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El lápiz mágico - por Anoide
Web: https://combustionesespontaneas.wordpress.com/
Sam asintió cabizbajo al oír las palabras de la profesora. Sus compañeros leían sus trabajos corregidos en un silencio que parecía acusarle; él entrelazaba los dedos sin parar, sintiendo que tenía que hacer algo para disimular que, de nuevo, no había entregado los deberes.
«Quiero que hablemos después de clase, Sam», le había dicho. Le iba a caer una regañina, lo sabía… Encima, sus padres también le castigarían si se enteraban. Ojalá que la seño no les mandara una nota a casa, ni hablara con ellos. Le daban ganas de llorar sólo de pensarlo.
Apenas sonó el timbre, los niños salieron corriendo del aula con sus bocadillos y balones de fútbol; Sam no quiso moverse aún de su mesa, deseando que la seño se hubiese olvidado de él. Pero Virginia se acercó para sentarse a su lado.
—Siento no haber hecho los deberes. —A pesar de toda su determinación, la voz le tembló—. Es que…
Al levantar la mirada vio que ella negaba con la cabeza.
—Me sentí un poco triste cuando no vi tu redacción entre las demás, Samuel. Y el martes me habría encantado leer tu cuento, pero tampoco lo encontré. ¿Sabes…? —Hizo una breve pausa—. Ninguno de los chicos tiene tanta imaginación; tus historias siempre son especiales. Pero esto tiene que ser un secreto entre tú y yo.
Una sonrisa apareció en los labios de la mujer. Tímido, Sam se la devolvió.
—Tengo que saber por qué no haces la tarea. Es importante que trabajes en casa pero tú ya lo sabes, ¿verdad? Siempre te ha gustado aprender.
El niño dudó antes de hablar; le parecía algo así como una traición hablarle de sus padres. Resonaron en sus oídos las discusiones, cuando se gritaban cosas horribles y daban portazos. Eso, en los días buenos. En los malos, Sam deseaba irse de casa y se preguntaba si le echarían de menos en caso de hacerlo. A lo mejor, entre tantas peleas, ni se daban cuenta de que él ya no estaba.
—¿Va todo bien? —preguntó la seño en tono suave.
Él contuvo el nudo en la garganta al tiempo que encogía los hombros.
—Es que no puedo hacer los deberes cuando se gritan —dijo al final. Bajó de nuevo la mirada—. Lo intento pero no me concentro. Y se pelean todos los días; antes, no tanto, pero ahora…
Se detuvo cuando sintió que empezaría a sollozar. «¡Deja de llorar!», le gritaba su padre cuando le veía así. Entonces, mamá se ponía de parte de Sam y la discusión volvía a empezar.
Pasaron unos segundos en silencio. El niño suspiró cuando remitieron las ganas de llorar y volvió a mirar a la seño, que parecía consternada.
—Podrías… Podrías venir a la biblioteca por las tardes a hacer los deberes. ¿Te darían permiso tus padres si yo te supervisara?
Sam no lo sabía.
—Pero es que… Es que ya no soy capaz de escribir cuentos como antes, ni de hacer redacciones. Apenas se me ocurren cosas y, cuando pienso en algo, no sé cómo empezar. Papá dice que escribir historias no sirve de nada, que me ponga a estudiar, mejor. Y a mí me gustaba, pero ya no porque no me sale nada. —Sam fue bajando el tono a medida que hablaba hasta terminar en un murmullo.
La seño Virginia le miró pensativa por un momento, antes de levantarse e ir hacia su mesa. La vio coger un lápiz de colores que le tendió al volver. Sam lo cogió con extrañeza.
—Es un lápiz mágico, Sam. Cuando escribes con él, la creatividad se desborda. Serás capaz de crear todo lo que te propongas. —Le puso una mano en el hombro para darle un cariñoso apretón.
El niño apretó los labios, dubitativo. ¿Capaz de todo, él? ¿Con sólo un lápiz?
—Y si eso es verdad, ¿qué haré cuando se termine? Ya nunca podré volver a escribir igual —dijo con desazón.
—Estoy segura de que sí podrás. —La seño le sonrió con ternura—. Porque lo más importante es que tú ya eres capaz de crear algo así. Tienes talento, Sam, todo lo que necesitas es seguir aprendiendo y practicar. Estudiar es importante, por supuesto, pero no dejes de hacer lo que más te gusta.
Él asintió. Miró el lápiz entre sus dedos; parecía muy normal, en realidad.
—¿Por qué es mágico, entonces?
Virginia sonrió y sus ojos se llenaron de arruguitas tras los cristales manchados.
—Porque lo manejas tú.
Comentarios (20):
Diego Manresa Bilbao
29/11/2015 a las 22:43
Un placer volver a leerte Anoide, y por muchos motivos.
Este relato es MARAVILLOSO. Muy tierno, un gren reflejo de la juventud, de la gente que nos gusta escribir, de como tus problemas, mas o menos graves, hacen que no canalices tu talento….
Una delicia
Anoide
29/11/2015 a las 23:57
¡Hola, Diego! Gracias por tus palabras. Eso es justo lo que quise expresar y me alegra mucho que lo aprecies.
Quería decir que el relato era más largo al principio. Tanto, que tuve que dar bastantes tijeretazos y al acabar, no me terminó de convencer. Lo mandé porque ya no tenía tiempo de escribir nada más, pero me quedó la espinita de saber que podría haberlo hecho mejor.
En mi blog está la versión completa, por si a alguien le interesa y le apetece. Por supuesto, sin compromiso.
https://combustionesespontaneas.wordpress.com/2015/11/29/el-lapiz-magico/
Wolfdux
29/11/2015 a las 23:58
Un placer volver a leerte Anoide. No me ha parecido ver ninguna errata ni nada digno de mención así que: felicidades.
¡Nos leemos!
Christian Joseph White
30/11/2015 a las 00:30
¡Felicitaciones por tu relato, Anoide! Toda la trama de la historia, y lo que yace detrás, culminan de manera excelente con ese guiño final. Se podría decir que es un tanto… cautivadora. Muy buen manejo de la narrativa. Saludos, y nos leemos 😉
Juana Medina
01/12/2015 a las 03:36
Hola Anoide! Qué placer leerte. Excelente manejo del lenguaje y la narrativa pero lo más importante es el contenido, su ternura y sabiduría. Si tienes ganas, ando por el 191.
Un saludo
Ryan Infield Ralkins
01/12/2015 a las 15:58
Excelente, un relato digno de leerese. Como dicen los compañeros, una historia tierna y cargada de sabiduria. Lastima que por padres asi que se estan peleando siempre es que hay tantos niños y niñas en malos pasos que nunca aprovechan sus talentos. !Cuantos artistas, escritores, medicos, policias y tantos otros saldrian si eso no sucediera!
En fin, felicidades por tan excelente relato.
Saludos.
Jose Caudeli
01/12/2015 a las 22:35
Encantado de leerte Anoide. Un relato bien narrado, con una pausa en el ritmo que te invita a reflexionar, a emocionarte. Unos dialogos fabulosos que por si solos presentan toda la historia.
Te felicito.
José Torma
02/12/2015 a las 00:29
Hola Anoide, que manera de contar tan dulce una historia tan horrible. Senti la pena de Samuel, la carga que sus padres ponen en sus hombros con sus estupideces. Tristemente es una historia muy actual.
Creo que esta en su justo nivel de azucar, no empalaga y sin embargo nos presentas la historia muy emotiva.
Me ha gustado un monton.
Saludos.
Luis Ponce
02/12/2015 a las 02:27
Hola Anoide: me ha gustado mucho, está suficientemente dosificada y lleva un mensaje que resulta difícil de comprender en la actualidad:
siguen habiendo demasiadas parejas en conflicto, eso no va a cambiar, lo triste es que cada día hay menos maestros que se preocupen personalmente de la niñez.
Si el hogar falla y la escuela falla, estamos desperdiciando seres humanos.
El mensaje es sobrecogedor para todos y especialmente para quienes tienen responsabilidad en la educación.
Te felicito por el toque de ternura que logras darle, lo que salva de la crítica por lo menos a personas como Virginia.
Ha sido un gusto leerte.
Anoide
02/12/2015 a las 02:41
¡Al final me pongo roja! Es que sois todos un encanto, de verdad. Ya cumplí un año en el taller y sigo emocionándome cuando me dedicáis unas palabritas.
Pero si veis algo chungo, no os cortéis, por favor. Destripadlo también un poco, que yo lo agradezco.
La verdad es que Virginia es la “seño” que a mí me habría gustado tener en algún momento. Si por algo han destacado todos mis profesores, es por pasar de sus alumnos olímpicamente. Sobre todo en edades más tempranas, a veces hace falta que alguno se implique más en el trato con los niños; me habría gustado decir que tuve un profesor de referencia para escribir esto pero, como digo, no es así. Pienso que, a lo mejor, lo idealicé un poco por este motivo. No sé cómo lo veis.
Aparte de eso, lo de siempre: hasta el cuello con la uni pero voy leyendo poco a poco. Y a quien me comenta, se lo devuelvo seguro, así que esperadme 🙂
Un abrazo.
PAULATREIDES
02/12/2015 a las 19:14
Eso, eso, ponte colorá, sevillana.
A mi aún me quedan un par de meses para cumplir ese añito en el taller.
Ya he trasteado un poco en tu blog.
Felicidades por tu tierno relato; buena redacción, estupendos (y bien puntuados) diálogos, y un final genial. Un placer leerte.
Saludos.
PAULATREIDES
02/12/2015 a las 22:51
Otra vez por aquí. Releo tu comentario y me parto y me mondo. Lo del DNI, fue un error, y lo sabes.
Saludos de nuevo.
Peter Walley
03/12/2015 a las 07:37
Hola Anoide,
Me ha encantado desde la primera frase, qué historia tan tierna y qué bien la has contado. Además en muchos de los otros relatos se planteaba el dilema de qué pasará cuando se acabe el lápiz mágico y tú lo has llevado muy bien.
El final es redondo, enhorabuena.
marazul
03/12/2015 a las 22:52
Lenguaje claro + historia entrañable= éxito seguro
Tienes un estilo fácil y en eso está el acierto. El lector lo agradece porque no tiene que esforzarse en su comprensión.
Por otro lado que plasmes la importancia de un buen profesor en la vida de un niño me ha gustado. ¿Quién no ha tenido un buen profesor?. Cuánta psicología tiene tu relato Anoide. Me ha encantado el final: yo te regalo el lápiz, pero la magia la pones tú. ¡Perfecto…!
Un saludo. Marazul
Manoli VF
05/12/2015 a las 18:48
Me ha gustado tu estilo sencillo a la hora de narrar y esa escena tan realista y con el toque mágico de la profesora. Lo mejor de tu historia está en ese empujón que le proporciona la profe, es básico que alguien ” crea que puedes” y el lápiz es un símbolo, que materializa ese ” poder”. Que me ha gustado, vamos.
Nos seguimos leyendo, Anoide.
Leonardo Ossa
06/12/2015 a las 03:57
Hola Anoide, me entero por el comentario de Paulatreides que eres Sevillana. La verdad, desde Colombia se me hace muy difícil distinguir el acento entre una región y otra, pero lo que sí puedo manifestar, es que términos como “regañina” y “seño” le dan un brillo sonoro muy favorable a tu narración.
Saludos.
lunaclara
08/12/2015 a las 13:54
Hola Anoide! Qué bonito tu relato! Felicidades. Tienes una gran imaginación.
Isolina R
13/12/2015 a las 00:24
Hola, Anoide:
Quiero felicitarte por tu texto. Maravilloso por la sencillez y la sobriedad narrativa. Creo que ya te has ganado una lectora para futuras escenas.
Pides que lo destripemos, que lo agradeces. La verdad es que está tan bien escrito que resulta difícil ponerle peros. De todos modos voy a señalarte unas cuantas cosillas, solo por contarte cómo preferiría ponerlas yo, aunque estén bien usadas.
En: “Sus compañeros leían sus trabajos corregidos” para que no se repitiera “sus” y para evitar la cacofonía entre “trabajos” y “corregidos”, pondría: “Los compañeros leían las correcciones a sus trabajos”.
En: “los niños salieron corriendo del aula con sus bocadillos y balones” pondría: “los niños salieron corriendo del aula con los bocadillos y los balones” (no hace falta aclarar que los bocadillos y los balones les pertenecen).
En: “hablarle de sus padres. Resonaron en sus oídos las discusiones” pondría: “hablarle de sus padres. Le resonaron en los oídos sus discusiones”. En lo que has puesto tú hay dos “sus” y tal como yo lo pondría quedarían otros dos. ¿Cuál es la diferencia? Poner el posesivo a oídos es innecesario. Cada quien oye solo con “sus” oídos, no puede oír con otros. Si pones “le resonaron en los oídos”, cuando estás hablando de Sam, ya sabemos todos que te refieres a los de Sam. En cambio poner “las discusiones” responsabiliza a los padres menos que poner “sus discusiones”. Es mejor que a Sam le resuenen en los oídos las discusiones de “sus” padres, es decir: “sus discusiones”.
En: “Sam no quiso moverse aún de su mesa”, pondría: “Sam no quiso moverse aún del pupitre”. Por un lado evitaría el posesivo, por innecesario, y por otro reservaría “mesa” para la de la seño. Los alumnos tienen pupitres, los profesores mesas, aunque casi siempre utilicemos “mesa” para ambos.
En: “Tímido, Sam se la devolvió” pondría: “Avergonzado, Sam se la devolvió”. Solo el participio admite bien el adelantamiento. Si quieres mantener la timidez quedaría bien ordenado de otro modo: “Sam se la devolvió tímido” o con otras clases de palabras: “Sam se la devolvió tímidamente”, o “Sam se la devolvió con timidez”.
Para evitar la rima en “ia”, en lugar de: “Le iba a caer una regañina, lo sabía…” pondría: “Le iba a caer una bronca, lo sabía…”
Para evitar la rima en “o”, en lugar de: “A pesar de toda su determinación, la voz le tembló”, pondría: “A pesar de toda su determinación, la voz le tembló un poco”.
Para evitar la rima en “e”, en lugar de: “no vi tu redacción entre las demás, Samuel. Y el martes me habría encantado leer tu cuento, pero tampoco lo encontré”, pondría: “no vi tu redacción entre las demás, Samuel. Y el martes me habría encantado leer tu cuento, pero tampoco lo entregaste”.
Para evitar la rima en “eo” en lugar de: “Lo intento pero no me concentro”, pondría: “Lo intento pero no puedo concentrarme”.
Riman también: “mamá se ponía de parte de Sam y la discusión volvía a empezar”, “Y a mí me gustaba, pero ya no porque no me sale nada”, “la creatividad se desborda. Serás capaz de crear todo lo que te propongas”, “Tienes talento, Sam, todo lo que necesitas es seguir aprendiendo y practicar”.
En: “La vio coger un lápiz de colores que le tendió al volver. Sam lo cogió con extrañeza”, repites el verbo “coger”.
En: “para darle un cariñoso apretón. El niño apretó los labios” se repite la raíz “apret”.
Espero que mis sugerencias te sirvan.
Saludos.
Anoide
16/12/2015 a las 13:57
Muchas gracias a todos, especialmente a Isolina por lo trabajado de su comentario. Cosas como esas son las que se me pasan por alto la mayor parte de las veces y necesito que me las señalen, así que desde luego que se agradecen.
Respecto a los posesivos, tienes toda la razón y tomo nota de cara al futuro. Es algo que nunca me había parado a pensar a la hora de escribir.
En cuanto a las rimas, concuerdo en que algunas suenan mal, son muy evidentes y no me había percatado. Otras me parecen demasiado rebuscadas y preferiré dejarlas tal y como están, pero ha sido interesante ver tu punto de vista.
Por supuesto que tus sugerencias me sirven. Te agradezco muchísimo que te hayas parado a analizarlo tan detenidamente. Para mí significa mucho ver que alguien se toma la molestia de hacer algo así.
Un abrazo.
Marcelo Kisi
16/12/2015 a las 17:27
Anoide querida!
Tarde pero seguro aquí estoy, obvio que ya los compañeros me han ahorrado el trabajo de encontrarte fallitas, así que me dediqué a disfrutar. Hemos coincidido este mes en protagonistas niños, un poco tratando lo mismo: la dimensión gigangtesca de sus problemas aparentemente pequeños. Bien tratado, resuelto con ternura y emoción contagiosa.
Me encantó!