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Mírate al espejo zombie - por El Graffo+18
Los anuncios de la marcha zombie invadían las calles, mi computador, los escaparates de las tiendas con las máscaras y tintes para simular sangre, y las peluquerías que ofrecían el servicio de maquillaje. Marcha zombie al desayuno, al tomar el autobús y marcha zombie antes de dormir.
Cada vez que veía esa publicidad pasaba mis dedos por las cicatrices de mis antebrazos. Reales, abiertas y comentadas por los transeúntes que las vieran en la calle. Irene también tenía una cicatriz en su cuello, pero prefería mantenerla oculta bajo una gargantilla negra. Ambos habíamos participado en un performance sadomasoquista y esa noche, bajo los efectos de un narcótico que venía en unos panellets que nos ofrecieron, nos cortamos el uno al otro sin experimentar ningún dolor. No solo el rostro estaba adormecido, sino también la capacidad para entender qué era una navaja, el dolor y la piel desgarrada. Despertamos con el ardor en las heridas, con la sangre en la ropa y el extraño vacío en nuestras conciencias que lo recordaban todo, pero como si hubiese sido un sueño.
Pensé que eran así como debían ser los zombies de esta maldita ciudad y su maldita marcha, no ese falso terror, las heridas hechas con plastilina y el público tomándose fotos que terminarían arrumadas en un álbum virtual. Le compartí mi visión a Irene y con el tiempo suficiente conseguimos un libro de recetas para nuestra versión de los panellets, rentamos un local cercano a la avenida donde tendría lugar el evento y promocionamos el maquillaje especial con las fotos de nuestras cicatrices.
Llegado el 31 de octubre, comenzaron a llegar los primeros clientes, a quienes ofrecemos el narcótico camuflado entre panellets, dulces y té para vendar sus ojos de la realidad. Como queríamos evitar mirada de los curiosos, la sesión se llevaba a cabo en un pequeño cuarto donde en cuestión de minutos quedaba el cliente listo para la marcha. Irene también repartía los aperitivos entre los acompañantes para que no sospecharan del resultado, mientras yo iba atendiendo al cliente de turno.
Después de inyectarles anestesia,con una navaja de barbería les hacía cortadas en las mejillas, la frente, alguna atravesando el cuello, otras que llegaron hasta el pecho, en los brazos, en los tobillos desnudos. También utilicé ácido para quemarles el rostro. La sangre corría por sus rostros y los retazos de piel caían sobre la ropa o el suelo. Durante cada intervención me aseguraba de utilizar el vocabulario típico de un maquillador para que el cliente viera lápices donde había navajas, tinte en lugar de sangre, trozos de goma que en realidad eran su propia piel.
No los conté, pero estoy seguro de que fueron cientos de personas los que atendí: hombres y mujeres, grandes y adolescentes. Sobre la medianoche abandonamos el local y huimos. La ciudad, que durante horas enteras disfrutó del espectáculo, despertó del efecto narcótico igual que nosotros: fundida en un solo alarido que se esparció por toda la avenida, los callejones, las casas y los espejos, algunos todavía manchados con su insoportable vanidad.
Comentarios (9):
Fernando Falcoff
19/10/2016 a las 07:19
Hola El Graffo. Me ha gustado mucho tu cuento. Me aterrorizó el hecho de imaginármelo. Leerte ha sido una experiencia escalofriante. Saludos
Yoli
19/10/2016 a las 09:48
Hola Graffo.
Tú relato me ha gustado, es muy tenebroso y escabroso. Esta muy bien escrito. Has descrito muy bien a los personajes, esa rabia que tienen y de su plan de venganza.Seguiré leyendote.
Si quieres leer el mio, soy el 67.
Ella
20/10/2016 a las 16:51
Hola Graffo,
Muy bien escrito el relato. En cuanto a la forma, nada que sugerir.
El contenido, impactante. Bien mostrada la ira por el ataque recibido y como se desquitan el 31 de octubre.
Terrorífico, una pesadilla. Logra el objetivo.
Tatei Jautze Kupuri
21/10/2016 a las 22:32
Hola El Graffo:
He visitado tu blog y veo que “Mírate al espejo zombie” no es de tus primeros trabajos, lo que se demuestra en la calidad de tu obra.
Me ha gustado mucho tu historia. Sigue adelante.
Te invito a conocer mi texto marcado con el #167 y a que dejes tus comentarios.
Gracias.
julieta blanco
24/10/2016 a las 17:12
Hola! Perdona mi tardanza! La verdad es que estoy leyendo desde la publicación pero no me había puesto a comentar. Tu relato es escalofriante, ya te lo han dicho. Está muy bien escrito, felicitaciones. Sigo con los pelos de punta 🙂 nos leemos!!
El Graffo
25/10/2016 a las 03:31
Un saludo a todos,
Me he demorado esta vez en leer los textos, pero hoy empiezo a dejar los comentarios que tengo en deuda.
Los invito también a mi web http://www.elgraffo.co
Encontrarán relatos, poemas y columnas de opinión.
Gracias por escribir!
Cheche
27/10/2016 a las 23:31
Hola, El Graffo:
Sin duda, es uno de los relatos más creativos que he leído por aquí. Siento que tiene mucho potencial y que puede ser ampliado y mejorado.
En tu frase “un performance sadomasoquista y esa noche, bajo los efectos de un narcótico”, debes de manejar mejor la sutileza.
Me confundí con esta frase: “igual que nosotros: fundida en un solo alarido” ¿Ellos estaban gritando?
Nos seguimos leyendo.
Un abrazo,
Ch.
Cheche
27/10/2016 a las 23:33
Un punto que me falto: no me pareció atractivo el título.
Abrazo,
Ch.
El Graffo
29/10/2016 a las 00:34
Hola Cheche,
Gracias por dejar tu comentario. Estoy de acuerdo en que el título no es el mejor y en lo personal el relato no me ha gustado mucho salvo algunos detalles.
La parte del alarido la asocio con el momento en que ellos despertaron del narcótico gritaron de horror, de manera que los habitantes de la ciudad experimentaron la misma sensación y gritaron a su vez.
¿Me podrías explicar a qué te refieres con la sutileza en la frase que señalas?
Saludos!