Literautas - Tu escuela de escritura

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Deja vu - por Gail+18

Y ahí estaba, de nuevo esa sensación de deja vu, como si la vida le escupiera las mismas imágenes una y otra vez.
Ella, su mujer, agazapada en el piso, cubriéndose la boca para poder llorar sin despertar a su hijo. Esta vez no hay sangre, solo lagrimas y un ojo hinchado, aunque esta vez ella se merecía mucho más que eso, mucho más que un castigo, mucho más que alimentar su oscuro placer culposo que le causaba su sumisión; esta vez ella merecía morir, y ella lo sabe.
Siente como la ira fluye a través de sus venas, como calienta su sangre y empaña su juicio. Toma el pequeño frasco que encontró escondido en el armario de la cocina y lo levanta con ira.
—¡Bébelo! —grita, ella solo se encoje en sí misma, y llora, solamente llora y tiembla—. Si no lo haces tú, lo hará tu hijo—esputa, y puede ver surgir el terror en sus ojos negros, lo disfruta.
Pero su reacción sólo confirma su sospecha.
La forma en que ese frasco le fue entregado por su vecina, la forma en que ella lo ocultó rápidamente en su bolsillo y su actitud posterior. Podía ver la culpa en su mirada y en sus actos. Ella era tan legible y, supuestamente, predecible; por eso le sorprende que ella, en su simpleza, haya pensado en envenenarlo. Aunque claramente fue la idea de esa vieja alcahueta que incluso se atrevió a llamar a la policía.
—Eres estúpida, lo sabes ¿verdad? —le habla mientras camina como fiera enjaulada— ¡¿Cómo carajos pensabas explicar mi muerte a la policía?! ¡Responde, maldita sea!
Ella no responde, ha dejado de llorar y se queda pálida mirando hacia la puerta de la cocina, él voltea y ve la menuda silueta de su hijo que se aproxima corriendo a abrazar a su madre. Ella lo aprieta contra su pecho susurrándole al oído. Alza la mirada suplicante hacia él.
—Por favor, delante de él no me hagas nada. —Limpia el rastro de sus lágrimas, y también las de su hijo, y cuando vuelve a mirarlo, lo hace con una calma que no le había visto nunca, con la calma de alguien que ha aceptado su destino—. A mí hazme lo que quieras, pero deja que lo lleve donde la vecina. Te prometo no escapar, no tengo donde ir.
Él la mira desde arriba, como siempre se ha sentido. Esa calma hace que se enfurezca más, bufa como toro y se acerca con un par de zancadas dispuesto a golpearla. Escucha el grito del niño, quien saca su cabeza de su escondite y lo mira con esos ojos grandes y marrones idénticos a los suyos. Se ve reflejado en ellos, se ve reflejado en él, en su hijo.
Los recuerdos llegan vividos; de él en la misma situación de su hijo, con el mismo pánico en la mirada, con las manos de su madre protegiéndolo, los gritos, el llanto y el dolor. También vino a su memoria la paz en la mirada de su madre y de sus hermanos cuando supieron que su padre ya no vivía.
Todo le da vueltas, retrocede hasta tropezar con el mesón de la cocina, siente asco, asco de sí mismo.
—Deja que lo lleve donde la vecina —la escucha murmurar, la escucha lejana y de nuevo con la voz rota.
—¿Qué pensabas decirle a la policía? —pregunta con la mirada perdida y la voz sin fuerza.
—Era para mí — ella responde impasible. Él, estupefacto, busca su mirada. En cualquier otro momento hubiera jurado que ella mentía, pero ahora siente que no la conoce. Tal vez nunca lo hizo, o tal vez ella cambió.
—¿Y tu hijo?
Ella no le responde, pero le sostiene la mirada, y por la forma en que lo hace, piensa que es mejor no saber la respuesta.
Dirige la mirada hacia su hijo, que se aferra con fuerza al cuello de su madre, ya ninguno llora. Es tan pequeño y estúpidamente inocente, que cree que ese es el lugar más seguro del mundo. Recuerda también esa sensación.
Empuña el frasco y lo mira como si fuera el regalo más valioso.
—Si te hacen preguntas, diles la verdad: que bebo con frecuencia y hay días que no vengo.
Puede ver la confusión en su mirada, y cuando entiende, puede ver la misma paz que vio en la de su madre.
Antes de salir, con el frasco en su mano, mira a su hijo por ultima vez.

Comentarios (10):

Juan Stoisa

18/11/2017 a las 07:25

Fuerte relato de como la violencia queda marcada no solo en la piel sino en la retina. Es interesante el juego que haces entre la relación de la victima y el victimario a partir de un vinculo perverso que tiene el peor desenlace. Saludos!

Si querés pasar por mi relato es el 74

Hilda G.M.

18/11/2017 a las 08:59

Hola, Gail.
Has escogido para tu relato un problema que, desgraciadamente, sigue existiendo y aunque no es nuevo, me parece bueno que se insista en que los niños tienden a repetir los esquemas vividos en su infancia, adoptando el rol de uno de sus padres. En tu texto, el antiguo niño maltratado se convierte en maltratador, ¿será capaz su hijo de romper ese círculo vicioso? Esa ya es otra historia.
Algunos detalles que se te han pasado:
Las tildes en las palabras “cómo”, “dónde” y “vívido”. “Siente cómo la ira… cómo la sangre…”, “Los recuerdos llegan vívidos…”, “no tengo dónde ir”.
El verbo “encogerse” se escribe con “g”(3a. persona singular del presente de indicativo), aunque tiene cambio por “j” en la primera persona de ese mismo tiempo.
Me parece que algunas veces se repiten de manera innecesaria los pronombres “ella” y “él”.
Sigue escribiendo. Un saludo.

Susana

18/11/2017 a las 12:11

¡Hola Gail! ¡Me ha encantado! Se respira la tragedia, no solo por la dureza del maltrato en sí, sino también en la toma de conciencia del maltratador y en el giro final. Me ha impactado. Felicidades!

Jose Luis

18/11/2017 a las 19:13

Hola Gail
Gracias por pasarte por mi relato
Tu cuento es emocionante y también causa impacto psicológico; al final uno de los personajes sufre una revelación; tal vez pueda redimirse del mal que ha causado a su propia familia, testigo del infierno de los maltratos.
Espero no equivocarme, pero supongo que el maltratador al final, se suicida, ¿no?
Es un relato que sirve para denunciar la situación real de muchas personas en esta sociedad.
Un saludo

Laura

18/11/2017 a las 21:47

Hola Gail.
Un gran relato, impactante.
Más que interesante lo hace el hecho de que señale la posición del victimario, lo que siente, no sólo de la víctima.
Lo único que no me quedó claro es quién es la persona que mira al hijo por última vez. O tal vez lo dejas así para que cada uno piense que uno de los dos romperá ese círculo de violencia, con la posibilidad del suicidio para ella, o la de irse y cambiar su vida para él.
Hasta la próxima propuesta.
Soy Laura del 53

Juana Medina

19/11/2017 a las 19:36

Hola Gail,
Estupendo, doloroso y conmovedor relato.
Los sentimientos, los recuerdos, las contradicciones están tan bien pintados que casi me haces llorar.
Excelente.
Un abrazo

Gail

20/11/2017 a las 13:31

Infinitas gracias a todos por sus comentarios. Las observaciones las tendré en cuenta.
Saludos <3

Jose Ramón Campoamor

21/11/2017 a las 11:16

Hola Gail.

Me gusta cómo has transmitido el sentimiento de violencia, de modo que el lector se sienta, en cierto modo, tan maltratado como la protagonista. Tambien has retratado bien esos vaivenes propios de los maltratadores en los que ahora te quiero, ahora te hago daño. El final aboca hacia un desenlace fatal. Quizá hubiera sido un buen contraste un final en el que la victima se rehace, pero bueno, esa es la prerrogativa del autor. En cualquier caso es un final correcto y válido, por lo que no me molesta que acabe de esa forma.

José Torma

30/11/2017 a las 19:49

Hola Gail.
Debo de admitir que tu relato me derroto. Lo leí tres veces e incluso lo dejé para otro día, buscando encontrar una inspiración que no me llego.
Te explico. La historia como tal, está muy bien, creo que tienes pasajes sublimes. El problema para mi es que no me quedaba claro la persona que hablaba. El uso excesivo de las comas (algo que yo también padezco) me ralentizó el relato hasta hacerlo más confuso de lo que seguramente tu querías.
Si me aceptas una sugerencia, trata de separarlo en párrafos más chicos, revisa las comas, no todas las pausas añaden ritmo y pues el asunto de los acentos (tildes) que ya te comentaron.
En lo general me ha gustado, el abuso siempre será una muy buena fuente de inspiración. Yo vi capas, creo que la mujer no es tan dejada como aparenta, pero eso solo lo sabes tú.
Te felicito y exhorto a que sigas escribiendo.
Saludos.
José

Gail

03/12/2017 a las 05:41

Muchas gracias a todos por sus comentarios, es bueno saber que no lo hice tan mal, y creanme que todo lo que me dicen lo tomo en cuenta.
Este mes no pude devolver las visitas a todos, prometo hacerlo en el próximo taller.
Infinitas gracias.
Saludos <3

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