Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

El silencio - por NaimaR.

El anciano encontró la llave en una piedra hueca a un lado de la puerta, donde siempre la dejaba escondida al salir de la pequeña cabaña.

Ese día estaba siendo intenso, pues habiéndose levantado antes de que amaneciera, marchó con los primeros rayos de sol a recopilar algunas hierbas y plantas que usaría para tratar las diversas dolencias de los aldeanos. En el poblado era muy reconocido, querido y admirado como sabio y sanador, ya que parecía disponer de un remedio para cada enfermedad, así fuera de la mente, del cuerpo o del alma.

Una vez recolectadas las plantas, había bajado hacia el pueblo. Tenía una larga senda bosque a través hasta llegar. Aunque, acostumbrado a caminar por el que ya consideraba su bosque sólo tardaba una hora larga en realizar dicho trayecto, la edad iba haciendo mella en él y solía regresar bastante cansado los días en que se acercaba hasta allí. Si bien el bosque le proporcionaba prácticamente todo lo que necesitaba para vivir, aún debía abastecerse con algunos materiales para los que requería relacionarse ocasionalmente con el resto de la humanidad.

Hacía años se había aislado de lo que él llamaba con una sonrisa irónica "el mundo civilizado" y las personas, retirándose a ese lugar para él idílico en el que el tiempo no parecía transcurrir y donde se sentía en paz y en conexión consigo mismo y la naturaleza. Según decía, vivir en el bosque era su fuente de inspiración y sabiduría y no necesitaba nada más, pues simplemente estando en aquel lugar se sentía completamente feliz.

Ese atardecer, cuando llegó de regreso a la cabaña, dejó allí los enseres que traía y salió de nuevo hacia un claro en lo más alto del bosque. Desde ese emplazamiento podía disfrutar de unas maravillosas vistas del sol poniéndose a lo lejos sobre el mar e iluminando todo de un color anaranjado que le llenaba y revitalizaba. Así, junto al resto de seres vivos que poblaban el bosque, el anciano despidió al día que se iba y dio la bienvenida a la noche. Fue en ese preciso momento cuando a su corazón llegó una inspiración: era el momento de transmitir sus conocimientos. Pero nadie que él conociera disponía de suficiente anhelo para entregarse a tal labor de aprendizaje, por lo que optó por dejar su sabiduría por escrito.

De tal manera que desde entonces se entregó sin descanso a la labor de escribir durante largos días y noches que cada vez, tenía la impresión, se iban haciendo más cortos. Tenía la sensación de que su tiempo se acababa y quería transmitir su saber antes de que esto sucediera. Nadie sabe con certeza el tiempo que dedicó a escribir.

Mucho tiempo después, y echando en falta al anciano que no había vuelto a ser visto por la aldea, algunas gentes decidieron acercarse a la cabaña. Allí le encontraron sentado serenamente en postura de meditación, pues fue entonces cuando se había presentado la muerte. Sobre la mesa, un libro parecía invitarles a abrirlo. En la primera página se podía leer: "El comienzo de la sabiduría es el silencio".

Comentarios (8):

Dante Tenet

18/06/2016 a las 00:11

Naima:
Me ha gustado la historia y en realidad me he quedado con ganas de un final màs jugoso, puede ser que la limitación de las 750 palabras y una introducción demasiado larga, no te hayan permitido desarrollarlo más, pero te queda una buena punta para desarrollar el relato.

Nos estamos leyendo

Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)

18/06/2016 a las 03:41

Hola Naima, lo primero que deseo expresar es mi agradecimiento por la visita y el comentario que has hecho a mi relato. He venido luego a leer tu texto y encuentro que tu historia tiene algunos puntos en común con la mía. Yo no menciono el mar en mi escrito, pero en mi imaginación el mar está ahí muy cerca. De alguna manera hubo cierta sintonía en nuestras creaciones.
Saludos.

Laura

18/06/2016 a las 21:37

Hola Naima.
Un relato muy dulce, con una maravillosa frase final.
Me quedó un poco rara la palabra “recopilar”, que fundamentalmente se aplica a textos, sin embargo en su primer significado se acepta. Por consiguiente, es válido.

Naima

19/06/2016 a las 09:23

Dante Tenet, tienes razón, no estaba inspirada y me resultó difícil llegar a escribir algo. A ello también se unió la dificultad del reto adicional, ya que no podían aparecer más personajes, con lo que la historia me salió bastante estática a mi modo de ver… Gracias por tu comentario, nos leemos 😉

Laura, gracias por comentar, me alegra que captaras esa dulzura, un saludo! 🙂

Wiccan

19/06/2016 a las 19:59

Buenas Naima,

Un bonito relato de conocimiento de uno mismo y amor por la naturaleza. Me ha gustado sobretodo la parte en la que describes el atardecer, te ha quedado muy bien.
Al leer esa última frase me pregunté si estabas hablando de alguien conocido y buscando en internet he visto que esa frase la dijo Pitágoras, ¿era tu intención retratarle? En algunas cosas veo similitudes como el hecho de que no tuviese alumnos en un primer momento pero en el desarrollo de la historia se separa de esa figura.
Cuestiones de forma que noté:
– Repites bastante la palabra “bosque” muy cerca, sería bueno evitar alguna para no hacerlo repetitivo.
– En “De tal manera que desde entonces” eliminaría “de tal manera”, suena forzado y parece que das una vuelta que no es necesaria.
– En la frase “Mucho tiempo después, y echando en falta al anciano que no había vuelto a ser visto por la aldea, algunas gentes decidieron acercarse a la cabaña” me pasa un poco lo mismo, parece que das muchas vueltas, yo la reduciría “Mucho tiempo después, y echando en falta al anciano, algunas gentes de la aldea decidieron acercarse a la cabaña”.
Muchas gracias por haberte pasado por mi relato y por tus comentarios. Un saludo!!!

Naima

19/06/2016 a las 22:09

Leonardo, sí, yo pensé lo mismo, las historias tienen algo en común 🙂

Wiccan, gracias por tus comentarios, me has hecho ver algunas cosas. Y sí, la frase es de Pitágoras pero sólo la puse ahí buscando alguna frase sabia con la que el anciano pudiera titular su libro y que diera fin a la historia…

Melisa

19/06/2016 a las 23:40

Hola, Naima!

Gracias de nuevo por tu visita a mi relato. 🙂

Tu relato es agradable de leer y fluye con naturalidad.

Lo que me parece que le sobra es el dato del lugar en el que el anciano esconde la llave de la cabaña. No le encuentro utilidad en la historia. ¿En qué momento la encuentra allí?, ¿antes de ir a ver el atardecer? Si fue en ese momento, tal vez estaría bueno que hicieras mención de la llave en el quinto párrafo. 😉

Un gusto leerte,

Hasta la próxima!

L. Daniel Caballero

20/06/2016 a las 14:50

Bastante profundo, Naima, bastante profundo… :/ y muy bueno en sí ;3

Espero volver a leerte en los proximos meses, saludos!!! 😀 😉

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *