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Todo por una nena con un loro - por Marcelo KisiR.+18
Web: http://www.contarelcuento.wordpress.com
Cuando se deshidrató Delfina, mi hija de tres años, me pegué un susto tremendo. Corrí al hospital, le dieron suero e intentaron tranquilizarme. Llegó una payasa terapéutica y me hizo reír. Delfina se despertó por el ruido y se rio también. Era una mujer de unos cincuenta años, edad rara para payasos de hospital. Energética, morocha con bucles que le llegaban hasta la cintura, carácter cautivante, arrollador.
—Es admirable —le dije cuando los médicos nos echaron para dejar descansar a Delfi—. En cierta etapa de la vida, con los hijos ya criados, la gente viaja por el mundo. Vos, en cambio, decidiste ser payasa terapéutica. Debe haber una historia detrás.
—Sí, todo por una nena con un loro.
—¿Cómo?
Se volvió hacia mí haciendo volar sus rulos, y me miró con ojos traviesos. Llevaba mucho trabajo teatral encima.
—Eso te va a costar un café, tesoro. Vamos, tengo un recreo.
—Fui una madre terrible —comenzó. Hablaba a toda velocidad, saltando como sus rulos, de un tema a otro. —Siempre de mal humor, obsesionada con mi perfección y la de los demás. Mi marido, un pobre cartero, se alegró de encontrar alguien que lo controlara. Le era cómodo. Pude haber conseguido algo mejor, porque yo tenía estudios, llegué a curadora del Museo Histórico. Pero Mario fue el que me soportó, me conquistó su sonrisa y su desamparo. Fue una suerte, porque hoy, después de lo de aquella nena, lo quiero más que nunca.
—Me tenés en ascuas. ¿Cómo una nena con un loro puede dar vuelta la vida de alguien?
—Ya vas a ver, lindo, sé paciente. No me voy a olvidar el día en que la vi. Hermosa, en medio de una plaza. Tenía bucles castaños divinos, un vestido blanco, y un loro parado en el hombro. Yo comía mi almuerzo en un mediodía soleado, fuera del museo. Cuando la vi, quedé shockeada. Todo mi pasado se me apareció como en una película en tecnicolor. Cuando vi a la nena, me vi a mí misma, ¿me entendés?
—Sí, pero no.
—Yo era una nena como ella. Vivía con mi familia en una casita frente al mar. Cuando tenía nueve años, mi papá me trajo un loro. Verde, exuberante, hablaba y todo. Un día se escapó hacia la playa desierta. No lo encontré, me puse a llorar, y un señor vino a consolarme. Me abrazó y yo me entregué. El tipo era un malparido, pero qué sabía yo. Me empezó a acariciar, y bien pronto los toqueteos se corrieron hacia las partes íntimas.
—Ay, lo decís casi como si nada.
—Corazón, escuchame bien: pagué un precio muy alto para poder hablar así, me lo gané. Para hacértela corta, el tipo me violó y me dejó tirada sobre la arena. Estuve un rato ahí, sin moverme. Pero se desató una tormenta que me hizo reaccionar, y volví a casa toda empapada y con sangre entre las piernas. Me lavé y seguí con mi día, triste, creía yo, por haber perdido el loro, que no apareció jamás. Nunca le conté a nadie lo que había pasado, y me olvidé totalmente del asunto. Quizás pensé que se podía borrar si uno no pensaba en eso, o sencillamente fue mi inconciente en acción —sonrió irónica.
—Sencillamente —ironicé con ella.
—Pero nuestro inconciente no trabaja gratis, precioso mío, no, no. Tenía pesadillas. Me hice noctámbula, recorría la casa ordenando o leía mientras los demás dormían. Ahí nació mi carácter podrido y de a poco mi familia dejó de soportarme, aunque no tenían otra. Crecí, me casé con Mario, tuvimos hijos, y a ellos sí los perdí por un buen tiempo, cuando se hicieron grandes.
—Hasta que apareció la nena con el loro.
—Exacto. No pude volver al museo, me quedé sentada ahí por horas con el sushi entre las manos, como hipnotizada, porque todo había vuelto, como un cadáver que resurge en la playa cuando baja la marea. Ese mismo día decidí hacer terapia, y todas las fichas fueron cayendo, de a una y prolijamente. Hoy le doy a mis nietos lo que no pude dar a mis hijos, que volvieron a mí con los brazos de par en par, llenos de perdón. Doy conferencias en refugios de mujeres golpeadas, hago asistencia telefónica a chicas violadas, estudié para payasa terapéutica, lo que me terminó de abrir las chacras, te lo recomiendo. Soy feliz. ¿Viajes de cincuentones? No me hagas reír. Yo soy la que te quiere hacer reír a vos. Dale, vamos a ver a tu hija.
Comentarios (34):
Marcelo Kisi
17/05/2016 a las 12:17
Texto salido a último momento a partir de varias historias reales combinadas que escuché hace poco. Espero que les guste. Gracias de antemano por los comentarios!
Caritobel
17/05/2016 a las 17:40
Acá vengo yo, para ser la primera en comentarte.
Como siempre, tus historias no pueden dejar a nadie indiferente ante lo que se lee. Tenés el don de transmitir muy bien lo que deseas. Siempre muy humano, eso me encanta.
Es un relato fuerte, contado de una manera sencilla y amena.
Otras historias tuyas me han gustado más, la razón es totalmente subjetiva.
Dejó lo de las correcciones formales a otros. A vos te leo y siempre me pierdo en la historia.
Es un placer leerte. Te respondí en mi texto tu comentario.
Te mando besos.
Dante Tenet
17/05/2016 a las 18:12
Marcelo:
Ya lo he dicho en un comentario anterior, me maravilla el equilibrio que logras entre la narrativa y el dialogo, tanto que lo leo como si fuera todo dialogo.
La historia en si es emotiva, quizás el final, donde ella cuenta todo lo que hace me pareció un poco recargado.
Abrazo y nos seguimos leyendo, mi relato es el 8.
Demetrio Vert
17/05/2016 a las 19:11
Hola Marcelo. Gran placer leerte, como siempre.
Me fascina el dominio del lenguaje que tienes y la capacidad de inventiva. Historias redondas.
Sencillamente disfruto leyendo tus cuentos.
Un abrazo.
Mayca Nasan
17/05/2016 a las 20:05
Hola Marcelo,
Me costó encontrarte este mes, tan abajo en la lista, pero como siempre valió la pena buscar y leer tu relato. Lo he disfrutado mucho, una historia tremenda, dura… y qué bien contada, sin caer en lo fácil.
Eres una fuente inagotable de recursos, y admiro tu originalidad para abordar los relatos.
Enhorabuena, saludos!
Juana Medina
17/05/2016 a las 20:32
Hola compañero,
Tu ternura siempre presente cuando hay que relatar lo doloros y tremendo.
Me permito señalar un error que posiblemente sea por escribir rápido: las chacras son establecimientos de campo no muy extensas con cría de pocos animales y a veces sembradíos. Aquí vos te referís a “los chacras” centros de energía ubicados en distintas partes del cuerpo humano, señalados por el hindui´smo. O eso entendí. Mis disculpas si soy pesada.
La historia es preciosa. Si tenés ganas ando por el 84.
Un abrazo,
ines
17/05/2016 a las 21:07
Bueno, veo, (leo mejor) escrito que te conocen por tus trabajos. Es la primera vez que te leo y me encantó tu cuento. La sicología que, manejas tan bien como los diálogos llevan a creer que estas escuchando de primera mano a la mujer que interviene. Lo de las chacras iba a ponerlo pero ya alguien lo advirtió. Si bien es un mal menor, a veces la ortografía puede hacer distraer de la tensión del relato al lector.
Mi cuento esta justo arriba tuyo, por si queres opinar.
Melisa
17/05/2016 a las 22:19
Hola, Marcelo!
Me gustó mucho la historia. Es de esas que merecen ser contadas y escuchadas. Transcurre con fluidez y se siente real.
En cuanto a sugerencias, apenas dos:
La primera es que en “…edad rara para payasos de hospital.”, pienso que quedaría mejor “…edad rara para ser payaso de hospital.” o “…edad rara para un payaso de hospital.”.
La segunda es muy subjetiva. Creo que la mujer usa demasiadas expresiones para llamar al padre de la nena. A lo largo del relato, lo llamó “tesoro”, “lindo”, “corazón” y “precioso mío”. Me parece que eso le quita consistencia al personaje.
Como siempre, un placer leerte. Tengo que decirte que lo que más me gusta de tus relatos es que todos llevan tu sello. 😉
Te invito a comentar mi relatito, es el 93.
Saludos!
Luis Ponce
17/05/2016 a las 23:19
Hola Marcelo:
Muy grato leer tu relato. De acuerdo con Juana Medina lo de los chakras.
A pesar del sufrimiento del personaje, está contado con un tono positivo, objetivo. Es un canto de esperanza bien contado. mucha fluidez en el relato y como siempre cargado de mucho sentimiento. Tus personajes tienen vida, pero una vida que involucra la espiritualidad.
Nadie conoce el sufrimiento que existe tras la careta del payaso, como nadie repara en la calle con el sufrimiento de cada persona que se atraviesa en nuestro camino.
Pero el mensaje es positivo y terminas esperanzado.
Saludos.
Edu SC
17/05/2016 a las 23:30
Hola Marcelo Kisi,
Aquí en Barcelona, España, son las 00:23. Llevo ya 6 comentarios, creo, y mi intención era irme a dormir, que mañana no habrá quien me levante. Pero antes quería echarle un vistazo a tu relato. Es mi primera participación en este foro y te tenía como lectura apuntada por lo que leí de la anterior escena. He comenzado a leer y simplemente ya no he podido parar hasta el final.
Me ha parecido una historia preciosa, muy bien contada. Al igual que los compañeros, admiro tu forma de escribir. Sobre todo, me doy cuenta de que, al leer tu relato, además de hacerlo con naturalidad y avanzar a lo largo de él con fluidez y con ganas de saber que pasará a continuación, al finalizar, queda algo. Creo que eso debe ser muy difícil de lograr, espero poderlo conseguir y para ello trabajaremos.
No sé sinceramente que comentarte que te pueda aportar algo, tal vez porqué estoy muy cansado, tal vez porqué no soy capaz de ver nada mejorable. Así que tan sólo felicidades y buenas noches.
Cryssta (Madrid-España)
18/05/2016 a las 08:41
Querido Marcelo, esta vez estoy especialmente agradecida por tu relato. Agradecida a mi musa que se alió con la tuya. Mi musa me hizo escribir el relato de Simona en el ascensor, después yo te lancé el guante para que contaras su historia. Tu musa guardó ese reto en tu subconsciente y aunque tu querías escribir otra cosa al final te salió este precioso relato.
Como mujer te agradezco que lo hayas escrito porque has puesto voz a tantas mujeres que han sufrido una experiencia bien traumática y han salido de ella siendo mejores y ayudando a otras mujeres a superar su dolor convirtiéndose no en víctimas sino en supervivientes. Gracias Marcelo.
Y ahora a los mejorables:
– Dices “Delfina se despertó por el ruido y se rio también” y a continuación “Era una mujer de unos cincuenta años” aunque se entiende que se refiere a la payasa da la sensación de que la mujer de cincuenta años es Delfina
– entiendo que lo del café y que es una madre terrible lo dice la payasa, al poner dos guiones del diálogo parece que lo dicen dos personas distintas
– “¡Ay, lo decís casi como si nada!”
– has puesto dos veces “inconciente” se dice “inconsciente” aunque en realidad tenías que haber puesto “subconsciente”, son cosas distintas. Es un poco largo de explicar, para todo el que lea esto yo sugiero que ponga en Google “diferencia entre consciente, inconsciente y subconsciente”
Felicidades por tu relato.
Marcelo Kisi
18/05/2016 a las 08:55
Mil gracias a todos y cada uno de uds. por sus comentarios. Los que me han marcado yerros, tienen TODA la razón. He intentado el colmo de la condensación narrativa, no siempre con el mejor tino, ha quedado recargado al final como me lo señala Dante, y el personaje de la mujer, como me marca Melisa, me ha quedado un poco no creíble con tantos apelativos. Es que intenté construirlo a base de esos modismos y gestos, y me quedó exagerado, a mí también me suena mal. Pero les aseguro que el personaje existe en la vida real, es una mujer increíble y habla más o menos así!
No tengo tiempo para agradecerles personalmente, prefiero usar el poco que tengo en devolverles las visitas de a poco.
Millones de gracias a todos!
Victor Hugo Montenegro
18/05/2016 a las 15:03
¡Hola Marcelo!
Aunque he leído los comentarios anteriores para no repetir, me doy cuenta de que algunos señalan que tu historia va del lado de lo subjetivo, que les gustan unas más que otras. En mi caso, si te soy sincero, de lo poco que he leído de tu parte, esta historia me gustó más que la anterior escena de la luna. La verdad esta historia tiene nostalgia pura, me encantó, porque es una anécdota cargada de humanidad. La forma en cómo la narraste, me dio esa perspectiva de lo poderosas que pueden llegar hacer las historias de la gente del común. Tantas y tan variadas narraciones ocultas en los escondrijos de nuestras vagas penalidades que llevamos aquí dentro sin tener la forma de expresarlas, siento entonces que el arte puede llegar hacer ese medio para sanar las heridas del alma. La transformación de nuestras miserias en una expresión artística hecha palabra.
Marcelo de corazón de felicito porque has sabido transmitir muy bien esas miserias, eso que nos pasa y nos hace humanos, logrando esta transformación alquímica para que ahora tu obra brille como el oro en el sentir de nuestras fatalidades.
¡Enhorabuena!
¡Un abrazo!
Juan Carlos
18/05/2016 a las 17:17
Hola Marcelo, mi nombre es Juan Carlos.
Veo por los comentarios que eres conocido en el blog y después de leer tu relato entiendo porqué.
Me gustó mucho el texto. La crudeza de la vida la muestras sin estridencias y la historia en sí está contada con serenidad y fluidez.
Saludos, te seguiré leyendo.
Verso suelto
19/05/2016 a las 11:24
Me ha parecido una gran historia, con muchas lecturas por debajo. He aprendido con ella palabras que no conocía, “morocha” y formas de expresión locales que me resultan muy musicales.
Se lee con gran facilidad pues está escrita con un lenguaje que entra suave.
Felicidades
Si puedes pasarte por el mio estoy en el 63
Manoli VF
19/05/2016 a las 19:37
Hola, Marcelo!
Grande es tu capacidad de comunicación y la naturalidad de tus diálogos envidiable, con todo, tengo que decirte que este texto no es de los que más me convence, teniéndonos acostumbrados como nos tienes a grandes escritos. Opino como ya te ha dicho algún compañero que hay algo que no fluye y que si que al final se ve un poco recargada la confesión de la mujer, estoy segura que fue por las prisas de última hora que te acechaba el límite de palabras y lo tuviste que soltar corriendo, y es que es una historia para contarla despacio, más despacio.
Sobre la forma he visto alguna cosilla, nada serio, como ese: “inconciente” por “inconsciente” que repites varias veces y me lleva a preguntarme si es un localismo en boca de la mujer.
Sobre el mensaje y lo humano de la historia que cuentas es algo que te caracteriza y dominas, creo que lo sabes.
Un abrazo, y nos seguimos leyendo 😉
P.D: no te olvides de pasar por mi escena (111) tu opinión es oro para mí.
charola
20/05/2016 a las 06:54
Hola Marcelo! Me gusta la naturalidad y sencillez con la que has contado esta historia bastante complicada y profunda. Llega al alma. Por ello estoy de acuerdo con Manoli que este relato vale la pena que te des mas tiempo para contarla. Felicitaciones! Un abrazo.
Estoy esta vez en el numero 136.
Disculpa la falta de tildes, estoy con un teclado estadounidense a falta de mi laptop que se averio.
Manuel Pla Martí
20/05/2016 a las 17:50
Hola; Marcelo.
Vengo siguiendo tus relatos desde hace varios meses y nunca me he puesto a hacerte un comentario, hoy lo hago. Quiero decirte de antemano que tienes una forma de escribir que me encanta. Literatura pura. Son relatos muy humanos y el de hoy hace gala de ello.
El contenido es sugestivo por lo real. La niña violada que carga toda su vida la cruz, amargándose la vida y amargando la de los demás, hasta que ya adulta, la niña con el loro la retrotrae, como en una especie de flashback, a su niñez perdida, y le hace comprender todo el tiempo perdido, decidiendo en ese momento recomponer su vida.
Claro, la historia esa, pero otra cosa es la forma magistral como la cuentas; y aquí sí que hay que reconocer tu valía como escritor.
En la forma he visto unos errores que deseo resaltar.
“Energética, morocha con bucles que le llegaban hasta la cintura”,
Creo que en vez de energética debería decir enérgica, aunque la verdad tengo dudas, tal vez sea correcto.
La palabra “inconciente” es inconsciente.
“Las chacras “, son los chacras.
No he visto nada más.
Felicidades por tus relatos. Leerte es una gozada.
Si quieres pasarte por el mío estoy en el 100.
Elisabet Jiménez - Sevilla
22/05/2016 a las 08:22
Hola Marcelo,
Me gusta la humanidad que transmites en el relato. Una forma “agradable” de contar algo muy duro. Personaje entrañable.
Me ha gustado leerte y te apunto a mi lista de imperdibles.
Nos leemos.
Yoli
22/05/2016 a las 13:33
Hola Marcelo.
Me ha gustado tu relato.Me gusta el caracter de la mujer, que aunque haya sufrido mucho, al final sigue adelante y transmite alegría y positividad.
Si quieres leerme soy el #156
MOT
22/05/2016 a las 16:20
Hola Marcelo.
¿Para qué repetirnos…? Ya te lo han dicho todo, estoy cien por cien de acuerdo; me gustó mucho. Pero, y muy humildemente, me gustaría comentarte algunas “cosillas”, quizá muy sugestivas, y son:
* En la frase “No me voy a olvidar el día en que la vi.”, yo, o bien pondría “…del día en que la vi.”, o “No voy a olvidar… (sin el “me”)”.
* En ese mismo párrafo, opino que suena demasiado el “vi”: “…la vi”, “vi a…”.
* En el tipo malparido, al final usas una expresión verbal: “se corrieron”, y yo hubiera usado quizá: “se dirigieron, apuntaron, se desviaron…”. Es que en España eso suena un poco vulgar, por así decirlo.
Encantado de haberte leído y ENHORABUENA. Saludos…
Isolina R
23/05/2016 a las 00:14
Hola, Marcelo:
Este texto es el que me ha convencido menos de los que te he leído hasta ahora. Nos tienes mal acostumbrados con historias maravillosas. Así que cuando bajas un pelín el nivel ya nos ponemos tiquismiquis contigo.
No pensaba comentarte, pero vi que nadie te señaló una cosilla y me he animado a decírtela. En: “Hoy le doy a mis nietos lo que no pude dar a mis hijos” hay un fallo de concordancia. Debe ser “Hoy les doy…”
Las palabras de otras lenguas deben ir en cursiva o entrecomilladas.
“Debe haber una historia detrás” es probabilidad, así que: “Debe de haber…”
Saludos.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
23/05/2016 a las 03:23
Hola Marcelo, a mí, lo que me gusta de tus escritos son esas expresiones tan cotidianas, tan de la calle, expresadas con naturalidad. Todas tus historias son de colección. Cada historia se adhiere y homogeniza con mucho realismo a los acontecimientos de mi barrio.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
23/05/2016 a las 04:15
*
adhiere y homogeneiza…
Wolfdux
24/05/2016 a las 10:05
¡Grande Marcelo!
KMarce
25/05/2016 a las 14:08
Saludos Marcelo:
Lo bueno y malo de llegar tan tarde, es que todo está dicho.
Así que solo me resta decirte, que en lo particular, siempre disfruto de tus textos, me encanta como describes lo cotidano, la simpleza de las personas y sus experiencias. Yo soy muy mala, pero re mala en eso, y siempre busco complicar lo complicado.
Saludos compañero de letras. ¡nos leemos!
Escritores Anónimos
25/05/2016 a las 20:48
¡Hola Marcelo!
Te visito un mes más con ganas. (No he podido pasar antes lo siento :() La verdad es que escribes historias entretenidas, cortas, sencillas y con un adorable acento argentino.
No puedo decir nada negativo, ya que lo poco que había encontrado ya te lo han dicho Isolina, Manuel y otros compañeros. Estoy de acuerdo con KMarce en lo referente a las descripciones, llegas de una manera imposible al lector. Espero aprender de ti mes a mes y llegar algún día a escribir como escribes.
¡Un abrazo fuerte, nos leemos y no dejes NUNCA de escribir!
Isan
26/05/2016 a las 19:54
Hola Marcelo:
Aunque no te aporte gran cosa mi comentario, no puedo dejar de felicitarte por el relato. Ya te lo he dicho otras veces, parece fácil como escribes, pero no lo es. Lo haces fácil y eso es tu gran virtud, porque se necesita tener ese toque del que algunos gozáis.
Un abrazo.
Isan
26/05/2016 a las 20:10
Se me ha pasado destacar que los retos están integrados perfectamente en el relato y, sobre todo, quería resaltar un par de frases que me han gustado especialmente.”Hablaba a toda velocidad, saltando como sus rulos, de un tema a otro.” Me ha parecido muy simpático ese toque de fino humor del que siempre haces gala y “porque todo había vuelto, como un cadáver que resurge en la playa cuando baja la marea.” no hay manera más apropiada de rememorar lo que pasó. Vale.
María Kersimon
26/05/2016 a las 21:49
Hola Marcelo, llego más que tarde, todo esta dicho, o casi. Muy buen relato, evidente. Me llamó la atención la fluidez de lis diálogos y tu manera desenvuelta de contar historias. Muy coloquial, muy real… y muy argentina. Una historia que toca la fibra sensible.
Saludos.
Laura
29/05/2016 a las 13:39
Hola Marcelo.
Hermoso relato,muy realista y dulce en lo que narras.
Espero seguirte leyendo.
Felicitaciones.
Por si te interesa, tenés ganas y tiempo, estoy en el 9
Menta
29/05/2016 a las 17:54
Hola Marcelo: Soy nueva en el taller y me han recomendado leer tu relato porque me iba a gustar y así ha sido. ¡Vaya historia! ¡Vaya mujer! Que capacidad para poner remedio a las heridas del subconsciente y sanarlas por completo. Me gusta mucho como has tratado este tema tan duro, podías haber caído en lo morboso, pero no ha sido así.Has jugado con la naturalidad de los dos personajes y con la franqueza de ella en particular, esta visión sencilla, nos ha permitido reflexionar profundamente en el dolor de esa pobre niña que se hizo mujer.
Muchas gracias. Ya me has cazado.
Menta
Claudio
01/06/2016 a las 15:24
Hola Marcelo! Perdon por comentar tan tarde tu historia. Los estudios me mantenian ocupado. Tu historia me gusto mucho, sencilla pero profunda. Tiene ese ambiente de cotidianidad que la vuelve muy impactante. Se nota que hay mucha pasión para escribir. Segui asi y muchas felicidades! Y gracias por los comentarios y las criticas, me ayudaron mucho para ver mis errores. Saludos!
Feli Eguizábal Fernández
16/06/2016 a las 10:47
Hola Marcelo, aunque es muy, pereo que muy tarde para comentarte, solo voy a decirte que me ha encantado tu canto a la esperanza y la actitud para resulver adversidades y sufrimientos del día a día.
Suelo leer tus trabajos. Me gusta tu narrativa. El ritmo fluido de tu trabajo hace que los lectores nos enganchemos y disfrutemos del paisaje que pintas. Nos leemos.