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Apollo 13 - por L. Daniel CaballeroR.+18
El alunizaje se produjo a la hora terrestre de las nueve de la noche en el día quince de abril del año mil novecientos setenta. Los tripulantes del Apollo 13 descendieron de la nave en una zona despejada, encabezados por el comandante de la misión, James Lovell, como piloto del Módulo de Mando John Swigert, y el piloto Fred Haise encargado del Modulo Lunar, todos siendo las reservas del Apollo 11.
—Estoy dando un pequeño paso fuera de la plataforma—dijo Lovell a través de la radio. Mientras bajaba de la nave por la escalera. Las patas de la nave estaban enterradas en la superficie —Un pequeño paso para este hombre.
—Copiado, Lovell, como la frase Armstrong. —dijo Sweigert en el intercomunicador. — Aquí Sweigert reportándome.
—Haise, al habla.
Los tres se reunieron, dando saltos por la gran masa polvorienta de la luna. Sus trajes eran grandes y pesados, blancos que realzaban entre la oscuridad a sus espaldas. Se detuvieron cuando se alejaron más de doscientos metros de la Odyssey. Lovell giró para mirar a su espalda. Cada paso que daba era suave, como pisar almohadas o yerba. Sweigert se alejó de nuevo, de regreso a Apollo.
—“Bravo, tango. Bravo, Tango. ¿Me copian? Bravo, tango. Bravo, Tango. ¿Me copias? —sonó la radio. —“Aquí Huston ¿me copia?
—Aquí tango, lo copio fuerte y claro ¿Pueden verlo? —preguntó Lovell.
—“Podemos ver que es una zona muy tranquila. Son los únicos a quienes podemos ver directamente”.
—Y una mierda—replicó Haise— Hemos informado sobre las luces que nos han seguido. ¿Es basura espacial o realmente nos seguían?
—“No tenemos dicha información. Manténganse al margen de la operación” —la radio dio varios chillidos de interferencia que hiso que les dolieran los oídos. Luego se apagó. Sweigert se acercaba dando brincos, flotando en el aire por un segundo y descendiendo con lentitud de nuevo.
—¿A que hemos venido? Armstrong ya estuvo aquí—preguntó levantando la capa reflectora de su casco. Heise lo imitó y Lovell por igual.
—Por el ruso, lleva dos semanas sin comunicarse. —dijo Lovell mirando detrás de la Sweigert, quien volteo a ver lo que Lovell miraba. Un paisaje encantador. La tierra se divisaba lejos, sus mares y terreno, las nubes que lo rodeaban, parecía una imagen ficticia, algo hecho a computadora. —Es algo increíble. Mírenlo.
—Dejemos los encantos para después—dijo Heise. Lovell lo volteo a ver, estaba serio, poco encantado por el paraíso visual. —¿Dónde estaría?
—Quinientos metros de donde estamos ahora y… ¡oh dios! —Sweigert señalando hacia arriba. Lovell y Heise miraron. El terror se apoderó de él. Dos luces color verduscas deban giros alrededor de ellas, desapareciendo por momentos y apareciendo de nuevo.
Lovell buscó el intercomunicador y lo accionó.
—Bravo, aquí Tango. ¿Me copia? —miró los trajes de sus compañeros. Ambos se acercaban—Repito. Bravo, Tango ¿Me copia? —
Su respuesta era la estática de la radio. Buscó comunicarse con sus compañeros.
—Quinientos metros encontraremos clavado bajo la bandera rusa un sombrero de copa, cien metros a la redonda del sombrero estará el Ruso. ¡Vamos! —le temblaba la voz y ellos se dieron cuenta. Lovell les dio la espalda y caminó corrió por la superficie suave de la luna.
Llevaban minutos cuando la voz de Heisen sonó por la radio:
—Lo veo. ¡Allí está! —Heisen corrió lo más rápido que pudo, que no era mucho por la gravedad. Sweigert y Lovell lo siguieron. Cuando se acercaron, Heisen les daba la espalda, agachado bajo la bandera Rusa que se mantenía enrollada en el mástil. Heisen sacó algo de la tierra, se levantó y giro para verlos, en la mano derecha sostenía una cuchilla plateada, y en la otra un sombrero negro como los que utilizaban los señores en Nueva York.
—Excelente— dijo Lovell sacudiendo el hombro de Heisen para animarlo, sintiéndose aterrado por las luces. —cien metros a la redonda. Vamos.
Los tres se pusieron busca, cubriendo los cien metros, mientras transcurrían los minutos con velocidad a medida que no encontraban a nadie, ni rastros de pisadas que no fueran las suyas. El intercomunicador los sorprendió a los tres rompiendo el terrible silencio que los cubría.
—“Bravo, Tango. Bravo, Tango. Vayan al otro lado. ¡Regresen a su puesto!
—¿Tienen explicación alguna? —los tres se reunieron.
—No se preocupen ¡pero regresen a su zona!
Lovell, Heisen y Sweigert miraron el cielo inundado por varias luces de color verde que giraban sobre ellas mismas. Y corrieron. Corrieron como se los permitían la gravedad. Huyendo, sabiendo que morirían si se quedababan.
Comentarios (6):
Majencio
18/04/2016 a las 11:46
Me gusta el desarrollo de la escena, pero el principal problema que veo es que el relato no termina. No descubrimos qué son las luces verdes (aunque sabemos que es algo malo), ni porqué Heisen desentierra una cuchilla plateada, ni quién es el ruso y porqué lo buscan exactamente.
Hay alguna falta de ortografía (“que hiso que les dolieran” -> hizo) y gramatical (“Quinientos metros encontraremos clavado”) que afean un poco el texto que, por lo demás, encuentro bien estructurado y con unos diálogos bien trabajados, con la dificultad que tiene tener tres personajes más el control de Tierra hablando a la vez.
Gracias por el relato 🙂
L. Daniel Caballero
19/04/2016 a las 03:54
Pues gracias por tus comentarios :3 nobte miento al decorte que esta es la primera version del relato, lo escribi casi cuando terminaba el plazo de entrega D: Y por eso se me fueron algunos detalles, como los que acabas de comentar.
Pero te agradesco que lo hayas notado y hacermelos saber :D…
Referente a las luces que se quede alli, porque eso es lo que queria en un inicio, no decir que son y que el lector se imagine qué es D:…
Y lo demas mecionado… Si, esas partes si que me has tomado desprevenido…
Gracias pos las correcciones, los mejoraré en el siguiente relato del siguiente mes 🙂
Beatriz
20/04/2016 a las 00:06
Me gusto mucho pero me hizo “ruido” la palabra mierda… no sé, me habría gustado mantener un lenguaje de astronautas.. copiado tango…
Namasté
Tita
20/04/2016 a las 02:54
Tomar el riesgo para hacer diálogos es de valientes. Te felicito.
Me gusta la trama de la historia.
Y en cuanto a las luces verdes, me imagine extraterrestres. Ja, ja…
Soy la 18. Te espero.
Saludos
gaia
20/04/2016 a las 15:57
Interesante trama. Lo de la mier…, todo depende del tono. Estoy en el 17!
José Luis Troconis Barazarte
26/04/2016 a las 03:10
¿Por qué es para mayores de 18? Te felicito, me gusta nuestra actividad, me parece grandioso este compartir, admiro que escribas y me encantaría que me leyeras mi relato es el 138, que maravilla poder expresarnos y mejorar cada día, ¡que viva el arte y la literatura!