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El lápiz mágico - por L.M.Mateo
El frío se le colaba por las rasgaduras del viejo abrigo. Pronto nevaría, así que metió las manos en los recosidos bolsillos, en un fallido intento de entrar en calor, y apresuró el paso. En casa le esperaban, junto a un caldo hecho de cebollas y exceso de agua, su esposa y dos hijos. No quedaba carbón por lo que, tras el refrigerio, mujer y niños apretaron sus cuerpos bajo la manta. La pequeña tosió; tal vez no superara el invierno. El hombre observó caer los grandes copos a través de la única ventana y lloró en silencio, desesperado; dispuesto a cambiar su alma por un poco de asueto. Un resplandor rasgó el oscuro firmamento y le pareció ver una figura junto a la ventana. Preguntándose quién era aquel desgraciado bajo la tormenta, se puso el abrigo y salió, dispuesto a darle cobijo.
Frente a él, una hermosa joven de ojos plata y pelo albino, sonreía. «¿Quién eres?», preguntó el humano, con voz ronca. «Soy tu invierno y tus anhelos, Andrew Begger. Conmovida por tus súplicas, Madre te concede un regalo. —La muchacha depositó en su mano un hermoso lápiz, transparente como el hielo—. Los deseos escritos serán cumplidos, aunque el lápiz menguará con ellos. Pero te advierto: cada demanda helará tu corazón y lo escrito solo podrá ser borrado con lágrimas sinceras. Hasta la próxima tormenta, Andrew Begger». Ante la atónita mirada del hombre, la ninfa desapareció enredada en la nieve.
Incrédulo, entró en casa y, en la primera página del devocionario, escribió algo con letra diminuta. Notó un gélido pinchazo en el pecho. La carbonera, antes vacía, ahora rebosaba. Entre risas de júbilo, encendió el fuego y despertó a su familia para narrarles lo sucedido, mientras tomaban pan, leche y huevos. «Andrew, sé prudente. La magia tiene precio», le advirtió su esposa. «Descuida, prometo usarlo bien», contestó él, sellando el pacto mediante un beso. Y así fue durante un tiempo; pero con cada petición, su corazón se cubría de escarcha.
Una mañana se cansó de malvivir, así que escribió “riqueza”y “fama” en aquella vieja página, ya arrancada del devocionario, que aún conservaba. Su esposa veía con angustia como Andrew y los niños se iban transformando en seres fríos y egoístas; sobre todo tras mudarse a la nueva casa: «Tan grande y llena de lujos; tan desierta de amor». Él continuó demandando carruajes, vasos de oro, cubiertos de plata, banquetes y fiestas; acordes con su nueva vida. Y con cada capricho, una fría punzada.
Años más tarde, la abnegada señora Begger encontró, en la papelera del estudio, el lápiz y la página, que olía a recuerdos. Solo quedaba un deseo. Entristecida, los guardó en el bolsillo de un raído abrigo. Su esposo, ahora malhumorado y distante, ya no recordaba las promesas hechas; y fue consciente, por vez primera, que Andrew creía haber obtenido sus lujos por derecho. Sus hijos eran ya jóvenes: «Tan elegantes, tan caprichosos, tan ambiciosos… Tan frívolos». Nadie necesitaba a madre que, sola y desatendida, murió amortajada por aquel gran caserón vacío. Ninguno asistió al entierro, y así quedaron arrinconados —en el polvoriento desván— abrigo, lápiz y ruegos lejanos.
Con la muerte de la señora Begger, se desvaneció la ilusión. Su alocada hija protagonizó un sonado escándalo al huir con un alférez de dudosa notoriedad. Su hijo, bien situado, se mudó al extranjero para evitar la vergüenza. No se supo más de ellos. Andrew, abandonado y despedido de todas las casas respetables de la ciudad, encaró la afrenta dilapidando su fortuna entre tragos y fumaderos llenos de cortesanas de baja alcurnia. Solo conservó un deshecho abrigo.
El frío se le colaba por las rasgaduras. Pronto nevaría, pero esta vez no apresuró el paso. Como un eco del pasado, metió las manos en los recosidos bolsillos. Acurrucándose, sacó un hermoso lápiz de cristal y una amarillenta página, que leyó con desconsuelo:
“Carbón. Pan. Leche. Huevos”.
Una lágrima empapó aquella lista, evaporando parte de la hoja y la palabra “fama”. Con cada gota de tristeza, los deseos pasados se desvanecían; y con cada anhelo olvidado, su corazón recuperaba el calor. Sus dedos temblorosos, y ya sin papel, buscaron donde escribir. El lápiz desapareció, al fin. Frente a él, una ninfa de ojos plata y pelo albino, le ofrecía una mano amiga: «Por fin nos reencontramos, Andrew Begger».
Al alba, el sepulturero quedó desconcertado al descubrir, sobre la lápida de la señora Begger, un viejo abrigo. Bajo el epitafio, garabateado: «Lo lamento».
Comentarios (28):
L.M.Mateo
29/11/2015 a las 17:59
Como en la anterior edición, aprovecho para agradecer a mis tres comentaristas sus observaciones (algunas de las que tenía claro que surgirían por cuestiones de espacio).
Gracias, también, de antemano a quienes os paséis a leer o comentar.
Wolfdux
29/11/2015 a las 23:26
Una bella historia. Escrita y narrada de manera excepcional. Felicidades.
¡Nos leemos!
Isolina R
30/11/2015 a las 00:18
Hola, L. M. Mateo:
El contenido está bastante bien. Me ha gustado un montón.
En cuanto a la forma algún que otro aspecto podría mejorarse.
Te voy a comentar hoy solo una cosilla. Otro día seguiré con más.
Ya en la primera lectura lo que me salió de ojo fue el excesivo número de adjetivos antepuestos al nombre: “viejo abrigo”, “recosidos bolsillos”, “fallido intento”, “grandes copos”, “única ventana”, “oscuro firmamento”, “hermosa joven”, “hermoso lápiz”, “atónita mirada”, “gélido pinchazo”, “vieja página”, “fría punzada”, “abnegada señora”, “raído abrigo”, “alocada hija”, “sonado escándalo”, “dudosa notoriedad”, “baja alcurnia”, “deshecho abrigo”, “recosidos bolsillos”, “hermoso lápiz”, “amarillenta página”, “viejo abrigo”.
Creo que no conviene abusar del adjetivo y mucho menos del antepuesto. He estado mirando si en la revisión de estilo que propone Iria en Literautas habla del adjetivo y no he encontrado ninguna referencia. Así que he ido al blog de Alejandro Quintana y te copio lo que aconseja él:
Abuso de adjetivos, tan útiles a la hora de describir pero tan aburridos cuando se utilizan en exceso: procura transmitir sensaciones, colores, olores, sabores, sonidos… y utiliza metáforas y comparaciones antes que hacer un insulso listado de adjetivos.
Por ejemplo, en lugar de decir:
“La habitación estaba oscura. Hacía frío y sólo se escuchaba un lejano goteo. Gracias a un débil rayo de luz que se colaba por un respiradero del techo, pudo ver una solitaria silla en mitad de la lúgubre y tenebrosa estancia. Entonces descubrió que se trataba de una siniestra mazmorra.”
Di:
“Las tinieblas envolvían la habitación. Sintió el vapor de su aliento helarse al instante. Podía escuchar a lo lejos el goteo de una cañería rota. Sus ojos se acostumbraron a la negrura, en parte ayudados por un respiradero en el techo que filtraba un tenue resplandor. Una silla de color claro, salpicada de manchas rojizas, era todo el mobiliario de la estancia. Cayó en la cuenta de haber descubierto una mazmorra.”
¿Cuál de las dos mazmorras te parece más siniestra?
¿En la descripción que digo que es siniestra? ¿O en la que no digo que lo es, sino que describo cómo es? No por mucho decir algo vas a lograr que suene más auténtico.
Por cierto, todo lo referente a la revisión de estilo que aconseja Alejandro Quintana en http://www.oficiodeescritor.com me parece bastante aprovechable.
Siguiendo este consejo voy a reelaborarte el primer párrafo con la eliminación de la mayor parte de los adjetivos para que la fuerza expresiva recaiga en sustantivos y verbos. A ver qué te parece. No quiere decir que tengas que ponerlo de este modo. Solo estoy haciendo una prueba para que comparemos tanto tú como yo. Creo que en mi relato, y por lo mismo, también sobraba el adjetivo “dantesco”.
Y vamos con la reelaboración a modo de prueba:
El frío se le colaba por las rasgaduras del abrigo. Pronto nevaría, así que metió las manos en los bolsillos recosidos, para tratar de entrar en calor, y apresuró el paso. En casa le esperaban, junto a un caldo de cebolla bastante aguado, su esposa y sus dos hijos.
No quedaba carbón, por lo que tras aquella cena miserable, la mujer y los niños se apretaron bajo la manta. La pequeña tosió. Si seguía así tal vez no superara el invierno.
El hombre observaba los copos a través de la ventana y lloraba en silencio, desesperado. Un resplandor iluminó la calle y le pareció ver una figura junto a la ventana. Preguntándose quién sería aquel desgraciado que andaba bajo la tormenta, salió, dispuesto a darle cobijo.
En ese primer párrafo hay cuatro palabras que yo quitaría sí o sí: “refrigerio”, “asueto”, “abrigo” y “rasgó”.
El refrigerio es la comida que se toma de aperitivo, el tentempié. Esta familia cena un caldo aguado de cebolla y parece que hasta mañana no comerá nada más. Lo del “refrigerio” sobra.
El asueto es “vacaciones”. En mi opinión el protagonista vendería su alma por poder alimentar en condiciones a su familia, por tener calor en casa, por dinero… Pero, ¿por el “asueto”?
La segunda vez que nombras el abrigo en el primer párrafo creo que está de más. Antes de entrar en casa lo lleva puesto, entra, no dices que se lo quite pero cuando sale a ver quién es la figura se lo pone. Dado que en casa hace mucho frío, creo que sería mejor que no se lo quitara y por lo tanto que no se lo volviera a poner para salir. De manera que el frío de la calle y el de la casa quedaran igualados.
El abrigo tiene “rasgaduras”, por eso yo evitaría “rasgó” al hablar del resplandor.
En otro momento continuaré con el comentario.
Saludos.
Isolina
Christian Joseph White
30/11/2015 a las 04:48
¡Enhorabuena! Tu relato me ha sumergido en tiempos pretéritos. Has creado toda una atmósfera, la justa para la trama, pasando de la sordidez a la opulencia de su protagonista. Hay también unos atisbos de moraleja ;-)Felicitaciones, Mateo.
¡Mis saludos!
Manoli VF
30/11/2015 a las 11:55
Yo no se qué te habrán dicho tus comentaristas, L.M. Mateo, pero a mí tu relato me ha conmovido hasta lo más hondo. Quizás parezca un tópico la vieja idea de que el dinero pervierte a la gente, pero sigue siendo tremendamente actual. Tú, además, has dotado tu texto de una gran humanidad, que se desmarca de las consabidas fábulas moralistas, porque describes admirablemente la psicología del personaje central.
Puede que abuses de adjetivos, si te digo la verdad, lo he pasado todo por alto, quizá porque por los tiempos que nos está tocando vivir veo tu relato más cerca de la realidad que de la fábula, a mí me ha llegado. Te felicito.
Te invito a darme tu opinión sobre el mío (80), bastante más frívolo, eso sí. Un saludo.
Isolina R
30/11/2015 a las 12:22
Hola, L. M. Mateo:
Vuelvo para acabar el comentario.
En el segundo párrafo aparecen el adjetivo “hermosa” aplicado a “joven” y el adjetivo “hermoso” aplicado a “lápiz”. Yo mantendría el primero nada más, el segundo lo quitaría. Tampoco pondría “como el hielo”. Esa comparación parece un cliché. De manera que el inciso lo dejaría así: —La muchacha le depositó en la mano un lápiz transparente—.
La pasiva cada vez se usa menos en la lengua hablada, y en los textos parece un tanto lejana y artificiosa. Así que en lugar de “serán cumplidos” quedaría mejor la activa “se cumplirán” y “solo podrá ser borrado con lágrimas sinceras” quedaría mejor “solo podrán borrarlo lágrimas sinceras”.
En el tercer párrafo yo cambiaría los posesivos por artículos determinados en “despertó a la familia”, “con cada petición el corazón se le cubría de escarcha”.
En el cuarto párrafo hay una rima en asonante (aa): “Una mañana se cansó de malvivir, así que escribió “riqueza”y “fama” en aquella vieja página, ya arrancada del devocionario, que aún conservaba” (“fama”, “página”, “conservaba”). Tras las comillas que cierran “fama” debes dar un espacio antes de “y”. En: “Su esposa veía con angustia como” es “cómo” por interrogativo indirecto.
En el quinto párrafo, en: “y fue consciente, por vez primera, que Andrew” hay que poner “de” antes de “que” (“fue consciente de que”, sin “de” es incorrecto). Y “Nadie necesitaba a la madre”. En: “Su esposo, ahora malhumorado y distante, ya no recordaba las promesas hechas; y fue consciente, por vez primera, de que Andrew” hay un detallito: el sujeto de la primera es “su esposo”, y el de la segunda “ella”. Yo pondría ese pronombre después de “consciente”.
En el sexto párrafo habría que quitar los adjetivos antepuestos y cambiar algunos posesivos por artículos.
El séptimo debería acabar en “huevos”. Lo que aparece escrito yo lo pondría seguido, no aparte. Y habría que cambiar “con desconsuelo” porque rima con “huevos”.
En el octavo en: “buscaron donde escribir” debería ser “dónde”, por interrogativo indirecto.
En: “escribir. El lápiz desapareció, al fin.” Hay rima interna.
En: “una ninfa de ojos plata y pelo albino, le ofrecía una mano amiga” sobra la coma porque no debe ir entre sujeto y predicado.
A lo largo de todo el texto aparece seis veces la palabra “abrigo”. Creo que deberías reducirlas a tres: una al principio, otra en medio y otra al final. También podías reducir alguna vez el nombre del esposo.
Espero que mis sugerencias te sirvan.
Saludos.
Isolina
L.M.Mateo
30/11/2015 a las 12:35
Wolfdux, Christian y Manoli, muchas gracias a los tres por pasaros por mi rinconcito a comentarme. Por supuesto, os devolveré la visita en breve.
Isolina, precisamente por eso quería que pasaras a hacerme la criba.
El relato me chirriaba un poco en la forma, pero no terminaba de ver el problema (demasiadas horas de trabajo y poco sueño).
Siempre lo dejo reposar unos días, pero seguía sin tener claro qué era lo que no me gustaba en la lectura. Y ayer por la mañana, antes de leer los comentarios de los compañeros y casi quince días después lo releí… “¡Adjetivos!¡Adjetivos por todas partes!”
Lo de anteponerlos fue un recurso estilístico que decidí utilizar deliberadamente, imitando el estilo de los cuentos tradicionales. Pero “me he pasado tres pueblos” adjetivando. Gracias por el artículo de Quintana, lo leí cuando lo publicó, y tenía su blog relegado en el olvido. Será cuestión de repasarlo.
La idea de que no se quite el abrigo, me gusta. No sé porqué no se me ocurrió, la verdad.
Respecto a las palabras “asueto” y “refrigerio”, gracias por el repaso del significado más puro. Lo cierto es que, si tengo dudas, me remito al diccionario que para eso está, pero el caso concreto de estas dos palabras, creo que mucha gente las usa con el mismo significado que yo he empleado aquí: “asueto” como “descanso” y “refrigerio” como “comida pequeña”. Te agradezco que hayas aclarado la definición porque, en efecto, no era lo que quería transmitir en el texto.
Muchas gracias por tu ayuda.
L.M.Mateo
30/11/2015 a las 12:54
Isolina:
Gracias, gracias, y mil gracias. Justo te estaba respondiendo al post anterior cuando has terminado el comentario.
Estoy de acuerdo en todo lo dicho, excepto en dos detalles que han sido cuestión de estilo puro y duro: las frases en pasivo usadas por la ninfa (es un ser fantástico, y por eso decidí ponerle una forma poco habitual de hablar. En la versión original sus frases aparecían desordenadas, pero quedó tan enrevesado que no se entendía, así que simplifiqué).
La segunda cosa que también es cuestión de estilo y usé deliberadamente fue: “Nadie necesitaba a madre”. No me comí el artículo. De lo que me acabo de dar cuenta es que, si no me equivoco, debería haber escrito “Madre” en mayúscula.
En todo lo demás, coincido contigo. Con eso hubiese conseguido el espacio que necesitaba para hilar mejor el final (el cuento tenía originalmente el doble de palabras permitidas). Cuando lo haya corregido lo subiré a Escrites, a ver que tal queda la nueva versión.
De nuevo, muchas gracias.
Dan D'Ors
30/11/2015 a las 15:59
Buenas L.M.Mateo,
después del análisis exhaustivo que ha hecho Isolina soy incapaz de añadir mucho más. El relato me ha gustado, tanto en su tono como en lo que transmite. Si la gente se diera cuenta de que hay cosas mucho más importantes que el dinero el mundo iría mucho mejor sin duda. En cuanto a “asueto” y “refrigerio” coincido contigo en que yo las conozco con el uso que tú le has dado y me ha sorprendido la matización de Isolina.
Bonito relato, muchas gracias por compartirlo.
¡Nos leemos!
Lemo
30/11/2015 a las 17:15
Buenas tardes
Que bueno el relato y su moraleja,que cierto es por desgracia. Casi mejor que tu relato el comentario de Isolina, que maravilla tendrían que poner un buscador para ver que relatos comenta, jaja. Que bueno, cuanto se aprende.
En cuanto a “asueto” sin querer abrir un hilo de discusión estoy con Isolina, “unos días de asueto” es para mi unos días de vacaciones, nunca lo relacioné con descanso, sino mas bien con libertad para usar el tiempo como te plazca. En cuanto a “refrigerio” si comparto el término tentempié, pero no el de aperitivo que es abrir el apetito.
Gracias a los dos.
GAIA
30/11/2015 a las 18:55
Saludos!
Te diré que me gustó mucho tu cuento. Entré en Literautas para además de aprender, relajarme un poco. Aunque he aprendido mucho, no he logrado relajarme del todo. Si parece que nos están evaluando para el Nobel de Literatura!!! Que los cuentos, al igual que los sueños, cuentos son…
Feliz Navidad!
Dispersus
01/12/2015 a las 10:45
Hola L. M. Mateo.
Bonito cuento, clásico y bien escrito. Me recuerda a “Cuento de navidad”
Desarrollo previsible aunque eso no sea malo. Es como los cuentos clásicos en los que sabes como acabará, con su moraleja, etc.
Muy bien narrado, te lleva en volandas. Alguna repetición y palabras que al leer en voz alta suenan un poco estridentes para el contexto (por ejemplo rasgaduras, recosido y acurrucándose en el mismo párrafo es muy sonoro)
Un saludo
L.M.Mateo
01/12/2015 a las 14:08
Dan, Gaia, Lemo: muchas gracias por vuestra opinión. La verdad es que en este taller se aprende muchísimo.
Dispersus: efectivamente, una de las inspiraciones fue “Cuento de Navidad”, junto a “La Reina de las Nieves”. Digamos que los cuentos tradicionales, Dickens y Wilde son mis fetiches en lo que a cuentos se refiere.
Por supuesto, ya os he devuelto las visitas.
Gracias!
Isabel
01/12/2015 a las 15:23
Hola L.M.
Primero agradecerte el tiempo y la dedicación que le pusiste a mi relato. Tomo nota de todos tus consejos y correcciones. En este relato me pilló el toro y pasa lo que pasa..
Bueno, he disfrutado mucho con tu relato porque me ha trasladado a aquellos cuentos de la infancia que te dejaban con la sensación de haber aprendido. La estructura del texto me parece correcta y para el poco espacio que tenemos, has sabido condensar toda una historia en la que transcurren varios acontecimientos a lo largo del tiempo.
Respecto a la forma, poco te puedo decir porque ya te han hecho un super analisis, pero si que es cierto que el exceso de adjetivos hay que evitarlo para que el Texto fluya. Escribes muy bien, asi que a seguir escribiendo, jeje. Un saludo
Ryan Infield Ralkins
02/12/2015 a las 20:07
Un hermoso relato aunque con un final tan triste…me parece un relato digno de ser leido y tambien decirte que al ser de lectura facil, se puede uno imaginar todo parte por parte, con todo lujo de detalles.
Felicitaciones por tan cautivador relato.
Saludos.
Robert w. Peterson
02/12/2015 a las 21:33
Te leo aquí y en Escrites, también he leído tu blog, y como somos personas antes que escritores o, más bien, personas que escriben, quería decirte que eres una tía con una sensibilidad especial que, como no podía ser de otro modo, también transpiran sus textos. ¿Por qué digo esto? Porque creo que el tono personal en nuestra redacción es importante y es lo que nos define como autores, y probablemente, pudiese reconocer ya cualquier escrito tuyo.
Lo que nos has presentado esta vez es un cuento a la antigua usanza; un cuento de hadas, que no está exento de errores , algunos comentados y otros por comentar; no he leído al completo todos los aportes de los compañeros, lo tenía claro desde el principio y prefiero no dejarme influenciar, perdona si redundo en lo ya dicho.
Para agilizar el análisis lo voy a escribir a modo de tips (no acaba de gustarme este formato para comentar textos, aunque sean cortos), si necesitas que me extienda en algo solo tienes que decirlo:
1. En el despegue del relato, cuando comienzas a crear la atmósfera de pobreza, caes en ciertos tópicos y centras tu vista en objetos o aspectos típicos. Además abunda el exceso de adjetivos, pero esto ya te lo han comentado y requetecomentado. Comienzas lento y de pronto, te aceleras…
2. Atrévete con frases más largas, no tengas miedo a las subordinadas y a las coordinadas complejas. Con frases tan cortitas, además de enlentecer, da la sensación de que te estas conteniendo.
3. Vigila los tiempos verbales; hay algunas formas que me chocan. Apostar por el pretérito imperfecto y el pluscuamperfecto es una decisión sabia y que funciona siempre.
4. Hay algunas palabras que no significan lo que tu quieres que signifiquen o se podría afinar más. También con algunas expresiones.
5. Queriendo matizar tanto, en ocasiones te excedes, ya hemos entendido que se trata de una familia pobre etc. No es necesario recalcar tanto algunos aspectos. Muy descriptivo en ocasiones.
6.La extensión propia de este formato quizá requeriría una trama más ágil prescindiendo de algunos elementos y extendiéndote más en otras escenas.
7. Huye de lo que ya se dijo; voy a insistir en lo de los tópicos y clichés que a veces empleas. Da la sensación de que algunas cosas pasan porque tenían que pasar o todos esperábamos que pasasen. Decide tú el rumbo de la historia..
Esto es más o menos todo lo que tenía que decirte, en general, creo que has hecho un buen trabajo. Cuando estaba en la recta final, me llegué a emocionar con la historia (de veras), aunque esto tampoco es un merito enorme… yo soy de emoción fácil.
Sigue así L.M.Mateo, que eres estupenda (venga, que se note que me caes bien).
Un saludo.
Peter Walley
02/12/2015 a las 22:02
Hola L.M.,
A mí me ha gustado mucho, y la verdad es que no me ha chirriado el abuso de los adjetivos. Me parece que el texto fluye muy bien y que la historia es muy bonita y que está bien contada.
Por mejorar algo, me parece que el final está un poco apresurado, supongo que por las limitaciones de espacio. Yo acortaría un poco la parte central y alargaría esto último.
En cualquier caso son detalles menores en un muy buen relato.
L.M.Mateo
02/12/2015 a las 23:14
Ryan y Peter, muchas gracias. Y sí, Peter, el cuento original me salió de casi 1700 palabras, así que tuve que recortar de todas partes. XD
Robert, muchas gracias por los aportes. Cuando corrija el relato lo subiré a Escrites, aunque me va a costar algo de tiempo (ya no me quedan ni horas de sueño). Veo que entre nosotros ha surgido el amor literario, “sensiblón”. 😉
Ryan Infield Ralkins
02/12/2015 a las 23:57
Paso aquí de nuevo para agradecerte por mencionarme lo del libro de Alberto Bustos. Ya lo bajé y empecé a leer. Sí, tienes razón: los acentos son mis enemigos naturales. Los odio. Y siempre creo estar acentuando bien cuando zas!, meto la pata.
En los comentarios no acentuo debido a que se me olvidan las palabras que quiero escribir en lo que hundo los alt mas los numeros, xd. Ya me ha pasado varias veces, je je.
Muchas gracias nuevamente y en cuanto a la escena del taller 30…por ahora tengo un relato que cumple las bases y quizas sea un tanto sorpresivo pero hasta ahora no será continuación del taller 29.
Marcelo Kisi
03/12/2015 a las 10:49
Hola L.M.!
No queda mucho que agregar a los aportes de compañeros como Isolina y Robert. A mí me gustó mucho tu estilo más allá de adejtivos, rimas y lugares comunes que ya te han señalado.
Por agregarte un aporte, y de modo parecido a lo de los adjetivos, también los hechos y personajes, por ejemplo los hijos, están más contados que mostrados. De verdad es difícil mostrar en un relato de 750 palabras que pretende abarcar un período de tantos años, pero, ¿en qué se refleja la frivolidad de los hijos? Quizás faltaría aquí y allí un diálogo o alguna escena visible que ejemplifique lo que vas contando.
Pero fuera de eso te digo lo que ya te dije anteriormente, me gusta mucho tu estilo fresco y sensible a la vez.
Ojalá alcances a pasarte por el mío, el número 30 🙂
Saludos!
Frida
03/12/2015 a las 15:21
LM Mateo, inicio agradeciéndote tu paso por mi texto y, continuo aplaudiendo tu estilo. Has hecho que me introduciese en una narración mágica, que me ha trasladado al Londres Dickensiano. Has creado un cuento con aires tradicionales, como muy entrañable y a la vieja usanza. Por ello, no puedo dejar de darte la enhorabuena por tan fantástica creación.
escritores anónimos
03/12/2015 a las 20:19
Quería agradecerte el paso por mi “relatillo”, y comentar el tuyo.
En primer lugar decirte que me ha encantado. Puede parecer un tópico pero los has elaborado de una manera nueva.
Buscando en la DRAE he visto que la palabra “devocionario” significa <>. No sé si te referías a esta palabra pero a mí no me cuadra.
No me ha quedado muy claro cómo quieres describir a la mujer del protagonista. Dices que es “abnegada”, pero esto significa que sacrifica su voluntad. Tal vez te referías al adjetivo “abatida”, no lo sé, igual me equivoco.
Isolina ya ha comentado todo a lo que puntuación y excesivo uso de adjetivos se refiere (no te preocupes yo he sido también víctima de sus instructivos comentarios y estaré eternamente agradecida).
garrincha26
04/12/2015 a las 12:24
Me ha gustado mucho la historia, la creación de un cuento precioso y con moraleja a partir de la escena propuesta. Está bien narrada, la atmósfera es agradable, lograda. Te sumerges en ella.
Coincido con algunas de las valoraciones hechas por parte de los compañeros, otras son cuestión de estilo, y cada uno tiene el suyo propio.
Esta es una historia que da para muchas más palabras y escribir un bonito cuento infantil de los que leo a mi hija todas las noches justo antes de dormir. Por qué no lo pruebas?
saludos.
Denise
04/12/2015 a las 15:49
Bueno, ya veo que Isolina ya hizo el trabajo por mí jejeje
Fuera de esas cuestiones técnicas, el relato es muy hermoso, y antes de leer tu comentario
Denise
04/12/2015 a las 15:52
Perdón, para variar, hice clic donde no debía T_T
Como decía, había sentido la atmósfera como de cuento de hadas, debo decir que eso me gustó mucho.
No tengo mucho más para decir, salvo que voy a estar pendiente de tus cuentos 🙂
Cryssta
04/12/2015 a las 20:29
En esta ocasión paso de hacer la crítica del relato, ya te han dicho muchas cosas y yo he aprovechado para disfrutar leyendo esta bonita historia, me ha encantado que el lápiz fuera transparente como el hielo (¿no sería un bolígrafo BIC? jajajaja).
Espero leerte en el próximo taller.
Un abrazo
L.M.Mateo
05/12/2015 a las 13:50
Frida, si te ha transportado a ese periodo, es que he conseguido lo que pretendía.
Escritores, el “devocionario” era un libro de oraciones. En el siglo XIX había gente pobre que, por distintos motivos, había aprendido a leer y escribir (generalmente porque muchos gobiernos comenzaron con las primeras escuelas públicas, o porque eran niños criados en orfanatos llevados por religiosos y se esperaba de ellos que siguieran esos pasos). No tenía mucho sentido para mí, que alguien sin recursos que no podía pagar carbón, tuviese algo tan caro como el papel. Pero recordé que era muy habitual que en todas las casas, ricas o pobres, hubiese un devocionario. Así conseguí la hoja de papel que necesitaba.
Respecto a la palabra “abnegada” está perfectamente donde debe estar. Cuando alguien renuncia a sus deseos o intereses (o voluntad, como dices), puede hacerlo de muchas maneras, en este caso sacrificando su propia felicidad e ideales para servir a su familia. Por cuestiones de espacio, no pude desarrollar más la idea, así que la palabra “abnegada” resumía todo lo que necesitaba decir sobre el carácter de la Sra. Begger.
Garrincha, como ya dije un comentario anterior, me salió un cuento de 1700 palabras, y ni siquiera estaba desarrollado, jejejeje. La idea es desarrollarlo con tiempo, cuando me den un respiro para poder hacerlo.
Denise, Cryssta, muchas gracias por leerme.
Un abrazo.
Pato Menudencio
10/12/2015 a las 18:54
Hola, por fin pude pasar por los relatos.
Me gusta la forma en como está narrada la historia, una buena fábula.
Como corrección recomendaría dar una vista a las comas.
Saludos.