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El Mentiroso - por PikadiliR.
El mes de marzo había llegado a la capital como un torrente de sensaciones, y con él la primavera. Los constantes cambios de temperatura y las variaciones del temporal parecían dimanar de sus propios sentimientos. Ni él ni el clima habían decidido todavía qué demonios querían ser. Atribulado e indeciso se movió por la vía principal de la ciudad, derecho al pequeño cine en el que ella lo había citado. Como a ella, le apasionaban ese tipo de lugares. En las sucesivas conversaciones telefónicas que habían mantenido tras aquel encuentro fortuito siempre había tenido la sensación de que aquella mujer lo conocía más que él mismo. No recordaba la última vez que se sintió así. Incluso la película escogida, “El mentiroso”, parecía una broma cruel que apelaba a sus secretos más oscuros.
Llevaba en la mano una entrada de cine para el film y una rosa, tal y como habían acordado. Ella llevaría un diccionario de latín, en honor a su trabajo como traductora. A pesar de todas aquellas charlas, a escondidas en la madrugada, ignoraba que aspecto tenía su rostro; aunque conocía bien sus labios y el sabor que estos desprendían. Se habían encontrado dos meses atrás, en la fiesta de disfraces de un amigo a la que consiguió escabullirse. Él iba de Robin Hood y ella, vestida como una damisela victoriana, llevaba un enorme antifaz que le cubría gran parte de la cara; el flechazo y la pasión fueron instantáneas. Aquella cita en el cine, un día cualquiera de un mes cualquiera, parecía ahora la más importante de su vida.
La calle estaba repleta de gente, como solía ocurrir, y él se levantó ligeramente el cuello de la camisa esperando enmascarar su identidad para el resto de transeúntes. La sala de cine ya estaba cerca. Había deambulado en innumerables ocasiones por su puerta e inmediaciones, imaginando como sería el momento; un momento que con cada paso resultaba más inevitable. El nudo que del estómago, el mismo que llevaba semanas impidiéndole probar bocado, se hizo más fuerte; casi ni podía respirar. No sabía si lo soportaría, quería salir corriendo y volver sobre sus pasos. Miró su muñeca para ver la hora que marcaba el Rolex regalo de su treinta y nueve cumpleaños, comprobando que llegaba en el momento planeado. Entonces se percató de un error que podría haber resultado fatal. Con disimulo se quitó la alianza empapada en sudor y la guardó en un bolsillo, a tan solo unos pasos de su destino final.
Una vez en la puerta de la sala exhibió la rosa y la entrada, esperando que su cita anduviera cerca. “Al fin apareces, mentiroso”, dijo una voz familiar a sus espaldas. Se giró y sus manos temblorosas no pudieron soportar el peso de la rosa que había comprado para su amada; la mujer que tenía frente a él, sin diccionario de latín ni antifaz, era su esposa.
Comentarios (4):
Leonor Cuevas Martín
18/03/2017 a las 22:51
Hola, Picadili:
Me ha gustado la evolución del relato y cómo has conseguido mantener la intriga hasta el final.
Solo no me ha quedado claro cómo llega su esposa, si se trata de que se ha enterado o es la propia esposa con la que ligó tras una máscara, pero esto último no me cuadra.
Espero me lo aclares.
Un saludo
Ane
19/03/2017 a las 13:44
Hola Picadilly, me he pasado por aquí para empaparme de relatos y decirte que ha sido un acierto, pues el tuyo me ha gustado.
Como cita el primer comentario es interesante cómo evoluciona el texto, poco a poco planteas un cita casi a ciegas pues sus rostros no se conocen para después ilustrarnos con un buen final al resultar engañados los dos. Ademásempleas unas descripciones muy visuales lo que ayuda a la imaginación del lector.
Te felicito.
Saludos.
Marula
22/03/2017 a las 22:24
Hola Picadili
Muy buen cuento. Este tipo de historias ocurren, donde el engañador termina engañado, y la mentira ya pierde principio y final. Las emociones del personaje estan muy bien descriptas. No se si el malestar del estomago era por tremenda mentira o por el encuentro a ciegas en si, pero fue muy certero. Hasta llegue a tener compasion de él en el momento que se ve descubierto, tanta ilusion que tenia de esta cita!. Felicidades. Saludos.
Osvaldo Mario Vela Sáenz
23/03/2017 a las 06:01
Hola pikadili, Tu texto a pesar de la traición en ciernes es de una dulzura notable.
Como buen redactor le entregas al lector abonos que a la larga lleva a un desenlace esperado:
Aquella mujer parecía conocerlo mejor que él a ella.
Conocía bien aquellos labios y el sabor que de ellos se desprendía.
Magnifico relato. Saludos.