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El círculo - por Tim Galano

— ¿Quién hay?—preguntó mientras acercaba su cara a la mirilla.
— Mustafi.
Era el único que faltaba por llegar y también había sido el último en apuntarse. Abrió y le indicó el camino con un gesto del brazo, le siguió hasta que llegaron a la habitación donde estaban ya los otros cuatro que cerraban el círculo. Mustafi entró sin saludar, “para matar o morir los modales cuentan poco”, pensó. Ocupó la silla libre y notó una gota fría resbalando por su nariz lentamente hasta que se precipitó sobre la mesa que ocupaba el centro de aquella habitación. La pulcritud le llamó la atención, como si aquellas paredes nunca antes hubieran contemplado la escena macabra que ahora reflejaban. Eran un espejo blanco que devolvía a cada uno una imagen delirante de sí mismos. Miró a los ojos al resto mientras escuchaban las normas: "cada uno tenéis delante un revólver y una bala, meted la bala, girad el tambor, poned el cañón sobre la sien del que tenéis a la derecha, y disparad cuando yo diga. Así hasta que alguno dispare su bala". Aquellas palabras estrujaron el corazón de Mustafi. Respiró el aire mortecino que acariciaba las paredes. Tembló. Preparó su pistola como le habían indicado haciendo sonar el tambor al igual que el resto de matarifes, la colocó sobre la cabeza del que estaba a su derecha y esperó. Notó la empuñadura húmeda destilando el sudor de su mano y el frío intenso del cañón del revólver de su izquierda que se apoyaba en su cabeza. Comenzó a sonar el Réquiem de Mozart y se apagó la luz.
—Tres, dos, uno…¡ahora!
Al encender la luz, la cabeza de Mustafi apareció esparcida por el estuco blanco de la pared. Su cuerpo serpenteaba en una posición inverosímil entre la silla y la mesa. Aun mantenía la pistola en la mano y había dejado de sudar. Era su primera vez. Había tenido mala suerte. El resto se debatía entre el sosiego de mantenerse intactos y las nauseas por el olor incipiente a muerte y sangre. El mediador repartió las ganancias a cada uno de los supervivientes del duelo, recogieron su parte y se fueron sin cruzar una sola palabra con él — ni entre ellos —.
***
Abrió el cubículo que tocaba de la morgue y sacó el cuerpo arrastrándolo en una camilla. Lo miró de arriba abajo, era lo habitual, descubrirlo completamente y hacer un examen previo mirando con cierta distancia, medio metro. No le incomodaba el olor rancio de los cadáveres que tenía que examinar, su pituitaria se había acostumbrado en los tiempos de universidad y su estómago mucho antes. Hincó el bisturí a la altura del esternón y lo deslizó con precisión hasta la pelvis evitando el ombligo, solía darle problemas. Manipuló con su destreza habitual el interior del cadáver apartando con delicadeza las vísceras de aquel viejo muerto. Cuando hubo colocado todo en su lugar, se dirigió a su maletín, extrajo un antebrazo envuelto en hielo y una funda isoterma e inodora y nuevamente se acercó al fiambre de la camilla. Introdujo el brazo inerte en las entrañas de aquel hombre y comenzó a coser. Se deshacía del último pedazo que le quedaba de Mustafi, el resto ya lo había repartido en otros que ya habían sido incinerados. Terminó el costurón sobre el vientre de aquel viejo y tomó perspectiva para verlo, “otro trabajo perfecto”, se dijo.
Tomó la camilla por un extremo para devolverlo a su hueco a la pared con forma de panal metálico. Cuando abrió la puerta para dejar al muerto en su sitio escuchó un tono del teléfono que indicaba la llegada de un mensaje de texto. Terminó de colocarlo en su sitio, metódico y con pausa. Se deshizo de los guantes de látex, colocó el cartel de “examinado” y leyó el aviso del móvil: ”eres carne de mortaja”, decía. Recompuso el gesto perdido por un instante por la sorpresa e intentó obtener algún recuerdo de aquel número de teléfono. Nada. Pulsó sobre la pantalla para llamar, tras unos segundos alguien descolgó, esperó paciente alguna voz conocida y únicamente el Réquiem retumbó en sus oídos. “Gira el tambor”, la voz imperativa se alzó sobre su pieza favorita de Mozart, un segundo después escuchó como los tambores comenzaron a sonar.

Comentarios (10):

Cesar A. Martin

28/05/2015 a las 19:51

Enhorabuena Tim, magnífico relato. Un perfecto manejo del detalle y de la tensión. La ambientación reluce gracias a una documentación bien aprovechada y el desenlace cierra la historia de forma ingeniosa y elegante.
Felicidades de nuevo, espero seguir leyéndote.
Un saludo.

PAULATREIDES

29/05/2015 a las 18:23

Felicidades Tim por el relato.
Dos magnificas escenas, dos ambientaciones formidables con unos detalles soberbios.
De los que he leído, el único (salvo los tambores interiores de Pato Menudencio) que no ha utilizado el tambor como instrumento musical.

Me ha encantado.

ILLARGUIA

30/05/2015 a las 11:26

Enhorabuena Tim, logras en tu autopsia un espectáculo soberbio, aunque es un poco macabro que el pobre Macafi termine siendo carne de mortaja ajena.
Un abrazo.

beba

30/05/2015 a las 13:30

Muy buena pieza pieza literaria.
Sin vueltas.no da para una sola puntada. Genial lo de los tambores.
Pero,¡¡Horriiibleeee!!Y es su mayor mérito.
Excelente.

Wuldoak

02/06/2015 a las 18:55

Buenas, Tim

Tu relato tiene una gran fuerza descriptiva, enhorabuena. Creo que dominas la narración. A nivel de contenido mantiene la intriga hasta el final. En cuanto al contenido, el final me intriga… ¿Cual es el motivo de la llamada? se me ocurre que así queda “marcado” el receptor, para participar en la ruleta rusa, a modo de maldición.
Un saludo.

Dante

03/06/2015 a las 01:13

Tim:

Excelente relato. Te felicito.

Coincido con los compañeros y adhiero a sus elogios. La ambientación es soberbia. Debo confesarte que mientras lo leía, imaginé esa habitación. “Vi” la película: La puerta, la mirilla, el “club secreto”, la mesa, todo.

Y el final me encantó. No sólo porque tuviste la genialidad de usar “otros” tambores no musicales, sino porque, al menos en mi interpretación, el médico que realiza la autopsia es el mediador. Si el Requiem de Mozart suena cuando juegan a la ruleta rusa es porque alguien lo hace sonar. Si la música favorita del médico es el Requiem, es porque estuvo en ese lugar (la habitación de aire mortecino) y no participó en el duelo. Supongo también que es él porque la única causa que tendría un médico forense para deshacerse del cuerpo de Mustafi es hacer desaparecer un cuerpo para continuar organizando una actividad ilícita que le reporta tanto un sórdido placer como ganancias extras. Si no fuera el organizador, y el “mediador” no sería quien tuviera que preocuparse de hacer desaparecer los “daños colaterales”. Intuyo que, por la razón que fuera, quienes lo llaman al móvil utilizando un número desconocido, son algunos de los sobrevivientes de la ruleta rusa (los del día en que murió Mustafi o tal vez otros). Probablemente porque quieren quedarse con la parte del medidador, probablemente porque los estafó, o tal vez por una venganza que tuviera otras causas. Y puede que haya un asesino con dos revólveres o que sean por lo menos dos, ya que “los tambores” comenzaron a sonar, no “el tambor”. Esa es mi lectura, espero no estar equivocado en función de las pistas que diste. De todos modos es un excelente final abierto que a pesar de la dificultad que entrañaba conocer la frase final de antemano, en ningún momento se sospecha o adivina de antemano.

Por lo demás, en cuanto a la forma noto que es muy correcta en todo: puntuación, ortografía, estructuración de los diálogos. Y es apropiada la elección del narrador en tercera persona omnisciente.

Te felicito nuevamente por tu trabajo. Es un gran relato.

Saludos.

P.D.: En mi relato agradecí tu comentario. Si querés, podés pasar y leer el mensaje.

Tim Galano

03/06/2015 a las 08:05

Hola chic@s, gracias a todos por los comentarios!!
Me motiva para continuar.
La lectura de Dante se acerca bastante a la idea al escribirlo, de todas formas si la lectura de un texto nos da una idea distinta de la que el autor pretendía, también es buena!! Gracias de nuevo.

Adella Brac

03/06/2015 a las 13:33

¡Impresionante! Me has mantenido atrapada desde la primera línea a la última. Tono y ritmo perfectos.
Buen trabajo 🙂

Jimmy Conway

06/06/2015 a las 16:24

Fantástico relato Tim. Me mantuvo en tensión durante su lectura. Te seguiré de cerca en las próximas entradas. Saludos y sigue así.

Carolnefer

11/06/2015 a las 14:45

¡Estoy Impresionada Tim! Como ya han dicho algunos compañeros mantienes la tensión desde el principio al final.La ambientación es fantástica, ha sido como estar ahí dentro de la escena.
Enhorabuena y gracias por comentar el mío

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