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Tambores de Mudanza - por Diego Manresa Bilbao

Era una noche de sábado como otra cualquiera. O eso parecía. Desde luego, el día había sido un sábado de manual. Tras pasar toda la mañana en chándal- y no precisamente para hacer deporte, sino para sobrevivir a la resaca- y echar una siesta de las que te despiertas con tu contorno marcado en tiza en la cama, se empezó a crear el debate habitual en WhatsApp entre los amigotes sobre qué hacer y dónde ir esa noche. Y las perspectivas no parecían muy halagüeñas, la verdad.

La sombra del quedarse en casa viendo una película se empezaba a cernir sobre mí como un ave de mal agüero. Y no podía permitirlo. De ninguna manera. No en el estado en el que me hallaba en esos días. Necesitaba distraerme e intentar no pensar en las circunstancias y pensamientos que rondaban mi mente de un tiempo a esta parte.

Mi época en esta ciudad podía estar tocando a su fin. No por mi elección, como pensaba que pasaría en el momento, que yo intuía no muy lejano, en el que me acabara cansando de ella, de sus gentes y sus calles. Habían elegido por mí. Dos personas a la vez, para darle más contundencia.

Por un lado, mi hasta el martes estimado jefe, había decidido, previa consulta con sus propios mandos, que mi tiempo en su empresa iba a ser más limitado de lo que yo pensaba, como el de veinticuatro de mis queridos colegas. Reducción de personal. Eufemismo para decir que veinticinco becarios se iban a encargar de realizar nuestras labores a mitad de precio y sin tener que pagar impuestos. Cosas del libre mercado.

A su vez, mi casera también había resuelto que la casa en la que vivía en paz y armonía con dos amigos desde hacía más de un año necesitaba una reforma, no sin razón por otra parte, y, por lo tanto, ser desalojada, quedándonos en la calle en un par de meses.

Esa era mi tesitura, pues. En aproximadamente dos meses debía decidir qué hacer con mi vida, si decidirme a buscar nuevo trabajo y piso en una ciudad de la que cada vez me sentía más lejano y con menos ataduras, o realizar el camino inverso al que hice tres años atrás, y volver a Madrid con la misma maleta y el mismo inexistente trabajo con el que me fui, pero con mucha más vida por detrás y menos ilusión por delante.

Pero eso era algo a decidir durante los días laborables. En fin de semana eso no se hace. Era sábado, y lo importante era decidir qué hacer para no quedarme en casa, con mis fantasmas y mis pensamientos sombríos. Al final, nos decidimos por el plan menos malo, un cumpleaños de una amiga lejana, que no solía ser muy divertido pero en el que íbamos a conocer bastante gente, y en un bar bastante chulo, la verdad. O todo lo chulo que puede ser un bar que dejen entrar a cinco treintañeros largos sin ir acompañados de mujeres.

Allí hicimos acto de presencia, con bastante poca ilusión por cómo resultaría la noche. Y no estábamos defraudando nuestras propias expectativas, todo sea dicho. Sentados en una esquina del bar, bebiendo cerveza y sin hablar con nadie. Era más que probable que acabáramos volviendo a casa en metro, en vez de en los respectivos autobuses nocturnos. Nos estábamos haciendo mayores.

Y entonces, apareció. No reparamos en ella, de tanto que la conocíamos, pero se acercó a hablar con nosotros, pese a nuestra cara de acelga. Yo, por mi parte, empecé a notar un ligero ruido de percusión, como de fondo… Será la música del garito, pensé, ingenuo de mí.

– Ven a la barra conmigo- me dijo Marta- quiero presentarte a alguien.

Allí fui, con todo el escepticismo del que se puede ser capaz un sábado a medianoche.

Y te diste la vuelta. Se hizo más fuerte el ruido de tambores…

– Mira, esta es A., una amiga que ha venido de visita.
– Hola, qué tal, encantado- dije, mirando fijamente tus ojos marrones, sabiendo que nunca más podría apartar mi vista de ellos- ¿De dónde eres?
– Encantada, yo de Madrid, ¿y tú?

Ahora estaba seguro de que los estaba oyendo. Sin ninguna duda… Los tambores comenzaron a sonar.

Comentarios (28):

Pato Menudencio

28/05/2015 a las 18:34

Hola Diego.

Revelaré mi condición de comentaristas anónimo.

Me pareció una buena historia, a la que le veo una segunda parte.

Cuando lo leí sospechaba que el texto le pertenecía a alguien de los que leo.

Como pista respecto al comentario: “que al final no se quede con A”.

Saludos.

Roger/NHICAP

28/05/2015 a las 19:15

Hola Diego,
Aquì otro comentarista anónimo de tu historia sobre una noche de sábado. ¿Te suena “la excesiva utilización del verbo decir”?
Te seguiré leyendo.
Un abrazo.

Josan

28/05/2015 a las 19:35

¡Hola Diego!.

Buen relato, colocas las piezas, dejas el marco, el motivo y lo contextualizas muy bien. Me quedo con ganas de saber que pasa con A. 🙂

¡Nos leemos!.

Un saludo.

Eduardo Tapia

28/05/2015 a las 21:29

Una historia cercana y fácil de leer, te ha quedado muy bien retratada la vida de un treintañero normal.

Juana Medina

28/05/2015 a las 21:53

Hola Diego, yo digo que sí, que finalmente se quede con A. pero por cierto luego de lagunas vueltas de tuerca. A. es un motivo excelente para dejar la marca de tiza (excelente descripción de la molicie más depre), y buscar trabajo y casa en Madrid para plantarse un poco más firme en la vida y que valga la pena intentar algo con A.
Tus descripciones de situaciones y estados de ánimo me parecen muy buenas.
Un abrazo.

Juana Medina

28/05/2015 a las 21:55

Perdón! quise decir #algunas”, no “lagunas”.

Diego Manresa Bilbao

28/05/2015 a las 23:28

Gracias Pato y Roger por vuestros comentarios, dais en el clavo con vuestra sugerencias… Ahora me paso a revisar los vuestros, asi como los del resto!!!!
Nos leemos

Darkristal

29/05/2015 a las 14:42

Hola, Gracias por tus esfuerzos.
Creo que estamos creando tendencia con los finales abiertos, pero no lo cogemos como una escena si no como el inicio o un fragmento de una obra completa.
Un final abierto para una escena de un relato corto deberia dejar a la imaginacion del lector rellenar los detalles y que el lector se sienta satisfecho.
Si comienzas con un tipo que esta en la lona, derrotado y envejecido, pero que repentinamente conoce a la chica de su vida, suena al cuento de un viejo sobre su pasado o al inicio de una novela romántica, de la cual, no creo esperar algo diferente de que vivieron felices para siempre.
Por otro lado, no se de donde vienen los tambores, o en todo caso, no se de bares donde toquen tambores XD
Bueno, por si queda dudas, no me pareció un mal trabajo, es bueno,bien redactado y con pocas cosas que destacar.
Solo digo que me costo un poco llegar al final XD

R. Andrés Navarro

29/05/2015 a las 17:08

Darkristal, el título. Está oculto, pero los tambores tienen sentido XD
Diego Manresa Bilbao, lo dicho
Un saludo y mucho ánimo!

Mayca Nasan

29/05/2015 a las 17:54

Hola Diego,

Me ha gustado tu relato y además como joven de treinta y tantos, en muchos aspectos he conectado con la historia que nos narras.

Además, tus relatos están bien narrados y con los detalles cuidados, así que enhorabuena, un placer leerte.
Hasta el próximo relato!

Saludos

Ryan Infield Ralkins

29/05/2015 a las 19:10

Buena descripcion de los personajes y la vida de ellos. Me hubiese gustado una descripcion de A pero en general tienes un buen relato. Me parece perfectamente narrada la mala suerte del protagonista y el pesimismo de el por lo sucedido, ademas del intento de escapar ese sabado.
Saludos y felicitaciones.

beba

31/05/2015 a las 02:22

Hola, Diego:
Tu relato es muy simple y cumple todas las noramas de Doña RAE; aplausos, por lo tanto.
Has usado las tintas justas para pintar el mal rato del protagonista y su pequeña brisa ante unos ojos marrones.
Excelentes imágenes.
No sé si tiene o no continuación. Yo espero que- al menos en la vida real- renazcan la esperanza y la alegría de amar para siempre; claro que yo no tengo 30; rezo para que suceda.

Pet-er Walley

31/05/2015 a las 16:21

Hola Diego,

Si es que las noches en apariencia tranquilas acaban siendo las más movidas 😉

Me gusta mucho cómo llenas de pequeños detalles tus historias que hacen que se sientan mucho más reales, y también la elegancia con que desarrollas las historias. Un placer leerte, enhorabuena.

Silvyt

31/05/2015 a las 19:10

¡Hola Diego!
No te preguntaré si soy A porque no te conozco de nada, pero ¡ay, que bien narras!
Como ex-exiliada en busca de un trabajo, me he sentido identificada durante toda la escena. Esas cuestiones que te haces tirado en la cama (de la habitación del piso que compartes en un país que no es el tuyo) sobre el sentido de la vida, el dónde, el cuándo y el porqué. Los planes e ideas que tienes para que luego llegue la vida y haga lo que te plazca con tus decisiones, como ponerte una A delante…
Brutalmente real: “volver a Madrid con la misma maleta y el mismo inexistente trabajo con el que me fui, pero con mucha más vida por detrás y menos ilusión por delante”. Los pelos de punta.

Mis felicitaciones. Enhorabuena, nos leemos 😉

José Torma

31/05/2015 a las 21:01

Hola Diego.

Gracias por tus palabras a mi texto.

Tu relato me cae un domingo donde reflexiono si los excesos de un viernes hacen que valga la pena las miserias de un sabado. Mismo en el que opte, a pesar de tener opciones, de quedarme en casa. MI higado y estomago merecian el descanso.

Tu relato es una alegoria de la gente que somos solteros de edad, donde ya la “marcha” no llama tanto como antes. Cuanto te empiezas a preguntar si las decisiones que has tomado son las correctas. Solo que a diferencia de tu prota, a mi no me han presentado aun a A; que coincido, debe de hacerle la vida mas alegre al protagonista. La sigas o no, me ha gustado mucho el sentimiento y desarrollo que practicamente es un check list de mi vida jaja.

Saludos y felicidades

Dan

01/06/2015 a las 01:50

Hola Diego,
la verdad es que poco más puedo añadir a lo que ya te han comentado. Coincido con que es un relato muy bueno. El cuidado que pones en los detalles hace que sea muy realista y creíble. En mi caso me siento identificado porque estoy en un momento de mi vida que parece ser la antesala de exiliarse por un tiempo y no sé si en un año me encontraré como tu personaje, la verdad. La frase que te ha resaltado Silvyt me parece una obra maestra =D
Un placer leerte, como siempre.
Un saludo.
¡Nos leemos!

Iracunda Smith

01/06/2015 a las 14:12

¡Hola Diego!
Y va a resultar que eso del amor a primera vista existe de verdad!! jajaja
Me uno a la lista de cotillas, ¿qué pasó con A?

¡nos leemos!

Ratopin Johnson

01/06/2015 a las 20:42

Habla Darkristal sobre finales abiertos, y en cierto modo entiendo lo que quiere decir, pero aún así discrepo un poco. Quizá no me parece que esté abierto cuando se dice “dije, mirando fijamente tus ojos marrones, sabiendo que nunca más podría apartar mi vista de ellos”, pues supongo que la relación siguió su curso y el amor triunfó etc etc :). Pero digo que discrepo un poco, porque puede ser que haya pocos detalles para que se vislumbre ese final.
Por otro lado, a pesar de que me han gustado mucho los párrafos iniciales, no así tanto el desarollo final

Ratopin Johnson

01/06/2015 a las 21:50

Por cierto, igual no es el sitio, pero enhorabuena a los carbayones 🙂

Rubia Alubia (aka A. Losa)

02/06/2015 a las 12:01

Creo que aún no te lo he dicho (ya me vale) pero me encanta tu costumbrismo. Eres capaz de convertir en literatura una escena que, a priori, podría parecer demasiado normal. Me quito el sombrero.
Un placer leerte, amigo.
Y sí, por la cuenta que te trae, seguiremos en contacto, jajajajajaja.(o si lo prefieres más malévolo: muahahahaha);P

Rubia Alubia (aka A. Losa)

02/06/2015 a las 12:03

PD: a mi tampoco me parece bien que se quede con A.
No me gusta, me da que no es trigo limpio ;P

Diego Manresa Bilbao

02/06/2015 a las 12:42

Muchas gracias a todos por los comentarios, tanto los buenos como los menos buenos, se aprende mas de ellos… Muchas gracias tambien a la incauta que ha llamado a esto “literatura”, se agradece el elogio jejeje…

Nos leemos pronto!!!
PD: Rubia, tranquila, A. es trigo limpio, casi todas lo son ;P… No sabria que decir de otras letras jejejeje… Nada que ver con otros relatos, por otra parte.. Un saludo!!!

Anoide

03/06/2015 a las 15:41

Sí… Yo ahí veo que triunfa el amor y se queda con A., pero a mi corazón maligno le encantaría que eso solo sucediera después de muchas vueltas del destino 😛

Subrayo con amarillo fosforito lo que Aurora te comenta acerca de tu costumbrismo. Me gusta cómo describes lo cotidiano porque haces que parezca especial, fascinante. ¿Y cómo de fascinante puede ser un treintañero pasando la resaca en su cama? Pues hala, tú lo consigues, jajaja. Por cierto, esa imagen de su contorno marcado con tiza me ha encantado… Me ha hecho reír.

Como siempre, ¡un placer leerte!

Carolnefer

03/06/2015 a las 22:42

Hola Diego,

Me ha encantado tu relato! Y yo prefiero que no se quede con A, seguro que habrá muchas mas ántes;)
Enhorabuena me he divertido mucho leyéndolo

grace05

03/06/2015 a las 23:10

Hola Diego:
Muy buen relato. Bien escrito donde las imágenes y sensaciones son tan claras que el lector pueden sentirlas. Después de “tantas pálidas”, trabajo, vivienda, conoce el amor que seguramente le dará las energías necesarias para volver a comenzar.
Excelente trabajo!!!!!
Te invito a comentar 33

Adella Brac

08/06/2015 a las 08:28

La primera vez que participé en el taller me tocó comentar uno de tus textos, y desde ese momento te fiché como uno de mis imprescindibles. Me encanta el tono desenfadado que le das a tus historias, creo que tu estilo es muy reconocible y a mí me encanta 🙂
Una vez más, no defraudas. ¡Buen trabajo!

Diego Manresa Bilbao

08/06/2015 a las 08:43

Muchas gracias a todos por los comentarios (Adella, me vas a hacer sonrojar jejejeje) y siento no haber podido leer a todos los que me gustaria, no me da la vida, menos mal que el de este mes es micro, no hubiera podido de otro modo
Gracias!!!!

Miranda

12/06/2015 a las 19:49

Hola Diego:
Tarde pero llego a tu relato. Me ha gustado mucho, creo que describes perfectamente algún momento en la vida, de casi cualquier persona que ha salido de su mundo seguro aventurándose en otros lugares para montar su vida. Traspiés laborales y existenciales muy comunes.
Me alegro mucho de que dejaras el final abierto. Para mi, ya se puede decidir por volver a Madrid, pero menos de vacío, y con algo más de ilusión.

Un saludo. Nos seguiremos leyendo.
Y gracias por ser un asiduo en mis comentarios.

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