<< Volver a la lista de textos
Relato de una madre - por sofibR.
El autor/a de este texto es menor de edad
Era más que un simple robot. Desde que vi su carita perfectamente redondeada, su piel lozana y blanca como la leche y sus ojos brillantes, no pude más que caer en el hechizo.
Me lo habían advertido, sin embargo. Que su cara era antinaturalmente redondeada, que su piel era demasiado incolora y sus ojos brillaban, pero no de vida. Me habían dicho con la frialdad de un acto burocrático, casi con el aburrimiento de haberlo hecho miles de veces, que no era humano. Con una serie de palabras complicadas y legalmente perfeccionadas, habían listado, como si fuera la lista de compras, la vida de la criatura. Debía criarlo, procurar satisfacer sus necesidades y a la edad de dieciocho años, dejarlo partir para que ocupe su puesto, ya reservado desde su creación, en el gobierno. Así era la vida de las mujeres que no podían tener hijos. El trámite de adopción era largo y difícil, y entonces el gobierno encontró la solución perfecta. Los robots, creados a partir de varios órganos semejantes a los humanos, no se agotaban ni dormían, pero requerían una crianza, así que comenzó el negocio en el mercado negro. Era la solución más fácil, y yo estaba desesperada. Sin plantearme los dilemas morales del asunto, me sumergí sin mirar atrás.
Aunque me habían recomendado no ponerle un nombre, para mis adentros comencé sin darme cuenta a llamarlo Hermes. El pequeño era dulce como la miel. Apenas me fue entregado, me dedicó una sonrisa que completó una parte de mí que no sabía que existía.
Los primeros años no tuvimos inconvenientes. Todas las noches, le tarareaba su nana y el niño jugaba solo mientras yo dormía. No lloró ni una vez durante toda su infancia. Mi cariño, explosivo, apabullante e intenso contrastaba con la tranquilidad y lógica de Hermes. Un día, mientras correteaba, se tropezó y se lastimó la rodilla. Yo, temblando y blanca como la leche, salí disparada a su encuentro. Sin embargo, él me miró fijo sin cambiar de expresión y al ver su rodilla, se veía un pedacito de metal reluciente. Nauseada, lo cubrí rápidamente mientras él me miraba sin pestañear. Este detalle y otros los pasé por alto sin más, pero poco a poco, se volvió cada vez más difícil de ignorar, aunque lo intentara con todas mis fuerzas.
Al cumplir los cinco años, y como decía la lista, debía llevarlo a un colegio. Me habían dado una dirección. Cuando llegamos nos recibió un edificio gris y cuadrado, casi oculto de la vista del público. Al acercarnos más, pude ver niños moviéndose, pero rápidamente me di cuenta de algo extraño: no corrían, ni gritaban. Uno de los niños me miró a los ojos y carecían de todo sentimiento. Con un escalofrío lo comprendí: era una escuela para robots. Hermes me soltó la mano sin más y se dirigió a paso uniforme hacia la entrada, sin mirar atrás, como si supiera que pertenecía ahí dentro. Una lágrima se derramó sin que pudiera evitarlo por mi mejilla, pero me la limpié rápidamente y me volteé para irme.
A lo largo de los años, las diferencias con un niño normal se hicieron cada vez más profundas. Hermes no había vuelto a sonreír desde que era un bebé. Volvía del colegio, y se pasaba horas en su habitación escribiendo códigos en su computadora. La inocencia de la niñez había sido reemplazada por un sentido de conciencia propia y de un propósito. Su forma de manejarse se había vuelto rígida, así como su apariencia. Sus rasgos eran duros y su cabello engominado no se movía de su lugar. Ya no me miraba con curiosidad, si no como se ve a un ser inferior. Me consideraba débil e imperfecta, y mi corazón se fue partiendo más y más hasta que solo quedó polvo.
Cuando cumplió dieciocho, apenas se despidió. El dolor que me impregnaba por haberme dejado engañar, por, a pesar de la advertencia, haber cometido el error de amarlo, me había dejado envejecida. Lo miré a los ojos, aún con un resquicio de esperanza de ver en Hermes algún signo de cariño.
No había nada. Se volteó y cruzó la puerta. Esa fue la última vez que lo vi.
Comentarios (6):
Txavi Garcia
19/10/2017 a las 14:51
¡Hola sofib!
Me ha gustado tu historia. Me la he creído y, para serte sincero, eso es complicado en mí, ya que no me gusta especialmente el género de la Ciencia Ficción.
Pero lo he visto como un futuro probable, una situación y sentimiento que cada vez se da más en estos tiempos en los que vivir en soledad involuntariamente se puede convertir en costumbre.
Quizá lo único que cambiaría es esa frase final, me suena en la cabeza como inacabada, como si necesitara un final definitivo, aunque puede ser que precisamente fuera tu intención.
Soy tu vecino del 59, novato por aquí:
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-47/8514
Nos leemos, un saludo.
Cryssta
20/10/2017 a las 13:10
Hola Sofib, tu relato en general está bastante bien. A mí me ha dejado un poco triste, por desgracia muchas madres de “humanos” acaban igual que la mujer de tu relato.
En cuanto a los mejorables te voy diciendo:
– “blanca como la leche” es un cliché, además lo dices dos veces en el relato, te recomiendo buscar otra opción. Además la segunda vez que lo dices para mí sobra totalmente porque ¿cómo sabía ella que estaba blanca si no se dice que tenga un espejo delante para haberse visto?
– dices “demasiado incolora”, una cosa o es incolora o no lo es, no es ni poco ni demasiado incolora, además antes has dicho que la piel era blanca, luego no es incolora
– “para que ocupase su puesto”, debe haber concordancia verbal
– dices “me sumergí”, yo utilizaría otro verbo, “sumergir” sugiere por un lado agua y por otro profundidad y no me cuadra con el texto
– dices “le tarareaba su nana y el niño jugaba solo mientras yo dormía” da la sensación de que ella tararea mientras duerme, estaría mejor poner “le tarareaba su nana y luego el niño jugaba…”
– una coma tras “intenso”
– “Un día, mientras correteaba, tropezó y se lastimó la rodilla”
– en ese mismo párrafo tienes tres “mientras”
– en “él me miró fijo sin cambiar de expresión y al ver su rodilla, se veía un pedacito de metal reluciente” ¿quién vio la rodilla? ¿el robot o la madre? tal y como lo has puesto parece que es el robot pero yo creo que es la madre. Además el verbo “ver” es muy genérico, yo podría por ejemplo: “él me miró fijo sin cambiar de expresión y al observar su rodilla vi un pedacito de metal reluciente”
– no tengo claro que “nauseada” se pueda utilizar, he consultado a la Fondeu y estoy esperando respuesta
– “se volvieron cada vez más difíciles de ignorar”, hablas del detalle y de otros luego tienes que ponerlo en plural
– cuando dices “nos recibió un edificio gris” estás personificando al edificio
– “casi oculto a la vista del público”
– “Uno de los niños me miró, sus ojos carecían de todo sentimiento” o bien “Uno de los niños me miró a los ojos, los suyos carecían de todo sentimiento”
– en este mismo párrafo has puesto dos veces “rápidamente”
– creo que queda mejor decir “como si supiera que pertenecía a ese sitio”
– “Una lágrima se derramó, sin que pudiera evitarlo, por mi mejilla, pero la limpié rápidamente y me volteé para irme”
– en el siguiente párrafo pones dos veces “había vuelto”, la segunda vez podías poner “se tornó rígida”
– dices “apenas se despidió” y como no das más datos no queda claro si se despidió o no
– en ese párrafo hay dos “dejado”, puedes sustituir el segundo y en vez de poner “me había dejado envejecida” poner “me envejeció”
– como te he dicho antes el verbo “ver” es muy genérico, podías poner “un resquicio de esperanza de encontrar en Hermes algún signo de cariño
Espero haberte ayudado con las correcciones. No me busques que este mes no he participado como escritora.
Ian Auri
20/10/2017 a las 14:40
Hola Sofib,
Me he querido pasar a leer tu relato porque vi que comentaste el mío, muchas gracias por hacerlo, me ha gustado mucho tus palabras, ¡gracias por ello!;Sobre tu relato, me ha gustado mucho, es complicado como algunos chicos (yo incluido en su momento) podemos pasar por robots para sus madres o familiares, siempre pendientes de la computadora, nuestros asuntos en redes sociales y diferentes cosas que nos distraen de lo que realmente importa, las personas, sus sentimientos, compartir con ellos el poco o mucho tiempo que tengamos con ellos.
Excelente dia para ti!.
Este es mi relato, por si por algún motivo no eras tu la misma persona que me comentó, te invito a leerlo 🙂
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-47/8523
Melisa
21/10/2017 a las 18:15
Hola Sofib, soy tu vecina de más arriba.
Me gustó mucho tu relato, los sentimientos de la madre son claros y la historia me resultó muy interesante. Esta parte me pareció la clave del relato: “Ya no me miraba con curiosidad, si no como se ve a un ser inferior. Me consideraba débil e imperfecta, y mi corazón se fue partiendo más y más hasta que solo quedó polvo.”
Una pequeña corrección allí: Ya no me miraba con curiosidad, sino (todo junto) como se ve a un ser inferior.
También en la oración “Así era la vida de las mujeres que no podían tener hijos”, cambiaría “podían” por “podíamos”. Aunque es posible que la mujer no se incluyera por no tenerlo del todo asumido, no?
Gracias por compartir tu relato. Hasta la próxima!
Roger Nhicap
23/10/2017 a las 18:51
Hola sofib,
Me ha gustado el relato. Me parece una narración bien elaborada y una acertada parábola sobre el desgarro de la mujer que no siente el amor de un hijo.
Cryssta ya te ha hecho suficientes sugerencias de mejora en la forma. Añado otro
En mi opinión, recurriría a párrafos más cortos, y no vendría mal intercalar algún diálogo para mejorar el ritmo que resulta lento. Incluso, puedes trasmitir lo que pretendes reduciendo el texto.
Es un buen trabajo y me gusta tu capacidad narrativa.
Un abrazo.
Doralú
26/10/2017 a las 06:06
!Hola Sofib!
Qué relato tan fuerte. Una madre que no recibe el amor de su hijo que con tanto esmero cuidó.
Realmente me gustó lo bien que realizaste la trama. En cuanto a ortografía, no conseguí nada que comentar y en relación a la redacción, comparto las sugerencias que ya han realizado.
Un abrazo