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¡Esos...matan! - por Thelma López LaraR.
¡Esos…matan!
El anciano encontró la llave en la puerta, después de cincuenta años de ausencia.
—Nadie se atrevió a cruzarte. Tú que viste entrar tanta gente, y salir tan pocas por sus propios medios. —dijo el anciano, mientras la iba abriendo poco a poco y ella a la vez dejaba escapar en aquella soledad una sinfonía de quejimbres.
Todo permanecía en su lugar. El polvo y las telas de araña, cubrían cada rincón de la cabaña. Eran los únicos testigos de los años transcurridos. Fue pasando sus manos temblorosas por cada objeto que tropezaba. Cada uno de ellos le evocaban muchos recuerdos.
El viejo se sentó en su banca y con voz pausada expresó:
—Esa noche negra, la lluvia caía como si allá arriba abrieran las compuertas de una represa. El viento que soplaba era tan fuerte, que hacía que los árboles se saludaran infinidades de veces. Los relámpagos, para algo me servían en ese entonces. Gracias a ellos, podía ver por un instante el rostro de aquellos pacientes que atendía.
Luego, pasó sus manos suavemente por la banca y masculló:
—De acuerdo a la mueca de dolor que se asomaba en aquellos semblantes de hombres, mujeres, ancianos y niños. Así, Jacinta mi ayudante, me los iba pasando a este asiento. Saber que muchos de ellos murieron, no de la enfermedad de la fiebre amarilla o de la hambruna, sino de los remordimientos, sufrimientos, angustias y pesares, que la vida va entretejiendo durante el tiempo.
Al pasar por el retrato de sus padres, lo tomó y lo puso cerca de su pecho, y con sus ojos llenos de lágrimas, sollozó:
—Esa noche, Jacinta y yo, estábamos cerrando la puerta, cuando de pronto dos hombres fortachones llegaron con un moribundo en los hombros y me dijeron:
—¡Sálvelo, doctor!
—¿Está con la fiebre? —Pregunté.
—Sí, doctor.
Jacinta y yo, corrimos a preparar el cuarto para atenderlo. Estando todos dentro de las cuatro paredes, escuché su voz que me decía:
—Doctor Isidro, dígales a todos que salgan. Escúcheme, quiero confesarle algo que me ahoga y me mata por dentro.
Al quedarme sólo con él, me tomó de las manos y gimió:
—Deja que mis pensamientos y remordimientos me maten. No hagas nada para salvarme. Esto que tengo no es la epidemia, es una pena que me embarga hace muchos años.
Este señor, era uno de los hacendados más adinerados del pueblo. Su familia había escapado de la fiebre amarilla. Dejando al viejo en la hacienda, únicamente con los empleados.
—Don Augusto, mi deber es salvarlo —insistí.
—Cuando te confiese mi dolor, me vas a comprender y a odiar al mismo tiempo. Acércate, por favor —me ordenó.
Sus manos estaban frías y con una voz baja y ronca, me confesó:
—Yo maté a tu familia. Siempre estuve enamorado de tu madre y como ella nunca me aceptó. Un día, decidí quemarles el rancho. Quedando tu padre atrapado en las llamas, por salvar a tu madrecita y a tu hermano menor. Tu mamá sobrevivió, pero a los meses murió, no resistió el dolor de haber perdido a su amado. Tuviste que abandonar la carrera de médico, para hacerte cargo de tu hermanito. Él también murió de tristeza de ver que nunca más volvería a ver a sus padres.
—Déjame morir muchacho, quiero partir de este mundo, pero antes necesito tu perdón.
Cuando lo perdoné, sus manos se fueron deslizando poco a poco hasta caer en el borde de la cama. Traté de revivirlo, pero él ya había decidido morir. Una semana después, a la cabaña llegaron dos policías de la ciudad. Junto con ellos, también llegaron los dos hijos de don Augusto. Me acusaron de que yo era el único culpable de aquella muerte. Les expliqué todo lo que había hecho para salvarlo. Además, ellos nunca aceptaron que su padre había muerto de remordimiento.
Pasé cincuenta años metido entre rejas. Me robaron la profesión y lo más valioso de esta vida, mi libertad. Sólo las tablas de esta cabaña conocen la verdad. Ese día, antes de que mis manos quedaran esposadas, cerré la puerta de la cabaña dejando la llave colgada en ella, como símbolo de libertad. No quería otra prisionera, bastaba con uno.
Comentarios (21):
Ales
17/06/2016 a las 21:29
Buen relato. Triste, profundo y de calidad.
Un único comentario: hay algunos giros a la hora de escribir que se podrían pulir un poquito más.
Sinceramente, genial. Si tuviese que poner nota, te pondría un 9.
Enhorabuena, sigue así.
PD: Mi texto es el número 70, por si te interesa.
Luis Ponce
17/06/2016 a las 22:33
Hola Thelma:
un relato cargado de sentimentalismo, con una dosis de injusticia que te carcome al leerlo.
Hay muchas cosas que podrías mejorar desde el punto de vista técnico.
En cuanto al argumento, no me cuadra el hecho de que lo nombren como doctor si tuvo que abandonar la carrera. El cuadro psicológico de don Augusto se contradice entre alguien que es capaz de matar e incendiar con el mismo personaje pidiendo perdón, resulta difícil de creer que alguien así pueda tener conciencia y remordimiento.
Solamente algún hecho extraordinario en la vida de este personaje podría causar ese cambio, pero eso no ha sucedido.
Podrías ponerle al borde de la muerte por la fiebre para causar ese cambio de opinión.
Creo que un giro milagroso podría redondear el relato. Piénsalo.
Nos leemos.
Marián
19/06/2016 a las 17:47
Hola Thelma:
Es realmente triste y te deja un poso.
En una segunda lectura he notado alguna incoherencia aunque veo que ya te han comentado. Parece que el doctor no es tal porque tuvo que abandonar su carrera. También me choca tanto remordimiento en don Augusto frente a la ignorancia de todo por parte de los hijos.
Quizá le vendría bien una vuelta a los detalles.
Seguimos.
Saldivia
19/06/2016 a las 22:43
Hola Thelma. Tejiste una historia que aborda un tema profundo y escabroso, y la muy antipática y dolorosa realidad (aún vigente en algunas sociedades como la mía) de la fácil inclinación de la justicia ante el peso del poder económico o político. me hubiese gustado que ahondases un poco en lo que sintió Isidro al escuchar el relato de Augusto; dejas claro que lo perdonó pero ¿que pasó por su mente antes de perdonarlo?
Debe haber sentido un torbellino de sentimientos! tal vez con más longitud, hubiese podido trabajar esa parte de introspección.
Espero seguirte leyendo, ¡Éxito!
Cryssta (Madrid-España)
20/06/2016 a las 08:23
Hola Thelma, a mí me ha sucedido como a otros compañeros, además de que no se entiende que ejerza de médico sin acabar la carrera, está el hecho de que perdone tan rápido al autor de la desgracia de toda la familia, choca bastante, mucho más sabiendo que acaba de enterarse de la noticia. La reacción natural no sería perdonar tan rápido sino sentir dolor e ira.
En cuanto al aspecto formal te diré lo que he visto mejorable:
– en los diálogos, cuando el verbo es dicendi, el punto se pone tras el inciso. Hay una entrada en el blog donde explican bien cómo representar los diálogos gráficamente
– “en aquella soledad” entre comas porque es una aclaración
– “cada objeto que tocaba”, si “tropezaba” querría decir que todo estaba por en medio y se supone que no ha entrado nadie
– “evocaba” en singular pues habla de “cada uno”
– “infinidad”
– “…ancianos y niños, Jacinta, mi ayudante, me los…”
– “Sabed”, entiendo que el anciano está hablando con algunas personas que lo acompañan, entonces no hay que poner el infinitivo sino el imperativo
– “con los ojos” ya se sabe que llora con “sus” ojos
– dices dos veces “Jacinta y yo”, la primera se puede eliminar para no repetir
– “Estando todos dentro de la habitación, escuché su voz…” no se puede estar “dentro” de las paredes, si acaso “entre”
– primero don Augusto trata de usted al doctor y después pasa a tutearle
– una coma tras “escapado de la fiebre amarilla” y sobra la que hay tras “en la hacienda”
– “con voz baja y ronca”
– “Siempre estuve enamorado de tu madre y, como ella nunca me aceptó, un día decidí quemarles el rancho, quedando tu padre atrapado entre las llamas por salvar a tu madrecita y a tu hermano menor.”
– “sobrevivió” hace rima con “murió” y “resistió”
– “murió de tristeza al ver”
– una coma tras “Déjame morir” y un punto tras “muchacho”
– “Me acusaron de ser yo el único…”
– “Les expliqué todo lo que había hecho para salvarlo, pero ellos nunca aceptaron…”
– cuando al principio dices que encontró la llave en la puerta yo pensé que estaba en la cerradura ya que lo siguiente que hace es abrir. Al final dices que deja la llave “colgada”. ¿Colgada de dónde?
– el final no me acaba de cuadrar ¿se puede considerar a una cabaña “prisionera”?
Espero haberte ayudado y que pases un buen verano.
Un abrazo.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 14:58
Hola, Ale.
Muchas gracias por tus palabras. Qué bueno que te haya gustado mi relato. Tomaré en cuenta tu recomendación.
Pasaré por tu relato.
Saludes.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 16:34
Hola, Luis.
Gracias por leer mi relato. Tienes razón al decir que no te cuadra el hecho de que nombren doctor a Isidro, sin haber terminado la carrera. Te comento, que tuve en mente escribir que él estaba a punto de graduarse cuando ocurrió la desgracia de su familia. De esa forma él podía ayudar a su pueblo, aunque no tuviera el título. Además, el relato está desarrollado en una época en donde esta profesión era escasa. La gente del pueblo con su humildad y sencillez lo nombraban doctor porque en ese momento era la única persona que contaba con los conocimientos médicos para la emergencia que estaban pasando.
El otro asunto sobre el perdón de Isidro hacia don Augusto de una manera tan rápida, se tornaba poco creíble en la relato. Definitivamente tienes razón, aquí me hizo falta tejer un poquito la historia, como por ejemplo: que Isidro en el momento en que don Augusto le pide perdón, él recuerda las últimas palabras de su madre en el hecho de muerte. Donde ella le confiesa que conoce al culpable de la desgracia. Que si algún día esa persona le pedía perdón, que lo perdonara, porque antes de partir quería dejar un hijo limpio de corazón. Además, él recuerda que su madre le mencionó, que esa persona ya estaba sufriendo y muriendo por dentro por lo que había hecho.
Te agradezco tus recomendaciones, sólo así podemos mejorar.
Saludes.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 16:59
Hola, Saldivia.
Gracias por tus palabras. Con respecto a tu pregunta: qué pasó por la mente de Isidro antes de perdonar a don Augusto?
Definitivamente compañero, hacía falta plasmar esa introspección que me señalas. En el comentario que le hice a Luis Ponce ahí le comento, lo que pensó y reflexionó Isidro, antes de perdonar a don Augusto. Este es una parte del comentario que le hice al compañero:
“El otro asunto sobre el perdón de Isidro hacia don Augusto de una manera tan rápida, se tornaba poco creíble en la relato. Definitivamente tienes razón, aquí me hizo falta tejer un poquito la historia, como por ejemplo: que Isidro en el momento en que don Augusto le pide perdón, él recuerda las últimas palabras de su madre en el hecho de muerte. Donde ella le confiesa que conoce al culpable de la desgracia. Que si algún día esa persona le pedía perdón, que lo perdonara, porque antes de partir quería dejar un hijo limpio de corazón. Además, él recuerda que su madre le mencionó, que esa persona ya estaba sufriendo y muriendo por dentro por lo que había hecho”.
Gracias por tus sugerencias, sólo así puedo mejorar.
Saludes.
DIASPORA
20/06/2016 a las 17:00
Thelma
Tenés toda la razón con el asunto del doctor. Para personas sencillas o en caso de emergencias hasta el veterinario sirve de algo.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 17:19
Hola, Marián.
Gracias por leer mi relato. Con respecto a tu recomendación de darle vuelta a algunos detalles al relato, te comento que ya lo hice. En los comentarios anteriores, escribí algunos pasajes que hicieron falta para que la historia sea más real.
De nuevo, muchas gracias por tu sugerencia, sólo así puedo mejorar mi escritura.
Hasta pronto.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 18:07
Hola, Cryssta.
Gracias por leer mi relato.
Con respecto a los dos puntos que me señalas y que no terminan de convencerte: que Isidro ejerza de médico sin acabar la carrera y el hecho de que perdone tan rápido al autor de la desgracia de toda la familia. Te menciono que en los comentarios anteriores que le hice a los compañeros, retomé la historia y le agregué ciertos pasajes para que ésta sea más real.
En cuanto a tus recomendaciones de aspecto formal, las tomaré muy en cuenta. Te agradezco que hayas tomado tu tiempo para hacerme anotaciones tan precisas.
Con respecto al final de la historia, el hecho de dejar la llave en la cerradura, equivale que no está negada a nadie, que es libre para el que la necesite, aunque esta sea una cabaña.
De nuevo, gracias por tus aportes, sólo así podré crecer en el arte de la escritura.
Saludes.
Thelma López Lara
20/06/2016 a las 19:37
DIASPORA
Gracias por leer mi relato.
Efectivamente, esa es una de las características de los pueblos. Darle méritos a aquellas personas que tienen un poco más de conocimientos en determinadas áreas.
Pasaré por tu relato.
Saludes.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
22/06/2016 a las 04:44
Hola Thelma, tu relato nos muestra una injusticia, que en ocasiones, resulta más común de lo que se quisiera. Con tu relato me has dado la oportunidad de apreciar la gran cantidad de variantes que puede tener un mismo inicio de texto. El tuyo no hace referencia a los ancianos que olvidan o que están solitarios entre los textos, como sucede en el mío. Hasta pronto y saludos.
Thelma López Lara
22/06/2016 a las 14:39
Hola, Leonardo.
Gracias por leer mi relato. Efectivamente, la historia está cargada de injusticia. Esa que vemos a cada rato a la vuelta de la esquina, como decimos popularmente.
Pasaré por tu relato.
Saludos.
Laura
23/06/2016 a las 10:37
Hol Thelma.
Me gusta como ambientas la historia y la injusticia.
No puedo dejar de ver los aspectos técnicos que ya te han señalado por lo que no voy a reincidir.
Tal vez faltó un poco de tiempo para dejarlo reposar y retomarlo con otra mirada.
Pero la idea está muy buena.
Sigue escribiendo.
Thelma López Lara
23/06/2016 a las 17:25
Hola, Laura.
Gracias por la sugerencia. Tienes razón al decir que hizo falta ponerlo en reposo y luego retomarlo. Esa práctica es muy sana.
Saludos.
Fonta
23/06/2016 a las 18:32
Me gusto la historia, tiene mucho sentimiento, y un poco de dolor tambien, con respecto a signos y demás no sabría decirte, soy nuevo y todavía no aprendí sobre eso, así que solo puedo opinarte sobre tu historia, la cual me gusto mucho
Si gustas te espero en ell mio (nro 125)
Thelna López Lara
24/06/2016 a las 01:34
Hola, Fonta.
Gracias por tus palabras. Pasaré por tu relato.
Saludos.
Thelma López Lara
24/06/2016 a las 05:30
Hola, Fonta.
Qué bueno que te haya gustado mi relato. Pasaré por el tuyo.
Muchas gracias.
Menta
26/08/2016 a las 10:52
Buenos días Telma López Lara. Llego muy tarde a tu relato y veo que te han indicado muchas cosas para mejorarlo. Yo solo tengo dos observaciones, que espero, te sirvan:
1 “quejimbres” no viene en la RAE. Viene “quejumbres”, como quejas frecuentes. Quizás en tu tierra lo digais así y no esté recogido por la RAE.
2. “Infinidad” significa: Gran número y muchedumbre de cosas o personas. Por lo que no tiene plural.
Tu relato me ha gustado y lo has ambientado muy bien. Sigue escribiendo que me gusta mucho como lo haces. Menta
Thelma López Lara
07/09/2016 a las 18:56
Hola, Menta.
Muchas gracias por tus observaciones y palabras de aliento, y qué bueno que te haya gustado mi relato.
Te cuento, en ciertas regiones de mi país (Costa Rica) decimos “quejimbres”.
Gracias por el aporte del uso de la palabra “infinidad”. Investigando, he encontrado que esta palabra es un sustantivo cuantificador, por lo tanto no amerita pasarlo a plural.
Un abrazo a la distancia.
Thelma