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El camino de vuelta - por Liliana del RossoR.
Web: http://lilianadelrosso.wixsite.com/consultoratic/blog
Llevo días escuchando decir que esta es la mejor opción, pero tengo miedo. Hay muchas cosas que no he terminado. Tenía una alianza y no cumplí con mi parte. Dadas las circunstancias, eso tampoco tiene importancia. Ya falta poco, mañana todo terminará.
Encamino mis pasos sin rumbo fijo, aunque de forma inconsciente sé dónde quiero ir.
«¿Por qué estoy aquí?» Avanzo por la vereda del jardín hacia la puerta principal de la casa de mis abuelos.
«Los mejores recuerdos de mi infancia son de este lugar. ¿Cuántos años hace que está deshabitada? Cuatro o cinco, algo menos de los que llevo viviendo en Francia».
Al abrir la puerta, el rechinar de las bisagras me recuerda a la abuela.
—Carlos, ¡esta puerta! ¿Cuánto tiempo más tendré que sufrir este ruido?
Pero el abuelo nunca la reparó.
Continúo hacia el salón, como deshaciendo el camino que hace muchos años recorría, de forma atropellada.
—Hola, abuela, ¡permiso, permiso que me hago pis!, ¿Me compraste manzanas? —dejaba caer la mochila mientras corría hacia el aseo.
—Sí. Verdes y rojas. También hay una naranja.
Cuantos recuerdos, hasta me parece escuchar música, la que siempre salía del despacho del abuelo. Un tango, bueno, muchos tangos.
Continúo caminando hacia el porche trasero. Ya veo la escalera, doce peldaños, de hormigón tintados de rojo. Y me veo, con nueve o diez años, sentada mordiendo una manzana.
«Lo siento abuela, pero sigo comiendo como un roedor. Afilo mis dientes con esa crujiente, ácida y jugosa fruta verde».
Un poco más abajo, en el patio, la quinta del abuelo. Es una sensación tan fuerte que casi puedo verle y escucharle.
—Toma, un regalo, pero no le digas nada a tu madre; que luego me regaña.
A continuación, y con gran sigilo, un tomate salía de su bolsillo, muy bien escondido en la palma de su mano, para dejarlo de forma descuidada a mi lado.
—Gracias abuelo. ¡Qué bien huele!
Ahora el patio está mustio. Cuando la abuela quedó viuda, contrató un jardinero, pero las acelgas, los tomates y los pimientos habían perdido las ganas de criar. Les faltaba el ingrediente secreto, la nostalgia de la música porteña. Solo el limonero sobrevivió a su ausencia.
Debo continuar mi recorrido por la casa, ya casi no me queda tiempo.
«¿A qué huele? Estofado de carne con patatas»
Sé que es solo mi imaginación, pero veo a la abuela en la cocina.
«No cumplí con mi parte del trato. Le prometí que volvería, pero ella se marchó y no le di un beso».
—No me fui, solo cambié de casa, ahora vivo en tu corazón. Puedes darme todos los besos y los abrazos que quieras.
—Lo sé, lo mismo me dijiste cuando murió el abuelo, pero te añoro.
¡Que tarde es! Debo volver.
Ya estoy aquí. Mi madre y el médico están hablando. ¿Cómo habrá ido todo?
—Señora Castros, puede pasar a ver a su hija. La operación ha sido un éxito. Estamos esperando que despierte para confirmar la viabilidad del implante.
—Lara, ¿sabes qué te he traído? Tu talismán, el que el abuelo te esculpió con una rama del limonero. Estaba en el frasco de tus monedas de la suerte. Cuando te fuiste a Francia lo guardé allí, está un poco más oscuro, pero sigue siendo mágico. ¡Cómo cuando eras una niña!
Esto sí que es extraño. Me veo en la cama, llena de tubos, pero me siento relajada, casi diría en paz. Mi corazón late a buen ritmo y mi madre y el médico parecen muy optimistas.
«Espero no decepcionarlos, ¡Pero no tengo ni idea cómo volver a meterme en mi cuerpo!».
Comentarios (11):
Cecilia
17/02/2017 a las 19:29
Liliana, disfruté la lectura, el ergumento, el modo en que está escrito y el final!!!!!! Sin fisuras, verosimil y estremecedor. Mis felicitaciones
Pilar
19/02/2017 a las 22:33
Hola, Liliana.
Tu historia es de esas que cuánto más la lees, más matices descubres. Felicidades, muy bien narrada y labrada. Las palabras obligadas fluyen con naturalidad y el tiempo presente en primera persona es todo un acierto. Solo me han despistado las comillas, yo las habria puesto en la conversación imaginaria que mantiene con su abuela en esa regresión. O las habría quitado todas. O no… la verdad es que tengo dudas al respecto. Por lo que siento no poder ayudarte demasiado. A ver si otro compañero aporta un poco de luz sobre el tema.
Pero me ha gustado mucho la historia y tu forma de contarla. Un abrazo!!
Pilar, 80.
Henar Tejero
20/02/2017 a las 07:28
Hola Liliana,
Un relato muy enternecedor,dónde se recuerda con cariño a los abuelos. Está muy bien narrado,con estilo ágil, dónde la alternancia de diálogo y narración dinamiza el texto.
El final muy bueno, inesperado.
En definitiva,me ha gustado mucho.
Nos leemos!!!
Si quieres estoy en el 177.
Anael
21/02/2017 a las 18:58
¡Hola Liliana!
Muchas gracias por tu comentario y tus amables palabras. Aquí estoy para devolver la visita con la prometida ración de lentejas 😉
Esta historia me ha gustado mucho más 😀 Es tierna y tiene humor al final. La última frase me encanta, cierra la historia estupenamente.
A continuación detalles que me han gustado y algunas sugerencias de mejora, que son como las lentejas, si te gustan las tomas y n¡si no las dejas 😉 :
1. Me ha confundido un poco la puntuación del relato. En teoría, para puntuar diálogo directo del pasado se deberían usar las comillas y tú has utilizado quiones largos. Eso me ha confundido, porque pensaba que estaba pasando en el presente, cuando en realidad está recordando cosas de sus abuelos.Revisaríala puntuación a ese nivel, como no sé muy bien qué se dice actualmente (porque creo que está hablando con su abuela a la vez que nos cuenta esto) y que se dice en el pasado o son recuerdos, no te puedo poner ejemplos.
2. “¡Que tarde es! Debo volver. Ya estoy aquí. Mi madre y el médico están hablando.”
Pondría un punto y aparte con espacio en blanco estre estos dos, para que pase un poco de tiempo entre que decide volver y vuelve. a lomejor es un concepto muy humano y poco fantasmal, pero creo que queda más natural.
3. Puntuación: creo que has mejorado en su uso desde la última vez,pero aún así te voy a señalar unos detalles 🙂
a)”¡permiso, permiso que me hago pis!, ¿Me compraste manzanas?”
Errata: o prescindes de la coma y dejas Me en en may´sculas, o me tendría que ir en minúsculas. Así me gusta más:
¡permiso, permiso que me hago pis! ¿Me compraste manzanas?
b)”Ya veo la escalera, doce peldaños, de hormigón tintados de rojo.”
Creo que sobra la coma entre peldaños y de, porque los tintados son los peldaños, no la escalera, y por eso debe ir junto. Así:
Ya veo la escalera, doce peldaños de hormigón tintados de rojo.
4. Me ha gustado mucho el talismán que guarda la madre y como mantiene la magia de cuando Lara era niña. Los detalles con los abuelos, sus recuerdos… Todo eso parece traído a la escena or el talismán que le lleva la madre a su hija.
Esta vez en tu texto he encotrado una ehistoria llena de detalles, recuerdos, añoranza y humor al final. Esperemos que la chica encuentre el camino de vuelta a su cuerpo. He disfrutado con el relato, enhorabuena. Sigue escribiendo 😉 Espero que lo comentarios te sean de utilidad
¡Un abrazo!
marazul
22/02/2017 a las 18:12
¡Qué bonito…qué bonito!Una historia preciosa, llena de sensibilidad y sin ñoñerías. Nos lo presentas con un lenguaje fresco y natural. He de confesarte que me he sentido identificada porque hace unas semanas han derribado la casa en donde yo nací y ¡claro! inevitablemente han surgido recuerdos de niñez. Me has llegado, Liliana.
Anael te ha apuntado con mucho acierto algunas mejoras.
El final nos deja una sonrisa
Un abrazo
Liliana Del Rosso
23/02/2017 a las 18:57
Hola, Anael.
Tus recomendaciones siempre me son muy útiles. Me gusta porque te preocupas por los detalles.
Tengo una duda sobre la forma de representar los diálogos que son un recuerdo. sigo buscando una forma más clara de hacerlo pero no hay una regla, He pensado en agregar una frase que indique que el diálogo viene del pasado.
Sé que es solo mi imaginación, pero veo a la abuela en la cocina.
«No cumplí con mi parte del trato. Le prometí que volvería, pero ella se marchó y no le di un beso».
—-> Sé que no está aquí, pero puedo escuchar su voz <—-
—No me fui, solo cambié de casa, ahora vivo en tu corazón. Puedes darme todos los besos y los abrazos que quieras.
—Lo sé, lo mismo me dijiste cuando murió el abuelo, pero te añoro.
Bueno creo que así queda más claro.
Un saludo.Gracias por tu colaboración
Maria Jesús
23/02/2017 a las 19:12
Me ha gustado mucho tu relato, con ese aire nostálgico lleno de recuerdos y con ese toque final sorprendente. Felicidades.
Evelyn
24/02/2017 a las 21:23
El límite en el número de palabras creo que hace que te apresures en regresar del pasado en casa de la abuela, me hubiese gustado seguir conociendo más detalles de esos lindos recuerdos… el final, sorprendente.
Felicidades por tu buen trabajo, y gracias también por pasarte a comentar el mio.
Un beso!
Jean Ives Thibauth
27/02/2017 a las 14:58
Hola Liliana.
Muchas gracias por pasarte por mi relato y comentar.
El tuyo es, sin duda, un texto muy tierno y dulce. Ese recorrido nostálgico por la casa de sus abuelos está lleno de amor.
Sin embargo me ha costado seguir el hilo debido a la estructura visual. Me habría apañado mejor si hubieses dejado mas espacios entre párrafos.
También los diálogos tienen un punto confuso. Creo que es porque les faltan algunas comillas que indiquen cuándo hablan los personajes en la cabeza de la prota. Distinguir un poco cuál es el dialogo real y cuál el imaginado o recordado. Aunque no se cuál seria la manera correcta de plasmarlo. Igual algún compañero o compañera nos puede sacar de dudas.
El principio, aunque intrigante es un poco genérico. En cuanto entramos en la casa se olvida que no había poco tiempo (¿tiempo para qué?). Y el final roza con la confusión. Pensaba que estaba muerta todo el rato aunque todas las señales indicaban lo contrario. Al final entendí que era un viaje astral y lo encaje todo.
La ultima frase me pareció genial.
¡Buen trabajo compañera!
Nos seguimos leyendo.
Jean Ives Thibauth
27/02/2017 a las 15:00
Por cierto, el enlace a tu blog no funciona correctamente.
Liliana Del Rosso
01/03/2017 a las 12:29
Hola, Jean Ives Thibauth.
Gracias por tus concejos, En la versión en word sí que estaban separados los párrafos, supongo que al copiar y pegar se desconfiguró.
En cuanto a los diálogos que recuerda la protagonista, no encontré una forma física correcta de indicarlos. Busqué en distintas fuentes; pero no hay nada claro.
He pensado en agregar una frase que indique que el diálogo viene del pasado.
Sé que es solo mi imaginación, pero veo a la abuela en la cocina.
«No cumplí con mi parte del trato. Le prometí que volvería, pero ella se marchó y no le di un beso».
—-> Sé que no está aquí, pero puedo escuchar su voz <—-
—No me fui, solo cambié de casa, ahora vivo en tu corazón. Puedes darme todos los besos y los abrazos que quieras.
—Lo sé, lo mismo me dijiste cuando murió el abuelo, pero te añoro.
Bueno creo que así queda más claro.
Un saludo.Con vuestra colaboración es fácil mejorar.