<< Volver a la lista de textos
“No requiere el uso de pilas” - por Luciano Sívori
Web: http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar
Era más que un simple robot. La versión seis del Barbet Poodle se veía exactamente como un caniche real, incluido el pelaje fino , su cuerpo proporcionado y ligeramente más largo que alto, el lomo fuerte, musculoso, y el pecho tan ovalado como ancho. Ningún adulto podría notar su naturaleza cibernética, menos un niño de dos años.
Decidimos llamarlo Odín, en honor al verdadero que había sido arrollado por un auto semanas atrás. A Felipe le explicamos que era el mismo animal, solo que había salido de vacaciones por unos días. “Los perros, como todos nosotros, también necesitan descanso de sus dueños”, le expliqué.
Felipe y Odín se hicieron amigos al instante.
Como todo caniche real, el robot simulaba alegría, fidelidad e inteligencia. Podía recoger la pelota con su boca, nadar, correr y ladrar de felicidad. Lo que era aún mejor, cuando ya comenzaba a ladrar más de lo que podíamos soportar en casa, un conveniente control remoto nos permitía bajarle el volumen a su voz, incluso silenciarlo completamente. Si estábamos cansados de que saltara y buscara juego, podíamos mandarlo a dormir con un solo botón. Y si habíamos olvidado comprarle alimento, un simple comando le borraba el hambre.
Las cosas se volvieron extrañas como al mes de su llegada.
Una noche lo descubrimos parado frente a la puerta de nuestra habitación mientras intentábamos tener un poco de intimidad. Jadeaba con la lengua afuera y nos agujereaba con sus ojos láser. Mi mujer me dijo que no le prestara atención, que estaba expresando su devoción eterna, que, a lo mejor, nos habíamos olvidado de quitar su programa de “siempre juguetón”.
Le di la razón, por supuesto. Sin embargo, Odín no dejaba de mirarme con intensidad.
El atípico comportamiento se repitió durante los días siguientes. Si yo estaba mirando televisión, o cocinando la cena, Odín estaba ahí, mirando y mirando.
No puedo afirmar con seguridad cuándo (o cómo) aquella perturbadora idea ingresó a mi mente por primera vez. Lo cierto es que, una vez concebida, me acosó día y noche, igual que la mirada de mi perro robot. Él nunca me había hecho nada malo. Jamás me mordió a mí o a Felipe. Podía mantenerlo a raya con el control remoto. Pero, entonces, ¿por qué se me helaba la sangre cada vez que clavaba sus ojos de caniche en mí?
Gradualmente me fui haciendo la idea de que era necesario deshacerme de aquel animal para siempre. Mi decisión se consolidó la tarde en la que no pude encontrar el control remoto por ningún lado. Mientras lo buscaba, pasé por la habitación de Felipe. Él y Odín jugaban muy cerquita uno de otro. Se comunicaban en susurros. Me acerqué con sigilo. Espié. Intenté agudizar mis oídos. Permanecí inmóvil por minutos y minutos, sin decir una palabra, sin respirar, sin mover un solo músculo. En todo ese tiempo no pudo distinguir su conversación.
Cuando comencé a acalambrarme, mi mano resbaló con el marco de la pared y tuve que enderezarme de golpe. El ruido detuvo los murmullos. Me presenté ante la puerta sonriendo, preguntando cómo estaban. Odín y Felipe únicamente me miraron, callados.
Aquel fue el principio del fin.
Le presenté mis sospechas a mi mujer, quien se rió en mi cara. Un perro robot caniche no podía estar “planeando” nada, menos la versión seis, que había corregido un particular error de diseño respecto de su modelo anterior. (Los Barbet Poodle 5 comenzaban a deprimirse luego del cuarto mes desde su encendido, al quinto mes ya no se movían demasiado y al sexto era imposible detener un llanto quejoso. Algunos investigadores neurocientíficos teorizaron que habían aprendido a experimentar una profunda tristeza).
La Noche de los Caniches Eléctricos desperté de pronto ante un disonante lamento. Se asemejaba a aquel sonido ahogado que surge de lo más profundo del ser cuando nos horroriza el sobresalto. A mi lado mi mujer yacía muerta, con los ojos todavía abiertos y una herida mortal en su cuello. Me apresuré hasta el cuarto de Felipe. No estaba por ningún lado. No pude encontrar a Odín tampoco. En la sordidez de la calle, vi con toda claridad una imagen espantosa: mis vecinos corrían, gritando de terror, los caniches ladraban, las alarmas sonaban. Lancé palabras de rabia al viento, maldije… luego me desplomé sin fuerzas en el suelo. Con la exaltación del momento tardé en sentir una mordida en el abdomen que ahora me carcomía por dentro. Una frondosa corriente de líquido rojo escarlata escapaba de mi cuerpo. Era demasiado tarde.
Comentarios (15):
María Kersimon
18/10/2017 a las 18:37
Hola Luciano, un buen relato de terror con los tiempos y el suspense bien compensados. Una redacción excelente. Aprovecho para felicitarte por la novela publicada.
campanilla86
18/10/2017 a las 21:02
Hola Luciano,
Me reitero como Maria y tengo que darte mi enhorabuena por un texto excelente que ha alimentado mis ganas de seguir leyendo a cada punto y a parte. fallos ninguno. Un saludo!!
charola
19/10/2017 a las 07:22
Hola, Luciano.
Cuando ya me estaba gustando el perro, lo hiciste malvado.
Un relato de terror muy bueno. Solo puedo decirte dos pequeñas cosas:
-la coma después de pelaje fino le diste un espacio.
-Para que no te quede un relato denso a la visualización, te sugiero que le des doble espacio después de punto aparte.
Felicitaciones por tu novela publicada. No estoy en España. ¿Puedo pedirla en Amazon?
Nos seguimos leyendo. Saludos.
Estoy en el 42.
Luciano Sívori
19/10/2017 a las 12:47
¡Gracias a todos por sus saludos y recomendaciones!
@Charola, de acuerdo con el tema de los espacios. Se me pasó esta vez. A todos, pueden leer un poquito más sobre la novela en esta nota:
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2017/07/el-alma-dividida-luciano-sivori-novela.html
Y sí, se consigue en Amazon (¡teóricamente!).
Ahora me paso por sus relatos para leerlos y comentarlos.
¡Saludos!
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar
Juana Medina
19/10/2017 a las 22:04
Hola Luciano,
¡Qué susto me has hecho pasar! Excelente historia. Muy buen ritmo y desarrollo en la evolución de ese “perrito”. Lo único que me chirría un poco es el final. Al estar escrito en primera persona, no me veo al personaje desangrándose y diciendo Era demasiado tarde. Me pregunto si desde que toma conciencia de su herida, su discurso no debería ir en presente.
Felicitaciones
M. H. Heels
20/10/2017 a las 15:11
Tus escritos nunca dejan indiferente y este estilo te viene como anillo al dedo. Me ha encantado, lo tiene todo: historia, ritmo, suspense… el personaje esta fenomenal construido aunque, es cierto que el final tiene algun detalle que hace que suene raro. Cuando dices “luego me desplomé sin fuerzas en el suelo”, por ejemplo, creo que nadie puede decir de si mismo “me desplomé”… quizás quedaría mejor algo como “ya sin fuerzas, noté cómo mi cuerpo caía sin poder evitarlo” o algo similar. No se, son manias propias, no me hagas mucho caso.
Sea como sea, me ha gustado. Me ha recordado a Cujo (lo que no quiere decir que sea algo malo). Felicidades
Luciano Sívori
20/10/2017 a las 16:01
@Juana Medina, ¡gran idea! Me parece que la voy a aplicar cuando lo corrija. En breve lo estaré colgando en el blog.
Ahora me paso yo también por sus cuentos, Juana y M.H Heels.
¡Saludos!
Ing.Lucas
20/10/2017 a las 21:06
Hola Luciano.
Solo quiero hacerte una pregunta:
¿Dónde consigo uno perro de esos?
Es para una persona que quiero mucho (ironía) jaja
La verdad que me encanto el giro que le diste.
Concuerdo con el resto también me pareció algo raro el final. De todas formas no deja de ser bueno, pero tendrías que revisarlo.
Algo así como “quise ayudarlos, pero… me desplomé sin fuerzas en el suelo. Con la exaltación del momento tardé en sentir una …”
Ing.Lucas
20/10/2017 a las 21:07
¡Felicidades por tu libro!
Saludos
Luciano Sívori
23/10/2017 a las 19:05
¡Gracias a todos! Subí el cuento al blog, revisado con sus interesantes comentarios/sugerencias.
Ahí también hay otros cuentitos:
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2017/10/no-requiere-el-uso-de-pilas-cuento.html
¡Saludos y, de nuevo, gracias!
Marcelo Kisi
23/10/2017 a las 20:56
Hola Luciano!
Mil gracias por pasarte por mi relato y comentarlo. Ya ves cómo ando de ritmo 😉 pero acá estoy.
Me gustó mucho tu relato, si bien te salís un poco de tus registros tradicionales. Aunque como me dijiste en otro lado, lo tuyo aquí es la experimentación y está bien. Otra variante, no menos experimental, hubiera sido que se trataba de un perro espía propiedad de Google para detectar todos nuestros movimientos, gustos y consumos, de modo de vendernos mejor todo tipo de cosas. O bien, el tan temido “poder”: los servicios secretos, el gobierno, etc. La verdad, cuando empezó con sus miradas intensas mientras la pareja hacía lo suyo, lo primero que me imaginé fue eso, un perro con cámaras en los ojos, que satisface las necesidades voyeuristas de alguien… Por eso me sorprendió lo del terror, que es algo menos afín a mí, porque siempre me deja un leve gusto a sin sentido. Pero obvio que son gustos diferentes por los géneros.
Un elemento técnico que te quiero señalar, y con el que Isolina nos ha perseguido bastante, es el uso de los posesivos, que en castellano se deben usar menos que en inglés. Te sucede en: “Podía recoger la pelota con su boca”, demasiado cerca de: “bajarle el volumen a su voz”, que desentonan con la más correcta: “un simple comando le borraba el hambre”. Después tenés otras, fijate, pero se nota especialmente en: “Le presenté mis sospechas a mi mujer, quien se rió en mi cara”, con 3 posesivos. Podría ser: “Le presenté estas sospechas a mi mujer, que se me rió en la cara”.
Fuera de eso, un relato vertiginoso, que genera interés parejo. Felicitaciones, compañero!
LUCIANO SIVORI
24/10/2017 a las 14:13
¡Gracias, Marcelo! Excelentes tips. Siempre digo lo mismo: es clave una mirada externa sobre todos y cada uno de los textos de un escritor.
K. Marce
25/10/2017 a las 20:48
Saludos Luciano.
Felicidades por tu libro.
Te confieso que yo eacribí sobre un perro-robot, pero el mío no era asesino. Sin embargo, descarté esa idea ya que “emocionalmente” no me satisfizo.
Concuerdo con los posesivos, pero la redacción en cuanto a desarrollo del argumento me pareció buena. Debo descartar la idea que el padre falleció, sino la narrativa de primera persona no concordaría, ya que no tendría lógica recordar todo eso antes de morir.
Si encuentras errores en mi comentario, estoy con el cel y sin lentes.
Me gustó tu narración de terror creciente…
Nos leemos
Lunaclara
26/10/2017 a las 15:26
Vaya, qué final, Luciano. Es terrible que mueran todos.
Mantienes el interés hasta el fin. Qué bien describes! Mis felicitaciones!
Juan Barcena de Amezabar Pastor de Castros
29/10/2017 a las 16:43
Gracias Luciano por tu interesante historia y por compartirla con todos nosotros. Nada que añadir a lo que ya se ha dicho y simplemente felicitarte por tu libro.
Salud.