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Sinfonía Desesperante - por Aldo Brov

Web: http://daydreams2014.blogspot.com/

El sonido de las agujas del reloj marcaban un tempo andante, sincronizando a la perfección con los golpes graves y monótonos de los tambores, que retumbaban en la oscuridad de su cuarto como si estuvieran pegados a su oído. El golpeteo de una gota furtiva, originada por algún problema en las cañerías del baño que aún no había logrado encontrar, sonaba sincopada, convirtiendo todo en una especie de sinfonía desesperante, que lo exaltaba y una vez más le coartaba el sueño.

Enrique encendió la luz del velador, se puso los anteojos y miró la hora. Eran pasadas las once de la noche. Malhumorado y con el ruido retumbando dentro de su cabeza, abrió el cajón de la mesa de luz y sacó de adentro un revólver calibre 38 con el que tantas veces había pensado poner fin a su tortura.

Por un momento se quedó sentado escuchando los tambores con el arma entre sus manos, dispuesto a silenciarlos definitivamente, pero unos minutos después dejó el arma en el cajón y se levantó. Se puso la bata y luego de calzarse las pantuflas se dirigió hasta el apartamento de su vecino.

Llamó con fuerza, dando una serie de golpes cortos. No era la primera vez en la semana que iba a pedirle que dejase de hacer ruidos molestos a esas horas de la noche. Segundos después volvió a golpear la puerta con mayor intensidad, como si estuviese dispuesto a derribarla.

Un muchacho de apenas veinte años lo recibió en pijama, con cara de dormido y todos sus pelos revueltos.

—¿Y ahora qué quiere? —preguntó el joven de mala manera apoyando un brazo sobre el marco de la puerta.

—¿Sabes qué hora es? Son las once de la noche. ¿Hasta qué hora pensás seguir tocando tus tambores de mierda? —dijo Enrique alterado. Sus ojos estaban rojos y desorbitados.

El muchacho alzó sus brazos entrelazando los dedos sobre la cabeza, y respiró profundo manteniendo la mirada en el techo.

—Mire vecino… ya se lo dije ayer, y antes de ayer, y la semana pasada: déjese de romper las pelotas. Si no puede dormir tome una pastilla o algo, pero deje de venir a golpear la puerta así o lo voy a denunciar.

—¿Denunciarme? —exclamó Enrique más alterado que antes—, si sos vos el que está todo el día golpeando esos tambores de porquería, dale que dale. Yo sé que me lo haces a propósito mocoso mal educado.

El joven lanzó una sonrisa irónica.

—Usted no se da cuenta pero está loco, debería ir al psiquiatra, pedir ayuda. Por algo su mujer lo abandonó… —dijo el muchacho dando un portazo, pero el pie de Enrique se interpuso entre la puerta y el marco.

—Pibe, mejor guarda tus tamborcitos, porque te juro que si tengo que venir de nuevo va a ser para meterte una bala en el medio de la frente —respondió Enrique con seriedad antes de sacar el pie y volver a su apartamento.

De nuevo en su habitación, se quitó la bata y volvió a recostarse. Esta vez ni los tambores, el reloj o la gotera volvieron a sonar, y a los pocos minutos ya había conseguido dormirse.

Al día siguiente despertó con un gran dolor de cabeza. Los tambores sonaban suavemente en el apartamento de al lado, pero esta vez sin coordinación ni ritmo. Miró el reloj, marcaba las nueve y media, y sus agujas se movían en silencio.

Se sentó en la cama y volvió a tomar el revólver de la mesa de luz. Se puso la bata y caminó hasta la puerta del vecino por ultima vez. Esta vez golpeó con suavidad. Los tambores dejaron de sonar y unos segundos después la puerta se abrió. El joven no se sorprendió al ver a su vecino parado del otro lado, y entonces le dijo:

—¿Ve?, ahora si estaba tocando los tambores.

Enrique lo miró y se sonrió. Sin decir nada sacó el arma del bolsillo y le disparó al joven en la frente, quien cayó al piso sin vida. Con su pie movió el cuerpo del muchacho que bloqueaba la puerta para poder cerrarla, entonces regreso a su apartamento, entró a su habitación y se acostó en la cama dejando el revólver sobre su pecho.

Por un momento disfrutó del silencio dentro de su cabeza. Pero entonces, el sonido del reloj comenzó a marcar el ritmo, la gotera volvió a golpetear sincopada, y una vez más, con tono grave y monótono, los tambores comenzaron a sonar.

Comentarios (19):

Osvaldo Mario Vela Sáenz

28/05/2015 a las 18:06

Aldo de verdad que las musas llegaron a ti de a montón. Traían con ellas impecabilidad, vocabulario y una redacción que me sigue motivando a mejorar. Felicidades.

beba

28/05/2015 a las 19:22

Hola, Aldo:
Sé que eres músico;como tal, describes de manera magistral el plan de la sinfonía del loco, en el 1° párrafo.
El argumento, impactante; la soledad y los tabiques delgados de los departamentos son caldo de cultivo para la locura y la violencia; y tus pistas: gotera, reloj, están manejadas con mucha habilidad para que la anticipemos.
Algunos detalles: “sacó de adentro”,”en la frente, quien cayó al piso” (el sustantivo más cercano a “quien” le pasa la carga semántica).
Excelente relato.

Leo Lecourbe

28/05/2015 a las 20:39

Me ha encantado. Una historia digna de aparecer en la mismísima película “Relatos salvajes”, nominada al oscar como película de habla extranjera. La escena está muy bien recreada y la he visualizado perfectamente, incluso me has hecho sonreir en algunos pasajes. Felicidades.

David Rubio

29/05/2015 a las 01:02

Brillante relato, Aldo. Has sabido encajar la frase final del reto de una manera magistral, sirviéndote de ella para dar todo el sentido a la historia. De tu claridad narrativa y la visualización de los personajes ya no hablo por ser marca de la casa.
Un abrazo.
PD Este mes no participo. Las musas me llevaron por otro camino.

Darkristal

29/05/2015 a las 14:07

Interesante, algo confuso, pero interesante.
Me gustan estos relatos con alguna alteración psicológica, aunque me disgusta lo estúpido del chico XD
Creo que si esto apareciera en algun video corto o un cortometraje, seria bastante interesante de ver, ya que la mayor parte del texto, se asimila de forma sensorial.
Buen trabajo, sigue asi.

Pato Menudencio

29/05/2015 a las 17:34

Tiene el nivel de locura y sangre que me gusta. Buen relato.

Tal vez el único detalle podría ser que el vecino loco use un lenguaje más soez para increpar al joven, pero es sólo una apreciación subjetiva.
Esa observación la hago sólo porque una vez traté con un vecino loco con el que casi me veo en la obligación de darle un correctivo, y su lenguaje era insultante (pero tb hay que considerar que la mayoría de mis compatriotas no se caracterizan por poseer un dominio del vocabulario).

Saludos.

Pato Menudencio

29/05/2015 a las 17:38

Maldición, no se puede editar el comentario.

Una cosa que quedó en el tintero:

Realmente imaginé al loco del revólver en su casa, desesperado por los “ruidos molestos” del vecino. La atmósfera que plasmaste en el relato está muy bien hecha, como siempre.

pd: Imaginé al Tano Pasman con un arma, XD.

DreamxAlchemist

29/05/2015 a las 19:13

Tus relatos suelen tener un toque siniestro, aunque no estoy seguro de si sea la palabra correcta para calificarlos jaja 🙂 De cualquier forma, tiene una atmósfera lograda prolijamente, y un argumento sencillo (no simple, eso jamás) pero impactante. ¡Buen relato!

J.Sfield

29/05/2015 a las 20:59

Hola, Aldo.

Me ha gustado mucho tu relato. El ambiente está muy logrado y el vocabulario es genial. ¡Enhorabuena!
Un saludo.
PD Me ha hecho gracia cierto parecido con mi relato 🙂

Ryan Infield Ralkins

30/05/2015 a las 23:07

Un final algo tragico en el que el loco siguio loco…excelente. La atmosfera del relato es muy fuerte. Una escena de pelicula, se imagina a la perfeccion.
Saludos.

Wolfdux

31/05/2015 a las 10:35

Hola Aldo,

un relato muy bueno. El personaje de Enrique esta muy bien caracterizado, me gusta.

¡Nos leemos!

Peter Walley

31/05/2015 a las 16:11

Hola Aldo,

Un placer leerte como siempre, las descripciones y los diálogos inmejorables. Felicidades.

Iracunda Smith

01/06/2015 a las 13:44

Gran relato Aldo!!
Como siempre tus personajes y tu forma de narrar son impresionantes.

Un saludo, ¡nos leemos!

Rubia Alubia (aka A. Losa)

01/06/2015 a las 17:59

Muy bueno, Aldo. No sé si sentir pena o alegrarme por la desgracia de Enrique, ni matando al vecino logra encontrar la paz.
Un saludo.

grace05

02/06/2015 a las 19:06

¿Violencia argentina?… o ¿Escena que no llegaron a filmar de Relatos Salvajes? … de cualquier forma un relato sorprendente y magnífico en la narrativa. Una historia con mucha tensión y un final que al principio “lo vi venir” , después me despistaste para darme el golpe final…
¡Excelente historia!!!!!
¡Mis felicitaciones!!!!
Te invito a comentar 33

KMarce

02/06/2015 a las 21:18

Saludos Aldo;

🙂 Disfrute mucho tu relato, muy escenográfico, tal como a mí me gusta esa narrativa.
Lo llevaste de un punto a otro, aumentando la tensión; debo mencionar que ya veía venir ese final, quiza porque yo misma elegiría esa drámatica locura.
Creo que usaste el recurso de Hanzel y Gretel, ir dejando pistas en el camino, para que nos llevara a esa terrible conclusión. Muy acertado.

La única pega, o el joven es mega paciente, o no sé, con tanto fastidio yo creo que no debía ser “tan amable”, o quizá andaba un poco volado… 😛
Te felicito Aldo, este género te sienta bien.

¡Nos leemos!

José Torma

03/06/2015 a las 23:15

Que tal Aldo?

Me uno a los halagos, nos llevas de la mano. Todo el tiempo me sentia en una pelicula a blanco y negro. El personaje totalmente logrado con esa misofonía (palabra que aprendi de compañeros que he comentado) y sobre todo como cada pequeño sonido, ruido va creando la avalancha de sensaciones que lo llevan a buscar una solucion terminal.

Yo imagine que despues del tiro habria entrado al departamento y se hubiera dado cuenta de que ahi no habia tambores, solo para luego suicidarse, jaja me gano la onda noir.

Lo disfrute mucho. No sabia que eras musico, pero con ese dato se aprecia mas el relato.

Saludos y felicidades.

Demetrio Vert

04/06/2015 a las 18:22

Hola Aldo.
Mágnífico relato. Bien estructurado y que he leido con gusto.

A tí, no se te puede objetar nada.

Un gusto leerte.

marazul

07/06/2015 a las 10:53

Un relato excelente Aldo. Me ha gustado porque se vive la escena y pone al lector en tensión. ¿Quién no ha vivido ese momento gota de agua y sonido repetitivo que te martillea los oídos sin dejarte dormir?. Tú lo transmites perfectamente. La historia encaja con la frase final. Y éste, el final, aunque me lo estaba temiendo, me ha dejado mal cuerpo por el infeliz vecino. Pero…¿y si te toca un vecino paranoico?: mala suerte…. El lenguaje y los diálogos impecables.
¡Muy buen trabajo!

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