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Soledades urbanas. - por Pato MenudencioR.
Web: http://menudencio.wordpress.com/
El reloj del vestíbulo marcaba las siete menos veinte de la mañana. «Maldición, es muy temprano», se dijo Patricio.
Miró hacia todos lados, nervioso, y suspiró aliviado. Aún no llega Natalia. En un acto torpe, fue hacia el baño para hacer un poco de tiempo en lo que ella llega.
En el café cruzando la calle Natalia mira con preocupación. «Son las siete menos veinte. ¡Llegó antes, no puede ser!».
A duras penas, cogió el muffin y lo puso en su boca, con su mano izquierda toma el capuccino y con la otra paga en la caja, para luego cruzar la calle a toda velocidad con el fin de encontrarse con Patricio.
Con la respiración agitada debido al esfuerzo, Natalia vio con felicidad que él esperaba la llegada del elevador. Lo que ella no sabía, es que él, al verla cruzar la calle, se ubicó en posición para esperarla.
Uno al lado del otro, un amistoso cruce de miradas y una sonrisa que esconde años de amor no declarado; luego, un silencio que contiene todos los sentimientos del mundo. Natalia baja la mirada, sus mejillas adquieren un tono carmín que Patricio interpreta como algo natural al cambio de clima que hay en el exterior comparado con el edificio.
El timbre del ascensor rompe el silencio incómodo de los dos jóvenes que aún no se atreven a dar el primer paso. Ambos entran, y una canción popular interpretada en versión bossa nova, es el telón de fondo de una historia que se ha repetido sin fin desde que aquellos dos se vieron por primera vez hace seis meses. Al igual que la canción, inofensiva y que no deja huellas en quien la escucha, ellos dejan pasar una oportunidad de ser felices, o al menos de ser algo.
Sin darse cuenta siquiera de lo que ocurre dentro de la cabeza del otro, hacen lo posible para coincidir en aquel espacio del día, en un ritual amoroso sin caricias, sin besos y sin futuro; a menos que alguno proceda a cometer una traición a su forma de ser. Porque una de las cosas que estamos claros al verlos tratar de ser algo más que dos conocidos del trabajo; es que si existe algo peor que un amor no correspondido; esto es un amor recíproco sin valentía.
Estos anhelos tarde o temprano desaparecen. Se van diluyendo como las palabras arcaicas en un diccionario que dejan de formar parte del lenguaje de la gente.
Patricio mira por un instante el rostro de Natalia; ella parece concentrada en un punto fijo del tablero del elevador, «Mírame», implora para sus adentros. Luego vuelve su vista hacia adelante con la derrota en sus ojos.
Ahora Natalia lo observa. Que sus miradas converjan puede cambiarlo todo en un instante, pero no es este el día, y un manto de tristeza la invade al ver que él mira la pantalla de su móvil.
Tan sólo si alguno se atreviese. O que el destino les de un pequeño empujón para que sus miradas por fin se encontrasen, que los dos noten lo que hasta ahora ha sido un terreno desconocido. Son como dos músicos que tocan con un ligero tiempo de desfase. Por separado son intérpretes prodigiosos, pero en ese momento la falta de coordinación arruina toda posibilidad de armonía.
El visor con los números indicando que van subiendo parece la cuenta regresiva hacia una sentencia de muerte; una nueva incertidumbre en sus corazones. Darían lo que fuera para que un desperfecto les diera la posibilidad de pasar más tiempo junto, ambos miran con desazón. Ese breve instante de compañía está por acabar. Un día más sin tener valor; luego, ocho horas sin sabor a nada, como la bossa nova que suena en el ascensor.
Del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, con esa pequeña ventana de dos minutos en que todas las ilusiones se vuelcan en que ocurra una sola cosa que puede cambiar sus grises vidas en medio del concreto de la ciudad.
Pero hoy no será ese día. Para ellos sólo hay un viaje en metro, unas horas de netflix, alimentar al gato; y ver el facebook del otro coqueteando con la idea de enviar una solicitud de amistad soñando que algo cambie.
¿Cuánto durará todo eso? Nosotros no tenemos la respuesta. Vive escondida dentro de ellos, en las capas más profundas, esperando algún día salir a la superficie antes que todo se diluya en la nada.
Comentarios (14):
Jose Luis
17/03/2016 a las 21:11
Hola Pato
Tu relato combina verbos en pasado y en presente, creo que habría que mirar eso para darle más coherencia.
Creo que no cumple el reto, por lo que no entiendo la “R” que le han puesto al título.
Está muy bien narrado y ambientado y tu cuento destila nostalgia por todas partes, aparte del romanticismo, claro. Es una historia de desamor, porque los personajes, al final, no terminan juntos. A mí me gustan los finales felices, y éste no lo es y por eso me da pena.
Un saludo
Juana Medina
17/03/2016 a las 21:55
Hola Pato,
concuerdo con José Luis en revisar los tiempos verbales, no concuerdo en que no cumpla con el reto. Creo que sus indecisiones recíprocas, sus miradas cuando el otro no mira, que van arruinando posibilidades de encuentro, ocurren en ese ascensor.
Es una bonita historia muy melancólica. La historia de miles de desencuentros humanos por timideces, orgullos y cosas del estilo.
Nos leemos
beba
18/03/2016 a las 01:11
Hola, Pato:
Me encantan el tema, y la historia. Sí, en buena parte transcurre en el ascensor; al margen de los párrafos iniciales de las “siete menos veinte”, todo pasa en el ascensor: el desencuentro, la timidez, la rutina.
Lo que me sorprendió fue el asunto de los verbos, que te señalaron; y el uso excesivo de punto y coma en el último párrafo.
Saludos.
beba
18/03/2016 a las 01:12
PD de Beba: Si quieres leer mi historia (escribí traidor en vez de traición), puedes pasar por mi blog: ahorayodigo.blogspot.com
El cuento se llama “Mis musas están de parto”. También está “Hijos del Sol”, uno de los primeros intentos, que luego empujé por otro carril.
Pepe ILLARGUIA
18/03/2016 a las 23:53
Excelente tu soledad urbana, Pato. Pero dándole la vuelta, a mí me da pie para que Patricio y Natalia en una realidad diferente sean pareja y con su propia soledad a cuestas, suban en ese ascensor y, sin una palabra, entren en su hogar, alimenten su gato, su facebook, y llenen su soledad con otra soledad mayor.
En cuanto a lo del Reto a mí me da igual, pues el ascensor es el vehículo donde se suman las soledades de ambos.
Un placer leerte.
Manoli VF
19/03/2016 a las 00:26
Hola Pato.
Has narrado muy bien esa “soledad compartida” de los dos amanes sin coraje en esta escena de corte intimista. Lo que puedo decirte es que tengas cuidado con los tiempos verbales que no siempre concuerdan:”COGIÓ el muffin y lo puso en su boca, con su mano izquierda toma el capuccino y con la otra PAGA en la caja” por ponerte un ejemplo. Y también con esa figura del narrador que cambia un poco (de tercera persona a omnisciente) según se va leyendo.
Por lo demás captas la esencia de los personajes y se siente su opresión en el ascensor.
Un placer leerte siempre.
Diego Manresa Bilbao
19/03/2016 a las 12:40
Muy bueno Pato!!!!
Ademas, a mi me da en la nir que es una historia, como minimo, algo real jejejeje….
Muy bonito, de verdad.
#Nos leemos amigo!
Gama
19/03/2016 a las 22:37
Al igual que mis compañeros he notado el problema con los tiempos en tu narración, fuera de eso me parece muy buena la manera en la que lo relatas. Me recuerda a situaciones que he vivido. Me parece la historia eterna de esas soledades, lo único que cambia es el contexto.
Saludos Pato!
Sigue escribiendo.
CARMELILLA
21/03/2016 a las 18:19
Hola Pato:
Sobre los verbos, ya no digo más.
Sobre cumplir el reto, creo que no, parte de la trama ocurre fuera del ascensor, Patricio en la misma puerta y Natalia desde la cafetería hasta la puerta del ascensor. A partir de ahí, “pa dentro los dos”.
Me gusta el contenido, me gusta esa incertidumbre de si hoy será el día a pesar de que “avisas” que no, la esperanza es lo último que se pierde ¿no?
Está claro, creo, que esta pareja no tiene mucho futuro. salvo que alguno de ellos “coja al toro por los cuernos”. Puedes hacer un “soledades urbanas II”, aunque algunos dicen que segundas partes nunca fueron buenas, yo creo que sí.
Buen lenguaje, sencillo, claro, avanza adecuadamente la trama y te mantiene alerta “a ver qué pasa”.
¡Buen trabajo!
Seguimos leyéndonos y participando.
Saluditos.
Alonso García-Risso
24/03/2016 a las 03:13
Saludos Pato Menudencio:
comentario: La historia gira en torno a una sentencia y de su consecuencia (el título apunta en esa dirección, ¡bien!).
La temática bien podría inscribirse en una evaluación clínico-psiquiátrica, propia de estos tiempos. Sin temor a equivocarme, creo de un modo u otro, nos toca a cada uno de nosotros… Bien, muy bien Pato.
Osvaldo Mario Vela Sáenz
26/03/2016 a las 15:11
Hola Pato. Al terminar de leer las opiniones de los compañeros me admira de que no hayan visto lo profundo de tu trabajo. A la mejor no han vivido lo que es la timidez. La describes tan perfecta que casi duele. Para los que la padecimos en la juventud, no solo existe un ascensor; veo cafeterías, gimnasios, corredores, desfiles del pueblo, obras de teatro y un sin fin de lugares para compartir. Para aquellos que temen que el futuro de los personajes de tu relato sería una vida de desaliento les digo que la cortedad termina cuando llega alguien quien no requiere de una declaración simplemente sucede. Se necesita solo un roce de piel o un casual tropiezo que la arroje a tu vida.
Pato yo de mi parte te felicito por transportarme con total veracidad a una época ya pasada. Gracias.
KMarce
31/03/2016 a las 20:39
Saludos Pato, visitandote por esos autores que he querido leer a voluntad.
Concuerdo con algunos puntos ya detallados, creo que te ha pasado lo mismo que a mí, mi relato tiene 3/4 en el ascensor, pero 1/4 fuera de él, y aquí debería considerarse que no cumplió el reto que todo el argumento “fuera” dentro del elevador la historia.
Coincido con Osvaldo, la tímidez es algo que nos frena terrible, y yo estoy con el proyecto de Robert y ese mismo problema tienen mis protagonistas, son excesivamente tímidos y nunca se atreven a dar ese paso. Pero creo que debistes dejarlos como extraños, no compañeros de trabajo. Porque es casi imposible no relacionarse al menos una vez, con tus compañeros de trabajo. En fín, solo idea mía.
Me ha gustado mucho, pulir los tiempos, y quedará estupenda, porque es una historia así de triste, así de conmovedora, pero definitivo que es muy tierna y me ha gustado mucho.
¡Nos leemos!
Wolfdux Anathema Chimaera
05/04/2016 a las 19:24
Estaba leyendo el relato y me decía: esto me suena mucho. ¡Pues claro! Ya te había leído pero no había comentado…
Nada más que añadir, solo felicitarte por este magnífico relato. Un abrazo.
Alejandra Oñate
06/04/2016 a las 21:39
Hola Pato: Soy nueva en Literautas, y tomé al azar tu escrito y me pareció muy bien narrado, pero personalmente, me hubiese gustado un final más emocionante. Pero, lo encontré muy bueno, creo que lo puedes seguir trabajando. ¡Que te vaya muy bien¡