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En las arenas de la memoria - por Pato Menudencio

Web: https://menudencio.wordpress.com/

Cuando Genaro Rivera atendió el teléfono, estaba revisando los papeles del museo del pueblo. La llamada telefónica rompió todas las certezas de ese día.

—Habla Genaro, ¿Cómo? ¿Mi padre? Voy de inmediato.
Tomó su abrigo, cerró la oficina y puso el candado. Su padre había sido director del museo por más de cuarenta años; al igual que su abuelo y su bisabuelo, el fundador. Era natural que Genaro heredara el legado familiar. Hace poco su padre cayó enfermo y pese a sus cincuenta y seis años, Genaro no se sentía preparado para reemplazarlo.

Cruzó el umbral de la puerta en donde toda la familia esperaba, La atmósfera de la muerte ya se había instalado en el hogar.

La familia Rivera había creado el museo gracias a Don Gabriel, bisabuelo de Genaro. En esos tiempos no había más de cien habitantes. Hoy esa cifra apenas es de ciento noventa personas, todo gracias al aislamiento geográfico que impedía cualquier señal de progreso.

No era auspicioso el futuro, pero hasta estos días los habitantes de Villa del desfiladero se sentían orgullosos de su museo, capaz de rivalizar con cualquiera de la capital. Todo gracias al espíritu aventurero del clan Rivera, que emprendieron la empresa de traer piezas de todos los rincones del mundo, siendo su más preciada posesión un trozo de la cruz en donde fue crucificado Jesucristo.

Aunque era un hombre hecho y derecho, Genaro se sentía aún como un niño pequeño cuando acompañaba a su padre en las labores de conservación, la pasión que ponía en lo que hacía, las historias que contaba con inusual carisma, hacía que todo el mundo se reuniera para aprender de la historia. Genaro no era indiferente a ello, para él era su héroe, y se sentía feliz de ser su aprendiz. Pese a la gran inteligencia que desde pequeño demostró, aún sentía que era muy pronto para coger el manto.

Su lado racional estaba al tanto de que su padre no aguantaría mucho, sin embargo su corazón no quería perderlo, no aún.
Saludó a su madre, y sin palabras, sus miradas ya se habían entregado toda la información que necesitaban. La hora había llegado.

— Genaro— dijo su padre con la voz más parecida a un profesor dando un consejo de vida más que un moribundo en su lecho de muerte—, quiero que te acerques. María, déjanos solos un instante.

El ruido de la puerta al cerrarse fue una de las cosas que Genaro nunca pudo olvidar en su vida. Cuando la emotividad se apodera de la situación, el cerebro activa todos los mecanismos para recordar cada detalle, cada grano de arena acomodándose, incrustándose para siempre en la memoria.

—Padre, estoy aquí. Esto no es una despedida, ya verás que te pondrás bien.

— Mi pequeño—dijo Don Mariano con una sonrisa— ambos somos demasiado inteligentes para saber que eso es una mentira. No me queda tiempo y no debo desperdiciarlo. Quiero que te encargues del museo tal como lo hemos hablado.

—Padre, no me siento a la altura. Jamás podré encargarme como usted o el abuelo lo hicieron. Nunca igualaré el legado de la familia.

—Hijo, me habría gustado confesarte esto antes en unas circunstancias más favorables, pero debo revelarte el secreto de la familia. La mayoría de las cosas son falsas.

El universo de Genaro se fue desmoronando con la revelación de su padre. El héroe de su infancia fue degradándose hasta adquirir el matiz de un charlatán.

— Hijo, yo también me puse así cuando tu abuelo me contó todo hace varios años, pero quiero que entiendas. Cuando la familia llegó escapando de la guerra, tu bisabuelo encontró acá lo más cercano a la felicidad, el pueblo fue muy amable con nosotros, y para retribuir toda esa hospitalidad creó el museo para que tengan algo de lo que sentirse orgullosos.

— ¿Y la momia del tigre Egipcio?

—Era el gran danés de tu tía abuela Gertrudis. Cuando murió, el tío Idelfonso lo embalsamó.

— ¿Y la cruz?

— fue de la mecedora del Bisabuelo. Se acercaba la semana santa y cuando se fue de viaje la llevó consigo. Cuando volvió dijo que era un trozo de la cruz. Por favor, perdóname, algún día lo entenderás. El pueblo necesitaba algo que los hiciera sentir especial y el museo los llenó de vida.

— Padre, ¿Al menos hay algo valioso y antiguo en ese museo?
Don Mariano usó sus últimas fuerzas, tomó la mano de su hijo y dijo:

— Si hijo, todas las alegrías de una bella mentira.

Comentarios (17):

Escritores Anónimos

17/05/2016 a las 15:54

¡Hola Pato! Lo primero que he hecho ha sido leer el título, atrapa y llama a la lectura así que ¡magnífica elección!
EL texto se me ha hecho cortito (tal vez por los diálogos) y esto es otra cosa positiva que reseñar.
Hablando de la historia en sí tengo que decir que me ha gustado, mezcla el amor por la familia, con un toque humorístico y el sentirse engañado. Mi parte favorita es cuando cuenta que es cada cosa. Creo que has sabido darle el tono necesario para que fuese ameno.

En cuanto a la forma, creo que se lee rápido pero hay algunas cosillas que yo cambiaría:
*En el segundo párrafo: “—Habla Genaro, ¿Cómo? ¿Mi padre? Voy de inmediato.” el “cómo” debería de ir con minúscula, debido a la coma.
*El tercer párrafo deberías haberlo separado una miajilla más así un poco para que se viese más “bonito” (una minucilla esto es un poco tontería pero hay gente muy tiquismiquis).
*En el cuarto párrafo pone: “familia esperaba, La atmósfera de la muerte ya se había instalado en el hogar.” Yo supongo que antes de “la” querías haber puesto un punto pero se te había escapado.
*En el sexto párrafo: “Todo gracias al espíritu aventurero del clan Rivera, que emprendieron la empresa ” debería poner “que emprendió” ya que es una oración subordinada con sujeto “el clan Rivera”.
*En el sexto, de nuevo, dices cruz y crucificado varias veces, lo que puede chirriar ligeramente.
*en el párrafo décimo: “…— Genaro— dijo su padre con la voz más parecida a un profesor dando un consejo de vida más que un moribundo en su lecho de muerte..” Serías: “…—(sin espacio)Genaro(espacio) —(sin espacio)dijo su padre con la voz más parecida a un profesor dando un consejo de vida que la de un moribundo en su lecho de muerte…” Este esquema de diálogo lo has roto un poquito con otras oraciones poniendo espacios donde no era y viceversa, Recomiendo la explicación de Iria en este blog porque de verdad es buenísima.
*En el decimotercer párrafo: “… Mi pequeño—dijo Don Mariano con una sonrisa— ambos somos demasiado inteligentes …” yo pondría en vez de “demasiado” “suficiente” ( no sé es una mera opinión, creo que suena mejor).
*Has puesto un ” fue” en minúscula cuando debería empezar por mayúscula.
*En la oración: “El pueblo necesitaba algo que los hiciera sentir especial y el museo los llenó de vida.” En esta hablas de “el pueblo” sujeto singular con verbo singular, y luego CD, que sería CI (le en vez de lo) en plural, y especial(CD) de nuevo en singular, en la siguiente frase con sujero el pueblo de nuevo dices “los” en plural. Tienes tres opciones, cambiar la frase de cero, cambiar los pronombres a singular para recuperar la concordancia, o cambiar el sujeto, verbos y otros complementos a plural para que concuerden con los pronombres.

En general tengo que decir que me ha gustado bastante tu historia (todos tenemos fallos por eso participamos en este taller), pero creo que has pintado las historia pintoresca y no tan idílica de una familia pueblerina.
`
¡Felicidades, sigue trabajando y nos leemos!
PD: ¿Qué tal el concurso de runnea o algo así? ¿Has logrado pasar a la siguiente frase? ¡Mucha suerte de todas maneras!

Luis Ponce

17/05/2016 a las 19:02

¡Hola Pato!
Nos leemos otra vez, estoy de acuerdo con todo lo que acota Escritores Anónimos que llegó primero.
Me gusta mucho la frase de “la atmósfera de la muerte ya se había instalado en el hogar”, pero previamente me ha desconcertado:”Cruzó el umbral de la puerta en donde toda la familia esperaba,” hilando fino (y al leer uno lo va haciendo) da la impresión de que toda la familia está esperando en el umbral de la puerta, dejando al moribundo como en el centro de un escenario. Si esa es la idea lo has logrado, pero me ha dejado una cierta duda.
Me viene otra duda con: “aún sentía que era muy pronto para coger el manto”. Me imagino que a pesar de que estamos hablando de ese museo, no se refiere al “manto sagrado” sino al mando del museo.
Si el legado de la familia es el museo, dificilmente va a poder igualarlo a no ser que construya otro museo. Podrías modificarlo a “nunca igualaré la capacidad que tuvieron ustedes para manejar el legado de la familia”
Bueno son ideas mias. Pero la historia es atrapante y el argumento tiene un aire de picardía heredable que te hace esperar un cambio de actitud de Genaro para a futuro aumentar los tesoros acumulados por su familia en cuatro generaciones de ingeniosos truhanes.
Un gusto leerte.

Juana Medina

17/05/2016 a las 23:04

Hola Pato,
Buena parte de los museos del mundo tienen su cantidad de falsificaciones y reliquias que no son tales, lo que no creo es que se hayan levantado con tanta buena intención y agradecimiento. Eso creo que es lo principal y encantador del relato.
Un placer leerte

Manoli VF

18/05/2016 a las 12:19

Hola Pato.

Como siempre la genialidad de tus textos nunca defrauda. He disfrtuado leyéndote. Te hago, no obstante, unas observaciones respecto a la forma en lo que he notado:

-“aún sentía que era muy pronto para coger el manto”. Creo que aquí, lo que realmente has querido decir es: “Aún sentía que era muy pronto para coger el MANDO.”

-“Saludó a su madre, y sin palabras, sus miradas ya se habían” ´Cuando habría de ser: “Saludó a su madre y, sin palabras, sus miradas”

Se te ha colado un espacio en varios guiones de los diálogos, revisalos.

-“— fue de la mecedora del Bisabuelo” ese “fue” va en mayúscula (también aquí sobra el espacio).

-Finalmente: “El pueblo necesitaba algo que los hiciera sentir especial” lo correcto es: “Los hiciera sentir ESPECIALES” puesto que hablas en plural.

Decirte que esa última frase:

“Si hijo, todas las alegrías de una bella mentira.”

Me parece fantástica. Un broche de oro.

Un placer leerte, como siempre. Un abrazo, compañero.

Aina Pons Triay

19/05/2016 a las 06:46

Hola Pato,

No he podido resistirme a pasar por tu relato, sabía que valdría la pena.

Un relato bonito y emotivo que he disfrutado mucho.

Espero seguir leyéndote.

Un abrazo, compañero.

Aina Pons Triay
ainaponstriay.wordpress.com
Mi relato este mes: nº 23 – VAN A ENCONTRARTE https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-35/5655

merchylam

19/05/2016 a las 16:39

Hola Pato,
En general me ha gustado, y es que me gusta que los héroes se caigan de sus pedestales. Pero además con humor y a la vez con dignidad, una delicia de didea, que pena que 750 palabras den para tan poco.
Te cuento lo que he visto, mucho de lo cual ya lo han dicho, así que restringo a lo que no:
Mira estas dos frases:
Hace poco que su padre había caido enfermo, y pese a sus cincuenta y seis años, Genaro no se sentía preparado para reemplazarlo.
Hay una falta de concordancia verbal, y con el texto que también está en pasado. Debería quedar así:
Hacía poco que su padre había caido enfermo…, Genaro no se sentía preparado para ello.
-…era natural que Genaro heredara el legado familiar. Hace poco su padre cayó enfermo y pese a sus cincuenta y seis años, Genaro no se sentía preparado para reemplazarlo.
Y en esta sería “su padre había caído enfermo” o bién “Hacía poco que su padre había caído enfermo”
Otra frase que me llama la atención:
No era auspicioso el futuro, pero hasta estos días los habitantes de Villa del desfiladero se sentían orgullosos de su museo
En primer lugar sería más normal leer El futuro no era auspicioso. en segundo lugar, “pero hasta estos días” Ese “hasta” no cuadra.
Dos palabras seguidas con la misma raiz “emprendieron la empresa”
Semana Santa, también se escribe en mayúsculas.
Un placer leerte. Hasta pronto.

earendil

19/05/2016 a las 22:55

Hola Pato.
Un original relato con una no menos original familia como protagonista.
Me ha gustado esa vuelta humorística al final, cuando su padre descubre el pastel que, una vez puestos, ya se lo podría haber contado con un poco más de tiempo.
Sea como fuere, es una historia emotiva y tierna que nos recuerda la vida rural, con sus carencias y sus virtudes.
En el plan formal, he visto un par de cosas que paso a comentarte (espero no repetirme, pues los compañeros anteriores han estado al acecho)
* “… dijo su padre con la voz más parecida a un profesor dando un consejo de vida más que un moribundo en su lecho de muerte.”___ Yo pondría una coma después de “padre” y otra después de “vida”. Además, repites “más” dos veces. Cambiaría la segunda y quedaría así: “… dijo su padre, con la voz más parecida a la de un profesor dando un consejo de vida, que a la de un moribundo en su lecho de muerte”.
* En esta frase hay una discordancia verbal en los tiempos: “Cuando la familia llegó escapando de la guerra, tu bisabuelo encontró acá lo más cercano a la felicidad, el pueblo fue muy amable con nosotros, y para retribuir toda esa hospitalidad creó el museo para que tengan algo de lo que sentirse orgullosos.”____Cambiaría “tengan” por “tuviesen”.
Si te apetece pasarte por el mío, estoy en el 31.
P.D. ¿Cómo quedaste con lo del concurso?

Perla Preciosa

20/05/2016 a las 18:15

Una de las cosas más ilustrativas de este relato es el título. En él se resumen varias de las perspectivas con las que puede leerse:
Por una parte es un título muy simbólico, dado que la arena representa de una forma bastante clara la fugacidad, y en ocasiones la inestabilidad de nuestros recuerdos. Es sugerente como tal metáfora.
Por otro lado, esto hubiera sido más apropiado como diario de alguien que cuenta su niñez que como historia de varias generaciones de todo un pueblo. Resulta bastante demoledor y traumatizante el final, y afea no poco la historia desde el punto de vista estético, aunque lo anterior sea interesante, dado que la frustración atrae a la frustración y no sale de sí misma.
Otro marco muy bueno para encuadrar esta historia hubiera sido la planificación personal de un joven con respecto a su futuro. Porque las inquietudes e intereses que expones son muy humanos, no cabe duda de ello: todos tenemos que tener algo de lo que sentirnos orgullosos para preservar nuestro instinto de conservación, y por lo tanto de recuerdo hacia los demás. No obstante, insisto, tejer esta historia en torno a una falacia, me temo que le quita bastante mérito, pese a poder deberse ello a una necesidad también económica de esta familia, en cuyo caso tendríamos una reminiscencia más, además de las que nombraré a continuación, de la picaresca española.
Finalmente, este relato podría haber sido más ficticio, aunque girase en torno al mismo argumento: con una época y un pueblo inexistentes, esta historia hubiera sido tal vez más atractiva. De esta manera se aprecian muchas características del carácter español prototípico, sobre todo si es de pueblo: fanfarrón y vanidoso, aunque lo que diga no sea cierto; ateo por naturaleza, pero al final fingido creyente, por si acaso
Se ven también, por último, muchos ecos del costumbrismo decimonónico y de la narrativa de aquella época, lo cual está muy bien para mi gusto personal.
Y quizá lo más bello de este relato sea la última frase, dado que en ella se resume una de las máximas vitales que todos deberíamos tener presente en cada momento, es decir, que la vida, con independencia de cómo nos trate, hay que vivirla con alegría. Dicha frase, además de poner colofón a la historia y simbolizar de una forma muy poética el contenido del museo, dignifica al padre moribundo y repara, hasta cierto punto, la estética del relato en cuestión.

charola

21/05/2016 a las 06:40

Hola Pato! Genial tu relato. Ya te pusieron los fallos y como mejorarlos. Yo me centre en la lectura, en las vicisitudes de una familia anclada en un pueblo con el museo heredable. Historia bastante fluida, me atrapo y la disfrute bastante. Me gusto el cierre final, pues despues de la confesion del padre (Pobre Genaro!), realmente no sabia como iba a terminar para que este pudiese seguir con el museo. Las palabras del final valen oro. Felicitaciones!

Si tienes tiempo, estoy en el 136. Un abrazo.
Disculpa la carencia de tildes en mi comentario, es por el teclado qe estoy usando.

Wolfdux

21/05/2016 a las 22:08

Muy buen relato, Pato. Me ha gustado mucho la historia y el final. Hay un par de errores que con una revisión se arreglan dejando el relato todavía mejor. Un saludo.

¡Nos leemos!

Tavi Oyarce

22/05/2016 a las 10:45

Agradable relato con una acertada mezcla de drama y humor, fácil de asimilar y sobre todo me pareció muy original. Escrito en forma simple sin acudir a palabras rebuscadas.
Te felicito. Muy buen cuento. Lo pasé bien leyéndolo

Saludos

CARMELILLA

22/05/2016 a las 20:55

Hola Pato:
¡Vaya, Vaya! tu relato me recuerda al personaje de otro relato mío que mantuvo una mentira durante generaciones, mentira que marcó a su pueblo.
En este caso le ha marcado para bien, todos contentos por la importancia de lo que cobijan en un pueblo tan poco tenido en cuenta.
Relato con lenguaje sencillo y de ágil lectura. Muy bueno el giro final, después de tanta admiración a su padre, a ver cómo digiere la mentira y la falsedad que le ha acompañado durante toda su vida. ¿Un poco cruel ese abuelo y ese padre? Buen ironía Pato.
¡Buen trabajo!
! Seguimos layéndonos!

Diego Manresa Bilbao

23/05/2016 a las 18:06

Buenas Pato!!!
Buen relato, como siempre. Ademas, a mi personalmente me toca bastante, vivi una situacion similar.
Nos leemos!!!!

Pato Menudencio

23/05/2016 a las 18:10

Gracias compañeros por sus comentarios.

Ahora que lo pienso, si me animo podría hacer algo más largo. Lo visualizo como si fuera una película de West Anderson. Partir describiendo a los personajes mientras se muestran sus manías más locas, de pronto se revela la muerte del padre de Genaro y el pasa de la decepción a emprender una búsqueda por todo el mundo de piezas para el museo; cual de todas más cuestionable en su autenticidad. Es más, Genaro se vuelve un hábil sucesor del legado familiar y en cualquier baratija ve potencial para el museo.
Todo acaba cuando por fin llega a sus manos algo original y valioso, pero era robado, así que se ve en medio de una persecución. POr un lado, los ladrones quieren recuperarlo, y por otro, la policía confunde a Genaro con un ladrón, dándose una persecución disparatada.

Saludos.

Alonso García-Risso

24/05/2016 a las 03:49

Saludos Pato Menudencio: Quiero apartarme de todos los protocolos y centrar mi comentario en la frase final de tu escrito. Porque da para mucho, para reflexionar sobre sus consecuencias…
“Todas las alegrías de una bella mentira”, dice el padre moribundo. Esta frase entregada como un legado en el lecho de muerte, me ha orientado, inmediatamente, sobre el mito de la avestruz: “Esconder la cabeza en un hoyo”, de modo tal que, se entrega sumiso y sin resistir ante cualquier destino adverso. Muchos pueblos o naciones han hecho esto, elaborando intrincados mitos buscando tergiversar la historia adversa. Estos constructos nacen con los días contados; y, sólo la tozudez, la porfía, la educación básica torcida y temprana; logra enquistar la mentira.
Te felicito es un tema que muestra una ‘cojera’ del humano.

Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)

30/05/2016 a las 03:49

Hola Pato Menudencio, una historia con un giro inesperado que deja pensando en el futuro de Genaro. Me ha causado gracia la explicación que don Mariano va suministrando del origen de los objetos. Suena interesante el comentario que haces con la proyección futura de la historia.
Hasta pronto.

Cryssta (Madrid-España)

15/06/2016 a las 12:50

Hola Pato, a punto estamos de que se publiquen los relatos de este mes y me he querido pasar por aquí para leer el relato que escribiste, esta vez sin hacer correcciones, solo por el placer de la lectura.

Me ha gustado mucho tu relato, es de los que hacen reflexionar, en este caso a mí sobre la importancia que damos a las cosas. Gracias.

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