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Barbie Azul - por Romina
Eran compañeros de trabajo que desde hacía pocas semanas habían empezado a salir. Él estaba muy entusiasmado porque la mujer era preciosa y divertida, quizás algo inocente y bastante difícil.
Esa noche cenaban, por primera vez, en el departamento que ella alquilaba en un barrio de la capital. Él pensaba que al estar en su ámbito ella se liberaría de sus pruritos y se relajaría lo suficiente para ir directamente al grano, sin continuar con tanta perorata.
La ansiedad, el entusiasmo hicieron que él llegara un poco antes, casi media hora.
Ella se encerró en el baño para concluir con la faena de acicalarse. Él consideraba que no era necesario, le encantaba la idea de la cómoda intimidad. Ella, por el contrario, se sentía incapaz de pasar a esa instancia. Así que antes le dio algunas indicaciones para que él se encargara de los preparativos y, además, le dijo: "Revisa lo que quieras, excepto ese armario."
Pero la curiosidad fue, como siempre, más fuerte y buscando algo para tomar, un vino o cualquier otra cosa, encontró su mano en la perilla del armario. Quizás había olvidado la advertencia o tal vez lo hizo de manera inconsciente, lo cierto es que terminó abriendo la puerta.
Dentro, entre escobas y productos de limpieza, se encontró con un esqueleto erguido, sonriente, del que colgaban todavía jirones podridos de piel o pelos.
La impresión fue tal que, al querer cerrar la puerta con torpeza, tocó el esqueleto que colgaba ahí perfectamente. Como si hubiese sido el simple contacto con el aire, los huesos cayeron haciendo un estropicio inevitable.
Entonces, ella salió lentamente del baño. El estruendo le había indicado que su compañero no era de fiar. Era como todos, impertinente y mal educado.
Ahora, tendría que encontrar un armario más grande.
Comentarios (6):
Gloria
19/11/2017 a las 10:35
¡Hola Romina!
Me ha gustado mucho tu relato.
Resulta corto pero está muy bien escrito. Te felicito por el giro sorprendente que le das cuando él habré el armario.
Enhorabuena
Un saludo Gloria
Alex
20/11/2017 a las 02:46
Hola Romina.
Buen giro hacia el final, aunque me hubiera gustado que describieras más detalles.
Vigila gon las repeticiones: “Él…Ella…Él…Ella…”
Me ha gustado que algo simple y cotidiano, sin una aparente relevancia, en un abrir y cerrar de ojos se transforma en una historia de crimen y psicosis.
En Oklahoma no metemos a nadie en los armarios (al menos de momento).
Si te apetece, pasa a visitarme en el 109.
Saludos.
Tim Galano
20/11/2017 a las 09:35
Hola Romina.
Yo también, como Alex, creo que hay un exceso de Él… Ella… Estaría bien usar elipsis para evitar el uso continuado del sujeto de cada frase. Además creo que usar construcciones del tipo Él pensaba, Ella sentía, Él consideraba… cuenta más que muestra, creo que sería más interesante describir cosas que indiquen al lector como se sentía o qué consideraba en lugar de decirlo directamente.
La historia me parece muy interesante y el final me ha gustado mucho.
Por otro lado, la presentación del conflicto “Revisa lo que quieras, excepto ese armario.” si fuera más sutil generaría más intriga.
Buena historia! A seguir adelante!! Ánimo!!
M.L.Plaza
25/11/2017 a las 19:21
Hola Romina.
Has escrito una historia muy original, que se lee estupendamente. Tal vez das demasiadas explicaciones, aunque el giro final es estupendo y deja muy buen sabor de boca.
De todo el relato lo que menos me ha gustado es el título, despista mucho.
Me ha encantado leerte.
Saludos
María Jesús
30/11/2017 a las 16:09
Hola Romina: Curiosa versión moderna de Barbazul, muy bien elaborada. A mi el titulo si me ha parecido adecuado, ya que describes al principio a la protagonista como una chica guapa e inocente. Me ha gustado mucho.
Saludos.
Ramón Temes
03/12/2017 a las 11:48
Buen relato Gran final. Gracias por divertirme.
Saludos