Literautas - Tu escuela de escritura

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Otro verano - por Verso sueltoR.

Frente al chiringuito, las pirámides apuntaban arrogantes sus vértices al cielo azul. Un poco más allá Jesucristo, rodeado de los apóstoles, celebraba la última cena bajo el inclemente sol del enclave veraniego. Más lejos el coliseo romano y, ya casi en el roquedal que cerraba la playa, Lincoln desde su sitial de espaldas al mar, contemplaba con severidad a los transeúntes.

Allí acababa aquel museo de la humanidad que recorrían, indolentes, rubicundos turistas ataviados con vistosos atuendos multicolores: gorras de béisbol, gafas de sol, bañadores con palmeras,…Allí se daban la vuelta para hacer el recorrido inverso; el coliseo, la última cena, las pirámides de Egipto. Y así una y otra vez hasta que cansados o aburridos se sentaban en el chiringuito a beber cerveza y contemplar el panorama que se extendía hacía el otro lado: la línea de montañas hasta el cabo, la playa; el agua y la arena: lo que siempre hubo allí antes de que hubiera nada.

Cada monumento era vigilado las veinticuatro horas para evitar que los borrachos o los simples graciosos lo arruinaran.

Cinco veces por semana desde hacía cuarenta y cinco años Marcelo, el cartero, había recorrido con su carrito ese tramo del paseo repitiendo la misma pauta: saludar a los conserjes de los hoteles, intercambiar algún comentario, dejarles el correo. Luego, si iba bien de tiempo, se paraba delante de las pirámides; le gustaba ver la algarabía que se organizaba con el loro. El escultor, un joven poco hablador de pelo largo y mirada inquisitiva, había colocado una pequeña campana de forma que un ingenioso mecanismo la hacía sonar al echar una moneda. Un cartel escrito en cinco idiomas rezaba: pregúntele al loro. Al oír el repiqueteo la cacatúa parlaba: “arena y agua, solo arena y agua”.

Año tras año el mismo deambular, la misma representación con los mismos personajes, interpretados por parecidos actores que se iban renovando al pasar el tiempo; llegaban, se marchaban y luego venían otros, indistinguibles de los anteriores, haciendo la misma pregunta, ¿de qué está hecho el monumento? Y obteniendo siempre la misma respuesta: “arena y agua, solo arena y agua”.

Aquella mañana se levantó un viento molesto de poniente que poco a poco fue arreciando a medida que el cielo se ponía negro.
Aquella mañana Marcelo sintió la pesadumbre de tantos años bajo el peso de la rutina implacable que le guiaba y barruntó algún mal presagio.
Aquella mañana los turistas se quedaron en sus hoteles bebiendo cerveza entre risotadas.

El lebeche soplaba cada vez con mayor violencia cargado de arena del Sahara y su fuerza era tal que paralizó la vida. Los meteorólogos no sabían predecir cuándo cesaría la tormenta. La agencia estatal del clima desplazó una estación móvil y los servicios de protección civil intentaron paliar las consecuencias del vendaval.

Tras cinco días de tormenta, el viento cesó, y el sol salió. Se hizo balance: decenas de muertos, carreteras sepultadas,…el paseo marítimo arrasado; de los monumentos no quedó nada. Se habilitaron vuelos especiales para devolver a los turistas a sus países de origen, los hoteles comenzaron a reparar daños y la villa entera se afanó en intentar recuperar la normalidad.

Ese día Marcelo se jubilaba. En la oficina de Correos le esperaba su sustituto. Los compañeros habían preparado una pequeña fiesta, le hicieron regalos, todos se congratularon con su nueva situación que calificaron de envidiable. Luego cada uno se fue a lo suyo y Marcelo paseó el recorrido de siempre, esta vez sin su carrito, como un turista más. El joven poco hablador de pelo largo comenzaba a reconstruir las pirámides mientras el loro, mudo, picoteaba lechuga. Unos obreros desescombraban el paseo mientras otros colocaban material recién traído para la reconstrucción. Marcelo contempló la playa entera a un lado y a otro; solo mar y arenal, como la recordaba de sus tiempos de niño.

Comentarios (10):

Beatriz

17/05/2016 a las 22:38

Verso suelto…
Que gracioso ese nombre..
Usas palabras curiosas como “chiringuito”..
Las historias donde la vejez tiene papel protagónico me hacen “ruido”
Te felicito
Namasté

lucrecia gordillo

18/05/2016 a las 01:41

Hola Verso suelto

el relato viene hilado hasta el último párrafo. No puede haber una fiesta de despedida cuando todo ha quedado en ruinas y hay cantidad de muertos. Además, Marcelo no podía hacer el recorrido de siempre porque ya nada existía.

Verso suelto

18/05/2016 a las 20:43

Gracias por vuestros comentarios.

Beatriz, no conocía la expresión me hace ruido y he visto que significa que algo genera duda o no convence. He aprendido una cosa nueva.

Lucrecia, aunque el paseo ha quedado arrasado algunos edificios del interior se han salvado o solo presentan daños.Es una situación hipotética. A MArcelo le organizan una pequeña fiesta de despedida aunque cabe suponer que más triste de lo que hubiera sido en otras circunstancias. De todas formas si te “hace ruido” lo revisaré.

Me pasaré por vuestros relatos.

Helena

19/05/2016 a las 15:55

Curioso tema a elegir. Es una historia sin contar nada en concreto y está bien, aunque me faltó algo de misterio, alguna trama. Quitando eso, en general está muy bien, felicidades.

lucrecia gordillo

19/05/2016 a las 20:20

Verso Suelto
Gracias por leer mi cuento. Me alegra que te haya gustado.

En relación a tu comentario, y como lo bonito de este taller es que todos aprendemos de todos, quisiera contarte que “ALLÍ” ha quedado en desuso.
“AHÍ” En ese lugar o a ese lugar.

gracias, te leo en junio.

Manoli VF

21/05/2016 a las 17:51

Hola Verso Suelto:

He leído tu texto y he sacado varias conclusiones. Primero, tu narrativa me gusta, escribes bien y el relato fluje, hay algo de tendencia de poner muchos adjetivos pero encajan con la historia. La historia que cuentas me resulta un poco confusa, no en el sentido de que no se entienda sino que me da la impresión de que tiene potencial para mucho más de lo que tú has sacado. Me gusta el contraste entre la actividad-inactividad, la violencia del desastre natural y la calma con las ruinas, como además el personaje se jubila, es como un cierre de etapas y el museo desaparece también, pero es cierto que aquí, tal como te ha dicho Lucrecia no lo has conducido bien. Hubiese quedado mejor si la fiesta tuviese que ser “aplazada” por ejemplo, o estuviese a punto de jubilarse y se diese una vuelta por el lugar contemplando las ruinas pero aún no estuviese ya jubilado como si tal cosa. No se si me explico, pero sí que la historia pierde intensidad y se ve floja cuando en realidad tiene muchos elementos para ser buena.

Espero que mis conclusiones tengan algún sentido para ti.

Un saludo.

Isolina R

22/05/2016 a las 10:36

Hola, Verso suelto:

Me pasa como a los compañeros que ya te han comentado antes. Veo que en este texto no hay conflicto y, sin él, ¿dónde está la historia? Podía haber dado bastante de sí, porque la premisa de la que partes es buena. Así se queda en una mera descripción.
Creo que en esta escena a nuestros respectivos museos de arena les convienen unos arreglitos. Yo ya estoy pensando qué hacer con los náufragos y las mujeres desnudas.

En cuanto a lo formal, te señalaré alguna cosilla:

En: “bañadores con palmeras,…Allí se daban la vuelta para hacer el recorrido inverso; el coliseo, la última cena, las pirámides de Egipto. Y así una y otra vez hasta que cansados o aburridos se sentaban en el chiringuito a beber cerveza y contemplar el panorama que se extendía hacía el otro lado”, antes de los puntos suspensivos yo quitaría la coma y después de ellos deberías dar espacio, “cansados o aburridos” lo metería entre comas y “hacia” ahí no debe llevar tilde, porque es preposición, no verbo.

En: “Un cartel escrito en cinco idiomas rezaba: pregúntele al loro. Al oír el repiqueteo la cacatúa parlaba: “arena y agua, solo arena y agua”, yo pondría así: “Un cartel escrito en cinco idiomas rezaba: «Pregúntele al loro». Al oír el repiqueteo, la cacatúa parlaba: «Arena y agua, solo arena y agua»”.

En: “haciendo la misma pregunta, ¿de qué está hecho el monumento? Y obteniendo siempre la misma respuesta: “arena y agua, solo arena y agua”, yo pondría: “haciendo la misma pregunta: «¿De qué está hecho el monumento?» Y obteniendo siempre la misma respuesta: «Arena y agua, solo arena y agua»”.

“Sáhara”.

Espero que mis sugerencias te sirvan.

Saludos.

CARMELILLA

22/05/2016 a las 21:06

Hola Verso Suelto:
Tu relato es una descripción de lo que rodea a la vida del cartero. Como descripción está bien, has usado un lenguaje adecuado y sin adornos. Se visualiza ese paseo marítimo con la lectura.
Como ya te ha dicho algún compañero, me ha faltado algo de acción en la trama, algo que la hiciera más emocionant. Por ejemplo en la parte que llega la tormenta, ahí, podías haberle “dado fuerte” y haberla “liado parda”.
¡Buen trabajo! Seguimos leyéndonos.
Saluditos.

Cryssta (Madrid-España)

24/05/2016 a las 07:59

Hola Verso Suelto, perdona mi tardanza en devolverte la visita, demasiadas cosas que hacer.

La historia de tu relato me ha gustado y creo que está bastante bien escrito aunque la encuentro algo repetitiva y repetir hace que el aburrimiento aceche al lector. Creo que si no repites las mismas cosas el relato quedará mejor, no te importe si queda más corto. Además el ahorro en las palabras te servirá para decir algo más.

Me gusta que hables del Lebeche, desconocía el nombre de ese viento.

Te diré lo que veo mejorable:

– “La Última Cena”, “El Coliseo”, “las Pirámides” todo con mayúsculas. Tras “el recorrido inverso” mejor no repetir

– repites “Allí”

– “cansados o aburridos” entre comas porque es una aclaración

– “desde hacía cuarenta y cinco años” entre comas

– dices “le gustaba ver la algarabía que se organizaba con el loro. La pregunta es ¿por qué se organizaba algarabía? ¿sólo porque el loro hablaba al oír el repiqueteo de la campana? ¿o era más bien por la cantidad de gente que se juntaba para verlo y la reacción que estos tenían? creo que deberías explicar mejor el motivo de la algarabía

– un loro y una cacatúa no son lo mismo, las dos son aves psitaciformes pero pertenecen a familias distintas, para que te aclares algo te diré que las cacatúas son las que tienen un penacho de plumas en la cabeza y no tienen los colores que tienen los loros. Yo te aconsejaría que ahora buscaras información en google sobre loros y cacatúas, la documentación es una buena oportunidad para aprender algo más que te puede servir más adelante. Como sabrás algo más de los loros puedes añadir algo más a tu relato, sobre el color de su plumaje por ejemplo

– creo que estaría mejor decir “la Agencia Estatal del Clima”

– “el viento cesó” y “el sol salió” hacen rima

– dices que hay “decenas de muertos” me parecen muchos muertos para una tormenta provocada por el Lebeche. El Lebeche sopla en el levante y sureste de España, veo poco probable una tormenta en esas zonas capaz de provocar tantas muertes. Puede que estés ambientando tu relato en una época futura donde el clima esté más alborotado pero entonces no me cuadra el cartero

– “El joven de pelo largo” lo de poco hablador es mejor quitarlo porque ya lo dices anteriormente y te repites de nuevo (revisa todas las repeticiones que haces a lo largo del relato)

Espero haberte ayudado.

Un abrazo.

Marcelo Kisi

09/06/2016 a las 23:31

Hola Verso suelto!
Muchas gracias por tu visita a mi relato, y perdón por tardar en devolverte la visita. Una temporada demasiado alta…
Los comentarios de los compañeros me parecen pertinentes, en especial el tema del conflicto que falta en la historia. Pero no leí los comentarios antes, así que te voy a decir lo que experimenté con tu narrativa: placer estético. Me pareció una escritura sencillamente hermosa, poética sin ser kitch, sonora, visual, íntima. Hacés honor a tu pseudónimo. Cierto, yo le quitaría un buen par de adjetivos (en especial lo de “parecidos actores”), pero en general me parece un texto muy bien “vestido”.
Si así escribís cuando dibujás esta escena, cargada de placidez a pesar de la tormenta, con sentimientos apenas sugeridos por los aconteceres (un poco a la Hemingway), imaginate lo que podés ser capaz de hacer con una historia con dramas y demás cosas tremendas, propias de lo que dicen que es el género cuento.
Sinceras felicitaciones!
PD: yo también aprendí palabras, en especial chiringuito y lebeche 🙂

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