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750 PALABRAS - por Lolín DengraR.
Voy a tener que dejarlo. Esto de escribir, se me está complicando.
Aunque no lo haya comentado con mucha gente, no es ningún secreto. Resulta que hace unos meses di con una página web muy interesante. En ella encontré un montón de herramientas a modo de artículos, tutoriales, enlaces y otros recursos muy útiles para mejorar mi escritura. Además de la parte teórica, ofrecen la posibilidad, a quién le apetezca, de participar activamente enviando un texto cada mes, bajo unas premisas y en unas fechas concretas, con el fin de que otros miembros de la comunidad los comenten, así como dar la propia opinión sobre los relatos de otros compañeros. Siempre de un modo constructivo y con el afán de aprender algo con cada ejercicio.
El nivel es alto, excelente en algunos casos, lo que no me amedrentó a la hora de enviar un primer escrito. Tuvo buena acogida y, a partir de los comentarios, adquirí nuevas ideas y conocimientos a tener presentes en futuros textos. Para alguien como yo, un regalo de página.
Pero esta vez piden demasiado. Tengo que escribir un relato (¡para mañana!) en el que deben aparecer doce palabras concretas y, si acepto el reto opcional, en un tiempo narrativo determinado. Lo bueno: una extensión máxima de equis vocablos pero sin un mínimo definido.
El problema es que no tengo imaginación. Cero. Llevo cosa de una hora frente a esta pantalla y con los dedos agarrotados sobre el teclado, y nada. Parece ser que existen trucos para dispararla; los he probado, pero o éstos son muy malos o soy una pésima maga.
Y pienso: ¿realmente no soy capaz de inventarme nada, de crear personajes con vidas regaladas, de describir aromas o de pintar paisajes irreales?
No, no lo soy. Ni lo quiero.
Cuando escribo, no necesito recurrir a asesinos con cara de roedor asediando niños, prostitutas o a una pobre viuda; ni a civilizaciones extraterrestres, ni a ejércitos de romanos, ni a un frasco de perfume con olor a naranja.
Mis emociones son mi talismán. Mi alianza con las letras se basa en contar siempre aquello que me sale de dentro, no en normas y directrices externas. Son las palabras que me rebosan por la tráquea las que me aparecen por sorpresa engatusándome en una especie de tango que ahora me agarra, que ahora me aleja, las que utilizo como escalera para trepar a mi sistema límbico y desenmarañar las propias vivencias.
Es mi vida y mi camino, y el de los que me han acompañado en algún tramo del trayecto, lo que me inspira. Son los que me hicieron sentir algo, lo que fuera, y el recuerdo que en mi fiel o distorsionada memoria ha quedado de ellos, de sus pasos y sus huellas, los que únicos capaces de desencadenar tormentas en mi cabeza.
Es el rastro que en mi han dejado los cuerpos que se me acoplaron; los que por alguna razón siguen ahí, incrustados en algunos de mis poros.
Son las manos que tiraron de mí cuando mis pies quedaron anclados en algún charco de lodo; con decisión, sin opción a réplica, para volver a pisar tierra seca.
Son los ojos que sostuvieron mi mirada hasta hacerme bajar la cabeza; para instruirme en la humildad, el perdón y la llaneza.
Son los discursos callados que alguien me soltó cuando no estaba dispuesta a escuchar; los que se exponen sin verbo para no confundir el mensaje, los que usan los gestos como único lenguaje.
Y son también las bocas de los que no me besaron y me dejaron con las ganas; ellas me enseñaron la perseverancia. Y los brazos que me empujaron para caer en el barro; esos me otorgaron la independencia. Y los que me giraron la cara sin reparar siquiera en mi presencia; ellos me dieron la libertad de pensamiento. Y son, los que se marcharon sin decir nada, los que concedieron valor a las palabras.
Su presencia, sus actos y su estela, enmarcados con el telón de fondo en el que tuvo lugar cada escena, son los únicos capaces de hacerme hilvanar dos, cien, mil o un millón de letras.
No deseo inventarme vidas. Lo que anhelo es reunir un día el valor y el coraje necesario para contar la mía.
Así que, en esta ocasión, por mi incompetencia, por mis limitaciones, y por mi falta de disciplina e imaginación, me veo obligada a renunciar a participar en el taller de escritura al que me apunté con tanta ilusión.
Comentarios (5):
Sofia b
17/02/2017 a las 13:52
Wow, que belleza. Es un texto realmente precioso, te felicito. Hubo un solo detalle. Si hablás de las palabras, deberías hablar de “las”. Ejemplo: son los que me hicieron sentir algo. Entonces asumo que estás hablando de los sentimientos, pero no queda claro a que sustantivo hacés referencia por la frase “son las palabras que me rebosan por la tráquea…”
Sólo eso. Suerte!
Lolín Dengra
17/02/2017 a las 16:25
Hola Sofia b.
Muchísimas gracias por tu comentario.
Sobre la duda del texto, en cada frase me refiero al sustantivo del propio párrafo. El “los” se refiere a “los que me han acompañado en algún tramo del camino”.
No sé si me explico. Para mi está muy clado porque lo escribí yo, pero al leerlo ahora es cierto que es un poco lioso. Lo tendré muy en cuenta.
Un abrazo y gracias de nuevo.
JL Quijano
18/02/2017 a las 13:43
Hola Lolin,
Es dificil comentar este escrito como un relato. Estoy al tanto de la complicacion que representa el escribir con ciertas pautas, que en este caso eran 12 palabras.
Espero leerte el mes que viene,
Saludos
Elisa
20/02/2017 a las 15:50
Hola Lolín,
Me parece que el equilibrio está conseguido; tiene un principio, desenlace y final. Tambiés está bien expresado.
Para mi gusto demadiada reflexión y algunas palabras bastante rimbombantes.
Para un relato me gusta algo más de acción.
Saludos
Maria Jesús
21/02/2017 a las 12:41
El relato me ha gustado mucho por su originalidad y por los intensos sentimientos que se derraman en el. Felicidades.