Literautas - Tu escuela de escritura

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CINCO HORAS CON MÉHIEL - por Oda a la cebollaR.

—Buenas tardes, ¿cómo va ese dolor de cabeza? —me preguntó aquel rubiales de pelo largo.

—¡Uf, me duele muchísimo! Estoy mareada y confusa. No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, pero gracias por interesarte —le respondí, descubriendo un poco de sangre alrededor de mi coronilla.

Nunca había estado en un ascensor como aquel. Era un enorme cubilete acristalado que filtraba tanta luz que resultaba algo incómodo. Sin embargo, me agradaba fijar la mirada en el traje informal de color amarillo que me había puesto. Su palidez ahora deslumbraba, y una sensación espontánea me hizo imaginar que lucía un elegante vestido.

—Perdona por no haberme presentado antes, Aurora. Me llamo Méhiel —se disculpaba muy educado, mientras recogía su abundante pelo rizado en una baja coleta.

—Encantada de conocerte, pero ¿cómo sabes mi nombre?

—Bueno, digamos que te auxilié y te traje hasta aquí, no sin antes preocuparme por saber quién eras. Lo dejaremos así —respondía aquel chico, igualito en rasgos faciales a cualquier querubín retratado en los cuadros de Rafael Sanzio.

—De acuerdo. En ese caso, te lo agradezco. Por cierto, curioso nombre, Méhiel.

—Sí, lo es. Mis compañeros de la Tercera Tríada y yo tenemos unos nombres originales.

—¿Tercera qué? No entiendo nada, perdona; y tampoco estoy para pensar mucho ahora mismo, con este dolor pulsátil tan intenso. Así que, seguramente, me va a parecer bien todo lo que digas…

La buena memoria que siempre había tenido me estaba jugando una mala pasada. Una especie de traición. Me encontraba aturdida, aunque ya notaba que iba mejorando. Conseguí recordar que esa tarde había salido a pasear a Chinnie, mi cruce entre husky y schnauzer mediano, y que comenzó a chispear. La lluvia en Sevilla es siempre maravillosa, hasta que te coge de improviso, sin paraguas, sacando al perro y con el calzado inapropiado. Recordaba que anduve a gran velocidad cerca de un hidrante contra incendios de la acera. ¡Eso es! Me había golpeado contra él, y un chico de pelo largo se acercó para ayudarme.

—Exacto, Aurora. Ves, tu memoria no te ha traicionado tanto —decía, leyéndome el pensamiento—. Pronto bajaremos, no te preocupes. Has obtenido los “méritos” para regresar a casa, pero antes debemos subir a la octava planta.

Méhiel vestía de blanco impoluto. Confiaba en que fuese un moderno enfermero, de un moderno hospital con modernos ascensores, y que en la octava planta me iban a administrar un calmante. Sin embargo, la situación resultaba muy extraña, y no sólo porque adivinase cada idea que pasaba por mi cabeza; por mucho que quisiera disimularlas, seguían siendo evidentes las dos curiosas protuberancias que asomaban por encima de sus omóplatos.

En una pequeña repisa cercana a la ristra de los pulsadores del ascensor, había colocado una pluma y un libro regordete, que bien podría ser un diccionario. Todo aquello me hizo pensar en las ganas que tenía de seguir escribiendo el tercer capítulo de la novela que me mantenía ocupada cuando regresaba del trabajo.

—Tranquila, ya mismo vas a estar delante de tu máquina de escribir —me decía con calma, mientras pulsaba el botón número ocho.

—“La Octava Planta”. ¡Le han puesto un bonito cartel! Y qué casualidad que tenga el nombre de un programa radiofónico que solía escuchar. Quizás, quien apostó por ese nombre también haya estado aquí.

—Es posible, claro que sí. Mira, sin salir del ascensor se puede divisar el largo pasillo de luces blancas del que tanta gente habla. Por suerte, todavía no tienes que adentrarte en él, aunque hayas estado cerca. Sólo te lo muestro como curiosidad. Cuando sea el momento adecuado, nos volveremos a ver por aquí. Yo no estaré muy cambiado, aunque haya pasado mucho tiempo. Así, tendremos más anécdotas que contarnos. ¡Ea!, pues vamos hacia el sótano.

Ya lo había comprendido todo. Le di un beso a Méhiel en sus turgentes mofletes, los cuales explotaron de alegría. Emocionada, sólo pensaba en acariciar al perro y seguir escribiendo, ahora que me había vuelto la inspiración. Posiblemente, encabezaría el tercer capítulo de la novela con un título que antes no se me hubiera ocurrido.

Comentarios (12):

Caritobel

18/03/2016 a las 05:41

Hola Oda a la cebolla.
Me gusto mucho el título de tu relato, casi tanto como tu nombre de usuario, lo que hicieron que optara por leerte- a modo de curiosidad-
Soy de nueva en el tema de analizar la forma de un texto, así que mi aporte es mínimo. Es más, ¡no sé que corregirte!

Me gustó la historia, se tejé mucho con el diálogo. Muy calmada la actitud de la joven al darse cuenta que casi esta muerta, como si viera ángeles todos los días, ja ja.
Te felicito. Seguramente te seguiré leyendo- ya tengo mi listita de favoritos-

Si tenes ganas de leerme soy el relato 194.

Saludos.

Dianet

18/03/2016 a las 09:37

Hola

Es un texto bien escrito y unos diálogos muy bien logrados. Lo que no he visto es la palabra “traición” Pero el reto opcional si que lo has conseguido bien.

Varias veces leí el párrafo donde esta ( Yo no estaré muy cambiado, aunque haya pasado mucho tiempo) No acabo de entenderlo del todo.

Un saludo.

Oda a la cebolla

18/03/2016 a las 13:03

¡Muchas gracias por las valoraciones! Me pasaré por vuestros relatos, claro que sí.
Verdad, Caritobel. La chica mantuvo la templanza en ese momento. ¡Qué tranquilidad! Me alegro mucho de que te haya gustado.
Dianet, aparece la palabra “traición” un poco antes de empezar a recordar su paseo con el perro. En cuanto al párrafo que me comentas, se refiere a que el envejecimiento del ángel no debe de ser como el nuestro. Aunque pase mucho tiempo hasta que ella muera y se vuelvan a encontrar, no estará muy cambiado. Vamos, digo yo, ¡sin tener ni idea de ello!
Muchas gracias, de nuevo. ¡Saludos a los dos! Buenas tardes.

Frida

18/03/2016 a las 13:55

Hola Oda a la cebolla, un texto como siempre fluido y sencillo, pero esta vez he de decirte que no me he topado con una protagonista perfecta, lo cual me alegra mucho, me ha parecido que Aurora es la más humana de todas las protagonistas que he leído de las que has creado, la más cercana. En cuanto a tu ángel, has sabido despistarnos al principio con su nombre y, es que normalmente, todos echamos mano de los nombres que recordamos de la Biblia, los más conocidos pues, así que utilizar a uno de los menos famosos ha sido todo un acierto.

Veo este texto como uno en el que no dejas de ser tú, tu esencia está impresa en él, pero de los que hasta ahora he leído tuyos, es el que más me ha gustado, se nota cierta evolución en la escritura. Continua así.

Francis

18/03/2016 a las 17:31

¡Hola, Oda!
Has elaborado un texto espléndido, muy bien formado y redactado. Has acertado en la elección del tema, que para mi gusto es bastante original y lo desarrollas con mucha fluidez. Se lee de un tirón, sin tropiezos; incluso hay momentos en los que me he sentido protagonista del relato, por ejemplo, cuando se divisa el largo pasillo de luces blancas y del que tanto hemos oído hablar.
Sigue escribiendo, me gustan tus relatos.

Emma

18/03/2016 a las 20:22

Hola Oda:
Me acerco a tu relato por el comentario que Frida hace en el mio (número 41).
Mi relato también transporta almas y ella menciona tu texto, junto con el número 29, como relatos semejantes en cuanto el uso dado al ascensor.
Tu cuento es precioso, muy bien elaborado, me gusta tu forma de escribir pues sabes transmitir las sensaciones de los protagonistas.
Muy buena historia. Me ha gustado leerte.
Un abrazo

Arameo

18/03/2016 a las 21:12

Hola Oda, mucho gusto! No había tenido la oportunidad de leerte antes. Pero me gustó mucho. Te mando mis comentarios en cuatro puntos. Opinión personal, al fin y al cabo. Lo importante: NUNCA DEJES DE ESCRIBIR!

Qué cuenta: Es el relato de Aurora, una escritora carente de inspiración que vive una experiencia extra-corpórea con un ángel, después de un accidente.

Lo mejor: El relato cumple sobriamente. Se siente muy bien la ambientación y el uso de los elementos durante el traslado en el ascensor.

Lo peor: Tal vez el tema de los retos se vuelven forzados en ocasiones. En este relato en particular, el diccionario y la traición no se sienten bien integrados. Pero eso, claro, es únicamente un punto subjetivo.

En una palabra: Bueno.

Elisabet Jiménez

19/03/2016 a las 08:51

Hola Oda,
Es la primera vez que participo en el taller, vengo por algunos comentarios en mi relato (29) que tenían cierta afinidad con el tuyo y con el 41, un placer leerte.
Aún no estoy preparada para corregir, por lo que me limito leerte y disfrutarte.
Y sí, la lluvia en Sevilla (mi tierra) es una maravilla, sobre todo de sopetón, en sandalias y habiendo lucido un sol de justicia quince minutos antes, jajaja.
Respecto al texto, precioso, bien descrito y redactado.
Nos leemos!!

Werchy lam

19/03/2016 a las 11:48

Hola Oda,
En mi caso he bajado al infierno, pero también pensé en subir a los cielos. Suelo comentar los tres siguientes al mío y los tres anteriores y después algún otro, de ahí que me detenga en el tuyo.
No está mal: hay continuidad y desarrollo aunque yo si vi desde el principio que era un ángel; Ezequiel, Gabriel, nombres del antiguo testamento acabados en “el” por lo que para mí no fue tanta sorpresa.
Los diálogos, no sé, les falta un poquito de veracidad, pero solo un poco. A lo que si le falta credibilidad es a que la chica se quede tan tranquila. No creo yo que se quedara así de pancha con una experiencia así. Y el beso en los mofletes me ha resultado infantil.
Por lo demás muy bien.
Te invito a bajar conmigo a los infiernos. Soy el 82.
Un abrazo

Oda a la cebolla

19/03/2016 a las 20:05

¡Muchas gracias a todos por vuestros comentarios! Siempre resultan muy constructivos. Me alegra saber que el tema de los ángeles aparece también en los relatos de Emma y Elisabet.
Me pasaré a leeros a todos. Saludos y ¡feliz Semana Santa!

Wiccan

20/03/2016 a las 21:40

Buenas Oda,

Como siempre, un placer pasar por tu relato. Me ha parecido que la historia es muy original teniendo en cuenta la premisa que teníamos, quizás le hubiera intentado dar más importancia a las palabras diccionario y traición pero como tampoco se pedía es solo una apreciación.
Al parecer, suelo disentir entre lo que opinan los compañeros y lo que opino yo sobre tus protagonistas, creo que la idea de que la chica acepte la situación como algo tan tranquilizador puede ser bastante justificable, primero porque justo en el momento en el que es consciente de lo que ha pasado le dicen que va a regresar a casa, y segundo porque en realidad el miedo a la muerte es por el desconocimiento a lo que hay después, y en esa situación ella ya sabe que sí hay algo después.
También me ha gustado la elección del nombre del ángel, reconozco que yo me lo imaginé porque conozco nombres de ángeles de ese tipo por una serie de anime, pero me ha gustado que eligieras el ángel protector de los autores y personas que aman la lectura siendo la protagonista escritora (lo he buscado en internet, no se tanto, jejeje). Son ese tipo de cosas las que hacen un texto ir más allá.
En cuanto a tema forma, muy poco que decir, la única cosa que cambiaría sería la frase “¡Ea!, pues vamos hacia el sótano” que quedaría “¡Ea pues! Vamos hacia el sótano”, tal y como la escribes si la leo con una entonación me suena bien y con otra me suena rara. Por lo demás no he encontrado mucho que comentar, creo que está muy bien redactado y estructurado.
Muchas gracias por comentar mi relato como siempre.
Un saludo!!!

Oda a la cebolla

21/03/2016 a las 00:03

¡Muchas gracias, Wiccan! Le has dado el enfoque idòneo. Un saludo y ¡buenas noches!

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