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El plan B - por Marcelo Kisi+18
Web: http://www.contarelcuento.wordpress.com
El anciano encontró la llave en el lugar donde le había dicho Lorenzo, entre dos arbustos en el jardín delantero. Miró para ambos lados, buscando testigos. Era la una de la mañana y él iba con gorra y barba postiza, como en los viejos tiempos, pero ninguna precaución era suficiente. Si lo iban a atrapar, que no fuera allí ni ahora. No todavía.
Lorenzo había llegado a su departamento ensangrentado y jadeando.
—¿Qué hiciste, hijo?
—Ayudame, papá.
Simón no necesitaba demasiadas palabras. Iba a ayudar a su hijo, claro. Después de todo, desde el mismo día en que Lorenzo nació temía que una cosa así sucediera. Era terrible ver crecer a su hijo con un sentimiento de culpa trágico, por algo que todavía no había ocurrido. «Pero decime», se consolaba frente al espejo. «¿Qué padre no tiene sentimientos de culpa, por una cosa o por otra? Hagamos lo que hagamos, los hijos siempre terminarán pagando: miles de pesos en psicoanálisis o años de cárcel.» Pero Lorenzo no. Él estudiaba arquitectura. ¿Qué quería demostrar metiéndose en el negocio de su padre? «De verdad necesita un psicólogo», concluyó. «Para que no vaya a la cárcel».
Lo hizo pasar al baño y lo empujó a ducharse. Lo miró un minuto mientras el agua arrastraba toda la sangre que traía encima, para asegurarse de que no fuera de él. Después le trajo una toalla y ropa limpia del cuarto que nunca había dejado de ser del hijo. Fue a la cocina y le preparó huevos revueltos y vino.
—Ahora me contás —le ordenó a Lorenzo cuando este hubo terminado de comer y de temblar.
Y Lorenzo le contó. Simón le hizo preguntas, le sonsacó detalles.
—Te quedás acá —selló la conversación, y partió.
La casa era grande y Simón no debía prender la luz. Utilizó la linterna de su celular apuntándola hacia abajo, de modo de crear el resplandor apenas suficiente para ver por dónde iba. Se abrió paso por la sala. Al costado se abría una cocina amplia, con una isla en el medio dotada con todo lo necesario para alimentar a decenas de invitados. El dueño de casa era rico, poderoso y con muchos enemigos.
Se apoyó por un par de minutos en la isla, con dos objetivos: primero, escuchar posibles ruidos que su irrupción pudiera haber desatado, desde las habitaciones, desde el jardín, desde la calle. Todo estaba en orden. Segundo, calmarse, volver la respiración a un ritmo normal. «Estoy fuera de forma, la puta madre», se dijo.
Recorrió el pasillo hasta dar con el muerto, en la entrada del baño. Los disparos no habían sido limpios. El «cliente» se le había tirado encima a su verdugo y hubo forcejeo. Cuando el tipo por fin se desvaneció, Lorenzo lo remató con tres tiros en la cabeza y el cerebro estalló sobre todo el sanitario. Debió dedicarse a limpiar, pero vio luces de coches iluminar la cortina y salió presa del pánico.
Simón vio toda la escena leyendo manchas de sangre y sesos, y volvió a sentir su vieja bronca agridulce: los sicarios dejaban siempre tal enchastre, que solo hacían crecer su prestigio. En el gremio lo conocían como «Simón, el mago de la limpieza». Pero hacía tiempo que se había retirado con honores, asado y discursos chistosos incluidos.
No recordaba haber visto un trabajo peor. Los dedos ensangrentados de ambos contendientes marcaban una pared entera. Incluso la pistola había quedado tirada ahí, a la salida del baño. Otra desprolijidad imperdonable.
Cargar con un cadáver de ochenta kilos le podía costar un ataque al corazón, pero no tenía alternativa. Cuando logró colocarlo en el baúl de su coche, sobre la envoltura de nylon, tuvo que sentarse en el suelo para un largo descanso. Luego volvería a la casa y limpiaría el desbarajuste.
En ese momento los vio. Dos patrulleros con sus luces apagadas se dirigían hacia él. Con las fuerzas que le quedaban, Simón decidió activar el plan B. Sabía desde el principio que era una posibilidad. Volvió a la casa del muerto y corrió dando tumbos hacia el baño. Lejos, en la entrada, ya escuchaba a los agentes que daban sus gritos.
A toda velocidad pasó una toalla por la pared para borronear las marcas de dedos y después, arrodillado, limpió la pistola. Entonces la empuñó fuerte para dejarle sus propias huellas. La volvió a apoyar, justo cuando los agentes se asomaban por el pasillo.
Simón, papá de Lorenzo, puso manos arriba, encandilado por la linterna policial.
Comentarios (32):
Marcelo Kisi
17/06/2016 a las 18:31
Hola amigos, como siempre espero vuestras excelentes opiniones y propuestas de mejora. Ojalá lo disfruten!
Caritobel
17/06/2016 a las 21:11
Hola, Marcelo. Otra vez somos vecinos. Estoy tres relatos más arriba. De todas formas igual siempre te leo, vecinos o no.
Lo formal, dejame pasarlo, porque entiendo que con algunos compañeros, que ya manejan el arte de escribir desde hace mucho, se me hace difícil corregirles puntuación o gramática, excepto que sea algo muy evidente.
Dejame decirte que a esta historia la siento media inconclusa. Tal vez sea por la forma en como das la información, o tal vez, la manera en como la terminas.
Siento que el párrafo que viene después del primer diálogo no brinda ninguna información de relevancia. Podes muy bien incluir los sentimientos de culpa de manera más simple. Engancharía la primera oración con el párrafo que sigue y no cambiaría en nada el sentido de la historia.
El final es muy aplanado. Presentas bien la trama y las partes del relato, pero siento que al concluir lo que contás es, tal vez, predecible.
Qué digas: “Simón, papá de Lorenzo”, me parece innecesario. Ya se entendió que es el papá de Lorenzo desde un principio. Es la frase final, debe ser redonda para el cierre.
“El «cliente» se le había tirado encima a su verdugo y hubo forcejeo”. ¿El muerto había contratado a Lorenzo para matarlo? Porque sino tendría que ser otra la palabra, «el objetivo», «el target». El cliente es quien contrato a Lorenzo, y yo no creo que nadie contrate un sicario para matarse a sí mismo. No sé si me explico.
Por supuesto que tu historia tiene tu marca personal, y tu toque encantador. En un momento me hizo acordar mucho al estilo de presentar las escenas de CSI o Mentes Criminales (las series televisivas), sobre todo la parte de la escena del crimen.
El mes pasado tuve la misma sensación de no estar muy convencida con el final. En este caso particular me parece que todo va muy bien hasta el momento de guardar al muerto en el baúl, después de ahí, no me convence.
Seguro que se trata de algo muy subjetivo.
En general todo es entendible, llevas un buen dinamismo entre hechos y momentos, sos claro y como siempre tenés un maravilloso manejo de las palabras.
Es siempre un gusto leerte.
Besos, y nos leemos la próxima.
Melisa
18/06/2016 a las 01:01
Hola, Marcelo! Este viernes feriado me está permitiendo llegar temprano a visitarte. 🙂
Otra gran historia de vida. Esta vez un anciano con pasado pesado en busca de redención. Muy interesante!
El relato fluye, está bien escrito y te envuelve en un clima de suspenso y adrenalina que te deja con los ojos bien abiertos.
La oración final logra impactar, aunque coincido con Caritobel en que la aclaración del vínculo entre los personajes no es necesaria.
Acá voy con algunas propuestas de mejora:
-«Pero decime», se consolaba frente al espejo. «¿Qué padre no tiene sentimientos de culpa, por una cosa o por otra?…» ——> no cerraría las comillas después de “decime”. Lo escribiría así: «Pero decime —se consolaba frente al espejo— ¿qué padre no tiene sentimientos de culpa, por una cosa o por otra?…»
-Entiendo que el párrafo que empieza describiendo la casa del muerto es una continuación del primer párrafo, pero no lo noté sino hasta después de la segunda lectura. Se me ocurre que podrías empezar ese párrafo mencionando a la llave de alguna manera.
-En el párrafo en el que Simón encuentra al muerto conjugaría los verbos de la tercera oración en un pasado anterior al pasado (se había desvanecido; lo había rematado; le había estallado).
-En el penúltimo párrafo, no queda claro adónde Simón vuelve a apoyar el arma.
Como siempre, un placer leerte. Las tramas siempre complejas de tus relatos permiten mucho análisis y eso está buenísimo.
Abrazo!
Dante Tenet
18/06/2016 a las 01:13
Marcelo:
Como siempre destaco el equilibrio que logras entre diálogo y relato.
Comparto algunos de los comentarios de Caritobel, pero no quiero dejar pasar la ocasión para decir, que siempre con tus relatos me queda la agradable sensación que tienen tela para novela, son ricos en situaciones para desarrollar.
Nos estamos leyendo, estoy en el 67.
J. Davalillo
18/06/2016 a las 01:51
Como decimos aquí en Venezuela. Brutal hermano. Muy bueno tu relato impecable por donde se mire. De verdad gracias por compartir. El mío es el 112 por si quieres leerlo. Saludos
Marcelo Kisi
18/06/2016 a las 03:08
Gracias amigos por sus comentarios! En este caso con más tiempo para responder a cada uno, pausadamente.
Caritobel, qué alegría tu visita! Tomo muy en serio tus comentarios. A mí tampoco me termina de cerrar la ejecución de la idea, la tengo que trabajar más. Solo te digo cuál fue mi intención con lo de “Simón, papá de Lorenzo”: enfatizar su sacrificio, subrayar que el rendirse a la policía lo hace en su función de padre, y no de soporte a sicarios. Más un giro poético que otra cosa, pero se puede rever. Lo de “cliente” para referirme a la víctima lo tomo de la jerga de los sicarios y mafiosos, que así se refieren a sus víctimas. Por lo menos así lo vi en algunas pelis, suena raro, pero no es invento mío. Por eso está entrecomillado. Gracias!
Melisa hola! Me encanta que me visites temprano, así que vivan los feriados! Y gracias por tus sugerencias,las voy a tomar, especialmente la de reenganchar con la llave después del diálogo. Con el tema del pluscuamperfecto tengo la duda, lo quiero investigar más. Obvio que tenés razón en cuanto a que es el tiempo correcto. Pero narrativamente empasta decir todo el tiempo “había hecho, había oído, había entrado”. Entonces se pone una vez para situar al lector en ese tiempo anterior al pasado, y de ahí se sigue en pretérito indefinido normal. Creo haberlo visto así en otros autores, pero quizás me equivoco. Lo de “Simón, papá de Lorenzo”, lo mismo que a Caritobel. Gracias!
Dante, gracias por tu comentario, hace bien al corazón, me alegro que te haya gustado!
Ya me voy a disfrutar de vuestros relatos, abrazos!
charola
18/06/2016 a las 14:52
Hola Marcelo! Coincidimos en el tema del protagonista sicario y también en cuanto al amor que tienen estos hacia su familia, porque ellos también son de carne y hueso y tienen sentimientos.
Me gustó tu relato, pero también estoy de acuerdo con las mejoras que te propusieron. Lo encontré un tanto confuso, lo tuve que leer dos veces y detenerme un poco para entenderlo, lo cual no me ha ocurrido nunca con tus relatos anteriores. Los leía otra vez para que me quede el gusto de una buena lectura, pero no para tratar de entenderlo jeje.
Felicitaciones Marcelo!
Pasa por el mío. Please! Estoy en el 176
Manuel Pla Martí
18/06/2016 a las 17:20
Hola, Marcelo:
He leído tu relato un par de veces, sobre todo los primeros párrafos, porque no le encontraba el hilo. La frase “Miró para ambos lados, buscando testigos”, parece indicar que lo ideal es que hubiera testigos y sin embargo quiere decir lo contrario, no quería que los hubiera.
Luego viene la parte de la ayuda de Simón a Lorenzo, su hijo, y los sentimientos de un padre respecto a su hijo. Se vislumbra en el ambiente algo turbio, pero no se sabe qué es. Al no saber de qué se trata puede que la atención del lector se distraiga un poco pretendiendo entender aquello que todavía no se ha explicado.
Al decir que: “La casa era grande y Simón no debía prender la luz”, yo creía en un principio que se trataba de la casa donde ellos estaban, luego ya veo que no.
Prosigue la narración y todo empieza a encajar, pero en un momento dices: “El «cliente» se le había tirado encima a su verdugo”, claro, la primera impresión es que “el cliente“ es el que paga y si ese cliente acaba con los sesos desparramados, se crea de nuevo una confusión, algo parece no encajar. Luego ya se va viendo todo claro y la historia adquiere sentido.
Que en ese ambiente sórdido del mundo de los sicarios prevalezca la ley natural de apoyo hasta la muerte al hijo, “a la sangre de mi sangre”, hace pensar que esos individuos siguen siendo seres humanos, execrables y deshumanizados, pero algo les queda todavía que los liga al género humano. Bueno, en Medellín, antes de salir a cazar a su presa, se encomendaban a la virgen.
Historia truculenta y como siempre muy bien escrita, las dudas que he expresado antes tal vez tengan que ver con mi comprensión lectora, pero una vez disipadas, después de dos lecturas, todo ha quedado muy claro.
Un buen relato, tal vez un poco diferente a lo que nos tienes acostumbrados, pero precisamente en la exploración de nuevos caminos está la esencia de un buen escritor. Felicidades y gracias por haberte pasado por mi relato.
Un abrazo.
Tavi Oyarce
18/06/2016 a las 18:14
Hola
Rescatable la lealtad de un padre por su hijo en un submundo donde la vida casi no tiene importancia. Escuetamente lo dejas muy bien plasmado. Sin necesidad de recurrir a subterfugios.
Te felicito.
También llamó mi atención el hecho de recalcar que es “papá de Lorenzo”, tal vez tenga algún significado pero no logro encontrarlo.
En la siguiente oración “Lo miró un minuto mientras el agua arrastraba toda la sangre que traía encima” La palabra “encima” creo que sobra.
En el dialogo “—Ahora me contás —le ordenó a Lorenzo cuando este hubo terminado de comer y de temblar. El lector sabe quiénes son los interlocutores, por lo que insistir en:” le ordenó a Lorenzo”, también se podría obviar.
Por último, y por cosa de gusto personal, “discursos chistosos” El adjetivo chistosos” escapa de la trama.
Bueno Marcelo, espero no equivocarme en mis apreciaciones.
Y pura coincidencia, el personaje de mi historia también se Llama Simón, Jajaja
María Kersimon
18/06/2016 a las 21:30
Hola Marcelo,
Gracias por tu generosa apreciación de mi trabajo. Paso a comentarte el tuyo. Lo he leído tres veces hasta poder apreciarlo plenamente con todos sus matices pues resulta ser un texto denso, que va liberando su contenido en pequeñas dosis a quien se toma la molestia de leer despacio. A pesar de tener este aspecto de thriller frío, tiene un sustrato de rico humus literario, recursos de “efecto retardado” que te hacen estrujarte los sesos para encontrar la clave, o al menos a mi. Quizás no sea muy rápida, también es un hecho a tener en cuenta. Antes de hacerte el comentario no he querido leer el de los demás para asegurarme de ser lo más objetiva posible.
A su manera, esta es una historia de amor incondicional y entrega, de culpa, autojustificación y sobrecompensación, bajo las formas de un relato de suspense.
Tiene unas frases reveladoras que en la primera lectura no sueltan su contenido y que tienes que recordar hasta el final para recoger su significado o releer si no tienes mucha memoria, que es mi caso. Una de estas frases-contenedor de materia densa es: “Después de todo, desde el mismo día en que Lorenzo nació temía que una cosa así sucediera”. Y otra no menos densa es: ” Era terrible ver crecer a su hijo con un sentimiento de culpa trágico, por algo que todavía no había ocurrido”. Estas dos frases contienen la clave de todo el relato pero no la entregan en la primera lectura. Te despiertan el deseo de saber más, crean la intriga en alto grado.
Se va devanando el ovillo lentamente por etapas pues vamos viendo que el hijo se ha metido en un lío, que se trata de un encargo de sicario, pero no es hasta el séptimo párrafo que confirmas las intuiciones, sospechas, que lector ha podido urdir: el padre, sicario retirado, se enfrenta con el hecho de que su hijo a pesar de sus esfuerzos, ha seguido sus pasos. Por fin se confirma el temor tanto tiempo aplacado, la culpa tantos años reconducida a través de la autojustificación. Todos los padres son iguales. Por fin se da la situación temida pero esperada y el padre va a poder expiar. Se posiciona firmemente en el papel de padre y tenemos frases densas que muestran este contenido: “Después le trajo una toalla y ropa limpia del cuarto que nunca había dejado de ser del hijo. Fue a la cocina y le preparó huevos revueltos y vino”. Ahí va una frase preñada de amor y de ternura. “—Ahora me contás”. “—Te quedás acá” —selló la conversación, y partió. Son frasesitas escuetas que contienen un mundo de sentimiento, de comprensión, determinación,aunque no lo parezcan. Y por fin, la frase más densa de todas: “Simón, papá de Lorenzo, puso manos arriba, encandilado por la linterna policial”. Es la frase que mejor resume la esencia del relato. El padre sicario que siempre supo que no hubiera debido tener un hijo o que no hubiera debido tener esta profesión para criar un hijo, ve como éste, a pesar de sus esfuerzos por educarlo, reproduce el patrón temido y ofrece su vida por la de él, desde el sentimiento paterno, el deber de protección y el amor al hijo.
No sé si he recibido la historia como tu la has querido contar, pues el lector siempre transforma el relato con su acervo perceptivo y su propia experiencia de vida. Por lo tanto, esta es mi versión.
Me parece muy bueno. Hay un par de cosas técnicas pero seguramente ya te las habrán dicho.
Un gusto leerte. Un trabajo muy cuidado y logrado. ¡Te felicito!
Ahora voy a leer los comentarios de los demás.
Manoli VF
18/06/2016 a las 22:00
Hola, Marcelo.
He visto aquí uno de esos relatos tuyos que tanto me gustan, ejecutado con la maestría que te caracteriza.
No comparto las opiniones que te han señalado Caritobel y Melisa en cuánto al uso explícito de “Simón, papá de Lorenzo” entendí desde el principio la necesidad de esa aclaración en el sentido que quisiste darle: Simón papá, no Simón sicario, y creo que es fundamental que así quede porque forma parte del mensaje del texto.
También concuerdo contigo en lo del uso del pluscuamperfecto al principio ahorrándote las repeticiones, se agiliza la lectura.
Yo veo el final muy bien, con ese plan B que el personaje tiene presente desde el principio.
En lo que respecta al párrafo de la casa de los hechos, creo que se subsanaría fácilmente el cambio de escena con añadir un espacio mayor para diferenciar los bloques.
Para mí tu texto está redondo y además no has seguido la senda del anciano solitario, aunque no hayas cumplido el reto de un solo personaje, creo que el resultado bien lo merece.
Un placer leerte. Esta vez soy el número 131, no te olvides de visitarme 😉
Denise
18/06/2016 a las 23:28
Hola, Marcelo, quería agradecerte el comentario en mi cuento 😀 En cuanto al tuyo, en general estoy de acuerdo con Manoli 😉 No creo que haya mucho más para agregar después de lo que ya te comentaron.
Saludos!
Isolina R
19/06/2016 a las 00:01
Hola, Marcelo:
La historia me ha gustado, pero creo que le conviene un repasillo.
No te repetiré lo que ya te han dicho sobre la continuidad de las comillas.
Te comentaré algunas cosas nuevas:
En: “Era la una de la mañana y él iba con gorra y barba postiza, como en los viejos tiempos, pero ninguna precaución era suficiente” me incomoda que se repita “era” dentro de la misma oración. Además, también tienes repetida esa forma verbal en: “Era terrible ver”, “La casa era grande” y “El dueño de casa era rico” (por cierto, en esta última expresión yo pondría “de la casa”). No son repeticiones muy llamativas porque están alejadas en el texto, pero alguna de ellas podías cambiarla: “Le daba pánico ver” o “Le aterraba ver” o “Sentía terror al ver”…
Hay un fragmento del texto en que aparece la palabra “hijo/s” cinco veces. Creo que sobran por lo menos dos. Podrías poner así: “Iba a ayudarle, claro”, “verlo crecer con un sentimiento de culpa trágico” y “cuarto que nunca había dejado de ser del chico”. El machaque al lector con la reiteración de esa palabra no me parece acertado. Es como si trataras de tonto (u olvidadizo) al lector. Parece que le dices una y otra vez: “Acuérdate de lo que estoy diciéndote, es su hijo. No te olvides, es su hijo. Que te digo que no te olvides, es su hijo”. Así en cinco ocasiones.
En “o años de cárcel.»”, el punto y las comillas deben ir en el orden inverso.
En: “mientras el agua arrastraba toda la sangre que traía encima, para asegurarse de que no fuera de él”, yo pondría: “mientras el agua arrastraba la sangre, para asegurarse de que no fuera la suya”.
En: “le preparó huevos revueltos y vino” yo pondría: “le preparó huevos revueltos y le sirvió un vaso (o una copa) de vino”. Preparar el vino me da que no se hace en un momento. No creo que se fuera a pisar la uva…
Ignoro si en tu país se dice mucho “de modo de”. En España no se usa. Yo preferiría “para”: “para crear el resplandor que le permitiese ver por dónde iba”.
Considero que la historia es muy buena, pero que no has acabado de redondearla por detalles nimios. Vuelve sobre ella y púlela.
Espero que mis sugerencias te sirvan.
Saludos.
merchylam
19/06/2016 a las 14:22
Hola Marcelo,
Te suelo leer cuando puedo y si no te he comentado antes es porque sueles tener muchos comentarios y por no repetir lo que ya te han dicho.
En general, está muy bien, buena historia que se sale de lo habitual. Yo creo que le falta repaso; está sucio, como se dice en cualquier modalidad artística.
Todo el siguiente párrafo es casi innecesario merecería una revisión para extraer lo fundamental que es el sentimiento de culpa del padre.
“Simón no necesitaba demasiadas palabras. Iba a ayudar a su hijo, claro. Después de todo, desde el mismo día en que Lorenzo nació temía que una cosa así sucediera. Era terrible ver crecer a su hijo con un sentimiento de culpa trágico, por algo que todavía no había ocurrido. «Pero decime», se consolaba frente al espejo. «¿Qué padre no tiene sentimientos de culpa, por una cosa o por otra? Hagamos lo que hagamos, los hijos siempre terminarán pagando: miles de pesos en psicoanálisis o años de cárcel.» Pero Lorenzo no. Él estudiaba arquitectura. ¿Qué quería demostrar metiéndose en el negocio de su padre? «De verdad necesita un psicólogo», concluyó. «Para que no vaya a la cárcel».”
Por cierto ¿por qué has puesto culpa trágica? La culpa ya es un sentimiento lo suficientemente torturador como para añadir ningún adjetivo que no le hace falta.
Con el diálogo de -Te quedas aca – y partió. ya vemos(además es muy tierno) que va ayudarle, que va hacer lo que sea por su hijo. Con lo que el inicio del párrafo anterior es innecesario.
Estoy de acuerdo con Melisa en esto que te dice:
-En el párrafo en el que Simón encuentra al muerto conjugaría los verbos de la tercera oración en un pasado anterior al pasado (se había desvanecido; lo había rematado; le había estallado). Es más que nada por un tema de claridad. Imagino que tu quería hacernos ver la imagen del asesinato tal y como Lorenzo se la había contado a su padre, para que viéramos cómo se había producido el crimen, pero no se da esa sensación y creo que podrías corregirlo con solo introducirnos antes. Que es justo lo que haces después.
“Simón vio toda la escena recorriendo las manchas de sangre…” Ni siquiera tendrías que nombrar a Lorenzo, que también confunde. Es un experto limpiador de rastros como ese. Lo analizaría como otros, fríamente. El cliente, y el agresor, uno y otro. Al margen. No sé si me explico. Cambiando el orden de esos párrafos y ordenándolos, entramos sin confusiones. Estaría leyendo la escena.
Por cierto, “Otra desprolijidad imperdonable”. No sé, quizás se una sensación mía pero vaya palabrita para que use un mafioso.:-)
Encantada por fin de comentarte. Arriba estoy en el 157.
beba
20/06/2016 a las 22:09
Hola,Marcelo:
Me gustó tu historia. Tiene un fuerte soporte emotivo; la tensión entre los roles de padre y sicario es fuerte para el lector,aunque Simón actua,en mayor medida, como padre.
El argumento, original,y su buen manejo, bastan para asegurar un buen comentario,al margen de las “desprolijidades”
José Torma
20/06/2016 a las 23:05
Hermano Kisi, que placer que leas mi relato y lo comentes. Puse una nota aclaratoria que creo ya habrás leído.
Que facilidad tienes para contar historias. El amor del padre que todo perdona, aun a causa de su estabilidad está muy finamente contado.
Solo una cosa me brinco, ¿qué motivo al hijo a seguir los pasos del padre?
Manejas la acción dando pinceladas que hace muy cinematográfica la lectura.
Enhorabuena, un buen relato.
José
p.d. sí que la sangre nueva nos abruma ¿eh? Da gusto re-encontrarse con los antiguos jaja
L.M.Mateo
21/06/2016 a las 17:04
Hola, Marcelo:
Aquí llego, a paso de tortuga. Como siempre, me ha gustado tu relato, pero coincido en lo dicho por Isolina, y con lo que te han comentado de los tiempos verbales, a mí ese párrafo me ha creado confusión en la primera lectura.
No coincido con la frase final. La he entendido como una frase que enfatiza el sacrificio, tal y como pretendías.
Un abrazo, compañero.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
21/06/2016 a las 21:53
Hola Marcelo, sé que algunos compañeros te hacen observaciones después de revisar tu escrito: yo, esas acotaciones las conservo y aplico para los textos míos, pero mientras te voy leyendo, me parece que sos vos mismo quien me conversa contándome tus historias.
Siempre las disfruto mucho. Hasta pronto.
Wolfdux
22/06/2016 a las 08:36
Me vino a la cabeza la escena de Pulp Fiction donde un personaje llamado Lobo tiene que venir a limpiar el coche de los protagonistas, jejeje.
Si bien es cierto que la historia tiene un buen ritmo creo que el final es precipitado. (aunque también da esa sensación de: ¡oh, mierda! no tengo tiempo para nada… Recurriré al plan B) Pero la narración a partir de ahí se vuelve muy rápida y precipitada, rompiendo el ritmo del relato.
Un saludo.
Juana Medina
22/06/2016 a las 16:52
Marcelo querido,
Gracias por acercarte a mi relato y tus jugosos comentarios.
Tu historia me hizo acordar, claro que el autor es el mismo, a “Tres segundos” uno de los mejores cuentos leídos en el último año. Éste tiene mucho de esa mezcla de humanidad e inhumanidad de los seres humanos (valgan todas las redundancias).
No sé por qué tu Simón,padre de Lorenzo ha dado tanto que hablar. Probablemente por lo mismo.
Debo decir sin embargo, que quizás en razón del límite de palabras el final me resultó un poco apresurado. Un poquito más de suspenso, algún detalle más entre la policía y Simón, me habría encantado.
Bravo, Marcelo. Un abrazo
Cryssta (Madrid-España)
23/06/2016 a las 12:34
Marcelo, está siendo una semana dura para mí porque mi hijo no me deja dormir apenas, así que me he pasado por tu relato con muuuuucho sueño. Como otros compañeros ya te han dicho cosas a mejorar, yo me limito a decirte que tu relato me ha gustado.
Una cosa, me ha sonado raro eso de “de modo de crear” ¿lo has escrito “en argentino”?
Te deseo una felices vacaciones y espero leerte a la vuelta. Un beso.
Lemo
23/06/2016 a las 19:23
Hola Marcelo,
Visita de urgencia que este mes no llego. A mi me ha gustado mucho como suele ser habitual.
Como ya te han dicho tus relatos dan para mucho !!
Un abrazo y Buen verano
Escritores Anónimos
24/06/2016 a las 09:55
Hola Marcelo!!!
Después de varios días vuelvo para devolverte el comentario. Es una historia totalmente policíaca, no sé si es porque estaba muy cansada o porque no llegaba a entender algunas frases, pero en una primera lectura no llegaba a comprender de qué iba la historia.
En aspecto formal ( y perdón si vuelvo a repetir algo que ya te han dicho), encuentro pocas cosillas:
*La primera (y puede sonar muy tonta) tiene relación con la frase “…a su departamento ensangrentado y jadeando” pondría una coma tras departamente porque puede surgir la duda de ¿el departamento estaba lleno de sangre?
*Creo que querías decir “…el dueño de LA casa…”
La historia en sí está bien, has transformado la frase “el anciano encontró la llave en…” En toda una revolución. Tengo que admitir que tienes un estilo propio, una manera de escribir que caracteriza todos tus relatos y creo que eso es importante.
Muy buen trabajo, besos!!!
earendil
25/06/2016 a las 19:03
Hola Marcelo.
Ante todo gracias por tu visita a mi relato, siempre con buenos consejos y con ojo avizor a detalles importantes aunque difíciles de apreciar.
Del tuyo ¿qué puedo decir? Me ha gustado la trama, el ritmo y, sobre todo, la segunda lectura que se extrae de ella: el amor incondicional del padre por el hijo.
Solo he leído unos cuantos comentarios porque no me da tiempo para más, pero coincido con la mayoría. Sólo encuentro un pequeño tropiezo en la lectura, cuando Simón entra en casa del asesinado. Pero se entiende perfectamente cuando se continua leyendo.
Como siempre, un trabajo excelente. Enhorabuena.
Un saludo.
Nos leemos.
beba
27/06/2016 a las 01:15
Hola, marcelo;
Muchísimas gracias por tu visita. Te dejé una respuesta al comentario en el 203. Saludos.
KMarce
28/06/2016 a las 21:49
Saludos Marcelo:
Después de unos días bastante apretados, y no he querido que termine el mes sin leer, me vuelco a los que han llegado a mi relato.
Me ha gustado mucho que te atrevieras con un relato de este genero, porque hay que salir siempre de la zona de confort. También, siendo honesta, es la primera vez que he tenido que regresar la vista para re-leer. Creo que el orden de las escenas, es lo que me ha confundido. Pero lo que me impresiona es que ha sido muy visual para mí, y es algo que siempre aprecio de verdad.
He leído a vuelo de pájaro los comentarios que te han hecho, y lo que he captado es que hay una serie de discrepancias en cuanto a una frase enfática, a mi parecer, era mejor obviar el Simón, y simplemente dejarlo como: El papá de Lorenzo…
Porque como comentaron (perdón que me salté los nombres), un padre aun siendo sicario, ama a los suyos.
Te comento que en una zona de mi país se mueven mucho estos, y ellos son implacables, no perdonan nada: Aún si viene por parte de la familia. Pero el padre es más que un esposo, hermano, tío o sobrino. El padre es, o debería, ser de amor incondicional.
Algo que me ha encantado, es que uses mucho los coloquismos de tu país. Aunque veo que otras personas, no están familiarizados con nuestra forma de hablar. A mí no me hizo falta para nada “LA casa”, y el expresar “ser dueño de casa” es común en nuestro lenguaje. Por acá también lo decimos, y asimismo el “de modo de”, que mencionaron por ahí. Para mí, esos “deslices” le dan verosidad al relato, porque me ubica de inmediato en un lugar especifíco. Aunque el narrador es omnisciente, que use un lenguaje tan coloquial, me hace sentirme cerca del personaje y del entorno en el que se mueve.
Gusto como siempre leerte. Feliz semana a todos. ¡Nos leemos!
Marazul
28/06/2016 a las 22:05
Hola Marcelo
Tu relato y el mío tienen un fondo muy similar. En el caso de “El plan B”: ¡qué no haría un padre por un hijo! y en el mío, un abuelo, criminal arrepentido, por su nieta. Lo importante es lo bien que has llevado la trama. Empiezas a leer y no lo puedes dejar. Nos das información en las dosis justas.
Me ha gustado mucho volver a leerte y que sigas por aquí.
Nos leemos
Laura
29/06/2016 a las 10:15
Hola Marcelo.
Al igual que algunos que comentaron antes, me confundió un poco el asunto de la cocina.
Maravilloso final. Te felicito.
Espero tu relato del mes próximo.
Demetrio Vert
01/07/2016 a las 19:19
Saludos Marcelo. Tal y como dije, aquí estoy. Gracias por leer y comentar mi relato. Sí, he intentado escribir con estilo indirecto. Es muy “jodido” hacerlo bien. Ya veremos si lo voy puliendo. (Por cierto, he hecho unos comentarios sobre este estilo en el nº 193, por si te interesa).
Tu cuento, como siempre está magistral. estructura clavada, conflicto potentísimo (aunque sea el padre, llegado el momento, la decisión sobrecoge), tensión incesante, etc.
Quería comentarte algo que no veo claro, pero tal vez no este yo en lo cierto. “Vos sabés” como soy. Va sobre el narrador. El párrafo es el siguiente:
Simón no necesitaba demasiadas palabras (narrrador omnisciente). Iba a ayudar a su hijo, claro (el “claro” lo cambia a narrador en primera persona, Simón). Después de todo, desde el mismo día en que Lorenzo nació temía que una cosa así sucediera (¿omisnciente? ¿primera persona?). Era terrible ver crecer a su hijo con un sentimiento de culpa trágico, por algo que todavía no había ocurrido (Esta frase, desde el comienzo, ¿omnisciente? ¿primera perona?. «Pero decime» (aquí, el narrador,sea el que sea, remarca con las comillas que habla Simón. ¿por qué no antes cuando Simón piensa sobre su hijo? Despejaríamos dudas sobre el narrador), se consolaba frente al espejo (omnisciente). «¿Qué padre no tiene sentimientos de culpa, por una cosa o por otra? Hagamos lo que hagamos, los hijos siempre terminarán pagando: miles de pesos en psicoanálisis o años de cárcel.» Pero Lorenzo no (primera persona). Él estudiaba arquitectura (¿es un pensmiento del padre? ¿narrador en primera persona?. ¿Qué quería demostrar metiéndose en el negocio de su padre? (Lo mismo que antes) «De verdad necesita un psicólogo», concluyó. «Para que no vaya a la cárcel».
Pienso, que si se marcaran los pensmientos del padre tal y como haces en algunas frases, la voz narrativa quedaría clara, como por otra parte sigue perfecta en todo el relato.
Tal vez sea que estoy obsesionado con diferenciar claramente las voces narrativas y vea fantasmas donde no los hay.
Bueno, Marcelo, no hace falta que te diga que me encanta tu escritura, y tus cuentos.
Hasta pronto.
Ratopin Johnson
04/07/2016 a las 20:30
Hola Marcelo!,
lo he disfrutado porque escribes y describes muy bien, y como siempre, me metes en el “asunto” sin ningún esfuerzo. Queda la explicación, si tiene que haberla, de como Lorenzo, que parece haber elegido una vida alejada de la que ha llevado su padre – nos comentas que estudia arquitectura- decide de pronto, seguir sus pasos.
Ahora vuelvo a leer “Si lo iban a atrapar, que no fuera allí ni ahora. No todavía.” y me sonrío por dentro :). La frase es buena, considerando lo que ocurre después.
Por otra parte, quiero recordar alguna película donde aparece esta situación, o parecida, entre padre e hijo, y no soy capaz.
Saludos y gracias por leerme y comentarme
Un placer como siempre
Isan
31/07/2016 a las 21:52
Hola Marcelo:
Creo que he intentado comentar tu relato cinco veces y siempre lo dejaba por diversas causas. Esto me ha permitido leerlo otras tantas, así que, a estas alturas, no tengo dificultad para interpretarlo sin dudas.
Me ha parecido un relato redondo, con introducción, nudo y desenlace perfectamente marcados, como gusta por aquí. Desde el primer momento engancha y el mérito es tanto por el drama que se cuenta como por lo que, para mí, tiene más importancia: por el cómo se relata. Con un ritmo endiablado, unas descripciones buenísimas y un final sobrecogedor.
También me ha gustado ese juego entre necesidades de dinero, psicólogo y cárcel.
Describes muy bien el amor de padre llevado a sus últimas consecuencias y, además, siendo consciente de ello. Su último trabajito. ¡Qué quieres que te diga! Tanto leerlo le he cogido cariño al padre. Más le hubiera valido no perder el tiempo preparando huevos y vino. Habría terminado la limpieza y habría incrementado su leyenda.
Hay un detalle que nadie te ha comentado y del que ni yo mismo estoy seguro pero, aun a riesgo de meter la pata, lo comento. Es el loísmo que aprecio en expresiones como “lo hizo pasar”, sobre todo cuando en el mismo párrafo se dice “le trajo” o “le preparó”, lo que, aparentemente, es una contradicción. Es evidente que no soy un experto, pero todas esas expresiones me suenan mejor con LE.
Bueno, como siempre ha sido un placer leerte. Ha disfrutado mucho por la maestría que tienes para inventar relatos como este.
Hasta el próximo.
Marcelo Kisi
03/08/2016 a las 10:48
Hola a todos!
No quería dejar pasar más tiempo sin agradecer a todos y a cada uno sus generosos comentarios a mi relato. Me cuesta llegar con las respuestas personalizadas, demasiado trabajo y proyectos, pero me emocionó cada una de sus palabras, y sus observaciones las tomo en serio para corregir este texto para cuando lo publique en mi blog.
Gracias a todos de corazón, y nos vemos en el libro y en el taller de octubre!