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Piedritas en el camino - por Lorena Flores
PIEDRITAS EN EL CAMINO.
Ayer solo miraba mis manos, no había en el mundo nada que me causara placer, mi vida no existía, mi abundante edad tampoco. De un segundo a otro, un olor a tierra húmeda, un olor a pobreza me sacó de esta infinita melancolía. Ahí estabas muchachito, con tus rodillas rotas, tu pelo apelmazado por falta de aseo, sucios tus pies. Tu único juguete mi niño, eran unas piedritas recogidas del suelo. Abandonaste tu juego, te reconocí al instante, no recordé tu nombre.
¿Cómo te llamas?
– Pedro……..
– ¿juguemos?
Me arrodillé…crují y el hastío…… me abandonó.
Comentarios (9):
KMarce
29/06/2015 a las 01:25
Saludos Lorena,
¿Es una anciana con Alhzaimer y su nieto?
Me he perdido un poco con la descripción del niño que parece ser un niño abandonado. Quizá lo es, por la propia enfermedad de ella.
Triste pero con su dosis de ternura.
Te invito al reto beba, lee y comenta 10arriba y 10abajo a tu propio relato. Es tu hola, otros te lo devolveran… así te encontré. 8/10 para arriba.
¡nos leemos!
Tim Galano
29/06/2015 a las 11:21
Hola, a mi también me cuesta entender el relato, quizá falta algún detalle que ffacilite el desenlace. Parece que el nombre del chico es un detalle clave pero no acabó de cerrar el círculo.
Las descripciones son muy buenas y el lenguaje muy rico… Con más palabras habría sido perfecto
Nos leemos
J.Sfield
30/06/2015 a las 15:39
Sea su nieto o un vecino, lo que queda claro es que ese niño le ha devuelto las ganas de aferrarse a la vida. Felicidades!!!
Un saludo.
Werchy Lam
30/06/2015 a las 21:17
Hola,
Es verdad que hay algunas cosas que no se entienden.Creo que en parte es por el aspecto formal. No hace falta el adjetivo abundante para acompañar a edad.Con que hubieras dicho mi edad ya hubiera bastado. Y ahí es cuando se ha roto el hilo que nos llevaba. Otra cosa que ha roto el hilo conductor, lo reconoció “pero” no recordaba su nombre. Sin el “pero” u otra conjucción similar hay otra ruptura, una se pregunta pero ¿no lo reconocía?.En el diálogo,¿no será jugamos en vez de juguemos?. Otra vez se ha roto. Tienes que volver a leer. Y luego el final no es nada claro. Que eso no está tan mal, siempre es bueno darle vueltas a la cabeza.
A lo mejor crees que soy un poco dura a la hora de comentar los textos pero no te desanimes que aquí estamos todos para aprender y bastante bien lo has hecho.
Un saludo
Luis Ponce
04/07/2015 a las 16:19
Lorena: de acuerdo con Wechy Lam, la edad no es abundante, si lo fuera podríamos dar un poco a los demás.
¿Jugamos? y con mayúscula, porque estás comenzado una frase después de un punto aparte.
Me arrodillé, crují, y el hastío me abandonó….
Ahí te das cuenta de que la anciana al arrodillarse, mientras crujían sus huesos, se olvidó de sus problemas y el aburrimiento y puso toda su atención en el juego con las piedritas de Pedro.
Nos leemos.
José Torma
07/07/2015 a las 22:26
Hola Lorena.
Solo agregare a lo que tan acertadamente te han comentado, que me parece que te falto un guion de dialogo, sin el la pregunta de como te llamas parece introspectiva sin embargo al tener respuesta, requiere su guion.
De ahi en fuera y obviando los detalles, me parece una historia entrañable.
Saludos y felicidades.
beba
28/07/2015 a las 20:57
Hola, Lorena:
La historia es preciosa; muy dulce y tierna; yo, “abundante de años”, crujiente y confusa, entiendo muy bien el desarrollo del cuento, y creo que has logrado un excelente retrato de la protagonista. Hasta la propensión a jugar por el suelo… Ja,ja, ja. Salvo los guiones, muy buen manejo del vocabulario.
Felicitaciones.
Si quieres leer el mío, este es el link:El primer beso: http://ahorayodigo.blogspot.com.ar/2015/06/paraiso.html
Fernando
08/08/2015 a las 19:07
Hola Lorena, hermoso, muy tierno, me encantó, coincidi con J.Sfield que la idea de que la anciana se aferra a la vida con ese niño sea quien sea si es un extraño o si es su nieto es la idea que a mí también me deja el relato.
Muy buen relato Lore, ¡felicitaciones!
Frida
12/08/2015 a las 17:54
Conmovedor Lorena, esa imagen de la anciana arrodillándose mientras le crujen los huesos, jugando con unas simples piedrecillas con un niño es muy entrañable. Y es que a veces, lo que a simple vista resulta insignificante, como las piedras, puede tener una relevancia increíble para alguien, como en este caso la anciana, que recupera las ganas de vivir al volver a reencontrarse con su niña interior, jugando en la tierra como si los años jamás hubiesen pasado, como si ese momento fuese eterno.