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"Sapore vetiti odorem" - por Nick BrooksR.
—Maldita sea, Luis. Nos van a agarrar.
—¡Cállate! Cuanto antes terminemos, antes nos largamos.
Los dos hombres se bajaron del automóvil y se dirigieron hacia la casa.
—¿Estás seguro de que no hay nadie?
—Segurísimo. Si tanto miedo tienes, regrésate. No le diré a nadie que eres un gallina.
Marcos sintió su rostro encenderse. Nadie le iba a llamar gallina a él.
—Vamos, acabemos con esto ya.
La casa pertenecía a la familia Báez. La cabeza del hogar, Benjamín Báez había sido el jefe de Luis y Marcos. Los había usado de chivo expiatorio para salvar su pellejo; y Luis no era de quedarse de brazos cruzados. No le había costado mucho trabajo convencer a Marcos, pero ahora que ya estaban allí, éste se quería echar para atrás.
Los hombres llegaron a la puerta del garaje. Luis sacó una palanca de hierro y comenzó a forzar la cerradura. Después de un corto forcejeo, la puerta cedió.
—Después de ti —dijo, burlonamente.
Marcos entró cuidadosamente, con Luis a los talones. Iba esforzándose por no tocar nada, pero tropezó con una caja de herramientas y armó un ruido de mil demonios.
—¡Serás imbécil! ¿Es que quieres que venga la policía?
Entraron a la casa. Luis encendió la luz.
—Rápido, busca lo que parezca de valor y lo metes aquí —dijo arrojándole una talega de lona a Marcos.
Se separaron; Luis a los dormitorios, buscando joyas y dinero, Marcos en la planta baja.
Encontró unos pocos adornos en la sala, lo único que le pareció de algún valor era un cuadro que colgaba sobre la chimenea. Lo tomó, pensando en llevárselo en lugar de que se perdiera después. Recordó lo que planeaba Luis. Se estremeció un poco, sacudió la cabeza y siguió revisando. Tomó un par de libros que se veían interesantes, si no los vendía, al menos podía leerlos. Recogió una tablet y una laptop y las metió con cuidado a la talega. Se dirigió a la cocina.
Estaba sacando la cubertería de plata cuando Luis llegó sonriente.
—Encontré las cómodas sin llave. Terminemos rápido aquí y nos vamos.
Marcos siguió con los tenedores y cuchillos mientras Luis revisaba la bolsa.
—¿Has metido libros? —exclamó — ¿Y qué piensas que vamos a hacer con ellos?
—Los libros antiguos se venden bien —murmuró Marcos.
—No se ven tan viejos, pero podemos intentar —se encogió de hombros Luis.
Se puso a revisar cajones. En uno de ellos, lleno de libros y cuadernos de recetas, se encontró con uno que estaba encuadernado en piel.
—“Sapore vetiti odorem” —leyó en voz alta — ¡Éste sí que valdrá bastante!
—A ver, préstamelo.
Luis le alcanzó el libro.
—“Sapore vetiti odorem” —dijo, y lo abrió en la primera página. Había una nota escrita con mano temblorosa.
“Benjamín, cuídate mucho. Este libro puede parecer una bendición, pero es todo lo contrario. Maldigo el día en que mi padre lo comenzó a traducir. Si tan sólo lo hubiésemos leído entero antes de usar sus recetas, no estaríamos en este lío. La vida puede parecer injusta a veces, pero si tratas de cambiar sus reglas, te cobrará caro. Léelo, y deshazte de él. Es muy tarde para tu madre y para mí, pero tú aún puedes cambiar el destino de nuestra familia. Te quiere, tu abuela.”
Les pareció un poco extraño, pero el tiempo corría y un libro viejo paga bien, así que lo metieron a la bolsa. Luis fue al auto y regresó con un bidón de gasolina. Roció los muebles de la sala, parte de las escaleras y la cocina. Luego tomó una caja de fósforos y ambos se dirigieron al garaje. Antes de salir, miraron atrás una vez más. Ya era tarde para arrepentirse. Luis encendió un cerillo y lo arrojó al sillón. Los dos hombres corrieron al automóvil y se alejaron a toda velocidad.
A Marcos le seguía molestando la nota del libro. Sacó su móvil, y buscó en el traductor “sapore vetiti odorem”. “Olor y sabor del fruto prohibido”, ponía en la pantalla. El siguiente resultado decía:
“Se cree que el Sapore vetiti odorem era un antiguo cuaderno de recetas usado por los alquimistas. Se desconoce su verdadero autor, sin embargo, reportes escritos de los alquimistas le adjudican su creación a Lilith, la primera mujer en la mitología judía. Suele decirse que sus recetas tienen el poder de hechizar, conceder deseos, curar enfermedades, transmutar materiales, entre otras cosas. Pero el precio a pagar es muy alto. Es un escrito maldito, pero no existen pruebas tangibles de su existencia…"
Comentarios (3):
Alohomora
18/10/2016 a las 09:32
Hola Nick! Me ha gustado mucho su relato. La trama, la acción, el ritmo. Y la historia del libro que me deja intrigadísima! Enhorabuena
Otilia
18/10/2016 a las 15:59
Hola Nick Brooks,
Siguiendo la regla del taller de comentar los tres siguientes al nuestro, he leído tu relato.
Me ha gustado la idea y se lee con fluidez. El reto se cumple porque venganza hay, pero la nota de la abuela no me aclara nada. “Si lo hubieran leído entero…”¿Qué? Por usar las recetas, ¿en qué lío están?
Viendo cómo quedó la casa, Benjamín no pudo cambiar el destino.
Nos leemos. Saludos
Noemi
23/10/2016 a las 02:25
Hola Nick Brooks ,muy buen relato, entretenido y dinámico y con una excente anticipación que engancha.Quizás podrías darle más fuerza al climax aliviándo un poco los detalles del robo -nombrando menos cosas- porque eso distrae un poco al lector.El final es interesqnte, una se pregunta cómo afectará el libro a los ladrones. Un detalle :”La cabeza del hogar” suena anticuado y pretencioso quizás quedaría mejor poner directamente el padre.Bueno, si lees mi relato-11- te darás cuenta de que tenemos muchas cosas en común.Te deseo mucha suerte.