Se giró al escuchar el grito, no podía creer lo que veía. Todo sucedió muy de prisa, de pronto todo cobró sentido en su interior, todo lo que había pasado años atrás y que no debió ser y que ya no había forma de evitar.

El disparo retumbó en sus oídos. El cuerpo de quien había sido su hija cayó inerte al suelo sobre un charco de sangre, el disparo traspasó su cerebro haciendo volar sus sesos manchando el rostro del padre de aquella vida perdida.

Frías lagrimas se deslizaron por sus mejillas, un dolor profundo se apoderó de su pecho, pero pronto se dio cuenta de que no era la pérdida que causaba su dolor, sin darse cuenta una segunda bala se escuchó y cruzó su interior dejando así una gran mancha escarlata que se expandía rápidamente, con incredulidad se dejó caer en sus rodillas perdiendo fuerzas y dirigió una ultima mirada a su asesino.

Abrió los ojos sorprendido por la imagen que había visto al parpadear.

—¿Señor?

Observó aturdido al pastor, aquella visión lo había distraído de su propia boda. Regresó de nuevo su atención a la mujer frente a él, mirándolo a través de sus pestañas inocentemente, sin saber que había sido la protagonista de aquel vistazo del futuro, quien disparaba el arma.