<< Volver a la lista de textos

Para Elisa - por Dario Sven

Tacones altos, largo cabello rubio, ojos en sombra oscura, mirada profunda, así era Elisa. Nos veíamos cada día, trabajábamos juntos, era un placer ver como se deslizaba por la oficina, en las reuniones entraba a la sala de juntas con decisión, siempre dominaba la situación, a los clientes literalmente se les caía la baba, soltaba sus razonamientos con total naturalidad como si estuviera hablando con una amiga en el café de la esquina, era magnetismo puro.
El bufete de abogados donde trabajamos era de los mejores de la ciudad, estábamos envueltos en varias demandas contra una gran naviera que había sufrido un accidente con uno de sus barcos, ocasionando la perdida de mercancías por valor de cientos de millones de euros.
Nosotros estábamos especializados en derecho marítimo, Elisa fue la primera de su promoción, lo tenía todo, inteligente, interesante, impresionante e increíble, las cuatro íes como decía yo, ¡que más se puede pedir! a su lado yo era de lo más común, no sobresalía en nada, ni alto, ni guapo, ni elegante y ni siquiera era un abogado brillante, a veces no me atrevía ni a mirarla a los ojos, pero ella siempre me dedicaba unas sonrisas interminables, me daba la vida, tenía que esforzarme para que no se me notara la cara de tonto que se me quedaba cuando la observaba disimuladamente, aunque alguna vez me había pillado observándola
— ¡No vuelvas a hacerlo!— me decía riéndose

Yo esperaba el momento adecuado, era un manojo de nervios parecía como si tuviera dieciséis años en vez de treinta y seis, ¡Dios! El tres de Febrero, ese día tenía que decírselo, ese día era especial. Lo tenía todo pensado, sin que se diera cuenta se lo dejaría en el bolsillo de su abrigo, no quería ni imaginar como reaccionaría, con estas cosas nunca sabes lo que va a pasar.
Los días transcurrían deprisa mientras estudiábamos las diferentes documentaciones de cada una de las demandas, la situación no era sencilla y estábamos sometidos a una gran presión por parte de nuestros clientes, además habíamos recibo varias amenazas, por teléfono y algunas notas en el buzón.
Llego el momento, que justamente coincidió con nuestra presentación de alegatos ante el Tribunal Económico Administrativo, ¡maldita sea mi suerte! Nos dirigimos al juzgado en nuestro coche, al aparcar en el aparcamiento subterráneo se nos acerco un tipo de mal aspecto, no por su vestimenta, sino por su extremada obesidad era grotesco, consiguió acercarse a solo unos centímetros de Elisa y agarrarla del abrigo, suerte que reaccione rápido y la aparte con un giro brusco, el tipo solo dijo unas palabras dirigiéndose a Elisa
—Hoy estas ahí pero mañana podría ser peor—dijo.
Los dos sabíamos perfectamente a que se refería, y se fue por donde vino. Tras el susto conseguí conducirla hasta el ascensor, su silla de ruedas era más pesada de lo que aparentaba, estaba más decidida que nunca a no dejarse intimidar, estas amenazas la motivaban aun más.
Nos presentamos ante el tribunal exponiendo nuestros argumentos, Elisa destilaba seguridad y confianza sin duda alguna íbamos a ganar caso, después de su disertación recupero el sitio a mi lado en la mesa de la acusación, deslizo la mano en el bolsillo de su abrigo y saco un sobre, me hizo un gesto con el codo, y lo vi, «¡No!» pensé para mis adentros ahora no, este es el peor momento, ella palideció.
—debe ser del tipo del aparcamiento— susurro.
—No pienso abrirlo—dijo tajante— y lo tiro a la papelera.
Allí estaba yo en mitad del proceso estirando el brazo e intentando que nadie lo advirtiera para recuperar el sobre que finalmente me había decidido a darle a Elisa, finalmente mientras ella rebatía el alegato de la defensa y después de una complicada pirueta conseguí recuperar el escurridizo sobre, no sin que el Juez me observara alucinado, lo volví a colocar en su bolsillo.
De nuevo en el aparcamiento mientras empujaba la silla de vuelta al coche volvió a sacar el sobre de su bolsillo.
— ¡Otra vez este sobre!—exclamo pensativa.
Me miro de reojo, y lo comprendió todo, era demasiado inteligente para no adivinar mi pequeña trama que tanto esfuerzo me había costado organizar. Lo abrió y el sobre estaba vacío, solamente había dibujado un pequeño corazón en la solapa.
—Por eso te quiero tanto—dijo con una pequeña pausa—
—Por estos pequeños detalles, te has acordado, hoy hace tres años de nuestro aniversario—me dijo con la mirada y una sonrisa que nunca olvidare.

Comentarios (6):

Dante

29/10/2015 a las 20:58

Hola Darío Sven. He sido uno de tus comentaristas anónimos y paso por aquí a reiterarte que me gustó muchísimo tu relato. Me parece una historia sólida y atractiva.

Independientemente de los aspectos positivos y a mejorar que he señalado, resalto la originalidad del contenido (lo has ambientado en un “mundo” de abogados y no has caído en lo que en general sucede -hasta con reconocidos autores que se refieren al tema- de ubicar la historia dentro del Derecho Penal o en conexión con él, donde se buscan culpables o se defienden inocentes). En cambio, te fijaste en otra clase de conflictos jurídicos. Y en lo que respecta al conflicto, su originalidad radica en que relacionaste tres cuestiones importantísimas como el amor, la autoestima y los prejuicios y los trataste con gran profundidad, permitiendo el fluido desarrollo de la trama hasta un final apropiado.

En cuanto al final, me permito calificarlo como “final paradójico”. Aparentemente es cerrado, puesto que la historia termina allí. Pero a la vez es “abierto”, porque el texto calla muchas cosas, que podrían quedar libradas a la imaginación del lector.

Realmente me gustó mucho, y creo que tanto en forma como en contenido se trata de un gran relato. Demás está decir que he invitado a todos a que disfruten de él, recomendando su lectura en el, llamémosle, “foro general”.

Saludos.

Dario

29/10/2015 a las 22:19

Muchas gracias, por tus comentarios, los aprecio sinceramente y me animan a continuar escribiendo, que es para mi una pasión, aunque desafortunadamente no puedo dedicarle el tiempo que me gustaría.

Verso suelto

31/10/2015 a las 11:34

Hola Darío, he leido tu relato gracias a Dante, al que ambos hemos tenido la suerte de disfrutar como comentarista.
Sinceramente me ha tenido intrigado desde casi el principio con esas señales que vas dejando: el tres de febrero,…
Juegas de manera formidable con la imaginación del lector, le vendes (y yo te lo he comprado), una cosa y luego, ¡zas! la sorpresa. Y ese final sorprendente (tercer aniversario) pero totalmente verosimil.
¡Enhorabuena!
Soy nuevo en el foro, así que, si tienes oportunidad de leer mi relato…Es el nº 33 “Cruda realidad”

grace05

06/11/2015 a las 22:42

Muy buen relato. Me gustó mucho la historia y me sorprendió el manejo que le das a la historia planteando el ambiente judicial, relacionado con la pareja y lo personal. Realmente un muy buena historia.
¡felicitaciones!!!
Te invito a comentar 194

grace05

06/11/2015 a las 23:25

Hola Dario: Te agradezco que hayas comentado mi relato.
Saludos

Dante

26/11/2015 a las 01:17

Hola Darío. Si querés podés pasar por mi relato. Allí te agradecí en general (posts. N° 24 y 45) y en particular (N° 31) por tu comentario.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *