Ingenioso, me recuerda esas imágenes que se repiten cuando se enfrentan dos espejos.

Ingenioso pero he acabado mareada, jajajaja.

Hola Liliana! Muy ingenioso el relato, una espiral lingüística como una Matrioska rusa, quizá para contarnos la monotonía de la madurez, aunque quizá estoy intentado hilar muy fino.

Me gusta! Saludos

Hola Liliana!
….o millares de palabras en un relato de menos de cien. Me gustan los laberintos, me gustan las paradojas y me gusta tu relato.
Saludos.

Un microrrelato sin inicio y sin final, eterno. Muy logrado, enhorabuena!!!

Un saludo.

Hola Liliana,
Ingeniosa imagen, una dentro de la otra, aunque es cierto que marea un poco. Como relato comenzaba genial sin embargo el final… pero esta bien, hace pensar en algo obsesivo, infinito, interior, preocupante.
Saludos

Saludos Liliana,
Me gustan los mundos confusos, ambiguos y eternos. El tuyo es un relato sin fin. ¡Enhorabuena!
¡Nos leemos!

Hola Liliana.
Fui uno de tus comentaristas, te felicito y te reitero fue como ver esas muñecas rusas que vas destapando y hay otra mas pequeña adentro, y sin querer el lector comienza a ser parte de la historia.
Te invito a leer el mio #97

Hola, Liliana:
Tu relato es una metáfora de las rutinas sobre las que se va edificando la vida;la imagen laberíntica es muy expresiva; me gustó cómo lo refuerza el comienzo con puntos suspensivos y minúscula, como si uera un resorte infinito. Todas las lecturas, los consejos, las lecciones, se vuelven moho; pero la persona que se construyó con ellos los sostiene y sigue buscando.
Original. Buen texto.
Felicitaciones.

Hola Liliana, muy buen relato, me sumo a la opinión de Beba, excelente la manera en que creas un llamado a la reflexión. ¡Felicitaciones!

Una matrioska, eso es lo que me viene a la cabeza al leer este micro, además de esa imagen de la famosa marca de quesitos llamada “la vaca que ríe”, pues de pequeña recuerdo haber observado la caja de quesitos infinidad de veces y, siempre veía la misma imagen, una vaca que sostenía en sus patas una caja de quesitos, que a su vez tenía otra vaca pintada sonriendo y sosteniendo una caja de quesitos,que a su vez… y, mientras me comía el bocadillo me preguntaba cuántas vacas habría sosteniendo en sus patas una caja, en mi imaginación eran infinitas.

Me ha parecido una ingeniosa reflexión de la vida misma, que al fin y al cabo puede no ser más que un laberinto en el que perderse una y otra vez, sin saber andar más que en círculos, dejando que los caminos por los cuales poder salir se llenen de moho, de vegetación que los convierta en impenetrables.