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LA TRANSPARENCIA - por Maritel

LA TRANSPARENCIA

Al regresar del cementerio Martha se sentía cansada por la larga caminata. Fue al patio y se sentó en el banco que está a la sombra del roble, donde Antonio, su marido, esperaba todos los días que ella lo llamara para desayunar, allí, donde una mañana el aviso no tuvo respuesta. Al asomarse por la ventana, lo vio caído, corrió escaleras abajo; tenía una mano en el pecho y el otro brazo colgando, los ojos desorbitados, la boca abierta y un gesto de dolor muy agudo.
Han pasado cinco años desde entonces, ella lo evoca con nitidez y otras en forma borrosa. Es muy extraño ese vaivén de los recuerdos, algo así como una imagen cuando el agua está serena y otra, cuando ésta se mueve, tiembla y se desarma.
Hoy, fue un día especial. En su rutinaria tarea de ventilar los roperos y sacar la ropa al sol, encontró una caja con aquel vestido de seda color verde, que usara con el collar de perlas que Antonio le regaló. Esa noche del baile fue el comienzo del derrumbe, la mentira sobre la pérdida de la alianza, después la muerte de él, el dolor, el desengaño aclarado tarde y mal por una amiga que le confesó la infidelidad. Aún así, se aferró a su recuerdo como una obsesión.
De pronto, sonó el timbre que la sacó de sus pensamientos.
«¿Quién será?, no espero a nadie», pensó, mientras se dirigía a la puerta. Observó por la mirilla y se encontró con un desconocido; después de unos segundos se dio cuenta que en algún lugar había visto ese rostro de mirar tranquilo. Entonces, abrió la puerta.
—Buenas tardes, ¿qué desea?
—Buenas tardes, disculpe señora, soy Ramiro Peralta, un vecino de este lugar. Encontré este llavero en el cementerio. Como tenía la dirección y me quedaba cerca, se lo traje.
—Ay!, qué cabeza la mía, no sé en que momento se me cayó, o como llegó allí. Es el llavero que usaba mi difunto esposo. ¡Qué raro! No logro entender lo que pasó.
—Bueno, de todos modos, le agradezco mucho,—dijo ella, dejando los comentarios de lado.
—No, por favor, a las órdenes. Ah!, sabe que yo conocí a su esposo, profesor de historia, aunque no trabajábamos en la misma institución.—Afirmó Ramiro.
—¿Profesor de qué, es usted?,—preguntó ella con curiosidad.
—De literatura. Bueno, no le robo más tiempo, —dijo y se marchó con una sonrisa.
Martha quedó intrigada, pensando, «si es vecino, seguro que algún día me habré cruzado con él, casi seguro y dice que conocía a Antonio.»
Pasaban los días y no dejaba de pensar en el profesor de literatura, que había tenido esa gentileza con ella. Le hubiera gustado seguir conversando, era simpático, amable. A la vez rechazaba la idea porque su mirada le produjo un rubor que removió algo en la intimidad de su ser. Eso nunca le había pasado, pero tampoco quería darle importancia, no iba a sentirse como una niña de quince, luego de un furtivo encuentro. Claro que su mirar tenía algo inquietante que le agradaba…
Trató de concentrarse en sus pinturas a la acuarela, que hace ya dos semanas no pudo entregar en la galería de Pedro Montero, a causa de esa apatía que en los últimos tiempos la dominaba.
Pero hoy, se sentía bien. Tenía otro ánimo y el haber retomado la pintura fue muy importante para ella.
Con el correr del tiempo, luego de trabajar intensamente en lo que ha sido la pasión de su vida, logró la transparencia que parecía hecha con mano de seda, algo que buscaba como máxima expresión en sus obras. Satisfecha, feliz, se dirigió a la galería.
Pedro quedó deslumbrado, aunque él sabía de su talento y su dominio en la materia.
—¡Te felicito, Martha, qué buenos trabajos!
—Muchas gracias Pedro, ahora mi vida tiene sentido, he retomado mi camino, y esta vez con mayor fuerza.
En ese momento llegó el profesor Ramiro. Se miraron en silencio y ninguno se decidía a hablar, ella por aquello del rubor y él, impactado por el encuentro imprevisto.
—¡Qué sorpresa tan agradable! Con razón su casa siempre cerrada,—dijo al fin.
—Es que me he pasado todo el tiempo pintando.
—Bueno, entonces, vamos a salir a descansar. Que tal si tomamos algo, mientras me cuenta cómo llegó a pintar esos paisajes con esa transparencia que la acuarela es capaz de dar cuando la domina la mano de una artista.

Maritel

Comentarios (14):

Pablo Arbáizar

17/05/2017 a las 15:47

Metiste muy temprano las dos palabras del taller. Yo me las hubiera guardado para más adelante. De hecho, seda la utilizas dos veces, una al comienzo en un “vestido de seda” y otra al final cuando aludes al toque de seda de sus manos de pintora. Mejor el segundo, yo quitaría el primero.

Aquí:

“—Ay!, qué cabeza la mía, no sé en que momento se me cayó, o como llegó allí. Es el llavero que usaba mi difunto esposo. ¡Qué raro! No logro entender lo que pasó.
—Bueno, de todos modos, le agradezco mucho,—dijo ella, dejando los comentarios de lado.”

Creo que te sobra un guión porque ambas cosas las dice el mismo personaje (ella). Quizás hubiera quedado mejor de este modo:

“- ¡Ay, qué cabeza la mía! No sé en que momento se me cayó, o como llegó allí. Es el llavero que usaba mi difunto esposo. Qué raro. No logro entender lo que pasó. — dijo ella, dejando los comentarios de lado — Bueno, de todos modos, se le agradezco mucho.”

Los demás diálogos están bastante mejor pero ese trozo me rechinó un poco. Además faltaban algunas comas y un signo de interrogación aunque eso son errores de poca importancia que con una revisión más seguro hubieras encontrado.

guiomar de zahara

17/05/2017 a las 17:38

Maritel, me ha gustado tu relato, la historia está bien contada, alguna cosilla – que ya ha comentado Pablo – pero no es relevante.
quizá no me haya “rechinado”, pues iba al final.
Yo pinto y quería saber más.
Las transparencias son mi asignatura pendiente (nunca salen tan perfectas, como me gustaría)
Felicidades!!!

Vespasiano

17/05/2017 a las 18:09

Hola Maritel:

Me toca comentar tu relato conforme a las normas del taller y lo hago con mucho gusto.

Tu historia en líneas generales me ha gustado y por el hecho de no participar en el reto no es complicada de entender.
Apunta a una nueva etapa en la vida de una mujer que al parecer ha tenido sus más y sus menos con su fallecido marido y ahora vislumbra una relación futura que podría hacerla feliz.

La oración siguiente no la veo redonda: “…algo así como una imagen cuando el agua está serena y otra, cuando ésta se mueve, tiembla y se desarma”.
A ver qué te parece escrita de esta otra manera: “…algo así como una imagen fija, cuando el agua está serena, y otra temblorosa cuando ésta se mueve”.

Aún. No lleva tilde “aun”.

“…no sé en que momento”. “Qué”, sí lleva tilde.

“…en la misma institución.—Afirmó Ramiro. Aquí creo que no debe ponerse punto después de institución. Y después de la raya de inciso se debe continuar escribiendo en minúscula: “…en la misma institución —afirmó Ramiro.

“Con razón su casa siempre cerrada”. Aquí debería ir el verbo después de casa:
“Con razón su casa está siempre cerrada”.

“Que tal si tomamos”. “Qué” lleva tilde.

Por otro lado pienso que hay párrafos que quedarían mejor si estuvieran escritos separadamente, por ejemplo:

“…allí, donde una mañana el aviso no tuvo respuesta. Al asomarse por la ventana, lo vio caído, corrió…”

“…allí, donde una mañana el aviso no tuvo respuesta”.

“Al asomarse por la ventana, lo vio caído, corrió…”

También estoy de acuerdo con las observaciones que te ha hecho Pablo Arbáizar.

Felicidades.

Nora C.P.

17/05/2017 a las 22:02

Hola Maritel!
Ante todo decirte que te leo por gusto. Pocas cosas puedo decir, pero aún así alguna encuentro por si te puede ayudar.
“… ella lo evoca con nitidez y otras en forma borrosa” de forma borrosa me parece más coherente.
Aquí le quitaría la coma “Hoy, fue un día especial”
Comparto lo que te apuntan más arriba de unir las dos frases separadas que dice ella.
Bueno, y como punto y final agradecerte habernos regalado este relato tan agradable de leer. Me encanta, incluso el punto romántico que es mi debilidad.
Saludos,
Nora C.P. Numero 71

María Esther

18/05/2017 a las 01:14

Hola Pablo, guiomar,Vespasiano y Nora, fue un placer encontrar el primer día, tan valiosos comentarios.Voy de a uno por orden de llegada.
Sí, es verdad que entraron muy temprano las palabras seda y sombra.Sucedió que el comienzo del relato es la síntesis de aquel, llamado “el secreto”. Al principio no me di cuenta de eso.Después, llegando al final, debería haber dejado ese porque me gustó más.
En cuanto a la unión de las frases,las comas y el signo de interrogación estoy de acuerdo, también.
Muchas gracias.
Me alegro guiomar, que te haya gustado el relato.Sabes que yo también pinto, aunque ahora estoy detenida desde hace dos años(óleo, aplicando variadas técnicas),porque mi sueño es pintar a la acuarela,y desde entonces leo, miro vídeos, compro material, pero no me resuelvo a empezar.No sé si será eso de la transparencia,que me gusta tanto, y veo que es muy difícil porque no todos la logran.Claro, que muchos son extraordinarios
Pena que acá donde vivo,el único pintor muy bueno en acuarela, ya tiene muchos años y no trabaja más.
Muchas gracias y sigue insistiendo, que te van a quedar como tu quieres!
Gracias Vespasiano, son muy acertadas tus observaciones sobre la imagen en el agua y las de los diálogos.Seguiré insistiendo.
A Nora también mi agradecimiento y me alegro compartir contigo lo del punto romántico, porque también me encanta.
A los cuatro, muchas felicidades. Con mucho gusto les devolveré la visita.

Ane

19/05/2017 a las 15:33

Hola Maritel:

Bonito relato que narra el nacimiento de un amor,
tras haberle sido arrebatado repentinamente años atrás.

Te han señalado algunos aspectos técnicos que comparto. Solo por añadir algo, donde dices: “¿Profesor, de qué es usted? -pregunto ella con curiosidad”, ese “ella” creo que sobraría pues se sobreentiende quién realiza la pregunta.

Saludos.

yolareina

22/05/2017 a las 15:12

Hola Maritel, Gracias por tus comentarios siempre tengo en cuenta lo que me señalan. leí tu relato y me pareció tierna y bien contada la historia. Nada que señalar además de lo que ya han dicho los demás.

Un Saludo

Earendil

23/05/2017 a las 18:45

Hola, Maritel.
Ante todo quiero agradecerte tu paso por mi piso y comentar.
Después de leer tanta distopia con augurios nefastos, la lectura de tu relato parece un remanso de paz. Bien es cierto que le falta algo de fuerza a la trama (para mi gusto, pero mi opinión no es mejor que cualquiera otra), no sé, que esa mirada de Ramiro la recordara porque en otras ocasione ya notó que el la observaba con curiosidad, o algo así. Lo digo porque parece que Martha se conforma con bien poco para ilusionarse tanto con una posible futura relación.
En el plano formal me uno a las apreciaciones de los demás compañeros, que no repetiré por no redundar.
Muy buen trabajo.
Un saludo

Carolina Tribó

24/05/2017 a las 17:55

Hola Maritel.

Gracias por tus observaciones y sugerencias.

Veo que hemos coincidido en que el inicio de nuestras historias comienzan en el cementerio…

Me hubiera gustado saber más de la relación entre Martha y Ramiro.

En todo caso, buen trabajo y poco que objetar.

Un saludo!!

Pilar

25/05/2017 a las 11:53

Hola Maritel!!

Gracias por tu visita a mi texto y ¡qué te aprovechen esos tomates que has plantado en tu jardín!

Te devuelvo la visita, agradecida por tu comentario y, si me permites, voy a hacerte un análisis de lo que me ha parecido el tuyo.
En primer lugar, Earendil tiene razón y después de leer tantos futuristas el tuyo es como regresar a casa después de un largo viaje. Me gustó poner los pies en la realidad.

Hay algo en los tiempos verbales que me choca, como cuando dices “Hoy fue un día especial…” A mí me cuadra más “Hoy ha sido un día especial” o “Aquel día fue especial” porque ese “fue” determina que acabó el día, lo que no me concuerda con “Hoy”, término totalmente presente.
Creo que has descrito demasiado el por qué y el cómo de la muerte de Antonio sin que esto tenga relevancia para el relato, pues lo realmente importante en él es que Martha está viuda. Con haber mencionado simplemente que hacía cinco años que murió su marido y desde entonces vivía sumida en el peso de su ausencia, habría bastado. De la otra forma, dando tantos detalles, creas una expectativa de que algo va a tener que ver con el transcurso de tu historia, pero luego no se resuelve. Esto me ha pasado sobre todo con el detalle de que le fue infiel y más tarde aparece Ramiro en su puerta. De verdad, he pensado que fue con Ramiro con quien le había sido infiel y venía a contarle la verdad o a pedirle disculpas, no sé…
Y al continuar leyendo he descubierto que no tenía nada que ver… Así que, es como si la primera parte me sobrara o se quedara incompleta. En los relatos tan cortos hay que prescindir de los adornos, aunque formen parte de la planificación de la historia; creo que es mejor centrarse en lo que verdaderamente tenga influencia para no malgastar palabras.
En cuanto al título, también pensaba que ibas a jugar con las transparencias de la acuarela, que es algo que les une a los dos y da pie a una relación, y esa luz en la mirada de Ramiro que hace temblar a Martha.

Espero que no te tomes a mal estos comentarios. Tu historia me ha gustado porque soy fan de las segundas oportunidades y de esa magia que surge entre dos personas sin saber muy bien por qué. Anímate a darles una segunda parte a Martha y Ramiro, que se lo merecen.
Abrazos y a seguir escribiendo.

María Esther

26/05/2017 a las 01:59

Gracias Pilar, qué bueno está tu comentario, me aporta muchas ideas, me alegra que lo hayas leído. Me gustan las historias de amor que comienzan con encuentros inesperados o motivados por pequeñas cosas del diario vivir. Estamos aprendiendo .
Felicidades, nos seguiremos leyendo.

Pilar

26/05/2017 a las 10:40

De nada, maritel
A mi también me encantan esas historias y por supuesto yo también estoy aprendiendo mucho con este taller. Hasta pronto!

marazul

28/05/2017 a las 18:18

Hola Maritel: me ha pasado como a la mayoría de tus comentaristas, que después de leer historias de mundos distópicos, encontrarse con un texto como el tuyo es un remanso de paz.
Escribes claro y bien, con mucho sentimiento que transmites. Me ha encantado esa comparación que haces entre el vaivén de los recuerdos y el del mar. ¡Cuantas veces he intentado describir ese movimiento! Todos nos hemos quedado absortos alguna vez mirando el mar, su movimiento. Tu comparación es excelente.
Creo que a tú protagonista le ha llegado el momento de olvidar a su difunto Ramiro, que al fin y al cabo tampoco era perfecto. Ese flechazo entre pintora y profesor de Literatura puede ser muy interesante.
Encantada de leerte, Maritel
Un abrazo

Marcelo Kisi

01/06/2017 a las 12:24

Hola Maritel!

Mil gracias por tu hermoso comentario a mi relato. Por el lenguaje del tuyo, se entiende tu huella argentina, y por eso te debe parecer raro que los compañeros te propongan un “ha sido” en lugar de “fue”. Pero incluso en “argentino” lo he visto, en general a cargo del narrador, porque los personajes, si son argentinos, no lo usan.

Ojo, eso sí, con los tiempos.

En: “Trató de concentrarse en sus pinturas a la acuarela, que hace ya dos semanas no pudo entregar en la galería de Pedro Montero,…”

debería ser: “que hacía ya dos semanas”, porque es pasado respecto del pasado. Fijate, porque creo que hay alguna cosa más así.

En general me gustó (o me ha gustado 😉 ) mucho tu relato, una historia entrañable de una mujer que no sabe si atreverse a vivir de nuevo. En ese nivel intimista, es casi una historia de heroísmo y coraje. Y si el amor triunfa, es para levantar una copa!

Felicitaciones!

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