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LO QUE PUDO SER Y NO FUE - por CARMELILAR.

LO QUE PUDO SER Y NO FUE.
Miro el reloj con disimulo, no quiero que la estúpida de mi jefa note mi ansiedad por marcharme, es capaz de fastidiarme el plan sólo por el placer que le causa demostrar quién manda.«No le haré ese regalo».
Kuki—mi mejor amiga y compañera de trabajo— aporrea el teclado con demasiado ímpetu, si sigue así, la pilla fijo. La alianza que hace tiempo creamos entre las dos, nos libra del veneno de «la viuda negra», así llamamos a Esther— la jefa—, su marido murió mientras hacían el amor en la noche de bodas, «le dio un infarto» siempre anda diciendo por ahí, pero sospechamos que le mató después de copular y no se comió el cadáver para que no le dieran por desaparecido y así, no tener que esperar para heredar.
La mañana está resultando desesperante, mis tripas rugen pidiendo algo más que la naranja que hoy me ha tocado comer. Estoy a plan, y tengo un plan. Bueno, tenemos un plan: Kuki y yo.
Hoy es el día. Nada volverá a ser igual para nosotras después de las doce de esta noche.
—Jimena, te estás superando…— me dice Esther acercando su operada cara a la mía—¡Ayer pensé que nunca podrías hacer peor tu trabajo! pero raro en mí, me equivoqué, ¡a la vista está!— señala el boceto que acabo de dejar sobre la mesa.
La miro, y pienso en las cosas que van a cambiar en mi vida. Me nace de repente una fuerza interior que me hace desafiarla con la mirada y responderla:
—Me da igual lo que pienses, me da igual tu mierda de empresa, eres sucia y rastrera.—He pillado totalmente por sorpresa a Esther. Se le ha caído el gesto de la cara. No sale del asombro que le acabo de causar—.¡Cierra la boca, si esos dientes de roedor que tienes te dejan, claro!
Orgullosa de mí misma, inclino la cabeza ligeramente para mirar a Kuki que está detrás de Esther mirándome sin pestañear y más asombrada, si cabe, que esta. La sonrío y la hago un gesto con los ojos tranquilizándola.
—Bueno, Kuki y yo nos vamos. No necesitamos tu permiso, no nos esperes mañana, ¡no nos esperes nunca!—Me levanto con determinación—, ¡vamos, dejemos a la cerda sola en su granja!
La verdad es que ni siquiera quería decirle todo lo que la he dicho, pero el torrente de rabia que tengo dentro desde hace tiempo, se ha desbordado, y bueno, tampoco me voy a poner en medio para que me arrastre la corriente.
Bajamos la escalera despacio, disfrutando del momento, o al menos yo, miro de reojo a Kuki y sin poder evitarlo me troncho, literalmente, de risa.
—¡Jimena, para, pareces la niña del exorcista!— Me grita Kuki, que no sé por qué, no suelta ni media sonrisa.
—¿Qué pasa chica? disfruta, estamos muy cerca de tenerlo todo—Me dirijo a ella un poco defraudada por su actitud.
Ella se muerde el labio inferior y dice, sin mirarme:
—Jimena, yo…no sabía cómo decírtelo…
—¡Pues diciéndolo…no hay secreto que guardar entre nosotras! ¿Qué pasa?
—¡Lo siento , no he podido decírtelo a tiempo! No esperaba que le dijeras todo eso a Esther: ¡No tengo el talismán…! Esta noche no habrá ceremonia de consagración y sin ella el talismán no tiene poderes…
Me quedo sin risa y casi sin respiración. No puedo digerir lo que me está diciendo y no me salen las palabras.
—Tenía el frasco con el talismán ya preparado y Tango ha salido disparado para despedirse de mí, lo ha tirado, ha cogido la pata de conejo y ¡no se que ha hecho con ella! Se la ha comido o escondido, pero ¡no la he encontrado!
Retengo las ganas de asfixiarla. «Maldito gato».
Me llega desde arriba un carraspeo que reconozco al instante. Inspiro profundamente, cojo la mano de Kuki, pongo sonrisa de oreja a oreja, subo la mirada y ahí estar Esther con expresión de verdugo de la inquisición. Comiéndome el orgullo que ya vomitaré cuando llegue a casa, digo:
—¡Nos ha salido ni que pintado, tienes cara de haberte creído todo lo que te he dicho!— Y río con toda la falsedad del mundo reunida.
—Ya, claro…¡adelante gallinitas!. Pasad a la granja, la cerda os espera.
Nos sentamos en silencio que se rompe con el sonido peculiar del teclado del ordenador, y seguimos trabajando.

Comentarios (10):

Luis Ponce

17/02/2017 a las 19:04

Hola Carmelila:
Típica reseña de un día de esclavitud burocrática. Escena repetida hasta el cansancio en la mente de muchas oficinistas, pero nunca ejecutada por falta de valor o de frenos verbales como en este caso.
Me ha gustado porque refleja la realidad lejos de los finales de cuento de fantasía.
Quizás una revisión de la puntuación en ciertos diálogos, pero no es mi fuerte, ya te lo dirán los que saben.
Me ha encantado leerte.
Saludos

Leosinprisa

18/02/2017 a las 12:20

Hola Carmelila.

Qué felicidad si eso pudiera hacerse, decirle cuatro cosas bien dichas y dejarlo con un palmo de narices, eso haría que la vida de las personas pudiera ser mucho más sencilla.

Pero por desgracia nos las tenemos que tragar para seguir «conviviendo» con el prójimo. Me ha gustado el pronto de tu personaje y la valentia final cuando se retracta de sus propias palabras. Me asombra que la jefa no las eche de allí a patadas.

En cuanto a la corrección, hay algunos puntos que has omitido y algunos guiones de los diálogos que no has dejado el espacio conveniente, pero por lo demás, no he visto errores mayores.

Un placer leerte. Un saludo.

Osvaldo Mario Vela Sáenz

18/02/2017 a las 16:11

Hola Carmelilla, el tuyo es un texto de con una escena de mucho valor y otra de un arrepentimiento de igual tamaño.

Ojala y cada quien pudiera encontrar un talismán que infundiera valor para evitar los abusos en el trabajo.

El relato es fácil de entender y de seguir. Pero ya te mencionan los comentaristas anteriores las fallas de estructura en los diálogos y faltas de puntuación.

Una solución a esto es leer en voz alta el texto para ubicar mejor la las comas, puntos y acentos.

Otra cosa que vi por la falta de lectura a todo pulmón es cuando escribes “y ahí estar Esther ” que al leer te das cuenta que debía de ser “y ahí está Esther”

Felicidades y sigue escribiendo.

guiomar de zahara

18/02/2017 a las 17:36

Carmelilla: sería algo sobrecogedor ver este escrito, como noticia, en un periódico de tirada nacional.
Aunque claro, personalmente excluiría el asunto del talismán.
Solo serían las “cuatro verdades” de un funcionario explotado, harto que le ninguneen y con el salario mínimo y contrato eventual.
¿ Te lo imaginas?
¡Hasta la próxima!

Auxi Morata Alegre

19/02/2017 a las 15:09

Hola Carmelilla! Soy tu vecina de arriba jajaja

A ver en general la primera parte del relato me ha gustado mucho, todos hemos soñado en gritarle cuatro cosas a la gente que nos cae mal pero a medida que ha pasado no me ha acabado de convencer, aunque me ha encantado el estilo, era exactamente como me imagino a dos amigas hablando y las descripciones también algunos detalles como el de la viuda negra.

Un beso! Nos leemos y si quieres pasarte por el mío estoy por ahí arriba jajaja

Otilia

20/02/2017 a las 13:26

Hola Carmelilla,
Me ha gustado tu relato surrealista y cumples el reto.
Creo que tienes que revisar la entrada de Literautas de cómo escribir diálogos.
En la frase “la hago un gesto” me suena mejor “le”.
Buen trabajo. Nos leemos.
Saludos

Marikiya

21/02/2017 a las 06:59

Hola Carmelilla;
Un mes más, me ha gustado mucho tu relato.
Narras perfectamente esa rabia y desesperación que nos ocurre demasiadas veces en el trabajo.
He sentido el odio acumulado en cada palabra y la frustración al tener que recular.
Habría sido genial que se hubieran podido ir sin mirar atrás, pero la realidad es demasiado dura a veces.
Un saludo.
Estoy en el 201 por si te apetece pasarte.

marazul

21/02/2017 a las 13:39

Hola Carmelilla: he pasado un buen rato leyendo tu relato, la verdad. A pesar de que el fondo es trágico yo me he reído bastante. Creo que es por la forma tan fresca y natural que tienes al narrar. El final me lo estaba imaginando, ¡tanta chulería!
Una historia con fuerza en donde la exageración se vuelve caricatura y con unos personajes muy bien caracterizados
¡Enhorabuena!
Me ha encantado leerte
Saludos

Lorkiano

21/02/2017 a las 18:31

Hola Carmelilla:

El laísmo me descoloca, pero me ha gustado mucho la historia. Es original, aunque jugar todas sus cartas a una ceremonia con un talismán… Muchas ganas de dejar el trabajo debía tener 🙂

La lástima es que luego lo hiciera pasar por broma. Una vez que se ha quedado a gusto, de perdidos al río, ¿no?.

En fin, me he reído con tu protagonista y su amiga.

Te seguiré leyendo.

Un saludo

Clau Cruz

22/02/2017 a las 22:34

Hola Carmelilla:

Tus relatos están siempre cargados de buen humor, y este no es la excepción.

Me ha gustado la manera en que el personaje desborda su rabia porque la frustración siempre nos va minando silenciosamente sin que nos demos cuenta… aunque pude sentir su horror al tener que echar para atrás, eso si fue un golpe bajo del destino.

Cumpliste con el reto ¡Felicidades!

Cómo ya es costumbre, ha sido un placer leerte.
¡Bendiciones!

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