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El mentiroso - por MariánR.
Llego a la cola. No veo la puerta de entrada porque la cola da la vuelta a la esquina y sigue. Mientras espero me voy poniendo de mal humor, progresivamente. Una voz, como la de mi abuelo, instalada en mi cabeza me recuerda las consignas de la adolescencia:
“Si trabajas duro podrás recoger los frutos más adelante.”
Pero lo que tengo que recoger ahora es un número. Con él, me informarán sobre las gestiones necesarias para que yo tenga acceso a ejercer mis derechos humanos mínimos. Lo que se llama trabajar por un salario digno, vamos.
La voz no me abandona:
“Si haces las cosas bien y te esfuerzas, podrás aspirar a ser alguien en la vida.”
Así que fingí gran alegría cuando, siendo adolescente, me regalaron un diccionario de latín para que fuera disfrutando de los orígenes del lenguaje. Y tanto disfruté que elegí estudiar filología hispana.
La cola se mueve y la voz insiste:
“Los estudios humanísticos te engrandecerán el espíritu y el alma.”
Después descubrí que también el cuerpo tiene que “engrandecer”, esto es, comer, sencillamente.
La cola va avanzando bastante ligera. Menos mal. Así quizás tenga tiempo para acercarme a recoger la entrada de cine que me ha reservado mi madre. También el cine me lo tienen que pagar en casa; y eso se considera un extra. Aunque ella lo hace con buena intención a mí me deprime más.
“Unos estudios universitarios te garantizarán un futuro digno.”
Mucho estudiar y mucho esforzarme pero aún no he conseguido saber bien lo que se entiende por dignidad humana. Sí, soy el primer miembro de mi familia que terminó estudios universitarios. ¿Y qué?
Mi humor va empeorando más y más. Por fin llego a una mesa en la que un funcionario me recibe con cara de mármol travertino. Revisa mis papeles con su rutina de burócrata. En ese momento, ese hombre es la poderosa representación de la Administración, del Gobierno, del Estado… de todo ese aparato que se supone debe velar por mi vida de buen ciudadano; de todo ese monstruo que ha convertido la voz de mi abuelo, la que ahora no abandona mi cabeza, en una gran mentira.
Levanta la vista de los papeles y me mira; ignoro si se ha dado cuenta de mis nervios. De repente su expresión cambia, señala un párrafo en mi historia y me pregunta con una voz metálica y triunfalista, como de máquina:
—¿Esta experiencia profesional que ha escrito en su currículum es real?
—Por supuesto —le contesto esforzándome por disimular mi temblor.
—Usted sabe que no se puede mentir en una declaración oficial.
No sé si me lo pregunta o si lo afirma con una intención acusatoria pero yo, justo en ese momento, conteniendo mi deseo infinito de saltar la mesa y desahogarme a placer, me veo a mí mismo poniéndome un antifaz, mientras afirmo muy serio, intentando imitar la rotundidad de la voz que llevo en la cabeza toda la mañana:
—Puedo demostrarla. Sin ninguna duda.
Cuando voy saliendo de la oficina con mi precioso papel firmado y sellado en la mano, observo que nadie me nota nada raro.
Comentarios (37):
Wester
19/03/2017 a las 12:26
Marián, me encanta. Jajajaja.
Es la historia de mi vida y la de tantos otros de mi generación: primero de la familia en obtener titulación universitaria, carrera de Humanidades, futuro brillante y esperanzador según mi familia… pero luego sin trabajo, casa ni esperanza. Por eso hace ya casi 7 años que vivo en el extranjero.
En fin, vamos al texto. Me ha gustado mucho. No sólo por sentirme identificado con él, creo que se lee con mucha fluidez, llevas la historia de tus recuerdos pasados a la mesa del funcionario pasando por tu cabeza en el moemento actual. Mezclar todo eso a la vez sin perder al lector es difícil y tú lo has hecho.
Me gusta también la sencillez y el par de chispazos irónicos que pones. La forma en la que está estructurado, sobre todo al inicio cuando evocas lo que decía tu abuelo y la realidad después de seguir sus consejos me parece sencillamente brillante. Jejejeje.
En cuanto a la forma pues te diré un par de cosas aunque es más en plan opinión mía ya que el texto está bien y no sé si deberías cambiarlo. Ahí va: el penúltimo párrafo, el que dice ‘No sé si me lo pregunta o si lo afirma…’ parece muy largo. Igual podrías haber hecho alguna pausa o dividirlo.
Y luego, personalmente, hay un par de adjetivos que cambiaría aunque pare gusto los colores. Me acuerdo por ejemplo de ‘ligera’ cuando habla de la cola. Pero repito, es sólo mi punto de vista. Supongo que habrá a quien le encante ese adjetivo ahí.
Bueno Marián, un placer leerte. Si quieres pasarte por el mio estoy en el 167 creo.
Un abrazo
Leosinprisa
19/03/2017 a las 14:01
Hola Marián, cuando he leido tu relato no he podido evitar comprender la desesperación de mucha gente por conseguir unos estudios dignos y una dignidad que muy pocos consiguen, te lleva de la mano hasta la conclusión final en el que la picaresca por sobrevivir es la única forma de alcanzar esa dignidad. “Pobres funcionarios” siempre se llevan la culpa de casi todo :).
Entretenido relato al que solo le haría una puntualización: en los cierres de comillas, el punto va por fuera, no por dentro .”(no) “.(si) No he visto nada más que pudiera corregirte.
Agradecido por el comentario de mi texto y espero nos lesamos más veces. Un placer leerte y un saludo.
Leosinprisa
19/03/2017 a las 14:02
!Ups! quise decir leamos, no lesamos.
SBMontero
20/03/2017 a las 12:11
Es un texto muy interesante. El noventa por ciento del relato es la justificación de la mentira -los anhelos, la familia dale que te pego, estudiar, estudiar, estudiar-, hay un uno por ciento de escape -“(…) nadie me nota nada raro“-, casi diciendo “soy un criminal y me he salido con la mía“, y luego hay un nueve por ciento que describe el proceso de mentir, que se para en qué se siente cuando se miente por necesidad, o por conseguir algo. Personalmente ese nueve por ciento es el que más me ha gustado y más interesante me ha parecido del total, el resto, aunque necesario, no es más que relleno.
Aunque no te des cuenta estás describiendo una respuesta simple del sistema nervioso autónomo y, estoy casi seguro, lo has hecho sin tener ni idea de que lo hacías… ¿O estoy equivocado?
Hay problemillas de forma, pero nada que no se arregle con un repaso más puntilloso del texto. Por ejemplo, “(…) me pregunta con una voz metálica y triunfalista, como de máquina (…)”, menos SIEMPRE es más, “(…) me pregunta con
unavozmetálica y triunfalista, como de máquinamonótona (…)”.Repito, un texto muy interesante y muy bien llevado.
Sigue escribiendo.
Un saludo.
SBMontero
20/03/2017 a las 12:13
… y yo quitaría voy y usaría tono, “(…) me pregunta con tono monótono (…)”, eh.
Lorkiano
20/03/2017 a las 18:25
Hola Marián:
Tristemente real tu relato. ¿Quién no ha mentido, aunque sea con un poco de adorno, en su currículum?.
Me ha gustado mucho tu relato, especialmente las referencias a las frases del abuelo. ¡Qué pena de vida!. Pensamos que con nuestra carrera universitaria nos vamos a comer el mundo y luego…
En cuanto a la estructura, ortografía, vocabulario y demás, me parece que está muy bien escrito, e introduces al lector de lleno en tan angustiosa situación.
¡Enhorabuena!
¡Nos leemos!
Anael
20/03/2017 a las 19:11
¡Hola Marián!
Dos lentejillas nada más, y estoy hasta reticente de dejártelas, poruqe me ha gustado tanto tu relato que la primera vez que lo he leído no he notado nada de nada. Pero para que estamos aquí si no espara recibir sugerencias y aprender… 😉 Así que este va a ser mi mejor agradecimiento para la historia tan buena que has creado:
1. Las comillas en castellano se recomienda que sean las latinas: «». Alt+174 y Alt+175 en Word.
2. Él ¿Y qué? creo que en realida se escribe: Y ¿qué? Todavía no he conseguido averiguar si hay una coma obligatoria entre las dos palabras, pero lo q sí tengo claro es que la conjunción va fuera de la interrogación.
Y nada más que esto. Decirte que me ha encantado el texto, me he ido enfadando lentamente con el protagonista, su indignación era la mía, tanta, que ni me he sentido mal cuando me he dado cuenta de que mentía al funcionario. Ay, cuántas promesas rotas a una generación perdida…
Muy bien trabajado el personaje y la ambientación, lenguaje impecable y ritmo directo y fluido que nos mete en la mente del mentiroso hasta que nos convertimos en él. Brillante. Un aplauso, Marián, y mi más sincera Enhorabuena.Te vas superando con cada texto 🙂
¡Un abrazo!
Marián
21/03/2017 a las 18:22
Hola Wester. Muchas gracias por tu comentario y tus sugerencias. Me alegra que te haya gustado el texto. Y especialmente que lo hayas leído con fluidez porque intenté jugar con tres planos diferentes y eso es arriesgado precisamente en cuanto a no liar al lector.
Lo que no me alegra tanto es que te sientas identificado… por la parte mala de la cosa; aunque quiero deducir que tu ya tienes resuelta tu situación.
Ya te digo: muchas gracias. En cuanto pueda me paso por tu texto.
Saludos,
Marián
21/03/2017 a las 18:58
Hola Leosinprisa. Muchas gracias por tu comentario. Tomo nota de tu indicación sobre las comillas, ay.
Nada contra los funcionarios, en general. Pero alguna vez… algún funcionario…
Saludos,
Marián
21/03/2017 a las 19:27
Hola SBMontero. Te agradezco mucho tu interés por mi relato. Me ha sorprendido tu interpretación y me deja materia para reflexionar. Precisamente lo que más me gusta de la escritura y de la lectura compartidas es la cantidad de versiones a que puede dar lugar una única idea. Y este mes lo hemos visto claramente: un montón de “mentirosos” bien diferentes.
Mi intención inicial era presentar el hecho de que varios mentirosos bien potentes (Administración, Estado, Gobierno e incluso el abuelo) quedaban diluidos por esa mentira simple y casi inocente (claro que es una respuesta simple del sistema nervioso autónomo en este caso) que, sin embargo, convierte a mi personaje, en una primera lectura, en el gran mentiroso de la historia.
Respecto a tu sugerencia como que menos es más, te digo que me la pensaré. Mi intención ahí era marcar al funcionario como el representante de “todos los malos”. Le daré otra vuelta, sin duda.
Muchas gracias. En cuanto tenga un ratito me paso por tu texto.
Saludos,
Marián
21/03/2017 a las 19:29
Hola Lorkiano. Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado mi relato.
Saludos,
Marián
21/03/2017 a las 19:35
Hola Anael. Muchas gracias por tu comentario. Tomo buena nota de tus lentejas, sin duda.
Me alegra que te haya gustado el relato aunque es bien triste, la verdad. Sería estupendo que fuera pura fantasía.
Te agradezco mucho tus palabras de ánimo.
Saludos,
DIASPORA
22/03/2017 a las 04:17
Marián, excelente historia. Hay grandes verdades diluidas entre tantas mentiras. Algo es cierto, con qué autoridad el gobierno le puede pedir al ciudadano común que sea honorable si ellos mismos viven la mentira.
Me gustó la estructura de la narración, manejas bien la descripción de las emociones humanas.
Te felicito.
Marián
22/03/2017 a las 10:59
Hola DIASPORA. Me alegra que te haya gustado el relato. Es bien complejo esto de la mentira.
Muchas gracias. Te visitaré en cuanto pueda.
Saludos,
Cryssta
22/03/2017 a las 12:52
Hola Marián, tu relato me ha gustado en general aunque debo preguntarte si lo que ha puesto de su experiencia profesional es que es superhéroe, porque de no serlo no entiendo lo del antifaz. Creo que estaría bien no dejarnos con la duda de lo que ha puesto.
Dices: “Mientras espero me voy poniendo de mal humor, progresivamente”. Tendría que ser “Mientras espero me pongo de mal humor progresivamente” o “Mientras espero me voy poniendo de mal humor” a secas, porque ese “me voy poniendo” ya indica progresión así que como tú lo has puesto es redundante.
Por cierto, ser funcionario no es sinónimo de mala gente. Sé que hay funcionarios que no atienden bien o son unos cardos borriqueros, pero también de ese tipo de personas hay entre los médicos, abogados, fontaneros, camareros… Probablemente tu funcionario estaba amargado por el sueldo que cobraba, una miseria después de haber estudiado un montón para sacar la oposición y de llevar un montón de trienios trabajados.
Marián
22/03/2017 a las 13:32
Hola Cryssta. Te agradezco mucho tu comentario. Toma buena nota de tus sugerencias.
Su antifaz es el de mentiroso; él no lo es por naturaleza pero hace el esfuerzo de mentir y ese esfuerzo he querido representarlo con el antifaz. Después se lo quita (creo yo, je, je).
Estoy totalmente de acuerdo contigo en cuanto a tu calificación de los funcionarios. Nada mas lejos de mi intención que demonizarlos y, de hecho, no lo hago en ningún punto del relato. Solo me refiero a un funcionario, ese funcionario, mi funcionario.
Muchas gracias, Cryssta.
Saludos,
Divasul Pereira
22/03/2017 a las 15:11
¡hola Marián!
Cumples con lo previsto para las partes que debe contener un cuento. Vocabulario acotado, sencillo de rápida interpretación.
Contenido muy realista, destacable los consejos del abuelo y el respeto del nieto. Finaliza cumpliendo con lo dispuesto. Qué te puedo decir, me encantó. Adelante.
ZU VAZQUEZ
22/03/2017 a las 17:23
Hola Marian!
Me ha gustado mucho tu relato, y sobre todo las frases del abuelo, prácticamente he imaginado toda la escena en mi cabeza.
He tenido que leer el final varias veces porque sentí que me faltaba algo, como que no lo entendía muy bien, me pareció un poco abrupto y en lo personal quisiera un poco mas de descripción.
Pero me ha gustado mucho, es una escena muy corta pero muy expresiva.
Saludos
Marián
22/03/2017 a las 17:59
Hola Divasul Pereira. Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado.
Saludos,
Marián
22/03/2017 a las 18:03
Hola ZU VAZQUEZ.
Te agradezco tu comentario y que te haya gustado; eso siempre anima para seguir intentándolo y aprendiendo.
Saludos,
Jean Ives Thibauth
22/03/2017 a las 22:14
Hola Marián.
Muchas gracias por pasarte por mi relato y comentar.
El tuyo, sencillamente, me ha encantado. Así como es cruel porque es real en los tiempos que corren, me ha arrancado alguna que otra sonrisa.
Esa voz en su cabeza ha sido todo un acierto. Has conseguido engañarme afirmando que era el mentiroso, para luego darle la vuelta y encontrar el final. Por cierto, que muy apropiado para el tema que se trataba. Pero me queda la intriga de qué puso en el currículum que levantó las sospechas del funcionario.
No he visto errores en el aspecto formal, simplemente lo he disfrutado a placer.
Nos seguimos leyendo.
Un saludo.
Marián
22/03/2017 a las 23:25
Hola Jean Ives.
Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado.
Te diré que hoy en día, el contenido de un currículo personal es pura imaginación…
Saludos,
Diego Coppa
25/03/2017 a las 03:43
Marian:
Es una buena idea pero el final no lo entendí, no se si el antifaz es metafórico o literal y el último párrafo no aclara la duda.
Fuera de eso, para hacerlo mas kafkeano que sea uno el que lo recibe y se lo pase a otro, y a otro y a otro hablándose al oído y señalando algo del CV y que el protagonista se pone aún más nervioso poniendo cara de circunstancia hasta que llegue al último… y ahí fijate como lo terminás. Je.
Saludos.
Diego Coppa
25/03/2017 a las 03:48
Por cierto, pasá por mi cuento.
Saludos
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-42/7382
Marcelo Kisi
25/03/2017 a las 12:45
Marián, mil gracias nuevamente por aparecerte en mi blo y leer mi relato “fuera de concurso” 🙂
Me encantó tu escena, la historia de tantos hoy en día, no solo en España, en todo el mundo. Porque el mundo va cambiando y el empleo va dejando de ser la medida de todas las cosas. ¿Entonces también los estudios? Antes los padres creían que nos salvaban si nos hacían llegar a la universidad. Hoy como padre, yo creo que hay que llegar a la universidad igual, pero sabiendo que eso es solo el comienzo, como una herramienta más, porque nadie tiene ningún futuro asegurado.
En fin, muy bien armado el relato, y excelente la construcción del mentiroso y de la tormenta mental que se desata en su interior en el momento de tener que mentir. Y además escribís excelentemente bien.
Felicitaciones!
PD: Pongo con tu permiso el link a mi relato “fuera de concurso” por si algún compañero todavía quiere darse una vuelta. Gracias! https://contarelcuento.wordpress.com/2017/03/18/el-mentiroso/
Marián
27/03/2017 a las 17:48
Hola Diego.
Muchas gracias por tu comentario.
Mi antifaz pretendía ser metafórico. Con frecuencia me imagino a los mentirosos que nos rodean con un antifaz que nos negamos a reconocer.
Mi mentiroso, finalmente, se rinde y también él se lo pone. Esa era la idea…
Saludos,
Marián
27/03/2017 a las 17:53
Hola Marcelo.
Muchas gracias por tu comentario y por tus palabras de ánimo. Me alegra que te haya gustado mi escena.
Saludos,
Laura
29/03/2017 a las 10:47
Hola Marián.
He visualizado a tu abuelo en mis padres y abuelos. Y a tu personaje en todos aquellos que tal vez con una mentira pueden lograr algo.
No he encontrado dificultades en cuanto a lo técnico.
Hasta el próximo mes
Marián
29/03/2017 a las 12:47
Hola Laura.
Si, tristemente, hay mucho reflejo de la realidad actual en mi relato.
Muchas gracias por tu comentario.
Saludos,
R.J. Esperanza Pardo
29/03/2017 a las 16:22
Un relato redondo, genial, Marián.
Me he sentido tan identificada que pensaba que la protagonista era del sexo femenino (hasta que he visto que no).
Está escrito con mucha claridad, yo no he apreciado ni un fallo gramatical, de puntuación o sintáctico. Solo las comillas esas inglesas que deberían ser las latinas para los pensamientos (se recomienda).
El tema tratado da para hablar largo y tendido, la Administración, el Estado, el Gobierno… quizás vivamos mejor en la Selva.
Me ha gustado mucho todo el texto, entremezclando pensamientos, escena y diálogos, has conseguido transmitir bien el mensaje. Para mí no sobra nada, pero lo que más me ha gustado es el párrafo del antifaz y la última línea final.
Un saludo
Marián
29/03/2017 a las 17:37
Hola R.J. Esperanza Pardo.
Muchas gracias por tu comentario y por tus palabras tan elogiosas. Tomo nota de las comillas que, lo confieso, no las pongo por pura pereza, ay.
El protagonista es un hombre pero, si fuera una mujer, lo tendría aún peor, lamentablemente.
Saludos,
Isan
29/03/2017 a las 19:46
Hola Marián:
No has necesitado mucho para contarnos una realidad que por desgracia se repite constantemente. El “Joven Aunque Sobradamente Preparado (JASP) que se enfrenta nada menos que al FUNCIONARIO con su currículo. Lo de la experiencia es el caballo de batalla, la gran mentira que hay que inventar porque, además de un expediente académico impecable, hay que haber probado la valía. Pero ahora los JASP se han convertido en JESP (jóvenes emigrantes sobradamente preparados) y otros engordan las listas del paro de y de empleos precarios.
Por otro lado, aunque sea fácil decirlo, si tu vida no te permite divertirte, relacionarte con quien quieras, vivir, tal vez sería mejor no “engrandecer” el currículo.
La voz en off del abuelo machacándole el cerebro continuamente me ha parecido genial, muy lograda lanzando nuevos mensajes.
El tono irónico en el que está contado el relato le va de maravilla. Has hecho un relato magnífico tanto en el fondo como en la forma.
Un saludo.
Marián
29/03/2017 a las 19:57
Hola Isan.
Me alegra saber que te ha gustado mi relato.
El tono irónico lo aplico con frecuencia en la vida misma cuando se hace difícil de llevar. Y en el relato me parecía oportuno.
Muchas gracias por comentar.
Saludos,
Alycia
31/03/2017 a las 12:18
Hola, Marián:
Lo primero, agradecer tu visita y comentario a mi relato.
Lo segundo, me ha gustado mucho el tuyo. Como otros compañeros y compañeras, me siento tan identificada con tu protagonista…
Me ha gustado mucho el manejo de los diferentes planos del texto, y también cómo cierras el círculo: mentía el abuelo y ahora miente el nieto.
Respecto a la última frase, me ha parecido francamente genial. Cuántas veces damos por sentado que los demás conocen lo que hay dentro de nuestra cabeza cuando en realidad ni siquiera saben que existimos.
Saludos,
Alycia
Marián
31/03/2017 a las 17:36
Hola Alycia.
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado mi relato. La verdad, me siento muy alagada por tus palabras. Te lo agradezco mucho.
Saludos,
Táctico
01/04/2017 a las 08:32
Buenas Marián
En primer lugar, agradecer tu amable comentario en mi relato. Me alegra saber que lo disfrutaste.
La historia me parece muy bien narrada. Me ha gustado mucho el contraste entre la voz del abuelo del protagonista y la realidad.
Cuando leí por primera vez “mármol travertino” me entró la duda, pues son rocas distintas. Sin embargo, tras investigar un poco, para que al travertino lo llaman, efectivamente, mármol travertino, o travertino romano.
No he visto nada, a nivel de forma, que no te hayan dicho a estas alturas.
Un relato magnífico sobre la realidad que se cierne sobre aquellos que buscan un empleo que se pueda considerar digno.
Un Saludo
Marián
01/04/2017 a las 16:44
Hola Táctico.
Muchas gracias por tu comentario. Hice un esfuerzo por conseguir distintos planos narrativos en mi relato; es algo que siempre me ha gustado aunque me parece muy complicado. Me alegro de que te haya gustado.
Saludos,