Literautas - Tu escuela de escritura

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El cuento de la chica traslúcida - por Coral Mané

Me levanté de la cama a las siete en punto. Me esperaba otro largo día en el bosque. Me puse mis vaqueros favoritos, una camisa y una cazadora roja. Como de costumbre, me miré al espejo.
—Que inflada te veo hoy —dijo burlón mi reflejo en el espejo. —¿Piensas salir así a la calle?
Me mire de pies a cabeza. Mi cabello negro caía a ambos lados de mis…
—Regordetes. La palabra es esa. O incluso gordos. No te engañes, Blanca—replicó mi reflejo.
Vale, pensé. De mis regordetes mofletes. Bajo mis ojos, dos profundas ojeras violáceas y…
—Blanca, deja ya la retórica. Que esto no es un cuento. Y no eres la protagonista de nada, para andar describiéndote así. Y cámbiate de ropa de una vez, que se te marca toda la panza…
—¡Cállate de una vez! —le grité.
Mi yo del espejo lucía una sonrisa de suficiencia. Tenía razón. Estaba horrible. A toda prisa, me puse un pantalón de deporte y una sudadera amplia.
—Mucho mejor… —concedió.
Miré el reloj. ¡Mierda! Ya llegaba tarde a clase. Fui corriendo a la cocina y cogí las llaves. Sobre la encimera, reposaba una manzana roja, un vaso de leche y una nota de mi madre. La ignoré. Salí de casa.
Y me adentré en el bosque.

Las Cuatro Torres de Madrid rozaban las nubes como si de altas secuoyas se trataran. Los coches fluían por unos ríos de caudal interminable. Bocinas, gritos y frenazos eran los sonidos de la espesura. Y la fauna madrileña se movía serpenteante entre ellos, al acecho.
Yo corría por ese bosque, la mochila golpeaba en mi espalda y todos me miraban, podía imaginar sus pensamientos. ¡Dios santo, esa chica podría hacer una dieta, la necesita!
Por fin llegué al instituto. Las clases ya habían comenzado. Me dirigí a mi aula y llamé, tímidamente.
—¡Pasa!
Abrí. Y todos me miraron. Enrojecí.
—Otra vez tarde —dijo mi profesor de matemáticas, secamente. — Al despacho del director. Estas expulsada.
No. No podía darle este disgusto a mi madre.
—¿Es que no me has oído? Vete.
Salí a duras penas y corrí al baño. Allí me esperaba, de nuevo, mi reflejo.
—Chica, no vales para nada. Y además de no ser espabilada, ni siquiera eres delgada.
Rompí a llorar. Mi otro yo, sin embargo, me contemplaba impasible.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —dijo.
Lo sabía. Me senté frente al váter y esperé. No tardaría mucho, ya tenía práctica.

No fui al despacho del director. Salí de nuevo al bosque, rumbo a mi casa. No sabía cómo decirle a mi madre que me habían expulsado. Estaba tan concentrada en mis pensamientos, que solo reaccione cuando oí un fuerte frenazo junto a mi.
—¡Pero qué haces imbecil! ¡Mira antes de cruzar!
Miré al furioso jabalí motorizado con el corazón en un puño. Y eché a correr otra vez, solo valía para eso. Mientras galopaba entre el reguero de transeúntes, mi reflejo me observaba acusatorio en los impecables escaparates de las tiendas.
Ahogue un grito, no podía más. Me sentía desfallecer. Pero por fin llegué a mi refugio, en lo más profundo del corazón del bosque.
Entré en la cocina, mi madre no estaba. Veía borroso, algo rugía dentro de mi, gritando: \\\"¡Comida!\\\"
Y entonces vi la manzana. Reluciente, jugosa. La cogí… y mordí la dulce carne roja.
—¡Blanca! ¡Qué has hecho! ¡Qué cojones has hecho! —gritó mi reflejo, como un fantasma frente a mi. —Ya lo sabes, no puedes hacer eso. ¡No puedes!
Gemí, aterrada, me tapé los oídos, cerré los ojos para no verle. Para no verme. Pero su voz furiosa resonaba en mi cabeza.
—¡No puedes! ¡Imbecil! ¡Gorda! ¡Foca! —decía mientras yo, al borde del colapso, intentaba llegar a mi habitación. Lo primero que vi al llegar, el espejo.
—Gente como tú no debería existir en el mundo —reflexionó, ya más calmado, mi reflejo. —Deberías estar muerta —concluyó.
Bum. Fue como un mazazo en el pecho. Caí de rodillas al suelo, mientras respiraba compulsivamente. La culpa la tenía el espejo, ese maldito espejo.
Le miré. Y comencé a golpearlo.
—¡No! ¡Para! —gritaba aterrado mi reflejo.
El cristal se quebró. Mis manos se llenaron de sangre. Y finalmente, el espejo se rompió. Siete años de mala suerte. Pero los muertos… no necesitamos suerte. Y la vida no es un cuento. Los lobos no son peludos. Los bosques no son verdes, ni los espejos nos dan consejos. Y las chicas como yo, no podemos morder manzanas. Aunque no estén envenenadas.

Comentarios (20):

L.M.Mateo

17/12/2015 a las 19:13

Hola Coral:

Buen relato, aunque el título ya da una pista de lo que va a ser el final. Reflejas muy bien las emociones y sentimientos que muchas personas mantienen (mantenemos) con el espejo; y esa sensación de no estar nunca lo suficientemente bien. Las críticas que hace “espejito” en tu relato son duras, tanto como lo son las que nos hacemos nosotros mismos en la vida real.

Respecto al aspecto formal:

“Como de costumbre, me miré al espejo.
—Que inflada te veo hoy —dijo burlón mi reflejo en el espejo”. Elimina “en el espejo”, ya que se sobreentiende que el reflejo proviene de allí y no de una ventana, por ejemplo. Lo mismo sucede con “replicó mi reflejo”. Puede eliminarse y te da más espacio para tu historia.

“Vale, pensé. De mis regordetes mofletes.” Recuerda que los pensamientos directos deben ir siempre entre comillas. Es decir «Vale —pensé— de mis regordetes mofletes». Lo mismo sucede más adelante con «¡Mierda!».

“Estas expulsada”. El verbo “estar” debe ir acentuado; lo mismo sucede con la palabra “imbécil”.

Finalmente, me ha llamado la atención el uso de la barra en \\\”¡Comida!\\\”
No sé cual es la función en este caso, así que te pregunto por ella. En caso de no tenerla, se deben eliminar.

Espero haberte servido de ayuda, y leerte en el próximo taller, ya que este relato me ha parecido de lo más interesante.

Un abrazo y Felices Fiestas.

Coral Mané

17/12/2015 a las 21:28

Hola LM.Mateo! Gracias por tu comentario.
Esas barras que van entre la palabra “comida” realmente no deberían estar ahí, yo no las puse y creo que el corrector me jugó una mala pasada, al igual que con las tildes que me has mencionado.
En cuanto a tu aportación sobre los pensamientos directos te doy las gracias, no lo sabía y me ayudara mucho en mis futuros textos.
El tema si lo has captado, en concreto me centro en la anorexia y trataba de haceros reflexionar a mis lectores sobre este asunto, que en mi opinión está olvidado en nuestra sociedad, a pesar de que afecta a un montón de jóvenes que la sufren en silencio.
De nuevo, muchas gracias!

Marcelo Kisi

17/12/2015 a las 21:56

Hola Coral!
Qué gusto que te hayas pasado por mi relato y que te haya gustado!, ya te contesto por ahí.
En cuanto al tuyo, me gustó mucho, en especial dos cosas: el enfrentamiento de una persona con su propia imagen, donde no hacés descuentos, no caés en lo kitch ni en lo fácil. El segundo aspecto, creo que ligado al anterior, es el juego entre la ciudad y la típica “jungla de cemento” que has convertido en un “bosque” no menos asesino y destructor de individualidades. Y también, cómo se “cartea” todo esto con Blancanieves (en el nombre del personaje) la manzana envenenada engarzada en el drama de anorexia. Creo que por ahí se esconde también Caperucita, con una capucha roja al principio y un lobo al final, no?
Un solo aspecto te marco, junto con lo que te comenta L.M.Mateo, y es el de las rimas. Hasta en algún momento me pareció que lo hacías a propósito, pero si fuera así debería ser más constante, que se note que estás jugando con un cuento infantil redactado en prosa rimada, e incluso quedaría muy bien el contraste macabro: rimar como para niños una trama terrible que termina como termina. “Reflejo en el espejo”, “Mofletes regordetes”, “entre ellos, al acecho”, “Chica, no vales para nada. Y además de no ser espabilada, ni siquiera eres delgada”. Aquí se me ocurre que puede ser una variante de rimar todo: que solo el espejo hable siempre en rima! Pero la condición es que lo tiene que hacer siempre, si no, suena mal. Pero si lo hacés siempre, queda buenísimo, macabro! Siguen las rimas no intencionales: “Gorda, foca”, “Reluciente, jugosa. La cogí… y mordí la dulce carne roja” (jugosa con roja). “Espejos-consejos”, “manzanas-envenenadas”. Todo el último párrafo daba para rimarlo por completo, “muerte, muerde, verde, suerte”
En la frase sobre el espejo roto tenés una redundancia: primero el cristal se quiebra y solo al final se rompe, pero es lo mismo.
Y un detalle, del que parece que no pueden escaparse los españoles, algo que ustedes mismos llaman “leísmo”: “Le miré” tiene que ser “Lo miré”, sobre todo cuando luego dice correctamente “golpearlo” y no “golpearle”.
Cómo hacer para reconocer la diferencia y evitarlo? Cuando el objeto aludido (no importa si es cosa o persona) es objeto directo, se usa “lo” y “la”: “Lo maté”, “la miré” “los acompañé”. Será “le” si la persona es objeto indirecto, y el objeto directo es otra cosa: “Le maté las esperanzas”, “le miré el bello reloj”, “le di las gracias”.
Espero que estas cosillas te ayuden, porque el relato en sí tiene grandes virtudes, escribís bellamente y con mucha sensibilidad y valentía.
Felicitaciones y felices fiestas! 🙂

tavi oyarce

18/12/2015 a las 00:56

Hola Coral
Estoy de acuerdo con Mateo en esta forma de resaltar la palabra comida. En literatura uno no se puede dar gustos. Si lo enviaras a un concurso literario el jurado ni siquiera leería tu relato.
\\\”¡Comida!\\\”
en cuanto a “Como de costumbre, me miré al espejo” hay muchas formas de obviarlo, para mi gusto esta frase la eliminaría y verás que no se pierde nada.

Donde si encuentro lo haces muy bien es retratar las carga intima que llevan las personas que no logran conseguir los cánones que impone la Televisión u otros medios. Cánones que la más de las veces ni siquiera corresponden a la idiosincrasia del país.Fuiste muy acertada. Muy bien logrado
Te felicito
Felices fiestas y si tienes tiempo analiza mi relato #74

Helena

18/12/2015 a las 07:01

Felices fiestas y te felicito por el relato Coral Mané:

Me ha parecido un relato original y bien acertado en esas fechas en donde la comida copiosa hace acto de presencia y las personas como la protagonista sufre hasta de comerse una simple manzana.

Los pensamientos íntimos de la protagonista, divididos en su cuerpo y su otro yo que se refleja en el espejo que le rebota insultos y se mofa de ella. Su perfeccionismo y su baja autoestima. El miedo al fracaso y a su madre. La figura del director se nombra de pasada, pero consigues recrear ese miedo, cuando las cosas siempre pueden salir un poco peor. La atmosfera esta muy bien conseguida.

El final es sorprendente. Me ha gustado ese giro. Esa negación. Ese negarse a huir de los tópicos: Los siete años de mala suerte, la muerte…. Y cuando al fin admite que las chicas como ella no pueden morder manzanas, pues por su anorexia, se siente culpable de haberla mordido incluso cuando la muerte la ha sorprendido.

Si quieres, te animo a comentar mi relato, en el número #52.

¡Saludos!

Coral Mané

19/12/2015 a las 14:42

Hola Marcelo! Muchas gracias por tu comentario! Si, tienes razón, intenté hacer una alusión a los cuentos populares, como Blancanieves y Caperucita Roja y lo has sabido captar perfectamente! Me parecía que le podía dar un toque macabro, ya que en esos cuentos la vida se “pinta” de color de rosa y cualquier problema se soluciona felizmente, aunque en la vida real, sin embargo, esto no es así.
En cuanto a tu comentario de las rimas, no lo hice intencionadamente y me di cuenta tras mandarlo, al volver a leerlo. Habría quedado muy bien, tal y como dices tú, si el espejo siempre hablara en rima, pero lamentablemente no me di cuenta… Gracias también por tu alusión a la redundancia y al “leísmo”, que cometo con mucha frecuencia, ya que en mi provincia especialmente es muy común y me cuesta darme cuenta de cuando debo usar el “lo” y el “le”, así que muchas gracias por la información.
Felices fiestas a ti también! Nos leemos!

Coral Mané

19/12/2015 a las 14:47

Hola Tavi! Hola Helena!
Gracias por vuestros comentarios. Comienzo por el de Tavi. Como ya le he dicho a LM Mateo, esas barras no deberían estar ahí… ¡El corrector me ha jugado una mala pasada! Gracias también por tu aportación de quitar esa frase, ciertamente no aporta mucha información, aunque la puse para recalcar que Blanca esta “obsesionada” con su imagen y constantemente busca la aprobación de su reflejo.
Gracias Helena por tu comentario, es todo un placer que a los demás compañeros les guste tu relato… Me pasaré por el tuyo sin falta!
Un fuerte abrazo a los dos!

Servio Flores

19/12/2015 a las 17:28

Hola Coral, su cuento me ha gustado y mucho. Es una historia bien trabajada, con un profundo trabajo psicológico de la prota y esto se come cualquier fallo que pueda tener en cuanto a la forma. Lo cual, claro, se puede corregir.
Felicidades!

Ioakim

19/12/2015 a las 19:50

Hola Coral!!! He recibido tu crítica sobre mi cuento y te agradezco haberte pasado a leer mi primer relato, además de los buenos consejos que me distes, gracias.

Pero, volviendo a tu cuento, he de decir que me ha parecido fantástico, me ha encantado! Sinceramente, creo que Blanca no es la única que mantiene esas peleas con el espejo a diario y lamentablemente no será la última. Has tratado de una manera brillante y realmente fiel. Enhorabuena por ello.
El único y muy, pero que muy pequeño fallo que te puedo encontrar es el tema de la expulsión. En mi opinión de estudiante, a la hora de expulsar a alguien se hace de una manera menos brusca y personal, yendo directamente al despacho del director y poniendo una amonestación. No he visto nunca que al llegar tarde a clase te expulse el profesor directamente.
Me ha gustado mucho tu relato y muchas gracias por pasarte por el mío. Un abrazo!

Wanda Reyes

19/12/2015 a las 22:15

Hola Coral, primero que nada te agradezco tu comentario a mi relato. Cuando empeze a leer esta historia me molesto un poco ese reflejo malvado y como le hablaba a la pobre chica. Pero a medida que avance en la lectura me di cuenta del tema de este relato y si me parecio muy bien el uso de esas palabras hirientes pues era ella misma quien se las decia. Pudimos sentir atravez de este relato lo que sentia esta chica. Te felicito.

Manoli VF

20/12/2015 a las 20:09

Hola Coral. Como L.M. Mateo y Marcelo te han corregido ya lo que te iba a señalar y tú misma has visto (las barras, los acentos…) pues no me queda más que felicitarte por el extraordinario relato que nos has brindado. Felicidades, Coral, por la valentía, la forma de abordarlo, el personaje que se nos mete en la piel de tal forma que casi duelen los puñetazos contra el espejo. Para mí el relato está muy bien.

Un saludo y felices fiestas.

Andrés Scribani

21/12/2015 a las 01:13

Hola Coral.

Segundo taller en el que participo y segundo taller en el que leo. Es un placer leerte, escribes muy bien y por eso espero poder mantenerme al tanto de tus relatos en los talleres por venir.

*Al parecer no me ha ido muy bien éste mes. Si puedes pasarte por mi relato y ayudarme a mejorar en lo posible, te lo agradecería en gran medida -> https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-30/4508

Andrés Scribani

21/12/2015 a las 01:15

*segundo taller en el que TE leo (supongo es el hambre jeje)

Christian Joseph White

21/12/2015 a las 23:28

Tremendo relato. Te felicito por plasmar con maestría la presión que sufre nuestra protagonista del mundo que la rodea, y el efecto que este surte en ella. El cierre en el final a quedado impecable, con esas líneas tan profundas y desgarradoras. Y supiste incorporar todo ello en la premisa del taller ¡Genial! Ha sido un grato placer leer tu historia, con todo lo que implica su trama. ¡Felicitaciones!
Hasta la próxima, Coral Mané. 😉

¡Saludos!

lunaclara

22/12/2015 a las 13:05

Hola Coral: Tu relato es fantástico. Está escrito de forma desenfada y frases cortas. Eso me gusta y le da agilidad.
He visto 2 cosillas:
-Esta frase no la entiendo: “Lo sabía. Me senté frente al váter y esperé. No tardaría mucho, ya tenía práctica.”
-¿Puede ser q se repitan muchos “y” en
“—Regordetes. La palabra es esa. O incluso gordos. No te engañes, Blanca—replicó mi reflejo.
Vale, pensé. De mis regordetes mofletes. Bajo mis ojos, dos profundas ojeras violáceas y…
—Blanca, deja ya la retórica. Que esto no es un cuento. Y no eres la protagonista de nada, para andar describiéndote así. Y cámbiate de ropa de una vez, que se te marca toda la panza…”?
-Un guión de diálogo del final hay que ponerlo bien en “—Que inflada te veo hoy —dijo burlón mi reflejo en el espejo. —¿Piensas salir así a la calle?”

Está perfecto tu relato. Me encanta.

Felicidades!!

Peter Walley

22/12/2015 a las 15:10

Hola Coral,

Me ha gustado mucho cómo lo que inicialmente parecía que iba a ser un cuento de hadas acabe siendo cualquier cosa menos eso, y cómo a pesar de ello has conseguido seguir metiendo elementos de los cuentos infantiles. De los mejores de este mes en mi opinión.

La idea que te han dicho de que el espejo hable en verso me parece muy buena, yo lo revisaría por ahí.

Saludos y felices fiestas.

Coral Mané

22/12/2015 a las 22:00

Hola chicos!
Muchas gracias por todos vuestros comentarios!
Gracias Christian, Wanda, Servio, Manoli y Andrés por vuestro apoyo, me alegro muchísimo de que os haya gustado.
Loakim, en cuanto al tema de la expulsión, tienes razón que quizás sea algo brusco, pero intentaba hacerlo lo más duro y cortante posible, como una especie de acto que es el inicio del fin de Blanca.
Hola Lunaclara, la frase que no comprendes se refiere a la acción de “autoprovocarse” el vomito, algo que es muy frecuente en las personas que sufren anorexia, para tratar de sentirse a gusto con su imagen. Dice que ya tiene experiencia porque ya se ha visto “obligada” a hacerlo muuuuchas veces. Agradezco también tu comentario sobre el uso de las “y”.
Y finalmente Peter, gracias por decir que es de los mejores relatos del mes… ¡Es todo un placer que tus compañeros te digan eso!
Gracias de nuevo a todos y felices fiestas!

Isolina R

22/12/2015 a las 22:57

Hola, Coral:
Estoy de acuerdo con lo que ya te han dicho los compañeros. En especial L .M. Mateo y Marcelo Kisi.
Escribes bien y he disfrutado con este texto. Aunque creo que te convendría revisar y pulir algunas cosillas.
Pienso que has usado el pronombre “me” y los posesivos “mi”, “mis” bastante más de lo necesario. Nada más empezar, cada oración “Me levanté…”, “Me esperaba…”, “Me puse…”. Y la cuarta “me miré…”. ¿Estás segura de que era estrictamente necesario emplear tanto “me” y tanto “mi” o “mis”? Encima estás tratando el tema de la anorexia, en el que la persona rechaza su cuerpo. No considero realista que digas, por ejemplo, “mis vaqueros favoritos”. Te sugiero que releas el relato y te plantees cuántos “me” y “mi” o “mis” puedes cambiar o quitar.

Tienes que prestar atención a las tildes. Se te han olvidado en algunas palabras: “qué inflada”, “Me miré de pies a”, “Estás expulsada”, “junto a mí”, “qué haces imbécil”, “Ahogué un grito”, “dentro de mí”, “frente a mí”, “¡Imbécil!”.

Debes tener cuidado para evitar repeticiones cercanas: “Y cámbiate de ropa de una vez, que se te marca toda la panza… —¡Cállate de una vez! —le grité.” Repites “de una vez”
En: “Sobre la encimera, reposaba” habría que poner “reposaban” porque son tres sujetos (la manzana, el vaso de leche y la nota).

El leísmo de persona en masculino está admitido, el de cosa no. Si dijeras “a mi hermano le quiero” la RAE lo da por bueno. No si dijeras: “a mi hermana le quiero”. Tampoco si dices “le miro” (al espejo).

En cuanto a las rimas te sugiero que las corrijas todas. Marcelo ya te las ha señalado.

En: “Y las chicas como yo, no podemos morder manzanas”, sobra la coma.

Lo de la expulsión del instituto no me convence por dos razones: porque no es realista y porque no tiene que ver con el tema de la anorexia.

Espero que mis sugerencias te sirvan.

Saludos. Felices fiestas.

Verónica Ortega

24/12/2015 a las 12:06

Hola Coral. Me ha encantado tu cuento. Fantástico por el tema tratado, a veces, olvidado, por cómo lo tratas y el último párrafo. Y genial también la comparación que haces (con acierto) de la ciudad como bosque y del reflejo de la mente al mirarse en el espejo.
Muy buen ritmo. Lo único que quitaría son las barras de “Comida” y revisaría algún acento.
Gracias por tus aportaciones a mi cuento. Con vuestros consejos lo he reformado y os lo agradezco. Es la primera vez que participo.
Feliz Navidad. Nos leemos

Pato Menudencio

07/01/2016 a las 21:43

Me gustó como haces una reflexión acerca de los desórdenes alimentarios de las adolescentes.

Guarda el texto, es probable que te sirva para algún concurso que tenga esa temática.

Saludos.

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