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NUESTRO SECRETO - por EvelunaR.
Luis tiene doce años y siente que su vida no tiene rumbo. Vive decepcionado de su madrastra, quien hace apenas unos meses logró titularse viuda por segunda vez. A los pocos meses de haber fallecido el padre de Luis, ella dejó de usar la alianza de matrimonio. Los primeros días la había dejado en un frasco, abandonada. Luego, por insistencia de Luis, la guardó en el cofre de alhajas, el cual desapareció de la casa. Aunque coincidió con el día que llegaron a fumigar, Luis asegura que ella las empeñó para pagar las clases de tango en las que se inscribió unas semanas atrás. Aquel club ubicado en el centro de la ciudad, es el lugar perfecto para encontrar un nuevo marido. Lo único que rescata como bueno de sus salidas nocturnas, es que permanece hasta tarde dormida, ahorrándole tener que compartir con ella las mañanas. Nunca la ha tolerado, jamás aceptó que su padre se casara con ella.
Como cada mañana, antes de irse al colegio, sube la escalera hasta la azotea a comunicarse con su padre. Ese día no pudo hablar. Con ojos húmedos contempla los colores en el cielo. El naranja de los rayos solares se entreteje con las nubes de algodón. El viento sopla con suavidad mientras el sol se oculta en el horizonte. Llena sus pulmones de aire para descargar un grito de rabia, pero un movimiento a sus pies le regresa a la realidad.
Baja la mirada para descubrir un roedor perdido rondando el área. Le reconoce. Es el hamster de su vecina. Esa chica que va también a su escuela, en el mismo año, pero a quien no se atreve darle ni los buenos días. Tal vez ella piensa que es un antipático o engreído, igual que él pensaba de ella, hasta el día que la vio pegando los carteles en todos los pisos. Estaba tan triste, que sintió pena por ella.
Los carteles mencionaban una recompensa a quien devolviera con bien a su mascota. Tal vez sería dinero suficiente para irse lejos, lejos de su madrastra, lejos de los problemas, lejos de todo.
—Ven acá, pequeño travieso —dice tomándolo con cuidado. —Debes estar hambriento. No te preocupes, pronto estarás de vuelta en casa.
Dando zancadas, llegó hasta el piso de su vecina. Su corazón palpitaba a gran velocidad. Se lamentó de andar a trompicones. Sintió pena que le avergonzara, por lo que se dio vuelta para calmar aquellos latidos inescrupulosos. Pero la puerta se abrió, dejándolo en evidencia.
—Hola —dice ella, sin poder disimular la sorpresa.
A Luis se le atoran las palabras en la garganta. Sin saber qué decir, levanta sus manos y estira los brazos, haciendo entrega del hamster. Claudia se cubre la boca para ahogar un grito de asombro.
—No, no… —dice agitando las manos, interponiéndola entre ambos. —Llévatelo… —susurra.
—Es que yo vi los anuncios. Hasta ofrecías una recompensa.
—Si quieres el dinero, igual te pago. Pero llévatelo… —balbucea entre dientes.
—Pensé que lo querías de vuelta…
—Lo quise. Bueno, lo quiero… No sé cómo explicarlo —entorna los ojos. —Parece loco, pero… no se escapó. Lo dejé ir. Le di libertad, porque aquí no está bien. No me dejan tenerlo… y lo iban a vender —introduce una mano en la chaqueta y saca unas monedas. —Te daré más. Pero aléjalo, por favor. Quédate con él. Te lo regalo.
—Lo lamento… lo siento. Si me lo regalas, no puedo aceptar el dinero… pero siempre puedes ir a verlo en mi casa.
—¿Es en serio?
Luis mueve la cabeza de arriba abajo.
—No te preocupes, será nuestro secreto —le asegura. —¿Cómo se llama?
—Talismán —Claudia guiña un ojo.
Y así, de pronto, la vida de Luis empieza a tomar un rumbo.
Comentarios (6):
Evelyn
17/02/2017 a las 22:29
Claro que sí, con un amuleto cargado de “intensiones”, seguro que la vida de este pobre chico se llena de emociones y le ofrece una cara más amable… se la merece.
Evaluna, felicidades, buen trabajo.
Un abrazo, soy la 59!
Eveluna
19/02/2017 a las 14:46
Gracias, Evelyn. !Somos tocayas! Eveluna es mi nick por acá.
Esta es mi primera participación en Literautas. Pasaré por tu relato.
Andrea
19/02/2017 a las 16:43
Hola Evaluna,
Un relato conmovedor. Me gustó la parte en la que él está en el tejado: una descripción poética pero sin perder el ritmo.
Cuando empecé a leer me chocó un poco que un niño de 12 años pueda sentir que su vida no tiene rumbo (¿se da cuenta uno de esas cosas a esa edad?). Por otra parte, se ve que la pérdida del padre le afectó mucho; tú decides como de maduro es tu personaje jejeje
Pero en general muy buen relato. Casi espero una continuación para averiguar cuál es la historia de Claudia, que parece que en su casa también ocurre algo.
Marikiya
23/02/2017 a las 06:46
Hola Eveluna;
Tu relato me ha parecido enriquecedor.
Cuántas veces perdemos el norte a lo largo de nuesta vida y con un hecho puntual volvemos a plantarle cara al futuro con determinación.
No importa la edad que tengamos sino las experiencias que vivimos.
Me ha resultado fácil de leer y conmovedor.
Un saludo.
Estoy en el 201 por si te apetece pasarte.
Marula
25/02/2017 a las 22:54
Hola! Tu relato me describio varias emociones: angustia, furia, impotencia, esperanza, amor. Como comente otras veces, si las emociones traspasan el cuento, para mi esta logrado. Felicitaciones y saludos!
Laura
26/02/2017 a las 11:12
Hola Eveluna.
Me ha encantado tu relato, aunque no entiendo por qué la niña puso los carteles ofreciendo recompensa si realmente no lo quería.
Por lo demás, una hermosa historia.
Sigue escribiendo