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El lápiz mágico - por Lionel Muñoz+18

Web: http://laguaridadellector.wordpress.com

Su trazo era uniforme y definido, de un color negro opaco, sin el brillo que le otorga el grafito de los lápices comunes. Muy difícil de borrar, pero no imposible. Escribir con él resultaba sencillo: desde el momento en que uno lo tomaba en sus manos crecía la necesidad de plasmar ideas, imágenes, historias, sobre papel. Un catalizador de creatividad. Todas estas propiedades eran fácilmente reconocibles por el propietario de turno del lápiz, sin embargo, su origen era un misterio, y el progresivo agotamiento y deterioro mental seguido por un acelerado envejecimiento, era pocas veces atribuido al maligno obrar del lápiz.
Marcos, un escritor frustrado, sin familia ni amigos, con dos suicidios fallidos en su haber, se había topado con el lápiz como por obra del destino, y pasando por alto la sutil advertencia del errante buhonero que se lo vendió se puso a escribir de inmediato. En un mes, su editor aprobaba el borrador, y poco tiempo después era publicado su primer libro arrasando en las ventas.
Un día, en su nuevo escritorio de su nuevo departamento, se mofaba del buhonero por haberle vendido a un precio irrisorio la llave del éxito. “Tenía un acento extraño”, recordó.
Era cierto que se sentía cansado, pero era entendible: sólo dejaba de escribir para comer, ir al baño y dormir un poco. ¿Cómo darle la oportunidad al olvido de secar el mar de ideas que lo inundaba constantemente?
La prensa no demoró en catalogarlo como excéntrico luego de negarse a dar entrevistas, cancelar eventos y permanecer encerrado comunicándose sólo con su editor, Martínez, que comenzó a desempeñarse a la vez como su representante.
Su preocupación comenzó cuando dos publicaciones después su reflejo en el espejo mostraba un rostro demacrado y unas intrusivas canas que empezaban a poblar sus sienes. Intentó comer más, hacerlo más seguido, pero la sensación de saciedad duraba poco. Procuró dormir más y conciliar sueños prolongados, pero se despertaba en las penumbras observando el tenue brillo diabólico de lápiz, como burlándose de él. Cualquier intento racional que hiciera para mejorar su salud y librarse del lápiz era, sobrenatural y misteriosamente, contrarrestado. Destruirlo estaba fuera de consideración: tenerlo tanto tiempo en sus manos le daba la certeza de su resistencia.
En un arrebato de lucidez logró arrojarlo por la ventana de su primer piso hacia la desierta calle.
Libertad. Alivio. Vergüenza.
Quemó todo lo escrito. Cenó, se duchó, y se fue a dormir pensando que al despertar tendría que hablar con Martínez.
El sol ni siquiera asomaba cuando, sobresaltado, salió de la cama para observar el cristal de la ventana hecho añicos, y sentir el llamado del lápiz que yacía a sus pies.
Escribir. Comer. Escribir. Dormir. Escribir. Escribir. Escribir.
Guardaba la esperanza de que si seguía escribiendo a ese ritmo el lápiz terminaría por consumirse por completo, pero en el fondo sabía que eso no iba a suceder. El lápiz se alimentaba de su vida. Su magia oscura lo absorbía como un parásito a su anfitrión. Sentía su presencia al escribir, y más aún cuando se detenía. Tenía voluntad propia, y la expresaba a través de él.
A los 8 meses ya había perdido por completo el control de sus acciones. Casi ni comía. Las provisiones que Martínez le llevaba quincenalmente y él agradecía monótonamente sin levantar la vista del borrador, comenzaron a acumularse. Ese fue el quiebre moral para Martínez, quien ya no podía seguir embolsando dinero y mirar al costado ante el extraño comportamiento de su representado. Lo encaró.
–No podes seguir así, Marcos. No estás bien. Tenes que descansar. Comer. Bajá el ritmo.
–No puedo. No quiero. –No alzó la mirada, ni dejó de escribir.
Martínez se acercó y apoyó su mano en el hombro derecho de Marcos. No le sorprendió sentir sólo hueso bajo la camisa. Aun así, la velocidad y fuerza con la que Marcos lo arremetió, lo dejó sin oportunidad de moverse. El lápiz perforó la yugular y la sangre comenzó a manar, manchando todo a su alcance.
Eso fue lo último que hizo Marcos con el lápiz. Toda vida lo abandonó horas después de quedar inconsciente sobre el cuerpo inerte de Martínez.
Y el lápiz ya no estaba.
Un buhonero rejuvenecido observó por última vez la ventana de la oficina de Marcos desde las sombras de la vereda de enfrente, mientras guardaba cuidadosamente en un antiguo estuche un objeto transmutable. Las palabras que pronunció, enmarcadas por una sonrisa, pertenecían a un lenguaje hace mucho tiempo olvidado, cuando los lápices aun no existían.

Comentarios (12):

Luis Ponce

30/11/2015 a las 03:25

Gracias Lionel por tu comentario en mi relato. En mi descargo podría decir que es parte de un trabajo mas largo, por eso la simplicidad del argumento.El resto de fallas acotadas, me parecen precisas y puntuales y agradezco mucho.
Vamos al tuyo:”uno lo tomaba en sus manos”, se me hace difícil la imagen de tomar el lápiz en las manos.
Su preocupación comenzó cuando dos publicaciones después su reflejo en el espejo mostraba un rostro demacrado y unas intrusivas canas que empezaban a poblar sus sienes. Me parece que te falta una coma después de “después”.
Lo de “intrusivas” es un recurso válido pero tiene mas uso en el campo geológico que en el de la tricología.
Pero, en general el relato tiene un desarrollo que atrapa la atención del lector, a pesar de que la imagen cadavérica de Marcos es difícil de imaginar agrediendo a Martínez con una agilidad de deportista.
Saludos.

KMarce

30/11/2015 a las 06:35

Saludos Lionel:
Comenzando a leer a quienes me comentaron. Muchas gracias por el consejo.

Tengo una enorme manía, y es que parece que con pocas líneas me sé el cuento (o pocas escenas, me sé la pelicula), y vi ese lápiz que nunca se afilaba y nunca se desgastaba antes de que tú lo dijeras.
Coincido con Ciervo, hay algunas mejorar, te detallo lo que logré captar: Alguna puntuación, cortas comas o adicionarlas, Luis te mencionó una, “historias sobre papel” me parece mejor sin esa coma.
Evita usar seguido palabras terminadas en -mente, “quincenalmente/monotonamente”, en este caso, usa : cada quincena/o/con monotonía. Así como nuevo escritorio/nuevo apartamento, sería: estrenando escritorio en su nuevo apartamento… o algo así.
A lo que te mencionó Luis, sobre “en sus manos”, yo lo comprendo como “en su poder o posesión” no algo literal.

Me ha gustado mucho tu proyecto, la originalidad que le has impregnado a nunca usar la frase “lápiz mágico” sino solo en su título, porque era sino un lápiz macabro. Y el final, comprendo, según mi interpretación, que el buhonero sería una especie de hechicero que usaba al lápiz para obtener más vida.
Su lectura me ha sido muy hipnótica, quizá porque somos amantes de escribir, y es nuestra pasión. Pero al menos yo, no quiero que me consuma la vida :P.
Te felicito por este relato, vale la pena dejarlo en un cajón para extenderlo un día cualquiera.
¡Nos leemos!

Saldivia

30/11/2015 a las 19:30

Me gustó el relato, me recordó clásicos como el retrato de Dorian Gray o la Piel de Zapa. la idea del creativo que se consume en pro de su obra siempre seduce. Me hubiera gustado alguna línea describiendo el tipo de literatura que salía de ese lápiz maldito, mas entiendo que la camisa de fuerza de las 750 palabras obliga a horrarse muchas cosas. Éxito.

Ian pellicer

30/11/2015 a las 20:16

Estoy leyendo todos los relatos que son para mayores de edad. El tuyo me gusto mucho, en especial porque me recordó a uno de Stephen King que leei, que se llama el proyectil de la bala flexible.
Muy bueno saludos

José Torma

30/11/2015 a las 23:43

Que tal Lionel.

tu relato me ha gustado, llevas de la mano la trama sin apresurarla. Aunque de entrada nos dices lo que pasara, no perdemos la esperanza de que no pase.

Me parece una vuelta de tornillo muy interesante al retrato de Dorian Grey.

En lo formal ya te comentaron asi que no remacho. A mi me ha gustado y espero seguir leyendote en futuros talleres.

Felicidades.

Maca

01/12/2015 a las 17:46

Hola Lionel, ante todo gracias por tomarte la molestia de leer mi cuento, tendré en consideración los consejos que me has dado, y espero ir mejorando con el tiempo.

Tu historia está muy bien contada, me ha gustado como ibas narrando la decadencia del escritor, y la pequeña esperanza que nace del autor cuando es consciente de que el lápiz lo está consumiendo.

El momento en el que el protagonista ataca a Marcos, es inesperado; has sabido describirlo de tal manera, que he podido sentir la rapidez de la puñalada, casi al mismo tiempo que el pobre hombre que lo sufrió.

En cuanto a lo que se podría mejorar, es más bien una apreciación personal.

Teniendo en cuenta que el lápiz, tiene tanto peso en la historia, que incluso comenzaste el relato describiéndolo a él, antes que al propio escritor; para mi el lápiz debía haber sido tratado como un personaje más.
No necesitaba de un buhonero que lo presentase o lo retirase de la escena, tenía demasiada fuerza para hacerse valer por si mismo y, además, en su interior podrás haber guardado sentimientos humanos tan propios como la codicia, la mezquindad o el desprecio que, al fin y al cabo, corrompen al que tiene la desdicha de soportarlos.

Saludos

Lalaith

01/12/2015 a las 20:59

Me ha encantado este relato de un lápiz maligno… Se crea desde el principio una intriga que provoca las ganas de seguir y seguir leyendo para saber lo que pasará. Y el final me ha parecido perfecto para la historia. Enhorabuena.

Mauro D. Barbosa

02/12/2015 a las 16:00

Hola Lionel, me pareció muy bueno. Es un tipo de cuento que me gusta mucho.
Me parece que lo hiciste dinámico, no aburre y con un final interesante.

Muchas gracias por pasar por mi relato!
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-29/4207

Saludos

Jose Luis

03/12/2015 a las 19:55

Hola
Tu lápiz me ha recordado un poco al anillo indestructible del Señor de los Anillos. Ambos, lápiz y anillo, esclavizan a su dueño. Y el buhonero, el verdadero dueño del lápiz, sería como Sauron, el Señor Oscuro.
Muy buen relato, intrigante y bien narrado. No hace falta señalar los errores porque otros compañeros ya lo han hecho previamente.
Gracias por pasarte por mi cuento.
Un saludo

PAULATREIDES

06/12/2015 a las 13:12

Buen relato Lionel. A veces las 750 palabras se quedan cortas para todo lo que queremos contar.
De lectura ágil sin problemas de comprensión.
Saludos.

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