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En el nombre del hijo - por GonzaloR.
En el nombre del hijo
Susana esperaba ver una mueca, escuchar un grito o sentir una gota de sudor en la espalda. Incluso se había hecho la idea de un vago alboroto que rompiera el silencio de los que ya no están. Pero él, siempre tan él, se se había mantenido inmutable. Era una estatua más entre los bustos. Ella había confesado su secreto, se había desnudado de alma y pasado, y se creía en su interior, merecedora de un castigo. Necesitaba equilibrar la balanza interna del bien y del mal. Sollozaba y apretaba el puño apuntando al cielo a la vez que lanzaba más de una blasfemia. Él parecía impermeable a sus palabras.
Apenas hubo un silencio, sin palabras de Susana, sin el sonido de las narices repletas de llanto, Roberto lo aprovechó tomando una tangente: “Siempre me llamó la atención este cementerio. Fijate, Susana, que las lápidas llevan fechas lejanas… parece que hace tiempo la muerte no visita Saldungaray.” Le dijo sin sacar las manos de los bolsillos. Como si los últimos quince minutos no hubieran existido.
Ella lo miraba desahuciada, con los ojos inundados en dolor y una bronca repentina. Él, nada. Apenas sacaba la mano para espantar un circunstancial mosquito, o recorrer su barba.
Susana lo había descripto hace un tiempo atrás como un río caudaloso: calmo en la superficie y torrentoso en el lecho. Y algo de razón tenía, porque mientras Roberto mencionaba datos inútiles, rebobinaba en su memoria y recordaba con detalles de orfebre el nacimiento de Martín. También las palabras del doctor y el deseo imperioso de Susana de ser madre. Evocaba en su pasado las asiduas visitas de su Quique. También aquella charla con algunas copas de más en ausencia de Susana. Y luego la felicidad que la embargó con el milagro del embarazo. Y recordaba que fue recién entonces que las cosas habían comenzado a ir mejor entre ellos.
Podía sentir la mano frágil y pequeña de Martín tomando su dedo índice.
“¿Vos me escuchaste Roberto, todo lo que te acabo de decir? Que Martín no es tu hijo, ¿lo entendés?". Gritó Susana.
Y entonces Roberto mientras posaba la palma de su mano en la mejilla de Susana,le dijo: "Claro que lo entiendo Susana. Y lo entiendo, porque la llegada de Martín la deseaste no tanto como yo.."
Comentarios (9):
Evelyn
17/04/2017 a las 14:11
Hola Gonzalo
Entiendo que Roberto ya lo sabía por que tomó algunas copas con Quique, el supuesto padre biológico de Martín, ¿es correcto?
Y que al querer tanto al pequeñín, y ver feliz y realizada a Susana, no le importó excepcionalmente.
¡¡Qué marrón!!
El cuento es breve, pero deja los sentidos embotados con la confesión, y lo que se le viene encima a esta pareja.
Buena historia, y que gane tiempo mirando y comentando las fechas de las lápidas, me hace pensar que es un hombre que no actúa precipitadamente sus emociones. Quiero pensar que tienen un futuro juntos.
Un abrazo, enhorabuena.
Soy tu vecina del 198.
Jesús Almibre
17/04/2017 a las 15:01
Hola Gonzalo. Un relato breve que me dejó con dudas. Me perdí un tanto en la parte “Y algo de razón tenía, porque mientras Roberto mencionaba datos inútiles, rebobinaba en su memoria y recordaba con detalles de orfebre el nacimiento de Martín. También las palabras del doctor y el deseo imperioso de Susana de ser madre. Evocaba en su pasado las asiduas visitas de su Quique”. Tuve que leer un par de veces para entender que es Roberto el que reflexiona y que “su Quique” se refiere a Susana. La trama me parece buena. Me asalta la pregunta sobre lo que une a Roberto y Susana.
Saludos
Gonzalo
17/04/2017 a las 21:46
Gracias, Evelyn por tus comentarios.
Lo mismo para tí, Jesús. Y te aclaro, al pasar el texto he omitido la palabra “amigo” entre mi y Quique.
Lamento que se me haya pasado.
Saludos,
Gonzalo
charola
17/04/2017 a las 23:58
Hola Gonzalo!
Me gustó tu relato, pero igual que Jesús me perdí en este párrafo que creo que estaría mejor así: “Susana lo había descripto hace un tiempo atrás como un río caudaloso: calmo en la superficie y torrentoso en el lecho. Y algo de razón tenía, porque Roberto, mientras mencionaba datos inútiles, rebobinaba en su memoria y recordaba con detalles de orfebre el nacimiento de Martín, las palabras del doctor y el deseo imperioso de Susana de ser madre. Evocaba en su pasado las asiduas visitas de Quique y también aquella charla con algunas copas de más en ausencia de Susana. Luego la felicidad que la embargó con el milagro del embarazo. Recordaba que fue recién entonces que las cosas habían comenzado a ir mejor entre ellos.”
Por lo demás, es un relato con profunda sensibilidad. Bien escrito. Enhorabuena.
Estoy en el #199
Gonzalo
24/04/2017 a las 14:44
Gracias, Charola. Tomo nota de tus apreciaciones.
¡Salud!
Luna Paniagua
24/04/2017 a las 21:02
Hola Gonzalo,
¡Vaya historia!Aunque si ya lo sabía y no le importaba…
Me gusta cómo describes a Roberto, el contar cualquier nimiedad para no hablar del problema le define muy bien. Todo el texto me ha gustado.
Solo una cosa, al principio se te ha colado un “se” de más: “se se había mantenido inmutable”
Saludos,
Luna
Wolfdux
24/04/2017 a las 22:57
Me ha confundido un poco, y quizás es por ese desliz con “amigo”. Por lo demás un relato que se lee bien. Me ha gustado mucho la figura de Roberto. Dos cosillas: has escrito “se” dos veces seguidas en la tercera línea y “descripto” casi al final.
Gonzalo #200
27/04/2017 a las 12:23
Hola, Luna Paniagua:
Estaba de vacaciones: escribí y mandé el texto desde el celular… así suceden los errores.
Gracias por tus elogios.
Gonzalo
Gonzalo #200
27/04/2017 a las 12:24
Buen día, Wolfdux:
Tengo que hacer una revisión antes de enviar. Lo hice desde mi teléfono, pero la vista me jugó una mala pasada.
¡Gracias y salud!
Gonzalo