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“Los microdélicos” - por LUCIANO SÍVORIR.
Web: http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/
“Los microdélicos”
Existen en este mundo algunas actividades del hombre tan curiosas que su mera mención convierten a quien las practica en un receptáculo de burlas y risas. Una de ellas, quizás la más notable de todas, es la de los microdélicos.
El término, del griego mikrós = pequeño y délomai = manifestarse, acuñado por primera vez en el 2009 por el filósofo, escritor y filólogo Ricardo Mux, se refiere a quienes hacen militancia en cuestiones mínimas e insignificantes.
En el barrio porteño de Flores, en calle Remedios al 2800, existe un fiambrero que no vende chorizos Paladini. Argumenta que Don Juan Paladini (sí, tal fue el nombre del creador de estos embutidos) cortejó a su bisabuela, allá por el año 1922, y que fue ella, la refinada Adelaida Brunelli, quien le dio inicialmente la idea de elaborar productos inspirados en un viejo cuaderno de recetas de Italia que ella poseía. El fiambrero hasta tiene un cartel en la entrada que aclara, a modo de venganzan y para que no quede lugar a dudas: “Acá no se venden chorizos Paladini”.
Es igualmente llamativo el caso de un profesor de literatura cordobés que intentó liderar una marcha contra los escritos de Dan Brown. Las pancartas leían: “No leo a Brown. Es pura mierda”. A la marcha atendieron siete personas.
Todos somos acreedores de alguna pequeña microdelia en nuestra vida. Hay quienes se rehúsan a comprar una Coca-Cola para hostilizar a la maligna empresa (como si ellos pudieran llegar a darse cuenta), que repudian con fervor a los amantes de los Reality Show, que se ponen incordiosos ante la presencia de médicos oftalmólogos o que se niegan a escribir con tinta negra porque “puede no distinguirse la fotocopia del original”.
Hay, sin embargo, una familia argentina que saltó repentinamente a la fama por contar con una larga herencia de integrantes microdélicos. Todo comenzó con Fernando Aguirre, un kiosquero de Capital que no vendía historietas de Marvel por tener continuidades demasiado incoherentes. Su hijo, Miguel, heredó la microdelia del padre –algunos científicos han comenzado a considerar que podría existir un gen que la arrastre– y fundó la Asociación Contra el Pan con Manteca y Mermelada. La ACEPCMYM. Su lucha, por lo pronto solitaria, busca concientizar al público de los peligros de mezclar ambos productos (serían causantes de acidez estomacal). Agrega que las poderosas compañías de mantecas y mermeladas trabajan en colaboración, aumentando los precios de productos hoy considerados como complementarios, generando un oligopolio oculto y –en última instancia– perjudicando el bolsillo del consumidor final. Que además probablemente tenga acidez.
Miguel tuvo tres hijas. Sofía, la mayor, sólo salía con tipos más bajos que ella. Micaela, la del medio, no compraba ropa los jueves (según sus estudios, publicados en su blog personal, las empresas aumentan los precios un 15% exclusivamente en esos días, pero no lo informan al público). Bianca, aun en edad preescolar, intenta convencer a todos sus compañeros del colegio que los controles remotos intoxican el ambiente más que el humo de los cigarrillos.
Cuando la hija de Sofía, hoy de dos años y medio, comenzó a mostrar rastros de preferir los colores rojo y amarillo por sobre cualquier otro, los estudiosos de la materia comenzaron a concebir la idea de una cuarta generación de microdélicos (algo jamás visto).
Estudios de la Universidad de Princeton, donde opera el Centro de Investigación de la Microdelia, muestran que el 67% de los microdélicos están convencidos de que una periódica e imperceptible militancia va progresivamente carcomiendo las entrañas de un enemigo difuso, y que aquel acto desinteresado les brindará un pedazo modesto del mismísimo cielo.
Según el último censo mundial realizado a través de la red mundial Facebook, un 17% de la población sufre de microdelia, y las posibilidades de que la obsesión por la militancia de cuestiones intrascendentes se transfiera aguas abajo en la genealogía es de aproximadamente un 20%. ¿Es usted un microdélico? ¿Siente fanatismo por alguna manía en particular, que combate con fervor y milita con entusiasmo? Si es así, todavía está a tiempo de corregir el rumbo. La ardiente batalla contra la microdelia, concepto que nos imponen corporaciones oscuras lideradas por enanos y zorros parlantes, financiadas por gobiernos imperialistas, puede ganarse.
Debajo de esta nota encontrará el contacto de mi organización: “Juntos contra la microdelia”, un espacio participativo donde podrá movilizarse contra aquellos que militan sobre lo insignificante. El mundo es demasiado caótico y tenebroso como para andar preocupándose tanto por las pequeñas cosas.
Comentarios (13):
UrsusP
17/10/2016 a las 21:57
Hola Luciano!
Encantado de leer tus Microdelias, una serie de hilarantes, variopintas y desafiantes noticias que me han mantenido pegado a la pantalla. Debo reconocer el gran mérito de tu texto, sin duda eres de los que saben ser persuasivos cuando escriben, simplemente atrapas. Y también me gusta ese tono de crítica que nunca deberíamos abandonar todos, si no queremos que tomen otros las decisiones en nuestro lugar.
Te imagino de espíritu joven y seguro de ti mismo, con vocación por la escritura y ganas de hacer algo grande. Yo diría que vas por buen camino, las grandezas se encuentran en multitud de rincones, no hace falta acudir a la mirada ajena para validarlas.
Te felicito y animo a que sigas escribiendo, lo haces muy bien.
Te mando un saludo y me despido hasta la próxima.
Fernando Falcoff
18/10/2016 a las 04:48
Hola Luciano. Ya te lo dije y lo diré nuevamente: en lo personal me gusta mucho tu forma clara de expresar ideas, sin demasiadas vueltas. Los microdélicos (según mi punto de vista) es más un texto periodístico más que un cuento. Una meticulosa investigación sobre la “militancia insignificante” como bien la definís. De todas maneras me interesó el concepto. Creo que podrías elaborar un cuento asombroso en torno a la microdelia. A seguir escribiendo todos los días, mi hermano. Usted tiene talento y dedica su tiempo a actividades enaltecedoras. Saludos desde San Juan, Argentina.
Edu SC
18/10/2016 a las 14:10
Hola Luciano,
Tu historia me ha parecido una joya, perfectamente contada y rebosante de humor irónico. Además, el final es perfecto. Me gustaría aportarte algo, siempre lo intento, aunque sean opiniones subjetivas, pero es que el relato me parece perfecto tal y como está. Sobre todo, en mi opinión, tu cuento destaca entre otros que he leído, algunos de ellos a mi parecer muy buenos, porqué es totalmente diferente, muy original.
Felicidades.
LUCIANO SÍVORI
18/10/2016 a las 16:29
Gente, ¡muchísimas gracias por sus palabras! En general con Literautas trato de enfocar más ejercicios de estilo que “narrativas convencionales”, aprovechando el feedback de todos lados del mundo que puedo encontrar. En este caso, hace poco había reseñado Pierre Menard (de Borges) para mi blog, y quise hacer algo con la misma vibra.
Por cierto, si quieren pueden darse una vuelta por el blog, donde subo más relatos míos. De nuevo: ¡gracias!
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/
PD: ahora me paso por sus relatos a dejarme mis impresiones.
Tarquino
18/10/2016 a las 21:45
Me gustó mucho, mucho. Está bien escrito, deja una enseñanza, atrapa, en fin: Te felicito
María Inés Nuid
20/10/2016 a las 01:46
Hola Luciano, todavía tengo una sonrisa en los labios con el humor ácido de tu relato. Me encantó y te felcito.
Suelo hacer mis comentarios y luego revisar los realizados por mis predecesores, pero caí en la tentación, y los leí antes, el comentario de Fernando sobre que no es un relato quedó navegando en mi pensamiento, lo releí y creo que sí es un modo muy particular de contar una historia.
Gracias por regalarnos tu humor agudo y un tanto mordaz. Espero tengas oportunidad de pasar por mi relato es el 136.
Nos seguimos leyendo. Un abrazo
NOTA: me hiciste recordar a algunos amigos que son poseedores de ese tipo de humor.
Mariaje
21/10/2016 a las 08:45
Hola Luciano,
No conocía la palabra «microdelia» ni sabía que esas pequeñas manías con tintes idealistas, que creo que muchos tenemos, tenían un nombre. Así que, gracias por el caracter informativo de tu texto, que de hecho, como te han comentado, al principio me pareció casi un artículo periodístico.
La verdad es que me ha interesado toda la lectura, aunque vi un cambio de registro en medio del texto: primero informativo y luego, cuando empiezas a hablar de la familia argentina, más “literario”. La primera parte me pareció interesante como quien lee algo en el periódico y la segunda me gustó más y me hizo reír. Muy buena.
Como pequeña consideración te diré que, según mi opinión, aunque ambas partes me han gustado en su estilo, creo que en un mismo texto es mejor mantener el tono: o “periodístico/informativo” o “literario/ficción”. No soy experta, hablo solo guiándome por mis propias sensaciones al leerlo: me “irritó” el cambio. Creo que es un relato magnífico (la segunda parte), muy buen tema, mucho humor y mucha ironía (sobre todo al final, jeje).
Felicidades y un saludo.
LUCIANO SÍVORI
21/10/2016 a las 14:11
¡Buenas a todos!
Me pasé por sus relatos para dejar mis comentarios. Gracias por los suyos, siempre son beneficiosos para seguir mejorando.
Tatei Jautze Kupuri
22/10/2016 a las 17:13
Hola LUCIANO SÍVORI:
Pues lo diras de broma pero has acertado.
Es una obra excelente. Tienes talento y pones buen nivel en este taller.
Sería un placer recibirte en el #167 y conocer tu opinión sobre mi texto.
Gracias.
Denise
24/10/2016 a las 23:18
Como siempre, saliendo bien parado de los experimentos XD Me gustó la mezcla entre el tono más o menos serio del informe y la ridiculez de las causas; ese contraste, para mí, funciona siempre.
Y por cierto, tengo un almacenero microdélico, que no vende nada de La Serenísima. Y hace bien, porque igual, yo no iba a comprarle nada de esa marca :PPPPPPPPPPPPPPPPPPP
¡Saludos!
Peter Walley
27/10/2016 a las 21:20
Hola Luciano,
Una idea muy original y muy bien contada, me he divertido mucho leyendo tu relato. Parece más una historia que podría aparecer en una revista que un relato en sí, pero eso no es necesariamente malo.
Habría mucho que debatir, pero podrías haber analizado las dos subfamilias de microdélicos (aunque la pertenencia a una u otra dependerá de la simpatía del que mire): los simpáticamente excéntricos y los simplemente gilipollas.
Enhorabuena por tan original relato, sigue así.
Saludos,
Peter
Saludos,
Peter
beba
28/10/2016 a las 00:31
Hola, Luciano: Los argentinos, en general, y los cordobeses,en particular, como sabes, somos propensos a las microdelias, sobre todo si no sabemos muy bien de qué se trata. Tal vez le pase a la mitad más uno en el mundo.
Me gustó tu texto, chispeante y ocurrente. Sólo por no armar una microdelia, me reservo la opinión acerca de si tu texto es un informe o un relato. Que es bueno, es bueno.
Un saludo.
beba- 141
Marcelo Kisi
04/11/2016 a las 17:15
Hola Luciano!
Tu texto es simplemente brillante. Aunque medio haya pasado la temporada 37, no me lo quería perder.
Un solo aspecto para comentar, no sé si llamarlo error. Me hiciste acordar de Dolina, supongo que lo conocés y te inspira. Lo de Flores me da una pista. Pero mi comentario tiene que ver con el aspecto del género. Dolina hacía introducciones así en la revista Humor -luego todo recopilado en las Crónicas del Angel Gris- que referían un fenómeno determinado, en este caso la existencia de las microdelias, y luego refería un relato específico, muchas veces ocurrido a los Hombres Sensibles de Flores, que se inscribía en el contexto de este fenómeno. En tu caso, pensé que hacías lo mismo cuando empezaste a hablar de la familia Aguirre. Pero luego volviste al tono académico o articulista. Con lo cual, no termina de ser un cuento, sino un artículo de aquellos, brillante, humorístico, irónico, con crítica social, sencillamente espectacular. Pero a partir de ahí, yo me hubiera enfocado en uno de los casos, como la cámara que hace un paneo general al principio de la peli, para terminar siguiendo a un personaje central hasta un gran desenlace, que aquí está ausente.
En fin, pero fuera de esa disquisición genérica, me saco el sombrero. Incluso te propondría iniciar juntos un movimiento cuyo lema sería: “Aparición con vida a la Revista Humor”. Pero no lo voy a hacer. Sería una microdelia.
Abrazos y nos leemos!