar.
Un saludo

Wester

30/11/2017 a las 00:11

Buenas Leonor,

Me gusta la idea de contar algo cotidiano pero echo de menos describir mejor el lugar y tal vez algún personaje para que el lector se identifique más con la escena.

Estoy en el 176 por si te apetece dar tu opinión sobre lo que he escrito

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