Se giró al escuchar el grito. Y ocurrió.
El cuerpo desplomándose a unos metros fue lo último que alcanzó a ver antes de que las lágrimas inundaran sus ojos y un sollozo ahogado apresara su garganta. Sus manos empapadas de culpa no tenían las agallas para correr y detener la caída. Oculta detrás de una pila de basura observaba cómo el responsable huía, dejando a su amiga yacente en el suelo. Ese largo cabello que tantas veces había trenzado ahora estaba cubriendo aquel pálido rostro, seguramente ocultando su expresión serena adquirida para la eternidad. Recordaba la clase de persona que fue, por años la había estudiado en silencio y con gran admiración. Su amiga era alguien sin igual.
Era. Por causa suya, ya no.
Titubeante se levantó y trató de seguir su camino, pero la culpa la abrazaba y no le permitía coordinar sus pasos, tambaleantes.
"¿Huir fue lo mejor?"
Su conciencia ajetreada hiperventilaba, el remordimiento corría junto a ella escarnecidamente susurrándole al oído "Sigue huyendo cobarde. ¿Crees que podrás escapar de mi?".
Con cada paso se asfixiaba mas en su angustia y su corazón se convertía en presa del delirio.
"¿Asi que no tenias otra opción?" le decía.
"Era ella o yo… Ella o yo" Repetía frenéticamente para tratar de acallar esa atisbadora voz.
"¿Huir fue lo mejor? ¿Acobardarse como una rata y abandonarla?… Abandonar a tu amiga… Que nivel" Casi pudo distinguir entre las sombras la sonrisa escalofriante de aquel ser que acechaba en su cabeza.
Nuevamente las lágrimas cristalizaron el oscuro camino, y su andar terminó fallando. Cayendo al suelo justo como hace un rato lo hizo su amiga, rompió a llorar.
No era solo un llanto. Era embajador del dolor agudo que implica el perder a alguien amado, de la impotencia de no poder solucionarlo, la culpa de no haber hecho nada para impedirlo, la rabia hacia si misma por dejarlo huir… Con un sollozo frío dejó escapar su alma.
"Lo siento mucho amiga… Te quiero." Fueron sus palabras de despedida hacia ella.
Tendida en el suelo sucio de una callejuela se quedó dormida. Con la esperanza de no despertar al día siguiente. Con la expectativa de que todo halla sido un mal sueño, que nunca sucedió.
Susurrando "era ella o yo" dormitaba, aún entre lágrimas. Susurrando y sonriendo.
Así pasaron las horas, hablando entre risas. Y, riendo a carcajadas, se quedó dormida. Convencida de que nada pasó…
Tal vez, no quería sufrir con su recuerdo. Tal vez, lo que sucedió luego solo fue un mecanismo de autodefensa.
Tal vez.
Lo que sabemos, es que cuando la encontraron estaba demente.
Completamente loca, ella… logró escapar.