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El lápiz mágico - por Jordán
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Le gustaba Tarantino y el fútbol americano; todo lo demás lo odiaba, le provocaba asco. Era de los Miami Dolphins, a pesar de que su padre siempre le metió en la cabeza que ser de los Dolphins era como “..tirar una moneda al aire y acertar el resultado”. Chad hizo caso omiso y acabó haciéndose fotos con el gran “Dan” Marino.
Solía salir por las noches. En una ciudad tan cosmopolita como Nueva York, llevar una vida nocturna era tan necesario como respirar. Además de llevar una vida laboral, la vida social era un requisito fundamental para formar parte de la ciudad que nunca duerme.
La noche de Halloween del año 98 fue para recordar. Chad salió de su casa con la intención de ir a Queens, a una taberna irlandesa en la que solía ver los partidos de los dolphins. Allí le esperaba Roy, su gran amigo del trabajo.
Roy era un chico atrevido y descarado, todo lo contrario a Chad. Ligaba con chicas y las invitaba a tomar algo para así más tarde, con oscuras intenciones, llevarlas a su apartamento y allí armar la de dios padre.
Chad era diferente. Chad era cariñoso, amable, tímido e incansable en su trabajo. Prefería pasar inadvertido ante los ojos de los demás que ser el centro de atención. Odiaba a la gente protagonista y se apenaba de ellos. Chad era único en su especie.
– Pobres incrédulos. Se piensan que si todo el mundo está alrededor de ellos, serán más felices -solía decir de vez en cuando-. No saben que la felicidad no es eso.
A las diez en punto entré en el bar. Yo había quedado con una amiga de la infancia que no veía hacía tiempo. Entre mi trabajo y escribir, no solía salir mucho por las calles de Queens. Yo era de esas personas extrañas.
Angie llamó a Roy haciendo aspavientos, cosa que me alteró más de lo normal. Yo no le conocía de nada. Ni siquiera me había dicho que lo iba a ver allí. Quizás fue casualidad, quizás estaba todo preparado. Jamás lo supe.
El caso es que Roy se acercó a nuestra mesa, se sentó y con su chulería más escurridiza, se tomo la libertad de pedirme una cerveza. Algo que no me gustaba. Ni la cerveza, ni que la gente tome confianza con alguien que no la tiene.
Tras haberme bebido la cerveza a regañadientes apareció Chad. La verdad, que de buenas a primeras, Chad no era un chico atractivo. Era una mezcla entre Danny DeVito y Antonio Banderas. Físicamente muy extraño y que, como más tarde comprobé, nunca triunfaba con las personas del genero opuesto.
Tras una charla maravillosa, abandonamos The Magical Pencil para dirigirnos a nuestros apartamentos. Angie se fue con Roy. Yo, con un nombre y un número de teléfono.
Comentarios (5):
Pikadili
01/12/2015 a las 11:59
Una historia sencilla, me gusta.
En primer lugar, hay pequeños detalles que podrían mejorarse. Por ejemplo, en “Se piensan que si todo el mundo…” quitaría el “Se”. En “Yo había quedado…” me sobra el “Yo”. De hecho lo utilizas demasiado. Creo que lo haces por evitar la confusión sobre quien es el protagonista, ya que empiezas hablando de Chad. Pensaba que era un relato en tercera persona hasta que introduces el “Yo”. Creo que hay mejores formas de hacerlo, además me confundí un poco con eso, y le resta ritmo. También falta alguna tilde por ahí.
Por otro lado, me parece que los personajes están muy bien caracterizados, tanto Chad como Roy tienen una personalidad muy definida y eso es difícil en tan poco espacio.
Un saludo!
Lola Pena
01/12/2015 a las 19:42
Hola Jordán. Me ha gustado la realidad que emana de tu historia (sea real o no). Nos das las pinceladas exactas para perfilar tus personajes, el ambiente y la ciudad en la que viven con muy pocos párrafos. Te ha quedado perfecto.
Tan sólo un comentario. Me ha pasado una cosa parecida a la que comenta Pikadili. Cuando metes la primera persona en el relato (“A las diez en punto entré en el bar. Yo había quedado con una amiga…”) cuando hasta ese momento estabas usando la tercera persona, me he tenido que parar para darme cuenta que el principio de la historia lo cuenta el narrador-protagonista.
El final del relato me ha parecido genial. Ver como cierras la historia con esas dos últimas líneas en las que introduces el tema del taller y dando un golpe de efecto (“Yo, con un nombre y un número de teléfono) has sido estupendo. Te felicito por tu historia.
Jordan
01/12/2015 a las 23:16
Muchas gracias a los dos. La verdad es que no tuve mucho tiempo para hacer todos los pasos de corrección y de leerlo y releerlo (hice el final a las 23:00 del último día entregar jajaja). De todas maneras, tenéis razón…hay un problema de narrador y eso provoca que cueste más leerlo.
Ryan Infield Ralkins
02/12/2015 a las 23:51
Opino como Pikadili: es verdad que se hace un tanto dificil de leer debido al problema del narrador (por cierto, tuve que volver a leerlo, XD) pero tambien creo que los personajes estan bien caracterizados. Y son tan diferentes que hacen de la historia mas interesante aun. Ademas, claro esta, como dice Lola, tiene mucha realidad.
Saludos.
Carolnefer
09/12/2015 a las 17:52
Hola Jordán,
Al igual que los compañeros he tenido dificultades para entender el relato por el tema del narrador. Pero salvo ésto, el resto me ha parecido interesante, ágil y con un final genial.
Enhorabuena