Literautas - Tu escuela de escritura

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Nada - por Roberto GattoR.

Nada

La observo dormir. La espero amanecer en silencio. La luz de la mañana descubre lentamente toda la habitación. Pareciera que el Sol viaja millones de kilómetros sólo para acariciarle los pies, para entibiar su mejilla. Sin embargo ella, cual roedor sorprendido en la oscuridad se escabulle y se oculta debajo de las sábanas.
De a poco se despierta. Primero abre los ojos y se pierde mirando el techo. Luego, se incorpora en la cama, bosteza y se despereza. Gira y baja los pies. Todo es lentitud. Se peina , se perfuma y baja por la escalera. Prepara un café, y taza en mano va hacia la biblioteca. Corre las cortinas y con la luz del día, recorre los anaqueles de vinilos con la vista. Levanta la tapa del tocadiscos. Tiene en sus manos un disco de tango. Apenas suena la melodía sus ojos se humedecen. “Nada, nada queda en tu casa natal” se escucha cantar. La sigo con la mirada, en silencio. “Nada, nada más que tristeza y quietud” la escucho cantar.
Son las doce del mediodía. A esa hora llegaría yo. Conversaríamos dos o tres nimiedades. Compartiríamos un mate, o un café y seguiríamos con la rutina. Pero nada de eso ocurre, ni está cerca de ocurrir, pienso yo. Ella en tanto revisa alacenas y cajones. De una alacena, saca un frasco naranja y de él, una caja minúscula, como un regalo de joyería. La abre y encuentra un símbolo egipcio. Qué es, digo. Pero la respuesta no se escucha. Ella contiene el talismán en el puño, mientras la púa devuelve el silencio de la ausencia. Entonces vuelve a la biblioteca. Recorre con el índice los discos y se decide por uno de portada vieja y gastada. Sonríe mientras acomoda la púa. Abre la tapa y dentro del sobre de cartón, despega un papel con una nota: “A mi secreto amor”. La miro y la desconozco. Yo no escribí eso. Pero es inútil que le hable, o que le reproche algo.
Reposa en el sofá y piensa, o medita, o recuerda. No lo sé. La miro y ella mira su mano: parece hacer foco en la alianza que ya lleva sólo por costumbre. Se la quita y la apoya sobre mesa. Y como arrepentida se levanta, toma el anillo y lo guarda en un cajón. “Estado civil: viuda… no, mejor soltera” dice. Le quiero quiero decir algo, o abrazarla, pero suena el timbre y ella corre a la puerta, con la sonrisa a cuestas. Y ahora sé que soy nada, apenas un recuerdo.

Comentarios (10):

Gaia

18/02/2017 a las 14:52

Muy bien!!

Berundgaar

20/02/2017 a las 14:04

Qué triste y al mismo tiempo qué hermoso. Esa sensación de soledad, de melancolía que envuelve al narrador. Ha muerto ¿verdad?. Y no obstante, ella no está muy apenada, que digamos. Pero la vida es así, realmente. Algún día todos nosotros no seremos sino un recuerdo lejano en la mente de las personas que una vez nos amaron.
Enhorabuena por tu relato, Roberto.
Si quieres visitar el mío, estoy en el 23.

Luis

20/02/2017 a las 14:06

Hola Roberto,
En una primera lectura rápida de tu relato me ha costado seguir el argumento; en una segunda lectura más pausada he entendido la historia y me ha parecido original y bonita.
Creo que podría mejorarse el párrafo donde ella busca y encuentra el símbolo egipcio (no he conseguido establecer una relación directa entre ese símbolo egipcio y el amor secreto)
Me gusta en particular la frase: la miro y ella mira su mano (casi cinematográfica), el polisíndeton de: Reposa en el sofá y piensa, o medita, o recuerda; y, especialmente, el final: Y ahora sé que soy nada, apenas un recuerdo (triste y emotivo)
Buen trabajo
Un saludo
Si quieres te animo a pasar por mi relato (es el 213)

Roberto

20/02/2017 a las 15:57

Gaia, Berundgaar, Luis: Gracias por los comentarios y consejos.
Sigo en lectura.
Salud

violeta

21/02/2017 a las 09:58

Hola Roberto, soy tu compañera de arriba. Me ha gustado mucho, es un relato muy bonito y tiene un ritmo que hace facil su lectura. Con una doble sorpresa que se desvela casi al final. Saludos!

Amanda Quintana

25/02/2017 a las 02:57

Guau! Hermoso! Me encantó a pesar de que es triste, pero conmovedor…
Muy lindo relato

Ratopin Johnson

26/02/2017 a las 12:06

Hola Roberto,

Muy emotivo y muy bien escrito. Me gusta el tono como suave, un poco frío también, pero muy claro.
Y sí, entiendo que el narrador ha muerto, y ella está rehaciendo su vida, o en vías de rehacerla.
Me he acordado de Bruce Willis en El sexto sentido (bueno, a estas alturas espero no hacer de spoiler jeje)

Saludos, me ha gustado mucho

Romina Eleonora Mc Cormack

27/02/2017 a las 12:10

Muy bueno, Roberto. ¡Qué solos quedan los muertos!, ¿no es cierto? Y no solo eso, también el descubrimiento de que quizás en vida uno no conoce lo íntimo del otro nunca.
Doloroso.

Laura

28/02/2017 a las 15:43

Hola Roberto.
Me ha encantado tu relato, tan intimista, tan delicadamente detallado.
Me llevaste sin pausa hasta el final, donde las preguntas que me comenzaban a saltar se respondían solas.
Un único detalle: cuando pones “que es, digo”, aunque se trate de un muerto creo que necesitarías los indicadores de diálogo.
Por lo demás, un relato maravilloso. Felicitaciones

Roberto

01/03/2017 a las 12:32

Violeta, Amanda, Ratopin, Romina, Laura: Mucas gracias por vuestros comentarios y observaciones.

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