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El bosque de los buenos pensamientos - por Rubén Gallegos+18
Zacarías, un niño dócil, de flequillo rubio y largo, se adentraba en compañía de su hermana Nerina, en el bosque de los buenos pensamientos. Él, al que no le gustaba estar solo, aguantaba las locuras de ella, un año mayor que él, por el simple hecho de disfrutar de su compañía. La niña, de cuello corto, vestía unos pantalones rasgados por las rodillas y una camiseta rosa amarronada por el roce de los árboles.
Había convencido a Zacarías de haber encontrado en medio del bosque, un fabuloso tesoro. Con paso aligerado, avanzaban entre coníferas que se perdían en el cielo. Estos árboles, crecían sobre una endeble base, tapizada con una capa de helechos y mugo, tan verde, que bien podría iluminarse por la noche.
– Neri, ¿Seguro que es por aquí?.‐ preguntó apartando un mechón de pelo rubio de sus ojos.
– ¡Que si, que está por aquí!. – dijo su hermana apremiándole. ‐ ¡Vamos!
– ¡Eso dijiste antes!.‐ dijo frunciendo el ceño.‐ ¡Por dos veces!
Continuaron caminando con dificultad porque el suelo en el que crecía el musgo y los helechos, estaba formado de ramas y troncos en descomposición y daba sensación de que el suelo se iba a hundir en el momento más insospechado.
– ¡Mira, ahí está! ‐ dijo Nerina a la vez que comenzaba a correr en dirección a un árbol que tenía un espejo incrustado.
– ¿Eso?, ¿Un espejo? ‐ preguntó el niño llevándose la mano a la cara. ‐ ¡Me dijiste que habías encontrado un tesoro increíble!
– ¡Pero míralo Zacarías, es un espejo mágico! .‐
Se situó frente al espejo. Era antiguo, de madera tallada y dorada. Su marco estaba decorado con orlas, lazos y filigranas, además tenía un copete heráldico adornado con pájaros y ornamentos florales. Zacarías observó como por una vez, Nerina decía la verdad. A través del espejo las imágenes se reflejaban diferentes. Las coníferas se mostraban en forma de gigantescas acacias de tres puntas con espinas tan grandes como dedos, los helechos en rosales de rosas negras y el verdín del musgo se reflejaba en un gris humeante. Hasta el reflejo de ellos mismos se proyectaba en forma de imágenes fantasmagóricas. Nerina, con la intención de arrancar el espejo del árbol, cogió una rama caída y comenzó a hacer palanca sobre este.
– ¡Qué haces! .‐ grito Zacarías alarmado.‐ ¡Déjalo y vayámonos a casa! Por favor Neri, tengo un mal presentimiento.
– Tenemos que llevárnoslo, si no, nadie creerá que lo que hemos encontrado.‐ dijo su hermana mientras observaba el árbol con la intención de buscar el lugar más óptimo para continuar haciendo palanca.
Zacarías intento evitarlo, pero Nerina lo probó con más y más fuerza hasta que el espejo estalló en mil pedazos bañando a los dos hermanos con una lluvia de cristales. El mal presentimiento que tenía Zacarías se convirtió en realidad, y pudo comprobar mientras le temblaban las piernas y no acertaba a pronunciar palabra, como las imágenes fantasmagóricas que antes se reflejaba en el espejo, ahora se convertían en realidad. Las coníferas se transformaron en acacias de tres puntas con espinas gigantescas, el manto de helechos, se cambió por un intransitable suelo de rosas, con
flores negras, y afiladas espinas venenosas. A Nerina y a Zacarías, se les cayó pelo, le crecieron los dientes y las uñas se convirtieron en garras. Nadie, nunca jamás, volvió a ver a los dos hermanos. Esa fue la última vez, según cuentan los ancianos, que alguien se adentró, al que una vez llamaron, el bosque de los buenos pensamientos.
Comentarios (8):
Jose Luis
18/12/2015 a las 20:43
Hola Rubén
Por favor, deja que te haga algunas sugerencias sobre tu relato.
Existen algunos errores en la redacción, que paso a notificar:
hermana Nerina, en el bosque ——– mejor sin coma
en medio del bosque, un fabuloso tesoro. ———– mejor sin coma
Estos árboles, crecían sobre ————- mejor sin coma
mugo ——— musgo
– Neri, ¿Seguro que es por aquí?.‐ preguntó apartando —————- – Neri, ¿seguro que es por aquí? ‐preguntó, apartando
– ¡Que si, que está por aquí!. –dijo su hermana apremiándole. ‐ ¡Vamos! ————– – ¡Que sí, que está por aquí! –dijo su hermana, apremiándole‐. ¡Vamos!
– ¿Eso?, ¿Un espejo? ‐ preguntó el niño llevándose ———– – ¿Eso?, ¿un espejo? ‐preguntó el niño, llevándose
Zacarías observó como por una vez, Nerina decía la verdad. ———– Zacarías observó cómo, por una vez, Nerina decía la verdad.
grito ——– gritó
Obviando algunos fallos en la redacción del cuento, el contenido del mismo ha sido de mi agrado, ya que la ambientación es buena y la trama está bien narrada hasta el final de sorpresa. Creo que hay buena similitud entre tu cuento y los de los hermanos Grimm, por ejemplo.
Un saludo
Ana Carolina
18/12/2015 a las 20:55
Me gusto, la verdad es una historia agradable.
Ruben Gallegos
19/12/2015 a las 12:50
Jose Luis: Muchas gracias por tus apreciaciones, que sin duda, son acertadas. Me alegra que te haya agradadado la historia e intentere corriguir los fallos en próximas escenas.
Ana Carolina: Muchas gracias por tus palabras. Me animan a seguir aprendiendo.
Jesús Bravo
24/12/2015 a las 18:50
Hola Rubén:
He disfrutado mucho el argumento del relato y lo bien que se lee, salvo alguna coma furtiva.
La descripción del entorno me trasladó hasta el lugar donde todo ocurre sin ningún tipo de problema.
Tengo la impresión de que si no hubiese límite de palabras saldría una historia más amplia.
Muchas gracias por tu relato.
Un saludo 🙂
Ruben Gallegos
25/12/2015 a las 17:10
Buenas tardes Jesus, me alegra muchísimo que te agradado el relato. Soy consciente que tiene fallos de puntuación, pero gracias a vosotros corregire algunos vicios.
La longitud del texto me hizo contar la historia de una manera algo apresurada y mi inexperiencia me a impedido adaptarme a las circunstancias con garantías.
Muchas gracias por tu comentario. Felices fiestas.
Alejandro Bon
27/12/2015 a las 19:49
Hola Ruben,
Me debía a tu lectura, ente otras. Mientras leía, me imaginaba una mudanza; algún carruaje del siglo XVII que hubiera perdido aquel espejo al caerse en el camino por el bosque; que estos niños, con el poder que elucubra la imaginación a ciertas edades lo hayan podido encontrar sano y brillante, atascado por los años entre la corteza del un árbol.
El final puede ser mágico o pura imaginación. Tiene toda la pinta de ser una leyenda que cuentan los grandes para asustar a los niños. Sobre lo que dicen que se parece o tiene alguna relación con la historia de los Grimm, me vais a perdonar, pero no la conozco. Así que ami me ha gustado esta. Creo, como es el caso de casi todos nosotros, que posee el derecho de sobrepasar las 750 palabras.
Felicitaciones!
Nos leemos!
beba
28/12/2015 a las 23:14
Hola, Rubén:
Realmente es un bonito relato;recuerda en sus detalles a los más tradicionales de la literatura para niños. Acerca de “lo mejorable”, me uno a José Luis que lo ha dicho todo, y muy bien.
Yo resalto lo bueno de tu descripción del ambiente y la acción que culmina la magia.
Adelante.
Felices Fiestas.
Roger/NHICAP
30/12/2015 a las 19:04
Hola Rubén,
Me ha gustado tu historia, está bien desarrollada al puro estilo de las leyendas mágicas que leímos en la infancia. La narración es adecuada por su naturalidad y sencillez. Y el final muy oportuno.
Buen trabajo y feliz 2016.
Un abrazo.