Literautas - Tu escuela de escritura

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La vecina de mi abuela - por Osvaldo Mario Vela SáenzR.

Tras la muerte del abuelo, en mi primera visita, la abuela habló largamente conmigo. Ella sabía de mi profundo amor por Él. A mis diez y seis años el tema no era entendible. Un suave tocar a la puerta nos volvió a la realidad. Era la vecina de mi abuela quien venía a darnos el pésame. Lucía estaba por cumplir los trece; su belleza y sonrisa angelical me cautivaron. Su carácter callado era tan comunicativo como mil palabras; al verlas fundidas en un amoroso abrazo, yo opté por dejarlas solas. Rato después la vi partir, de verdad que era bella.
Aparentemente mi abuela pensaba en su soledad cuando me entregó las llaves de su coche y dijo:
—El auto es tuyo, nunca dejes de visitarme.
— Te lo prometo.
Por tres años, cumplí fielmente mi promesa hasta que se llegó la hora de asistir a la universidad. Mi abuela hizo una cena para despedirme. Esa tarde la encontré atareada; sobre la mesa de la cocina tenía un libro de recetas indígenas abierto en la página once. El titulo leía “Pavo silvestre al mole”. Entonces la curiosidad me llevó a un mundo culinario desconocido para mí. Cada página contenía un platillo diferente. Al darse cuenta la abuela de mi interés por el libro me dijo:
—El platillo que te estoy preparando es de pollo y no de pavo silvestre como dice la receta. Además, el libro te lo regalo.
Lucía era la única invitada a mi cena. Ay mi abuela.
El verla tan modosita, sentada a la mesa compartiendo la cena conmigo, despertó en mi un deseo atrevido; que tal la conquista de aquel ángel antes de partir. Al mismo tiempo y como un reflejo a mis intenciones la actitud de ella cambio; se volvió distante, la angelical sonrisa desapareció de sus labios; mi faena se tornaba difícil. Me tiré como torero al ruedo; con premeditación y sin que ella lo esperara la tomé de frente y le planté un beso. La respuesta no dilató. Una sólida bofetada dio paso a un cachete granadino. Ella salió de prisa rumbo a la cocina y yo tras ella irrumpimos ante la abuela. Doña Josefita, como exenta de toda malicia, le preguntó a Lucía si le había gustado la cena. Lucía asintió para después dar las gracias y despedirse. La abuela me hizo entonces una sugerencia.
—Alberto porque no le regalas a Lucía el libro de recetas que te di.
Yo, todavía dolido por el desprecio y aquella cachetada que calaba en mi alma de conquistador, pensé en romperle la cabeza con el recetario. Además era el regalo que merecía; un libro fuera de tiempo como ella. Bajo la mirada de mi abuela, le dije socarrón:
—Lucía te lo doy de corazón.
Terminé la Universidad. Felicitaciones me llovieron pero no la de mi abuela. Ella me dejó encargada su casa y la granja. Mi profesión de Médico Veterinario tenía un lugar para florecer. Llegué de noche a su casa. El servicio de luz cortado, pero no me importó, ahí en la oscuridad pensé en que sería de la vecina.
El nuevo día me recibió esplendoroso, me afané toda la mañana en la limpieza del patio, me preparaba a pagar los servicios adeudados cuando vi llegar a Lucía, traía un domo desechable de tres compartimientos en sus manos.
—Esto es para darte las gracias por el libro y para disculparme por lo insulsa que fui aquel día.
Yo callado. Sí ella supiera que con aquel obsequio quería romperle la testa, no me daría las gracias. Ella, sin más, se alejó con coquetería. Al llegar al portón de salida se volvió y vaya sonrisa que me obsequió.
El platillo traía pegado un recado que decía: páginas once, treinta y quince. Lucía me regalaba, en esencia, el platillo preferido de mi abuela.
La vida a veces es más larga que setecientas cincuenta palabras, por eso debo contarles que han pasado veintinueve años de aquel platillo único que Lucía preparara. Hoy tenemos cena en casa. Los hijos vienen de visita. Que aromas llenan el entorno. Me acerco y arriba de la mesa está el recetario. Al abrirlo me topo con la página del autor.
Este libro no solo contiene recetas de nuestras raíces indígenas sino que también posee el embrujo de lo desconocido. Quien regale este libro a una persona querida, obtendrá de ella, un amor inquebrantable y eterno.
Un objetivo de venta más profundo que el recetario mismo, a mí solo me mostraba que “la venganza es dulce”.

Comentarios (21):

Osvaldo Mario Vela Sáenz

17/10/2016 a las 18:37

Un Saludo para todos. Finalmente regreso a mis labores de escritura y les comunico que mi salud es excelente, aunque mi movilidad esta limitada al uso de un cuadro para caminar. Esto no me impide el seguir interesado en el taller de Literautas.
En cuanto a mi escrito debo aclarar el cambio de una palabra al final del segundo párrafo donde dice “platillo” debe ser “animal”.

Luis Ponce

17/10/2016 a las 19:05

Hola Oswaldo Mario:
Como siempre es grato el leerte.
Sinembargo tengo algunas dudas en la forma:Ay mi abuela debería ir entre signos de exclamación para que no pierda el sentido de la frase:¡Ay, mi abuela!
La frase “que tal la conquista de aquel ángel antes de partir” debería ir entre signos de interrogación.
Hay frases que no terminan de convencerme:”la respuesta no dilató”, “sólida bofetada”, ” yo tras ella irrumpimos ante la abuela”,”un libro fuera de tiempo como ella”,”Ella me dejó encargada su casa y la granja”(debemos suponer que en herencia).
El epílogo me parece contradictorio entre: “Quien regale este libro a una persona querida” y “la venganza es dulce” no entiendo lo de vengarse de una persona querida.
Creo que las vacaciones me han afilado el criterio del comentario, pero estaba acostumbrado a mayor cuidado en tus trabajos.
Sabrás disculpar mis notas.
Sinembargo, siempre es un gusto leerte.

Luis Ponce

17/10/2016 a las 19:07

Disculpa que no haya topado el tema de tu salud. Me alegro que esté excelente y espero que lo del cuadro sea un asunto temporal.
Un abrazo.

Juana Medina

18/10/2016 a las 16:30

Bienvenido Osvaldo Mario,
¡Qué bueno que ya estés mejor! Yendo a tu historia:
Una historia bonita, con cierto toque romántico. Por supuesto Luis Ponce te ha echo las correcciones o sugerencias del caso, y yo no soy una especialista en el tema. Se nota un poco que has trabajado apurado o después de un tiempo de estar alejado del ejercicio, lo cual se entiende perfectamente. Todo tiene arreglo y no llega a estropear lo bonito de la historia.
Adelante y ánimo. Gracias por tu visita y tus aportes.
Hasta el mes que viene. Un abrazo

José Torma

19/10/2016 a las 19:22

Compadre Osvaldo.
Ya había tenido el gusto de leer tu relato en una versión más larga. Reitero el tratamiento de “Él“, no me parece correcto, pienso debe ser él, en minúscula.
Alguna de las frases que te comenta Luis, pienso es por la diferencia idiomática, a mí me sonaron muy normales, pero tú y yo somos mexicanos y norteños para acabarla.
Un gusto leerte y saber que vas mejorando.
Un abrazo y felicidades.
José
p.d. no sigo los comentarios, por lo que si te apetece comentarme algo, te agradeceré lo hagas en mi correo.

Roger/NHICAP

20/10/2016 a las 11:15

Hola Oswaldo,
Un placer leer de nuevo algo tuyo. Antes de nada mis deseos que mejore tu salud, mucho ánimo.
A mí me ha gustado tu relato, escrito con sencillez y enorme delicadeza. Una historia muy romántica narrada, en mi opinión, de más a menos, la parte final pierde fuerza, aunque en conjunto me parece un buen trabajo.
Mis años vividos en México, me permiten comprender muy bien el lenguaje cotidiano, tan propio de las gentes de allá ,que empleas. Mis amigos mexicanos cuando nos comunicamos por whatsapp me escriben “Qué bueno saberte bien” cuando yo escribiría “Me alegra saber que estás bien”.
Pienso que la diversidad de nuestro idioma, que vemos en este foro, es una de sus fortalezas. A mi, al menos, me agrada leer a los compañeros con sus giros, particulares de cada país.
Hasta la próxima Oswaldo, te mando un abrazo.

Marazul

20/10/2016 a las 12:27

Hola Osvaldo, me pasa como a Roger, que me gusta encontrar giros propios de los diferentes países de origen de cada uno. Cuando el lenguaje es coloquial, éste adquiere más riqueza.
Yo escribiría “dieciseis” todo junto en lugar de separado. Eso, y la falta de exclamaciones en “Ay mi abuela”, es lo que más me ha chocado.
En cuanto al significado me ha encantado. Es una historia muy bonita, que muy bien pudiera estar basada en hechos reales. Trasmites mucho sentimiento y nostalgia. El cuaderno de recetas encaja perfectamente en este tipo de narraciones: juventud, recuerdos, abuelas, sencillos y sabrosos platos elaborados con cariño……hummmmm…..!
En tu caso la venganza fue dulce….desde luego
Me alegro de que estés bien, Osvaldo. Cuidate
Saludos desde Santander, mi pequeña y bonita ciudad del norte de España

Peter Walley

20/10/2016 a las 20:23

Hola Osvaldo,

Me ha gustado el tono nostálgico que le has dado a la historia y algunas frases, como la del carácter callado que era tan comunicativo como mil palabras. En todo momento parece que estés con los personajes.

Por otro lado, también me despistó un poco la mayúscula en Él, pensé que iba a tener alguna explicación a lo largo del relato, y la última frase creo que lía un poco, yo le pondría otro colofón.

En cualquier caso es una buena historia, es gusto tenerte de vuelta.

Saludos,
Peter

Chiripa

21/10/2016 a las 03:58

Hola Osvaldo!
Como estuve separada de Literautas por casi un año, no supe que habías estado malito.
Me alegra, pues, que ya estés mejor y te reincorpores a las actividades de este extraordinario y variopinto grupo literario. Gracias por tu visita y comentario a mi relato @
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-37/6329

Y ahora comento el tuyo:

A mi, la verdad es que el tuyo me ha gustado mucho. Solo:
* revisaría el orden de las palabras en algunas oraciones, como por ejemplo en “Tras la muerte del abuelo, en mi primera visita, la abuela habló largamente conmigo”

* usaría él en vez de Él

* y daría una pequeña pulitura al final para que quede claro cuál es la venganza.

Te seguiré leyendo!!!!

Saludos.

LUIS

21/10/2016 a las 19:41

Hola Osvaldo Mario, Soy Luis. Gracias por pasarte por mi relato. Bonita historia de amor en la que el cuaderno tiene su protagonismo.
Unos apuntes:
Donde dices”mi promesa que se llegó la hora de asistir” me suena suena raro. Tal vez sea tu forma de expresarte, (el “se” sobra) para mi habla.
“Ay mi abuela” te dejaste los signos de admiración.
“la actitud de ella cambio” le falta el acento en la “o”
A parte de esto un buen relato. Un abrazo y nos seguimos leyendo.

Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)

22/10/2016 a las 04:29

Hola Osvaldo, me alegra saber que vas recuperándote muy bien. Me ha gustado tu relato. Por estos días ando ocupado y no he podido sacar el tiempo para escribir, pero me agrada verte por acá de nuevo. Saludos.

Grumete

22/10/2016 a las 18:45

Hola Osvaldo ,lo primero desearte una pronta recuperación .
Tengo que decir que la lectura se hace amena y fluida.
Sobre la historia me gusto mucho te felicito por un buen trabajo.
Saludos,nos leemos.

Vespasiano

23/10/2016 a las 15:45

Hola Osvaldo:
Desconocía tus problemas de salud, por ello me alegro muchísimo que todo se vaya encausando positivamente para ti.
Muchas gracias por haberte pasado por mi relato y comentarlo de manera tan amable.
Ahora trataré de comentar el tuyo lo mejor que pueda, siempre con la premisa, en primer lugar, de ayudar.
En tu relato veo plasmado los primeros recuerdos, del protagonista, de su buena relación con la abuela y de los desencuentros con la que ahora es el amor de su vida.
Me parece una historia tierna que ha tenido un final feliz.
Aunque sinceramente no alcanzo a ver ninguna venganza, más bien veo un premio que ha ganado el protagonista.
Ahora trataré de hacer algunas observaciones por si te pueden ayudar.
“Ella sabía de mi profundo amor por Él”. Al principio de la lectura pensé que el pronombre “El” escrito en mayúscula era porque podría referirse a Dios; pero al tratarse del abuelo, este pronombre debe ser escrito en minúscula: “Ella sabía de mi profundo amor por él”.
“A mis diez y seis años…”. Aquí veo mal escrito el número “dieciséis”.
También me suenan raras las siguiente oraciones: “…hasta que se llegó la hora..”
“El titulo leía”. Quizá quedaría mejor: “En el titulo se podía leer”
Pero son apreciaciones mías, quizás en tu país sea correcto expresarse de esa forma.
De cualquier manera tu historia me ha gustado.
Felicidades y a por la recuperación total.

DIASPORA

24/10/2016 a las 00:56

Hola, Osvaldo Mario.

Saludos. Me alegro que tu salud este dando pasos positivos.
En cuanto al relato tuyo, es de lectura agradable. Coincido con algunos compañeros en cuanto algunos deslices. No sé por qué, pero lo de la venganza yo sí lo capté. Luisa lo había abofeteado al principio y eso lastimó las emociones de Alberto. Al final por el embrujo del libro de recetas conquista su amor.
Adelante Osvaldo.

K. Marce

24/10/2016 a las 05:38

Saludos Osvaldo:

Muchas gracias por pasar y leer mi relato del mes, y muy contenta que tu salud esté mejorando, con paciencia te irás recuperando; mantén el ánimo elevado y también descansa si se amerita.

He leído con mucha atención tu relato, y la historia tras fondo. Ya sabes, primero opino las mejoras y luego los halagos.
Coincido con ese Él (en mayúscula estamos acostumbrado que se refiere a Dios), la falta de ¡! y ¿?. He notado que no te han mencionado (sin confirmar, porque leí a vuelo de pájaro los comentarios) algunos otros detallitos.
*Se te escapó un espacio entre raya y diálogo (—Te lo prometo.)
*Modificar “Por tres años” con “Durante tres años”. «Por», Indica el espacio de tiempo en que sucede o se realiza una cosa: iré a verte por Navidades/ Iré a las Canarias por el verano. (Es decir, una época en particular) Pero «Durante» Indica el periodo de tiempo que dura algo o en el que sucede. (El cuál marca una cointinuidad). El cual me parece más apropiado para el caso.
* “El libro te lo regalo”, si estudiamos el correcto español, la regla es usar el SVO (sujeto, verbo, objeto- como lo usan el francés, el portugues, el inglés) y se nos pide no usar el verbo al final de una frase, ya que lo convertimos en SOV que es de uso más común en otras lenguas menos conocidas. En este caso, el orden debe ser: Te (s) regalo (V) el libro (O). Lo que lo hace también más natural.
*Con el cambio a «dieciséis», sólo recuerda que va tílde. Cardinales simples: 1-15, las decenas*, 100, 500, 1000. La regla es que desde el número 16-19, (se obvia el 20, por ser simple*) y del 21-29, etc., y el resto de las centenas se consideran cardinales complejos y por ende, se escribirán con acento átono y se escriben: veintiuno, veintidós, ochocientos, dosmil, etc.

Me ha gustado la historia, al principio no comprendí que era un chico, por lo que así como mencionaste a Lucía, se hubiera aclarado el nombre de la abuela y la del chico. Sin embargo, con rápidez comprendí sobre qué iba la historia. El sabor de la venganza, es muy sútil; porque no es una venganza cruenta que se planea, sino un simple deseo momentaneo, motivado por el rechazo y la verguenza. Ese golpe sobre la cabeza de Lucía, se convirtió en un “flechazo” posterior para los dos chicos, cuando ya entraban en la joven adultez.
Un poco precipitado contar (resumir) toda una vida, pero bien dices que setecientas cincuenta palabras, no son suficientes para describir una vida.

Un enorme saludo, muchos parabienes para tu salud y felicitarte por este relato. ¡Nos leemos!

Demetrio Vert

29/10/2016 a las 18:30

Saludos Osvaldo. Gracias por leer y comentar mi relato.

Desconocía lo referente a tu enfermedad, por lo que me alegro mucho de que estés recuperado.

En cuanto al relato te diré que el cuento está bien resuelto. Yo, al que me entusiasman las historias mágicas que por esos paises hermanos tanto abundan, he visto el cumplimiento de una profecía. La que conlleva regalar el libro “mágico”, y eso me ha gustado. Por supuesto que hay algo de vanidosa revancha, diría yo mejor que venganza, pero también ese aspecto le da su puntito de sal a la historia.

Personalmente me gustan mucho los modismos hispanoamericanos. ¡Da tanta riqueza a nuestro idioma común! !Ojalá pudiese yo poder usarlos! Pero, claro, eso es imposible.

Hasta pronto

K.Marce

30/10/2016 a las 10:26

*OSVALDO MARIO VELA SAÉNZ, AGAIN! Con mucho gusto puedes ponerte en contacto conmigo. No me gusta poner el correo en un portal público, pero sí puedes ir a mi blog (dale doble clic a mi nombre), buscar la casilla de “Contacto” y enviame tu correo. Yo te responderé desde mi correo personal. De verdad, aprecio mucho que me tomes en ese alta consideración. Me siento enorme y humildemente, honrada. 🙂 Te dejo esta respuesta aquí, en contestación a tu consulta en mi propio relato. Saluditos, ¡nos leemos!

beba

01/11/2016 a las 01:46

Hola, Osvaldo:
Lo primero, mis parabienes por tu salud.Que Dios te bendiga y la acreciente.
Acerca de tu cuento, me pareció dulce y lleno de vida; cotidiano y armonioso.
Detecté los detalles que te señalaron y concuerdo con los compañeros. Pero el resultado es bueno y creas una atmósfera ingenua, pintoresca y grata.
Un saludo.
beba-141

Wolfdux

03/11/2016 a las 10:15

Osvaldo, pensaba que ya te había leído y no era así, jeje. Disculpa la tardanza. Hay un par de cosillas que ya te han comentado, así que no las repetiré. No me queda del todo claro, si al final el chico y la chica terminan juntos.

Un abrazo y pronta recuperación. ¡Nos leemos!

Marcelo Kisi

05/11/2016 a las 08:59

Hola Osvaldo!
Primero, mil gracias por pasarte por mmi relato y dejarme tu comentario!
Disfruté mucho del tuyo. Tiene un tono nostálgico, muy visual y ameno a la vez.
Sobre todo, me alegro por tu mejoría y que estés de nuevo a las andadas literarias, felicitaciones por todo!!

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